Soborno.
Aquella fue la carta que la Condesa le hizo llegar al mismísimo Jaejoong dos días después de la pelea.
Ellos dos no habían vuelto a dirigirse la palabra y Yunho, ni siquiera se había enterado del episodio.
O quizás sí a medias, cuando Taemin le comentó que las primeras palabras de su hija habían sido “omma – omma” y que fueron dirigidas nada más ni nada menos que a Jaejoong.
Era una mañana calurosa, y se preparó junto a su hija y esposa para asistir a una reunión importante, aunque no quería dejar el castillo y preferiría descansar estos últimos días que le quedaban antes de volver con su ejército.
Se fue sin sospechar ni un poco, del gran soborno que Typhoon y su esposa estaban implementando con su amante.
Jaejoong pasó el día nervioso… y eso no cambio llegada la noche.
No le dijo a los sirvientes a donde iba, simplemente se fue.
No le sorprendió encontrar a Typhoon puntualmente en la entrada de la ciudad, ni mucho menos su intención de llevarlo a un lugar más privado a penas lo vio. Lo rechazó como siempre, pero esta vez fue distinto… porque se mostró serio y le garantizó una buena explicación.
El rubio no pudo creer lo que vio al entrar al bar de paso de la ciudad… estaba “ella”, a quién la creía muerta por culpa del ejército japonés… estaba su hermana.
Kim Su Young, para ser más exacto… bebiendo una copa junto a otros generales.
- ¡Bastardo! ¡Déjala libre!
- Shhh… rubio, sabes que no puedo hacer eso… tengo otro plan para ella.
- Ella es una mujer inocente Typhoon, no le hagas esto… ¡y menos por mi culpa!
- ¿Hacerle qué? Yo no voy a hacerle nada malo… si tú cooperas por supuesto.
- ¡Eres una basura!
- No seas así de desafiante conmigo esclavo… ¡No olvides quién tiene el poder ahora! – le gritó el general… tomándolo del brazo y obligándole a entrar al lugar... se posicionó tras él, aunque sabía que al rubio no le gustaba, mientras olía su cabello y susurraba en su oído – Yo te dije Jaejoong… tarde o temprano ibas a ceder…
- Maldito…
El sirviente se quedó inmóvil y tuvo sinceras ganas de llorar en ese momento… pero no podía hacerlo, al menos no todavía.
- Ella seguirá con vida y tendrá sus privilegios… siempre y cuando su bello hermanito venga a visitarme de vez en cuando en privado. ¿Sabes? Me harás alguno de esos favores que tanto te gustaba hacer cuando eras más joven y tu alma no había sido comprada… – un escalofrío recorrió la espalda del rubio… que caminaba hacia donde su hermana estaba sentada – ¡Ah! Otra cosa más… vas a portarte bien con la Condesa… tal como un esclavo inservible debería comportarse… - Typhoon se río al sentirlo temblar. Por fin, luego de tanto tiempo, había encontrado el punto débil de quién se moría por proclamar como suyo - ¡Ah! Perdóname pero quiero agregar algo más… ¡No quiero enterarme de que vuelves a pasar por la cama del Conde… y ni siquiera que sus manos rocen tu cuerpo… ¿Me oíste?
- Maldito…
- ¿Qué has dicho? – Jaejoong no volvió a hablar, eso hizo que el General se pusiera más nervioso y agresivo de lo que estaba - ¿Qué has dicho Kim Jaejoong? ¡Repítelo por que no he oído bien! ¿Acaso quieres que mande a tu hermana a nadar junto el resto de tu familia?
- ¡No!
- Entonces… ¿De acuerdo o no?
- De acuerdo… cumpliré tus órdenes… de acuerdo…
- Bien… ve a saludarla si quieres.
Se alejó del general rápidamente y sorprendió a su hermana, interrumpiendo la charla que tenía con los otros soldados.
Ninguno de los dos podía creerlo… así como tampoco podían dejar de llorar.
Era su hermana… lo único vivo que le quedaba de su destruida familia…
Se maldijo por dentro al recordar lo que le había prometido a Typhoon… y encontró otro motivo para no parar de lagrimear…
Esa noche fue larga… demasiado tal vez, y no se parecía en nada a la anterior… cuando había dormido con el hombre que lo hacía feliz.
Aceptó estar con el general y simplemente, no pudo sacarse la imagen de Yunho de su cabeza ni un momento, en toda la noche.
Lo necesitaba… le ardía el pecho, quería hundirse en sus brazos, quería oírlo decir cosas lindas para él, quería estar con la persona que amaba.
Pero eso no fue posible… no hasta el amanecer.
[…]
- Yunho…
Jaejoong llegó desarreglado a la mansión, cuando aparecieron los primeros rayos de sol. Era temprano, demasiado tal vez como para encontrar a alguien por los pasillos.
Sin embargo Yunho estaba ahí… en su habitación esperándolo y preguntándose por que no había dormido en su cama.
Aunque el moreno intentó decirle algo, él no le dio tiempo… simplemente se echó a llorar en sus brazos, intentando retenerse lo más posible para no hacer ruido y despertar a la Condesa.
- ¿Dónde estabas? – no pudo responderle, mientras que continuaba llorando y sentía su pecho comprimirse todo el tiempo - ¿Qué te hicieron Jaejoong? ¡¿Qué te hicieron?!
- Yunho… Yunho… te amo…
- ¡¿Quién mierda se atreve a hacerte llorar?!
A pesar de intentar calmarse… el rubio no podía dejar de sentirse angustiado... con esa sensación de asco que le causaba su propio cuerpo, así como cuando trabajaba en aquel burdel coreano.
Recordó las amenazas de Typhoon y sintió miedo, ya que estaba desobedeciendo sus órdenes y a penas habían pasado minutos desde que llegó al castillo.
Solo se dejó llevar por la tristeza y deseó que el tiempo se detuviera y que nadie más que ellos pudieran continuar con sus vidas…
- Cierra la puerta Yunho… y prométeme que nadie se enterará de lo que ocurra aquí… esta noche.
- ¿Por qué quieres que te prometa eso?
- No importa el porqué… solo hazlo…
El moreno se paró y tomó la llave para así poder trabar la puerta… no parecía tan mala idea después de todo… teniendo en cuenta que él tenía esposa y que los sirvientes caminaban por los pasillos todo el tiempo.
Cuando volvió a la cama, el rubio ya se encontraba acostado, esperándolo.
- Te haré mío nuevamente hoy “Mi Jaejoong”…
- Hazme tuyo Yunho, hazme el amor las veces que quieras… hasta que me quedé dormido en tus brazos, y solo pueda recordar tu nombre… el de nadie más.
[…]
Habían sido algunos meses pacíficos sin guerra hasta ese momento.
Pero Yunho ya lo tenía asumido, debería partir a más tardar dentro de 2 días, y a luchar… no a realizar simples entrenamientos.
El ejército coreano no iba a esperar a que él Conde Japonés solucione sus problemas personales… y mucho menos perdonar su distracción.
Todos estaban listos para iniciar la segunda parte de la Guerra, así también Typhoon y todo el sector que debía acompañarlo… pero había un problema…
No quería irse, no ahora que Jaejoong estaba comportándose tan extraño y necesitaba tanto de su ayuda.
Podía verse al rubio llorar muy seguido, pero sin motivo alguno… al menos para el moreno. No era fácil hacerlo llorar… solo sus largas discusiones lo lograban, pero aún así, tampoco decaía su estado de ánimo y humor.
Le preguntó en varias ocasiones ¿Qué le había pasado? Luego de esa noche donde había llegado angustiado de la ciudad… ni siquiera se atrevió a retarlo por no haber avisado que partía… hoy solo, necesitaba entender que era lo que estaba borrando su sonrisa.
“… No es nada Yunho-Ah, me di cuenta que soy más sensible de lo que había pensado… ya se me pasará, no es nada serio”
Pero aquellas palabras solo lograban ponerlo más nervioso si era posible.
Algo lo sacó de sus pensamientos…
…era Jaejoong junto a Hyunah, que llegaban caminando a su lado a orillas del río que rodeaba el castillo.
Se quedó inmovilizado por tanta belleza… y el corazón se le llenó de paz, por primera vez en toda su vida.
Un sentimiento débil… bastante blanco y relajador se apoderó de su mente y eso estuvo lejos de molestarle… todo lo contrario, simplemente sonrío.
Pero sonrió sinceramente, y más cuando su hija corrió hacia él y comenzó a gritar:
“Oppa, oppa… está...ba…mos bus bus candote…”
A penas podía terminar la frase debido a que le costaba hablar, después de todo era muy pequeña.
- Te extrañé hermosa… ¿Sabes?
Los cachetes de la niña se ruborizaron con las tiernas palabras de su padre… lo abrazó, pero rápido quiso volver al suelo, ya que después de todo gatear le resultaba divertido, un mundo completamente nuevo para ella.
- ¿Y tú Jaejoong? ¿Qué cuentas? – el moreno le preguntó de golpe, notando como su amante continuaba con la mirada sobre Hyunah, que ya intentaba pararse sujetándose de unas rocas.
- ¿Yo? – el rubio se sorprendió y le sonrió… de ese modo, su corazón también, ya que tanto extrañaba su sonrisa - ¿Algo más para decir a parte de que estoy feliz porqué tu hija lo es?
- Mmh… tal vez, estés feliz por otras cosas…
- Puedo estar feliz también por que un Conde tan importante piensa tanto en mí y me cuida… y me cumple los caprichos… y me deja dormir a su lado… - Jaejoong comenzó a juguetear con las manos de Yunho mientras le hablaba… lo besó, aunque hubiese preferido no hacerlo. De todos modos sabía, nadie del castillo se encontraba mirándolos.
- Entonces yo debería estar feliz por tener a alguien como tú tan cerca mío… por haberte conocido…
- Eres la primera persona que me dice algo así… enserio.
La niña sonreía mientras los escuchaba, aunque probablemente, no entendía ni una sola palabra de lo que decían.
Corrió hacia Jaejoong… ya se había cansado de jugar.
- Omma… ¡Quero… Quero comer…! – le dijo mientras jalaba de su pantalón y se dejaba alzar del suelo. Sin embargo, recibió una tierna reprimenda por parte de su padre.
- Hyunah, hay algo que debo decirte y ojala comprendas… pero… no es recomendable que llames omma a Jaejoong todo el tiempo… y menos frente a tu madre.
- ¿Madre?
- Así es linda… tu madre, Bo Ah. Aunque ella no pase mucho tiempo contigo, ni haga las cosas que Jaejoong hace por ti… ella sigue siendo tu omma.
- Pe…pero no quero oppa…
- Hyunah… solo cuando estés con otra gente ¿sí? Si no, no habrá ningún problema. – el rubio la tranquilizó… y fue él quien su puso nervioso luego con la llegada repentina de Changmin.
- Yunho, el señor Seo Kwon te espera en el castillo… creo que hay malas noticias.
- ¿Ahora?
- Sí… está junto a Bo Ah y… quiere que lleves a la niña también, para saludarla antes de marcharse otra vez.
La garganta de ambos se cerró al escuchar al morocho.
No había sentido alguno del porqué la presencia del gran Señor en su mansión.
Yunho besó la mano de Jaejoong y acarició le mejilla de su hija… luego, simplemente entró sin decir alguna otra palabra.
El silencio de Changmin significó demasiado… tal vez, hasta algunas cosas de más para el sirviente que hoy, se encontraba temblando de miedo.
No soportaría que le arrancaran a la niña… y muchos menos, que le arrancaran a Yunho.
[…]
- Ahora estando aquí solos Yunho… mi hija me ha hablado mucho sobre ti. – el Señor Seo Kwon esperó por una respuesta de parte del moreno, pero solo obtuvo silencio desde el otro lado del escritorio, donde intentaban hablar. - ¿Sabes de qué me ha hablado?
- Probablemente haya llevado quejas… y rumores.
- Así es… sabes bien de que hablo.
- Bueno… dígame hasta que punto va a creerle y que tengo que hacer yo para conservar mi puesto… y mi ejército por supuesto.
- Quiero que prepares a mi nieta para heredar en un futuro tu puesto. – el moreno se llenó de odio… sabía que eso era inevitable, su hija no era ninguna clase de trámite para él y eso sentía al escuchar a su suegro – Por supuesto… deberás encargarte de que elija al pretendiente adecuado… ya que él será el que irá a luchar y no ella.
- Lo se.
- ¿No dirás más nada?
- No… por que se que usted aún no me ha dicho todo.
- Eres bastante astuto. – el hombre cargó su vaso de Vodka, mientras se ubicaba para continuar hablando – el sirviente… Kim Jaejoong. ¿Qué relación tienes con él?
- ¿Qué le dijo su hija?
- ¿Eso importa? Yo hice la pregunta primero.
- Bien… - suspiró y trató de encontrar las palabras exactas, ya que sabía, el futuro del rubio podía depender de él – es una relación… de amo y sirviente. Él solo recibe críticas por ser de nacionalidad coreana… pero créame, nada lo une a su país el día de hoy.
- ¿Y por qué peleas con los otros generales como un adolescente cuando quieren algo de él?
- Porque… porque es mi sirviente. Mi más preciado sirviente.
- ¿Sabes las cosas que se han dicho de mí hija desde que ese chico llegó al castillo? O peor aún… ¿Sabes que cosas se han dicho del gran Conde desde que te decidiste a pelear frente a un ejército por un esclavo?
- No las se señor… y no me interesan, ya que jamás dejo que esos comentarios me afecten.
- ¡Ja ja ja! Claro, para ti es fácil decirlo… ¡y que poca es la voluntad del hombre para resistirse antes los encantos de un bailarín!
- Ya lo he dicho, no hay de que preocuparse por Kim Jaejoong. No es necesario seguir hablando de él.
- Bien.
- ¡Bien!
Yunho estaba furioso, molesto, indignado… ya que él podría haberse vuelto blando en ciertos aspectos, pero sin dudas en cuanto a sus relaciones diplomáticas, nadie merecía desprestigiarlo.
Quiso matarlo y simplemente olvidar todas las idioteces que le había dicho… pero se limitó a sonreír y preguntar si había algo más que quisiera comentarle.
- ¿Algo más debe decirme Señor?
- Sí. Que se acabaron los amoríos en este momento… y que mañana a la noche partes a territorio coreano para atacar nuevamente.
- ¿Atacar? Así… ¿Tan de prisa?
- Sí… ¿Acaso tienes algo más interesante que hacer que cumplir tu deber?
- No… claro que no pero…
- Shhh… ya lo dije. Conde… mi intención no es pelear con usted, ni mucho menos crearle un descontento. Así que limítese a obedecer y seguiremos trabajando tan bien como hasta ahora. Le confié el puesto más importante en el ejército, la mano de mi hija y la preparación del próximo descendiente al trono… creo que me merezco algo más de compromiso de su parte.
- La tendrá de una vez. La tendrá.
Mierda tenia q llegar el viejo y joderla todo
ResponderEliminarQue jaejoong la bebe y yunho se vayan juntos a otro lado porque no los dejaran ser felicez
Aiish Boah como te gusta fastidiar, pareces cuchillo de palo... Pobre Jae debio decurle a Yunho sobre Typox y las condiciones que le pusO, Yunho lo habria casttrado por maldito.
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