Amor minae est cap 6

4720 Segundos tardaron en separarse nuestras bocas.
Y cada uno de esos segundos dolían de amor y fuerza.

Me quedé mirándole con una mano en su rostro y la otra en su corazón, no sabía como reaccionar, no sabía como actuar, a dónde ir, que sentir, no sabía nada…

Estaba tan perdido en mis latidos y en mis piernas temblorosas que mi mente no podía pensar. Cada instante en sus labios era una sensación magnífica, nueva, excitante, me sentía tan bien que olvidaba lo que ocurría realmente, lo que estaba pasando…
En cierto modo odiaba esa situación, me sentía frágil e inseguro, como si me hubiera ganado o como si yo hubiera perdido otra vez que es diferente. Me era tan difícil con él tener la mente fría y calculadora, me era tan complicado no ser feliz…

No pude hacer otra cosa que marcharme lejos de él, caminar despacio hacia atrás, sin apartar la mirada de sus felinos ojos negros, para que en cierto modo él pudiese leer mi mente.

Con mi marcha, su cara iba cambiando a un gesto desconcertante, y eso no me gustaba, así que me giré por completo para evitar el contacto visual, cada paso que daba era un sofoco interior que evitaba exteriorizar, cada paso que daba era una privación a la felicidad que yo me había autoimpuesto y que aún tenía que asumir. Me estaba empezando a encontrar realmente mal, notaba una presión extrema en mí pecho y unas ganas de llorar incontrolables…

Sin entender como pudo llegar hasta mí con tal sigilo y rapidez, noté a mi espalda una presencia alta que me cubría todo el torso y se apoyaba en mi hombro con su mandíbula. Volteé la cabeza para observarle y allí estaba, como no, ese ser al que tanto amaba aunque no pudiera creerlo.

- Changmin…-
- Jaejoong… basta de huir de mí, por favor…-

Huir de ti… lo dijo con los ojos prietos y suplicantes, lo dijo susurrando y al oído, tan suave que no pude aguantar más, mi mente se nubló, veía borroso y mi cuerpo no podía sostenerse. Me desmayé en sus brazos.





Al otro lado de la ciudad, antes de las 11 de la noche, Yunho salía de su casa a dar un paseo en la oscuridad. Quería pensar en sus cosas y en las cosas que estaban pasando en su vida, en Jaejoong. ¿En qué preciso momento se incrustó ese nombre en la totalidad de su mente? ¿En que instante comenzó esa enfermiza obsesión por una persona tan misteriosa?

No obtuvo respuesta alguna, solo sabía que no podía seguir así, él no era así, nunca había estado centrado en una persona ni en nada…

Solo vio una alternativa a la calma, el vicio, las drogas, el descontrol absoluto.
Y así se pego la noche Yunho, de bar a Pub, de Pub a discoteca y de allí a un callejón oscuro. En el cuerpo solo 2 cubatas de ron y vodka con una rubia, 1 cerveza con un viejo amigo, 1 Martini con un conocido, una raya de coca con un chico que le costó 5100 Yenes (solo el chico), 3 porros y 5 cigarrillos normales.
Descontrol y vicio.

Sólo eso, nada más… todo vacío, nulo, irrelevante, como el quería, 0 pensamientos sobre Jaejoong, sólo risas y sexo con desconocidos…
Pero la noche no acabó ahí, caminando por una gran avenida, acompañado tan solo por su drogadicción, Yunho se encontró con cierto personaje que últimamente rondaba su vida.

- ¡Junsu! –Gritó Yunho.

Junsu se paró un instante y se giró para mirar aquella voz que gritaba su nombre.

- ¿Yunho? Estás… vas un poco mal ¿no?

- ¡Qué va! Voy de puta madre –

Ya lo veo… -

- ¿A dónde vas a estas horas Junsu?-

A mi casa-

Te acompaño ¿vale?-

Que remedio… jajajaja-

Anduvieron hasta la comodidad del hogar de Junsu, la casa estaba vacía pero allí se notaba que vivía más de una persona, o que por lo menos había estado viviendo allí alguien junto a Junsu. Yunho no dudo en preguntárselo.

Junsu… aquella vez que nos conocimos… tu estabas con un chico ¿no es así?-

Así es Yunho-

¿Estás saliendo con él?-

Bueno, la verdad es que discutimos muy fuerte y ya hace tiempo que no nos vemos-

Pero… ¿habéis cortado?-

Él es agua pasada, déjalo ya-

No me estas contest…-


Junsu agarró fuerte de la cara de Yunho y lo llevó hasta sus labios sin dejarle terminar de pronunciar palabra. Yunho ni siquiera había podido fijarse en ningún detalle de la casa cuando ya estaba tumbado en un sofá quitándose ropa.


Uee, amigo ¿no vas un poco rápido? – Dijo Junsu.


Yunho se paró un instante. Miró la angelical pero varonil cara de su compañero, esbozaba una leve sonrisa, sus ojos brillaban en la oscuridad reflejando una leve luz azul tenue proveniente de una lámpara cercana. Sus ojos estaban semi cerrados, quizá por la posición que habían adquirido, Junsu encima de Yunho, acomodado en un pequeño sofá de cuero, mientras Yunho abajo con la cabeza reposando en el apoya brazos, envolviendo con los brazos la espalda del señor de la casa.

Quizá por el alcohol, o por la postura a Yunho le pareció que en ese momento tenía encima a un ser casi divino, que en cualquier momento podrían salirle unas preciosas alas de esa espalda que estaba tocando.
Tan blanco, tan dulce, tan inocente en apariencia. Y en apariencia, Yunho pensaba que sería todo lo contrario, una chupa de cuero negro, los pantalones pitillos y también negros y una camiseta de un rojo vivo, como si fuera el mismísimo satanás en la tierra.

Sin duda esa noche había sido totalmente de pecado, una noche llena de vicios que le recuerdan lo que es, que le recuerdan que era un hombre aún. Un hombre que aunque sigue la vida impuesta por la sociedad puede romper unas cuantas reglas y sentirse de ese modo un poco más feliz, un hombre capaz de explotar sus sentidos al máximo en todos los sentidos y no por ello ser un despojo de persona.

Y por eso mismo las cosas no podían quedar ahí, estancadas en esa imagen de dos personas mirándose en un sofá, así que el pequeño demonio interior de Yunho salió para comerse ese ángel.

Dibujó con sus dedos caricias en su espalda, y también recorrió sus brazos desde la mano hasta el hombro, clavícula y cuello. Luego, siguiendo el ritmo de la ardiente piel llegó hasta su cara, su mandíbula ligeramente marcada y sus labios, carnosos y suaves tanto para la vista como para el tacto. En aquel húmedo lugar se estacionaron sus dedos, uno por uno para que se los lamiera. Junsu no tuvo mucho reparo en hacerlo, y asomó su lengua para que Yunho se los metiera dentro.

Mientras con la mirada picarona fijada en él, Yunho comenzó con la mano sobrante a bajarse lentamente la cremallera de su pantalón, también se bajo con ella pausadamente los pantalones y la ropa interior, dejando al descubierto la herramienta masculina que poseía.

Junsu se quedó mirando sorprendido el nuevo gesto que acababa de tener su amigo, y como no a la nueva parte del cuerpo que le estaba enseñando. Ante ello no pudo evitar compararla, como haría cualquier hombre y por ello se sentía un poco mal. Pero ese malestar se esfumó cuando su compañero de sofá empezó a tocarse con su mano mojada su propio miembro, o lo que es lo mismo a masturbarse.

No podía soportar aquella escena por mucho tiempo, necesitaba liberarse de esa presión externa que sentía, así que Junsu trató de hacer lo mismo que Yunho y bajarse los pantalones, pero en ese mismo instante en el que intentaba desabrocharse todos los botones, una mano se lo impidió. Yunho quería hacerle suplicar de placer, quería llevarle al límite sexual. Entonces colocó la mano de Junsu que intentaba abrir esa jaula en otra zona que ya antes había sido liberada. Junsu sintió todo el calor que desprendía aquel hombre, atrapado en su mano, toda esa humedad caliente como el mar enredada en los juegos con sus dedos. El pene de Yunho desprendía un ardor tan fuerte como el de su pasión, grande y bonita y en plena excitación.
Al igual que Junsu, aunque él no podía sentir más que coagulación sanguínea.

En otro intento desesperado de Junsu por estar en las mismas condiciones que el más alto, Yunho decidió ponerse el encima esta vez y quitarse toda la ropa junto a su compañero. Con un movimiento brusco, en un instante ya se volvían a juntar los dos hombres, desnudos. Yunho preparado para seguir torturando a su amigo, jugando a acariciarle las piernas, el torso, mientras el otro estaba atado a una grande y fuerte mano del mayor. En un momento de tortura absoluta Yunho mojó sus dedos índice y pulgar y los pasó por las líneas divisorias del glande, lo que provocó en Junsu una contracción casi orgásmica.

Siguiendo con el juego, Yunho era el que ponía las reglas, agarró a Junsu de las manos y las posicionó por encima de su cabeza, con una sola mano.
Después le dio la vuelta manteniendo sus manos sujetas, posición en la que Junsu estaba a cuatro patas y Yunho detrás de él.
Yunho comenzó a lamerle desde el cuello pasando por toda la médula espinal hasta la rabadilla, a partir de esa zona, su marcha se volvió más lenta y su lengua torno dentro de su propia boca para empezar a morder y besar las nalgas del más joven.

Llegó hasta lo más íntimo y allí se detuvo a jugar con los genitales masculinos de Junsu, primero con la lengua empezó a lamer los alrededores de su entrada con movimientos circulares, luego penetró su lengua lentamente lo que hizo que Junsu dejara escapar un gemido de placer, aunque su pene no adquiría la atención requerida. Más tarde habiendo jugado con su entrada se desplazó hasta sus testículos para jugar con ellos también chapándolos, mordiéndolos y haciendo vacío con ellos en su boca.

Junsu no podía soportar tanto placer en esos momentos, simplemente por el hecho de sentirse un mero objeto que obecede a su amo ya se sentía excitado, y Yunho estaba jugando con él de mala manera, cada vez su excitación era mayor y cuando se giraba para ver que era lo que le estaba haciendo veía a Yunho masturbarse mientras lo hacía, y eso le provocaba más deseo, más placer y más dolor en su miembro.

Repentinamente Yunho introdujo uno de sus dedos, lubricados con saliva, en el interior de Junsu, lo hizo despacio para que el otro se acostumbrara al sentimiento, pasados unos segundos metió el otro, éste cargado con más ira y rabia, con movimientos más rápidos y circulares simulando embestidas feroces.


Yunho… métemela… - Fue lo único que pudo articular Junsu.

Tus deseos son órdenes – Susurró en el oído de Junsu.


Y Yunho soltó el agarre que ejercía en las manos del menor, estaban un poco dormidas por el peso a las que habían estado sometidas así que al tocarse el mismo, era como si lo hiciera otra persona. Yunho posicionó su pene entre las nalgas de la persona que estaba a su lado, lubricándolo con la saliva que se había quedado en los alrededores de su entrada, humedeció aún más su mano para lubricarlo más.
Junsu giró su cabeza, con la mirada rogante para que lo hiciera ya, mientras se sentía en la gloria tocándose su miembro viril. Yunho, de naturaleza cruel, golpeó la entrada de Junsu con su pene, el cual estaba deseando sentirlo dentro y que dejará ya de jugar y provocarle más deseo de él.

Junsu con los dientes prietos adquirió aire para que no doliera tanto como podría imaginar, pero… dolió igualmente y a Yunho pareció no importarle que su compañero del juego suspirara con la voz temblorosa ante cada movimiento. Continuó con un dentro y fuera a ritmo medio, del cual no terminaba de acostumbrarse muy bien Junsu, pero Yunho siguió, con ese compás, no muy rápido que sólo pretendía moldear un poco la zona que estaba penetrando, ya que hasta para el dolía de lo estrecha que estaba.

Pasados unos minutos Junsu parecía más relajado, lo que desató la furia de Yunho, la pasión más extrema.

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