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Arualthings

Painless


Título: Painless
Autor: Akasha Shim
Pareja: JaeMin
Género: Slash, Lemon
Extensión: Oneshot
Linea de Tiempo: Pasado
Hecho Histórico: Guerra de Corinto/Guerra Corintia
N/A: De una manera u otra aunque sé que probablemente es una historia muy cursi me gustó escribirla porque adoro tanto la mitología griega como toda su historia en general, espero que les guste.

~ GLOSARIO AL TERMINO DEL FIC'S ~

La sangre brotó sobre su mano, sus ojos abiertos a más no poder mientras el cuerpo que se había interpuesto entre la espada y su corazón resbalaba de entre sus brazos con el susurro de su nombre entre sus labios.

El sufrimiento que no había sentido aun cuando estaba al borde de la muerte lo vapuleó tan fuerte que las lágrimas cayeron de sus ojos, sintiendo el dolor a carne viva mientras los ojos del que había sido su amigo solamente lo miraban decepcionado.

—Traicionaste a tu pueblo por el enemigo y te atreves a lamentar más su muerte que la deshonra que le provocaste a tu familia—dijo con desdén, escupiendo las palabras mientras empuñaba de nuevo su espada, marcada de su sangre, seguramente para intentar matarlo nuevamente.

Pero no le importaba, si el que ahora yacía inerte entre sus brazos no abría los ojos más no había razón por la cual resistirse a la muerte, como había dicho había deshonrado a su familia y tampoco tenía sentido volver.

—No importa el deshonrar a tu familia o el deshonrar a tu pueblo si es que eres fiel a tus sentimientos

— ¿Sentimientos? Un ateniense te lavó la cabeza, lo que aprendiste desde que eras un niño…

—Yo lo amaba…y lo amo aunque tu espada haya acabado con él, sería traicionarme a mi mismo seguir a Esparta y fingir que me importa mi pueblo más que lo que me importa él…dudo que puedas entender lo que siento porque fue a ti a quien le quitaron el corazón, solo eres una coraza que hace lo que su pueblo le ordena, no amas a tu esposa y tampoco quieres a tus hijos, no te importó cuando a tu propio hijo lo lanzaron de Taigeto

—Solo era una boca inútil…

—Pero era tu hijo y no te importó…más importante era la guerra, vencer, vencer y vencer aún si Esparta se queda sin ciudadanos que la mantengan viva

— ¡¡¡Cállate!!! ¡¡Deshonraste el juramento que hiciste como soldado!! Para nosotros no hay sentimientos, tus únicos tesoros son tu escudo, espada y lanza…

—Pero de qué me sirven si no llenan el vacio que siento, dicen que debo sentirme orgulloso de servir a Esparta pero no me siento orgulloso…incluso siempre esperaba morir en la siguiente batalla para no tener que volver…

Sonrió, la ironía cargando su expresión mientras dejaba el inerte cuerpo en la fría tierra para enfrentar al que ahora no podía ver más que como su enemigo.

—Siempre fuiste bueno para la guerra y desperdicias el honor por amor…

—Es que tú no eres capaz de comprender lo que el amor significa…y no lo comprenderás…—Golpeó el brazo de la persona frente a él, quitándole la espada, apuntándole directo al cuello—Aún cuando tu propia espada destroce tu cuello

Las lágrimas no resistieron más y emprendieron su carrera empapando sus mejillas.

—Ojalá que su sangre llena de amor sea como veneno para la tuya cuando te atraviese…





Dieciocho meses antes



La sangre brotó de la herida manchando todo a su paso, el dolor era tan intenso que solamente quería tirarse a media tierra y dejarse morir ahí pero su fuerza nula lo llevó a arrastrarse por el suelo hiriendo sus rodillas entre la piedra menuda y la tierra de Haliarto.

Sus fuerzas lo abandonaron, dejándolo caer rodando por la tierra mientras ya podía ver en su imaginación su cuerpo inerte volviendo a Esparta.

Cuando dejó de rodar por la tierra vio al cielo, las estrellas fueron interrumpidas por la que creyó en su delirio el rostro de una divinidad, preguntándose incluso si era un hijo de los dioses que venía a reclamar su alma.

Recibió a la que creyó su muerte con una sonrisa antes de entregarse y cerrar sus ojos.





El sonido familiar y la luz penetrando su sueño le obligaron a abrir los ojos, sintiéndose extrañado de poder hacerlo, recordó vívidamente cuando llegaron a Haliarto, como comenzó la batalla, como cuando llegaron a las murallas de la ciudad la batalla empeoró y sus compañeros solo comenzaron a morir y él no pudo más que seguir luchando hasta que la espada de un tebano le clavó las entrañas y supuso que iba a morir.

El lugar era extraño, era muy improbable que hubiera vuelto a Esparta a no ser que hubiera estado un largo tiempo inconsciente pero lo dudaba, la casa donde estaba no se acercaba ni un poco a lo que él conocía en Esparta.

Un aroma a comida inundó sus sentidos, impulsándolo a levantarse sin embargo su esfuerzo no llego ni a medio camino cuando sintió la fuerte punzada, sintiendo de nuevo vívidamente el dolor de la espada atravesándolo.

Soltó un gemido, sosteniéndose el costado que estaba vendado con una limpia tela blanca, el sonido atrajo a alguien que a pasos veloces entró a la habitación, con un cuenco de agua en manos, una mujer entró, mirándolo asustada.

— ¿Se encuentra bien? —preguntó apresuradamente, poniendo el cuenco en una repisa de piedra en la pared, revisó sus vendajes y sus piernas donde logró ver unas cuantas heridas de su vago intento de quitarse de camino en media batalla y quizá los demás raspones eran de cuando rodó al caer.

Asintió suavemente dejando que la muchacha lo revisara hasta cerciorarse con sus propios ojos de que estaba bien, cuando la revisión terminó la miró fijamente, esperando que le informara quien era pero la chica parecía sumida en algún pensamiento.

—No intente moverse…la herida no ha cerrado aun así que es mejor que descanse

— ¿Q-Quién eres? —preguntó, con la voz raspando su garganta dolorosamente, la chica se levantó tomando el cuenco con agua, sirviendo en un pequeño vaso que acercó a su boca hasta que lo bebió todo

—Me llamo Selene… ¿Quién eres tú?

—J-Jaejoong… ¿Cómo terminé aquí? —Selene le sirvió de nuevo un vaso de agua, asegurándose nuevamente que lo bebiera todo

—Mi hermano te rescató anoche del bosque, estabas mal herido y cuidó de ti…

—L-la batalla…yo debo…

—Ya no hay batalla, llegó un hombre de Esparta y se llevaron los cuerpos de vuelta, su líder con el que vinieron a Haliarto fue asesinado…—Jaejoong volvió a intentar sentarse pero el dolor era insoportable, de seguro sus compañeros ahora lo creían muerto.

Cuando el pensamiento cruzó su mente se quedó quieto, mirando al rostro de la morena muchacha que parecía horrorizada de verlo intentar moverse. Volvió a echarse para tranquilizarla, mientras no podía evitar que una sonrisa cruzara su rostro.

Lo creerían muerto y no tendría que volver a Esparta…no tendría que volver a luchar ni sobrellevar el peso de la mentira que cargaba en cada batalla. La tranquilidad inundó su ser, dejándolo respirar tranquilo mientras al fin era capaz de disfrutar el agua que nuevamente Selene le vertía a la garganta.

—Gracias…—dijo al fin con su tono de voz normal, tranquilo, la chica asintió volviendo a mirar al vendaje de su vientre

—Mi hermano dijo que la herida no era seria, no se hirió nada más que piel por suerte…

— ¿Tú hermano es médico?

—No, pero sabe bastante de medicina…estarás bien, según él si hubieras sido herido de gravedad no hubieras pasado la noche…—Asintió, sin tener más que decir, la chica sonrió y salió, afuera el sol brillaba, al parecer la casa estaba en medio del bosque porque podía ver claramente los arboles amontonados unos con otros afuera, o quizá en un claro de bosque.

Suspiro, escuchando de nuevo pasos cerca, quizá Selene volvía pero se sorprendió al ver a la divinidad que vio antes de cerrar los ojos la noche anterior, su rostro se veía más bello bañado por la luz exterior.

Sonrió, entre embobado y confundido mientras seguía su figura hasta que se situó frente a él.

Seguramente Afrodita estaba celosa de la belleza que poseía.

— ¿Te encuentras mejor? —preguntó, poniendo su mano sobre su vientre, tocando los músculos cercanos a su herida, sin acercarse tanto a ella, soltó un suspiro

—Si…

—La herida no es seria pero debe cerrar…quizá tarde un tiempo hasta que puedas moverte tranquilamente…

—Gracias…por salvarme

—De nada, debería haberte dejado pero seguías vivo y sentí que debía salvarte—sonrió, enternecido por las palabras, seguramente era de Corinto o quizá de Atenas, un Espartano no lo salvaría, de todas maneras si volvía a casa vivo sería una deshonra porque habían perdido la batalla

—Te debo más que la vida…—susurró, su voz sintiéndose nuevamente agotada, el cuenco que Selene había traído seguía ahí así que el tomó el vaso llenándolo de nuevo y acercándolo a su boca, vertió el agua en su boca con delicadeza, incluso más que el último vaso Jaejoong disfrutó de la frescura del agua acariciando su garganta, su vista centrada en el rostro de su salvador.

—No me debes nada, era mi deber de humano, por lo tanto no sientas que me debes nada…—el chico sonrió, mirándolo a los ojos, perforando con sus castañas orbes hasta el más profundo de sus pensamientos. Sonrió en respuesta, moviendo su mano hasta ponerla cerca de la que reposaba en su vientre

—Un espartano no suele deber la vida pero como ya no me siento uno quiero debértela y te la pagaré como sea

— ¿Por qué ya no te sientes como uno?

—No eh muerto en batalla y la perdimos, volver sería un deshonor para mi familia y morir ya no es mi anhelo…—el chico asintió— ¿Tú de donde vienes?

—Atenas…

—Y qué hace un ateniense en Haliarto…

—Cuidar de Selene, mi hermana, iban a mandarme a Tebas para luchar contra tus compañeros pero jamás sería capaz de dejar a Selene cuando prometí cuidarla siempre…sin embargo la guerra me persigue y no creo que huir siga siendo una opción…

—Para mí es mi única opción…soy Jaejoong y bueno…vengo de Esparta

—Changmin…de Atenas—ambos sonrieron—Supongo que podrás levantarte la siguiente semana, hasta eso la herida habrá cerrado

— ¿Cómo sabes medicina?

—Sé de todo un poco…la sociedad ateniense impulsa a que los niños aprendan de todo un poco, en cambio en Esparta son puramente guerreros—Jaejoong sonrió, asintiendo—Es mejor que descanses un poco más, Selene esta preparando la comida, yo iré a ayudarla y vendré cuando este lista, mientras duerme un poco, todas tus fuerzas deben centrarse en cerrar esa herida

Jaejoong asintió viendo como Changmin se iba con el cuenco en manos, cerró los ojos, dejando que la luz exterior creara formas tras sus parpados cerrados, bueno al menos por el momento tenía donde quedarse, huir de la guerra no sería sencillo pero tampoco imposible.

Mientras no volviera a Esparta todo estaría bien y mientras su salvador estuviese cerca suyo…todo seguiría igual.





Para cuando despertó el olor era claramente delicioso, vio como Selene caminaba fuera del lugar pero ninguno entró a la habitación quizá todavía no había nada listo y él tampoco estaba desesperado por comer, después de todo la etapa de entrenamiento cuando era joven le había enseñado a mantener controlada el hambre por largos periodos de tiempo.

Suspiró, llevando sus brazos a apoyarse en la suave superficie de la cama, impulsando a su torso a levantarse, el dolor había disminuido pero sentía la punzada de todas formas así que dejó que el peso le venciera volviendo a cama.

Changmin volvió a entrar a la habitación con un par de platos en manos, sentándose a su lado.

—Espera que te ayude a levantarte, si se abre la herida tu recuperación será más tardía…—dejó los platos tras él y se acercó, Jaejoong se dio cuenta que la educación que recibían en Atenas era en verdad distinta a la que había recibido en Esparta.

Si un hombre estaba herido las mujeres se hacían cargo de él, los hombres no eran médicos solo se ocupaban de sustentar a su familia, cazar, matar, luchar y nada más.

Por el contrario Selene parecía una mujer tan inteligente como lo era su hermano pero sus mismas palabras y las expresiones de su rostro la marcaban como una mujer fría, en cambio Changmin parecía algo más cálido que ella.

Cuando pudo sentarse al fin Changmin tomó el primer plato con algo de sopa y las verduras nadando sobre el caldo de un color amarillo que despedía un suave olor a pollo.

—Toma…—dijo dándole el cuenco, Jaejoong movió sus brazos con cuidado, tomando el plato para empezar a comer, el olor era suave y su sabor era simplemente bueno, hacia muchos años que no comía comida casera, siempre había tenido que arreglárselas con sus compañeros para hacer una comida decente, al menos él no cocinaba nada mal pero cuando estaban en grupos la tarea se designaba a varios cada semana y no podía decir que sus compañeros prepararan sus alimentos bien.

Aun si estaba comiendo no pudo dejar de ver a Changmin que parecía preocupado por la herida, antes de que lograra acabar se levantó y salió, escuchó vagamente la conversación que tenía con su hermana y luego volvió, con otra blanca tela en manos.

— ¿Y eso? —Changmin sonrió levantando la tela, el asintió hasta que le respondiera

—Cuando acabe de comer voy a cambiarle la venda…y limpiarle la herida—volvió a asentir, acabando por fin el líquido que le había devuelto, Changmin colocó el plato tras suyo de nuevo y le ayudó a erguirse un poco más sin apoyarse en la pared, manteniendo su espalda recta para no presionar a su vientre en el esfuerzo del movimiento—Levanta un poco los brazos…

De algún lugar en su costado izquierdo comenzó a sacar la tela que se mantenía pulcra salvo por la parte de la herida que estaba teñida de un intenso carmín, pero no le interesaba mucho, incluso se sentía sedado mientras no dejaba de ver el concentrado rostro de Changmin quitando la venda con sumo cuidado, presionando de vez en cuando con sus dedos el costado opuesto a la herida para relajar sus músculos.

Cuando sacó por completo la venda lo ayudó a moverse un poco más para apoyarse de nuevo en la pared para empezar a limpiar la herida que a pesar de haber teñido la tela parecía no sangrar ya, sus dedos pasaron con cuidado por su piel y Jaejoong no sabía en realidad que demonios era esa sensación que le provocaba pequeños espasmos cada vez que él lo tocaba un poco más.

No sentía dolor en lo absoluto, solo se sentía completamente embriagado por un sutil aroma que Changmin despedía.

De nuevo lo movió, para que el contacto solo fuera mayor mientras pasaba la blanca tela nueva por su estómago presionando con cuidado sobre la tela para que esta no se arrugase, sus dedos sobre su piel eran como un sedante porque no sintió dolor alguno aún cuando de vez en cuando Changmin lo miraba preocupado.

Cuando la tela pasó sobre su hombro derecho no pudo evitar sentir unas tremendas ganas de tomar su brazo y atraerlo a su cuerpo entonces se dio cuenta que lo que sentía era deseo puro, jamás una mujer por más que lo había intentado le había levantado el animo, se sentía ambiguo sin embargo sabía que era lo que estaba sintiendo y qué deseaba a su salvador.

Sonrió con ironía, dejando que el placer subiera cuando sus manos de nuevo estuvieron en su vientre y se detuvieron en su costado de nuevo.

Le sirvió un poco de agua nuevamente.

—No sentiste dolor y la herida esta cicatrizando muy rápido, creo que para pasado mañana vas a poder levantarte

—Incluso para mí, eso no tendría sentido, a donde iría aun si pudiera moverme y volver…—los castaños ojos de Changmin le desviaron la mirada mientras servía otro vaso y esta vez lo tomaba él

—Te diría que te quedases, sin embargo, el permanecer con nosotros es quizá más peligroso que volver a Esparta…

—En verdad nada es más peligroso que volver a Esparta, si solo conocieras a mi madre…

—No tienes a toda Esparta buscándote…ni dando precio por hallarte—dijo una voz femenina

— ¿Eh? —Changmin miró hacia la puerta viendo a Selene con el ceño fruncido

—Atenas esta buscando a mi hermano…ellos lo quieren para la guerra…—Jaejoong miró a Changmin esperando una explicación aunque no se la debía sin embargo él contestó

—Yo era parte del ejercito, planeaba las estrategias militares pero…

—Una mujer que leyó mi oráculo dictó que mi hermano moriría en la siguiente guerra iniciada por Tebas y Corinto…él no quiere morir y dejarme sola, por eso huimos…—Jaejoong soltó un suspiro

—Supongo que puedo entenderte…tenías razón para hacerlo y tu solo dudo que puedas esconderte, peor aun cuando ha habido una batalla tan cerca de aquí—Changmin asintió y Selene avanzó unos pasos, mirando con su fría mirada directo a Jaejoong

—Quédate y hazle comprender que yo puedo cuidarme sola. Él necesita más cuidado del que yo necesito, al fin y al cabo él es menor que yo…y el estar tan alejados de las demás personas es doloroso—Changmin bajó la cabeza

—Lo siento Selene…

—Ya cállate…por favor Jaejoong, quédate con nosotros. Al fin y al cabo no tienes a donde volver y no podríamos dejarte volver a Esparta cuando significaría que mi hermano desperdició su tiempo salvándote—Jaejoong sonrió, concediendo la petición que fríamente había realizado Selene



Así empezó, vivir en el bosque de Haliarto, ayudar a Changmin a cazar, tratar de conversar con Selene que era realmente una mujer fría y vivir una vida tranquila que creyó jamás tendría con los diarios entrenamientos en Esparta.

Todo parecía haber desaparecido y la fría rutina de guerrero que tenía se había desvanecido como la espuma mientras su deseo por Changmin se hacía cada vez más intenso y el antiguo guerrero espartano simplemente había muerto en la batalla de Haliarto.

Era una mañana calurosa dos meses después de la batalla, Selene había ido a la ciudad a conseguir algunas cosas mientras nosotros nos quedamos solos en casa, aunque Changmin había desaparecido hace un rato cuando dijo que iría por agua al rio sin embargo no había vuelto en un rato.

Miró el lugar con el que se había familiarizado con tanta facilidad mientras imaginaba que podía estar pasando en su vieja casa.

Había dejado todo por la simple razón de que no se sentía bien siendo un guerrero, no quería morir en guerra y no quería tener hijos solo para verlos sufrir como él había sufrido, por hambre, frío, dolor y todo lo demás.

Lo único que había querido era huir y lo había logrado, en un principio cuando estuvo la primera semana con Changmin y Selene pensó que tampoco era algo que quería para él, sin embargo, se sentía cómodo con ellos aún cuando Selene era fría y solía discutir con Changmin por cosas triviales, se sentía cómodo especialmente con Changmin, aunque no hacia algo especialmente perfecto o agradable, solo llevaba una vida común pero se sentía realmente a gusto con ello y la verdad no anhelaba nada más.

Hasta que escuchó su voz venir de algún lado, pocas veces había tenido el beneficio de escuchar la voz de su menor cantando, la poesía de su boca era pura y la verdad era al primer hombre que había escuchado cantar y pensaba que era maravilloso.

Le había dado un par de consejos de cómo hacerlo pero le encantaba más escucharlo porque simplemente ni Selene era capaz de adquirir esa dulzura en su voz aun cuando tocaba magníficamente la lira.

Sonrió dejándose encantar por la oda que Changmin interpretaba, sin duda era un ser puramente inteligente pues las monodias que cantaba siempre eran odas donde hablaba de la última guerra, una vez lo oyó cantar sobre la batalla donde lo habían herido e incluso en el epodo incluyó su herida por un guerrero tebano.

Se sorprendió al escuchar que sus palabras ya no hablaban sobre la guerra, sobre el imperio ateniense, sobre roma o todas las cosas inteligentes que sabía, hoy en lugar de cualquier oda cantada por su bella voz parecía interpretar una nostálgica melodía de un amor no correspondido.

La Elegía se detuvo abruptamente en un punto culminante donde la nostálgica poesía se transformaba en una completa tragedia donde el amor no correspondido perforaba su corazón con una espada de un tebano traidor.

Caminó hacia su voz, entre los árboles, el sol bañando sus copas y filtrándose suavemente hasta su piel, sabía que aun seguía cerca al rio así que no necesitó buscar más cuando llegó notó que no estaba ahí.

Escuchó su suave tarareo de nuevo, la historia continuaba inconclusa y él quería hallarlo para que la terminara y poder saber con la certeza de su mirada de donde había sacado esa historia.

Siguió el suave sonido de su voz que parecía que como el viento era capaz de tocar su piel y encantar sus sentidos de tal manera que nada más había sido capaz de gustarle tanto como eso.

Avanzó rio abajo viendo la espesura del bosque y la belleza de las flores silvestres adornando las orillas del rio que se iba transformando en una pequeña laguna en medio bosque, sonrió al escuchar su voz cada vez más intensa quizá al fin planteándose continuar la historia no con una trágica muerte.

Avanzó más viendo que no solo era la simple imagen del ser que conocía sentado a la orilla del lago cantando. Era una imagen de belleza y tentación pura que movía los pies sobre la superficie del agua de la laguna.

La brisa golpeo contra su rostro trayendo consigo los últimos vestigios del verano, sacudió sus cabellos y los de él también, podía sentir el calor inexistente impregnándose a su piel por el simple hecho de observar su silueta desnuda a la orilla del rio jugando con las aguas como aquellas ninfas de las que Selene hablaba en los mitos que contaba.

Se acercó más, atraído hacia él y su encantadora belleza, esperando aun la continuación a la historia que deseaba con fuerza saber el final, solo porque se sentía como el hombre que figuraba en la historia, el hombre que por amar había sido atravesó por una espada a manos de su propio amor.

— ¿Por qué no continuas? —Changmin se asustó al verlo, sus piernas pegándose más a su pecho sin llegar a cubrir verdaderamente su desnudez, su mano se movía tras él buscando alguna prenda que hubiese dejado ahí sin embargo no había nada más que la fresca hierba verde y algunas flores minúsculas a su alrededor que adornaban más la escena. Jaejoong sonrió—Me gustó lo que cantabas y quiero saber como termina la historia…

—Ya tuvo su final…—murmuró suavemente sin dejar de buscar con que cubrirse, Jaejoong alargó la mano y encontró la tela que había visto vestir a su menor en la mañana y lo cubrió con ella—Fue asesinado por su propio amor con la espada de un guerrero traidor que él mismo también asesinó

—Es un final muy trágico y no satisface al espectador. ¿Y qué pasó con el asesino?

—No lo sé…

— ¿Por qué no hacer que deje de ser un amor no correspondido?

—Por que es así simplemente, se enamoró sin saber donde se metía y no le correspondió listo…

—No me gusta…canta otra cosa…una historia feliz, de un amor correspondido—Changmin negó, sin dejar de mojar sus pies en la orilla del agua—De algún modo tu canción me hace sentir como el personaje de la historia y deseo que el amor sea correspondido para ese personaje…

—Pero…no te pareces a la imagen de quien puse de personaje

—Lo sé pero sus sentimientos y no así su personalidad hacen que me sienta identificado…

—Pareces más bien el guerrero que lo mató solamente por amarlo…—Jaejoong lo miró a los ojos esperando ver algo más en ellos pero Changmin le rehuyó la mirada luego de sus últimas palabras, era verdad, los últimos días Changmin antes que hablar con él prefería dedicarse a cantar o perderse en el bosque como ahora, si no estaba Selene no era capaz de permanecer junto a él y eso había provocado una desolación que únicamente había sentido cuando volvía a Esparta vivo y con la victoria bajo el brazo.

—Entonces para ti soy un asesino sin corazón…

— ¿No les enseñan a ser eso en Esparta?

—Exactamente y por eso es que no deseo volver más allá, no quería ser un asesino sin corazón, casarme solamente para traer hijos provechosos para Esparta, solo deseaba hacer algo más…

— ¿Y por qué no lo haces ahora que eres libre? —Jaejoong sonrió, la mano que se había quedado sujetando un pedazo de la tela que cubría a Changmin se deslizó por su espalda hasta situarse en su cintura

—Por que no me veo haciendo otra cosa que lo que hago ahora, me siento feliz aquí contigo y Selene, no me veo presionado por nada y siento que no necesito nada más…

—Ya veo…—la sonrisa en el rostro de Changmin fue lánguida y sin gracia como si no deseara estar ahí. Jaejoong suspiró, estaba incomodándolo aun cuando él se sentía tan a gusto a su lado

— ¿Por qué no cantas una oda? Me gusta oírte cantar…

—Ya no tengo ganas, mejor vuelve a casa, Selene ya debió haber vuelto y puedes pedirle que toque la lira para ti…yo me quedaré aquí un rato más

—No, me gusta estar contigo aunque a ti por el contrario te desagrada permanecer junto a mí…pero si tengo que imponerte mi presencia para que todo vuelva a ser como al principio pues lo haré. Además no me gusta tanto oír la lira como oírte cantar y siempre fue mejor mantener una pelea contigo que una fría charla con tu hermana, con todo el respeto que Selene merece por supuesto

— ¿Estas hablando en serio?

—Si. ¿Acaso piensas que me gusta Selene? —La expresión en su rostro le confirmó la pregunta, que absurdo pensar que la frialdad de Selene podía atraer a alguien como él, no iba a decirlo frente a su hermano pero una mujer como ella no era capaz de levantar en realidad el amor de ningún hombre. En cambio Changmin podría tranquilamente seducir a cualquiera y no se extrañaría si en Atenas había dejado a mujeres sufriendo su partida.

Era un ser excepcional sin duda y él estaba fuertemente atraído hacia él, primero era puro deseo que tuvo que contener a la fuerza porque simplemente no podía atacarlo mientras Selene estuviese cerca mucho menos cuando no estaba seguro si él iba a negarse o a aceptarlo, había sido un suplicio en un principio porque un hombre como él que a pesar de su apariencia era fuego por dentro y no estaba seguro si podía soportar mucho tiempo.

Pero luego se dio cuenta que tendía a respetar las decisiones que su menor tomaba y si no le permitía acercarse no se acercaba, eso no era algo que el mismo se permitiera como persona pero se descubrió a si mismo respetando al menor como no había respetado a nadie y le importaba más lo que pensaba que cualquier otra cosa por lo cual no tuvo más remedio que resignarse a aceptar que había caído en su encanto y estaba absolutamente perdido.

Pero desde un comienzo la esperanza no fue algo que abundara dentro de sí cuando del menor se trataba, vivía junto a él y Selene sin embargo su unión parecía ser tan amistosa como la que había mantenido con sus compañeros en batalla y estaba seguro de que aquello no podría cambiar bajo ninguna circunstancia.

Sabía que le habían enseñado a luchar por sus ambiciones pero para él desde el inicio o más bien desde que se dio cuenta que aquello excedía lo aceptable se había rendido solo por el simple hecho de no querer ser rechazado y terminar sin nada, viéndose más que obligado a volver y afrontar la deshora que sería lo que menos le importaría cuando su corazón terminara por estar muerto.

Justo como la Elegía decía, asesinado por el propio amor con la espada de un traidor clavada en el corazón.

Se acercó más al agua viendo lo cristalina de esta reflejando el azul del cielo y el sol que se hallaba en lo más alto, los pies de su acompañante continuaban moviéndose entre el agua solo quizá para calmar su nerviosismo, miró la expresión de su rostro nuevamente, parecía pensar cansinamente en que decir sin ser delatado aunque no sabía que se podía delatar con su actitud.

¿Celos? Se sentiría absurdamente feliz si así fuera pero después de eso qué, no era como si después de eso algo pudiese cambiar y si lo hacia probablemente no sería para bien y si lo era…la verdad no tenía muchas esperanzas sobre ello.

—Es mi hermana, es una mujer muy bella y no me sorprendería pero entiende que mi deber es cuidarla…

—Ella esta bien y no es como si yo fuese a herirla o algo así…no soy una mala persona

—Lo sé, pero comprende que fue inevitable pensarlo…

—Tu mirada no me dice que en verdad hayas pensado eso solo porque es tu hermana y debes cuidarla

— ¿Según tú qué dice mi mirada? —sonrió, queriendo en verdad decir lo que había pasado por su mente, pero el solo querer no era suficiente ahora, soltó un suspiro, acariciando con sus dedos la suave hierba que cubría el suelo, queriendo hablar pero debatiéndose entre hacerlo o no

—Podría decirlo…pero no quiero avergonzarte o dejarte expuesto con lo que vaya a decir

—No soy tan débil como para hacer algo como eso…lo que vayas a decir lo afrontaré con la verdad

—Pues para mí tu mirada decía que estabas celoso…y no era precisamente porque te molestara que pudiese llevarme a tu hermana…más bien parecía como si te molestara que yo sintiera algo por ella—Changmin se sobresaltó al escuchar sus palabras y sin embargo aún cuando estaba asustado Jaejoong se sintió feliz por confirmar que algo así había podido provocar en él.

—N-No es como crees…yo…

—Tú qué…eres libre de sentir lo que quieras y si es por mi yo no podría oponerme—pudo ver como sus labios se movían en un suave no que no pudo pronunciar porque seguramente ni él era capaz de creer en sus palabras. Estaba a punto de sucumbir en su tentación y dejar al destino que siguiera su curso sin pararse a pensar si estaba bien o no.

Después de todo no tenía nada más que perder que el corazón pues no tenía nada y al final si no se arriesgaba de igual manera perdería.

Dejó que la mano que no se había movido de su espalda rodeara al fin su costado, presionando sobre su piel para que se acercara más a él hasta que el menor se vio obligado a afrontar su mirada.

—Tú mismo dijiste que la mirada es algo que no puede mentir ni en el más obscuro de los momentos o pensamientos, quizá no sea bueno leyendo los sentimientos a través de los ojos pero quiero creer que puedo leer los tuyos sin importar qué. He estado soportando mucho tiempo, esperando tranquilamente a que el tiempo pase sin alejarme de ti y creí que podría sobrevivir así pero no puedo…

— ¿De qué hablas?

—Tú sabes muy bien de qué estoy hablando, sé que tú también lo sentiste cuando me viste la primera vez, antes de que curaras mis heridas, sé que lo sentiste cuando hablamos, cuando cambiaste las vendas, cuando me ayudaste a pararme, cuando te enseñe a cazar de una manera más fácil, cuando te conté de mi vida, cuando me contaste de la tuya, cuando cantaste la primera vez…sé que también lo sentiste

—Yo no sentí nada…

—De qué sirve negarlo ya…aun si no se puede hacer nada es insensato negarlo más…

—Nunca lo he negado, solo intento evitarlo por tu bien, mi bien y el de Selene…

—Si lo evitaras…no estarías ahora a mi lado…

—Supongo que no puedo huir más y no quiero hacerlo tampoco…lo admito, lo sentí pero. ¿Qué vas a hacer al respecto? —sonrió, presionando el agarre, una nube cubrió el sol dejándolos bajo la sombra, viéndose a los ojos mientras las respuestas a la pregunta danzaban en el aire sin necesidad de ser vocalizada.

Dejarme llevar





—Dicen que el rey de Tebas convenció a los generales de Argos para participar en la guerra, están planeando un ataque contra Esparta…—Selene miró a su hermano y luego a él, esperando alguna reacción de sorpresa o lo que sea pero no hubo nada así que continuo—Hay rumores de que Esparta planea invadir los alrededores de Corinto por lo cual no sería de sorprenderse que Corinto también se uniera del lado de Atenas y Tebas

—Ya veo entonces la guerra va en serio, pensé que acabaría rápido…—mencionó Jaejoong apoyando su cabeza sobre su mano, mirando a Changmin que ya estaba preparándose para refutar su opinión, le encantaba que lo desafiara sin miedo alguno

—Eso era imposible, Tebas desde siempre estuvo en contra de Esparta y estoy seguro que ellos impulsaron a la recaudación de tributo que Lócrida pidió provocando a Fócida, además Atenas siempre estuvo dispuesta a ayudar en lo que sea que pudiese acabar con Esparta, así que era irremediable el hecho de que la guerra iniciara y te aseguro que va a durar un buen tiempo—Jaejoong quiso aplaudirlo y lanzarse sobre él para besarlo pero eso simplemente ahora no se podía, mucho peor con Selene viéndolos. Solamente le sonrió

—Supongo que podrías tener razón aunque Esparta estaba decidida a invadir Tebas de todas maneras…—ambos asintieron, Selene como siempre giró los ojos

—Es tarde y tengo sueño si quieren sigan disputando la situación entre Tebas y Esparta o Persia y Atenas o lo que sea…—Selene se fue dejándolos a ambos solo alrededor del fuego mirándose mientras la redonda luna sobre sus cabezas los iluminaba en contraste con la luz del fuego.

— ¿Seguimos discutiendo sobre cuanto durará la guerra o arreglamos nuestras diferencias de otra manera? —Changmin negó con la cabeza con la sonrisa bailando en sus labios hasta que se escuchó el claro sonido de Selene tapándose con todo lo que encontrara cerca.

Jaejoong se acercó al menor rodeando su cintura con su brazo mientras señalaba al cielo.

—Y esas estrellas de allá qué son…

—En Atenas solían decir que esa de cinco estrellas es Ganimedes

— ¿Y quién es Ganimedes?

—Se dice que Zeus lo vio, a Ganimedes un joven hermoso y se enamoró de él, así que transfigurado en águila bajó y lo secuestro de en medio de sus compañeros llevándolo al monte Olimpo donde lo hizo inmortal y le convirtió en copero de los dioses, sustituyendo a su hija Hebe y también lo hizo su amante para después posicionarlo en el cielo

—Su amante… ¿Cómo tu y yo? —Changmin soltó una risita, asintiendo— Me sorprende que Zeus aun no haya sido capaz de verte y secuestrarte

—Deja de decir tonterías—Jaejoong sonrió, apoyando su cabeza en su hombro—Por el contrario, a mi me sorprende que ningún Dios me haya alejado de tu lado aún…—Volvió a sonreír sin poder evitarlo, dejando que sus labios besaran la descubierta piel del hombro de su amante.

Después de todo el haberse dejado llevar la última vez había hecho a ambos más felices de lo que podían recordar, la estancia juntos cuando Selene prefería ir a la ciudad antes que quedarse con ellos era simplemente la gloria, habían aprendido qué era un verdadero amante y por sobre todo que era en realidad amar, ninguno tenía miedo ni parecía preocuparse por qué podría suceder si Selene se enteraba, su pequeño mundo simplemente parecía ser perfecto aún cuando ninguno estaba pensando en qué podría suceder si los atenienses encontraban a Changmin o a Selene y la obligaban a hablar sobre dónde estaba su hermano o si encontraban a Jaejoong y lo obligaban a volver a Esparta solo para ser condenado a muerte.

Parecía no tener sentido alguno pensar en ello cuando eran tan felices y al parecer Selene era la única que pensaba en ello, porque fue la primera en darse cuenta que clase de relación tenían y la única que se ponía a pensar en qué podría pasar con ambos si se veían obligados a separarse.







La lluvia no cesaba aun y Jaejoong se sentía aburrido, Selene estaba cansada de ver la lluvia caer y ahora se dedicaba a leer un par de pergaminos que había en un rincón, Changmin estaba al parecer muy ocupado haciendo un cálculo de cuantas gotas de lluvia podían mojar en un minuto la misma hoja del árbol que estaba un poco más allá de la ventana como para prestarle la debida atención o quizá era simple vergüenza porque hace unos días Selene los había visto dormir juntos.

Él ya sabía que Selene estaba perfectamente enterada de lo que ambos eran y es más estaba contento de que lo supiera para así convencerla de dejarlos solos de vez en cuando, sin embargo Changmin no lo sabía y cuando vio que Selene los observaba se había sentido tan avergonzado que ahora evitaba aproximarse a él cuando ella estaba presente, es más se alejaba aun cuando ella no estaba por temor de que volviera antes y los volviera a ver.

— ¡Lo había olvidado! —exclamó Selene de repente, mirándolos a ambos, Changmin soltó la pequeña ramita que tenía en manos mirándola confuso—Cuando volvía ayer de la ciudad escuché que los guerreros de Tebas, Atenas, Argos y Corinto se están reuniendo en Nemea para enfrentar a los espartanos…

— ¿Estas diciendo que están en Corinto? —Selene asintió. Jaejoong simplemente los ignoró, Corinto estaba bastante lejano como para tomarle importancia, pero ambos parecían preocupados— ¿Crees que puedan iniciar campañas en Beocio?

—No lo sé…es mejor no alterarnos ahora hasta saber en que queda la batalla, según lo que dijeron el ejercito de Tebas y Atenas es bastante bueno y si vencen a Esparta no corremos peligro todavía—Changmin asintió, soltando un involuntario suspiro que Jaejoong quiso que no saliera de sus labios—Creo que iré a descansar, la lluvia no va a parar y esta oscureciendo bastante rápido, prendan algunas velas si van a seguir despiertos—Jaejoong asintió esta vez, viendo como Selene se alejaba por la puerta para ir al otro lado de la pequeña casa donde ella dormía sola, Changmin y él compartían la misma habitación desde que Jaejoong se había curado por completo de la herida de espada.

Jaejoong se movió de su lugar hasta ponerse junto a Changmin que volvió a soltar otro suspiro.

—Deja de preocuparte por si algún día van a encontrarnos…—dijo con cuidado, hablar sobre ello era siempre iniciar una nueva pelea que terminaba en ambos enojados por un par de horas, pero Jaejoong esta vez no estaba dispuesto a provocar a Changmin, al menos no ahora.

Changmin no contestó, así que esperó pacientemente mientras encendía las velas con la vela que Selene había dejado encendida mientras leía. El lugar quedo iluminado por la poca luz exterior y el brillo dorado de las velas.

—Tengo miedo…

— ¿De que nos encuentren?

—Si…y de que te maten…o que me maten a mi…o que le hagan algo a Selene

—También tengo miedo pero prefiero no manifestarlo para no herirte…solo quiero que estemos bien mientras podamos

—Pero…tú mismo lo dijiste cuando Selene nos contó que en la batalla donde agarraron a ese militar…Pausanias que de seguro lo habían condenado a muerte por no haber honrado a su pueblo continuando la batalla y ganando en ella, si tu vuelves también serás condenado y seguramente acusado de traidor

—Pero no van a encontrarme…

— ¿Y si lo hacen? —Jaejoong dejó la vela apagarse para tomar entre sus manos el angustiado rostro de Changmin y lo miró a los ojos

—Aún si me encuentran no me arrepentiría de morir y ser acusado de traidor porque sé que fui tan feliz a tu lado como jamás lo había sido en toda mi vida…pero si te agarran a ti me aseguraré de matarlos yo mismo porque no permitiré que te hagan daño, ni a ti ni a Selene, a ti porque te amo y a Selene porque la quiero como mi hermana y sé que es importante para ti…

Finalizando sus palabras tomó la boca de Changmin con la suya, presionando sus labios con fuerza para hacerle entender la veracidad de sus palabras, sorbió el néctar de su boca con fuerza mientras dejaba que las manos del menor presionaran sus brazos con fuerza.

Extrañaba poder fundirse en la pasión que su cuerpo desprendía aún cuando lo hacían seguido, el parar por algunos días podían incluso hundirlo en un enojo que Changmin siempre solía llamar infundado aún cuando él sabía perfectamente que al menor le fastidiaba tanto como a él el no poder estar juntos.

Sintió el suave agarre tras la tela que lo incitaba a inclinarse más sobre su cuerpo hasta que sin importar el dolor tras la caída de su asiento continuaron besándose hasta terminar completamente desparramados en el suelo sin importarles en realidad la luz de las velas o la obscuridad que se había adueñado del cielo al caer la noche ni los pequeños resplandores que provocaban los lejanos relámpagos que cuidaban de la suave lluvia que estaba decidida a cesar.

Jaejoong pudo sentir el espasmo del placer cuando la suave mano de Changmin se deslizó de su nuca a su espalda, respondió al estímulo besando la parte superior de su oreja provocando un suave sonido proveniente de sus labios.

Un trueno, dos, la lluvia no paraba y ellos tampoco eran capaces de parar.

Una vela se apagó, consumida en su fuego, en cambio el fuego entre ellos se encendía cada vez más, un suspiro y la cúspide del cielo cuando fueron abriendo camino entre las estorbosas prendas.

Otra vela, un relámpago y ambos estaban desnudos a la merced del otro besándose sin poder detenerse y sin ganas de querer hacerlo en realidad, una risa ahogada por los labios del otro cuando sus dedos en su costado le provocaron cosquillas.

Sintió las uñas de su amante clavarse en su espalda con especial fuerza cuando mordió con cuidado el hueso de su clavícula, sonrió sobre su piel, dejando que el menor soltara un par de suspiros pesados cargados de placer que iba en aumento aunque a estas circunstancias parecía imposible.

Aunque para amarse siempre eran lentos esta vez el acto no tuvo tanto preludio y en menos de lo que el mismo Jaejoong esperaba estaba atrapado entre las paredes rosa mientras no dejaba de sorber de sus labios su saliva pretendiendo que esta era quizá lo único que le permitía vivir.

Arrastró su cuerpo junto al suyo irguiéndose dejando que el menor continuar mordiendo su hombro para así calmar el dolor de sus entrañas que lo recibían tan cálidamente en un tierno abrazo.

Sonrió acariciando sus cabellos mientras ya podía sentir la presión de sus dientes y uñas más suave.

Otra vela se apago y la noche fue iluminada por un potente relámpago que iluminó sus cuerpos de un brillo similar a la luz de la luna pero era tan breve como un parpadeo, volvió a sonreír cuando solo las yemas de sus dedos presionaron sus hombros y sus piernas se aferraron a su cintura.

Jaejoong podía jurar una y mil veces que no había nada más maravilloso que esto, abandonarse al placer que sentía mientras sentía que su suave piel se deslizaba como el agua entre sus dedos, presionó sus costados en un esfuerzo para no hablar porque nada diferente a gemidos podía salir de su boca.

Arqueó su espalda, su cabeza dejándose caer hacia atrás mientras le daba su consentimiento con un gemido sonoro que no pudo callar mientras su cuerpo temblaba.

La inocencia no era concebida entre ellos, no había nada más que descaro en cada movimiento que hacían pero no importaba.

Otra vela más y Changmin comenzó a levantar su cadera contra la del mayor, abandonando su cuerpo entre el más puro deseo y el más condenado pecado.

Jaejoong podía pensar en muchas cosas mientras estaban juntos pero simplemente los hilos de sus pensamientos se perdían por completo cuando se abandonaba al placer.

Las orbes castañas estaban fijas en sus negros ojos como el ébano mientras no dejaba de moverse, una traicionera lágrimas viajo desde el confín de sus sentimientos para terminar cayendo por sus mejillas, bebió de sus lágrimas mientras estas caían.

No quiso preguntar por qué lloraba, solo quería evitar que lo hiciera mientras nuevamente dejaba que su espalda cayera en el suelo y se ponía sobre él.

Soltó un gemido de nuevo y sus piernas se confiaron a sus caderas mientras Jaejoong era ahora el que sentía inmensas ganas de llorar.

Ambos lo sabían, algo iba a pasar, al principio en verdad nada podía importar pero ahora que estaban tan unidos la dura realidad los golpeaba.

Espartanos, Atenienses, Tebanos, Corintios, persas y demás estaban invadiendo tierras para evitar que se la adueñaran o para adueñársela, solo sería cuestión de tiempo para que los hallaran y sus vidas fueran alejadas.

Changmin sentía como si fuese a morir por solo ese hecho, jamás en su vida se había aferrado a algo más que a su promesa de cuidar de Selene, siempre había permanecido fiel al cuidar de ella y evitar que nadie fuese capaz de meterse en su familia y en su vida por ello cuando la inminente guerra ponía tensa a Atenas huyó con su hermana deseando no ser encontrado, no le temía miedo a morir y sin embargo huyó.

El encontrar a Jaejoong había sido el inicio de temer a algo más que perder a su hermana, primero había temido quererlo demasiado como para sufrir y su temor se cumplió, después temió amarlo tanto que podría morir y lo hizo, ahora lo amaba tanto que si lo perdía sería incapaz de superarlo jamás, su inteligencia no iba por sobre lo que sentía.

Ahora mientras se aferraba con fuerza a su cuerpo que inundaba su interior con algo más que su cuerpo podía sentir a carne viva el miedo de algún día perderlo y no ser capaz de recuperarlo, quería esconderlo dentro de sí para siempre, que jamás lo hallara y siempre permaneciera a su lado. Pero algo dentro de sí le decía que los encontrarían y solo la tristeza llenaría su alma cuando lo alejaran de él.

—No lo hagas…deja de llorar…—pidió su amante, su voz entre cortada y su rostro cubierto de lágrimas, sonrió, besando las lágrimas que caían por sus mejillas en un intento de parar sus lágrimas. Aferró sus brazos a su cuello y continuó besando su rostro hasta que en un fuerte movimiento se sintió incapaz incluso de pensar.

¿Por qué no podía ser siempre así? Por que no podían simplemente estar siempre mirándose a los ojos mientras él le contaba sobre los mitos de los dioses y él besaba su hombro con amor cuando hacían el amor y él solo podía clavar sus uñas en su espalda.

—Tú deja de llorar…—susurró apenas acariciando su cabeza mientras los besos se hacían calmados aunque la pasión continuaba en auge en medio de las lágrimas.

Otro relámpago y pudieron ambos ver en los ojos del otro lo que sentían, dejaron de pensar, abandonando todo su sufrimiento para entregarse por completo a la pasión que los llamó adueñándose el uno del otro.

No pararon hasta que la última vela se consumió y la lluvia afuera volvió a caer convirtiéndose en tormenta.

Se miraron entre la obscuridad con sus manos entrelazadas al igual que sus piernas y en silencio le dejaron saber al otro el dolor que los consumía.

—No quiero dejar que acabe…huyamos…a otro lugar…donde nadie nos pueda alcanzar…—murmuró Jaejoong, era la primera vez que decía algo así, Changmin se sintió un poco más reconfortado por sus palabras. No contestó porque un molesto nudo en la garganta le impedía hablar y aunque la obscuridad era casi total temía que lo viera sufrir.

—Huyamos…—murmuró al fin, presionando el agarre de sus manos mientras sus lágrimas emprendían otro viaje fuera de sus ojos. Un fuerte trueno calló el silencio mientras Jaejoong soltaba su agarre y lo abrazaba con fuerza, dándole su calor reconfortante.







Selene abrazó sus piernas mientras los veía volver a acomodar la carga en sus espaldas.

— ¿No podemos descansar un poco más? —preguntó, mirando a su hermano que todavía tenía rostro de desvelo, estaba preocupada por él y por Jaejoong también, ambos parecían tan angustiados que el insomnio acudía a ellos todas las noches, parecía lejano el día en que habían podido descansar bien.

Después de la noticia de que Esparta había ganado en Corinto simplemente habían tomado la decisión de huir hacia el oriente pero las cosas no parecían ser tan sencillas cuando en verdad los espartanos parecían revisar minuciosamente cada ciudad sin sentido alguno aún cuando tenían a todos aterrorizados y la mayoría de los pequeños poblados preferían estar del lado de Esparta antes que enfrentarse a su espada.

—Es preferente que nos movamos un poco más, cuando empiece a perderse el sol descansaremos hasta mañana…—dijo Changmin con un tono suave que buscaba conciliarla

—No lo digo por mí, lo digo por ti…—dijo con firmeza, Selene buscó desesperadamente la mirada de Jaejoong sabiendo que él también estaba preocupado por Changmin

—Selene tiene razón…es mejor que paremos un rato más

— ¡No! —exclamó Changmin autoritariamente, su hermana mordió sus labios intentando reprimir las lágrimas que quería soltar. Dejó que Changmin soltara su frustración discutiendo un rato con Jaejoong cuando escuchó voces, miró con desesperación a su hermano y a Jaejoong que tuvieron la misma reacción que ella.

Se movieron sigilosamente sin pronunciar palabra, hasta perderse entre los gruesos troncos de los árboles, mirando con nerviosismo hacia los sonidos. Se tranquilizaron al ver que únicamente eran un par de mujeres con niños que caminaron rio abajo perdiéndose rápidamente.

—Debemos descansar—sentenció Jaejoong mirando al menor que se resignó pues estaba alterándose demasiado con todo esto, se sentó sobre una de las salientes raíces de un árbol y miró al cielo.

—Lo siento Selene…por arrastrarte a esto…solo por egoísmo

—De todas maneras no te hubiera dejado…no seas tonto y dejar de querer disculparte por cosas sin sentido, vamos a estar bien…—el frio rostro de Selene se suavizó cuando una conciliadora sonrisa cruzó su boca haciendo sentir a su hermano más tranquilo.

Jaejoong se sentó junto a Changmin dejando que este descansara un poco apoyado en él hasta que al final ambos cayeron en el sueño.

Selene los miró aun preocupada, temiendo tanto como ellos que los encontraran, tendrían suerte si lograban dejar Ática sin ser descubiertos.





La noche había caído sobre ellos rápidamente, bañando el cielo de estrellas mientras se mantenían en silencio, mirándose los unos a los otros, Changmin todavía parecía cansado, Jaejoong por el contrario parecía tan nervioso como Selene lo estaba, habían pasado por una pequeña ciudad que seguramente había sido tomada hacia poco porque estaba llena de espartanos.

El menor de los tres cerró los ojos quedando dormido apoyado contra el árbol.

—Jaejoong sé que has estado más que preocupado desde que pasamos por ahí. ¿Alguien te vio?

—Si…y era alguien que conozco…Selene, si nos encuentran quiero que hagas lo que sea pero no dejes que Changmin se quede aquí, estoy seguro que voy a arrepentirme de esto toda mi vida pero lo prefiero antes que hacerle sufrir más, voy a irme ahora…cuando él despierte solo dile que me fui por agua y llévalo a otro lado

— ¿Vas a entregarte? —Selene tomó su mano, agradeciéndole con la mirada pero a su vez preocupada por lo que pudiera suceder

—Selene…no tengo otra opción y prefiero hacerlo antes que seguir arrastrando a Changmin en esto. Sé que estarán bien así que no temo por ustedes pero no debes permitir que sepa donde voy

—Él lo sabrá…

—Lo sé por eso quiero que evites que vaya…si él llega a Esparta no podré salvar su vida—Selene asintió dejando que Jaejoong se parara y se fuera metiéndose entre la espesura del bosque.

Jaejoong pudo sentir la desesperación llenar su cuerpo en cuanto no fue capaz de ver la figura de Changmin apoyada al árbol, no sentía dolor pero si un intenso vacio en el estómago que no le permitía respirar.

Ahora que estaba alejado de él podía recordar con intensa nostalgia su pasado antes de conocerlo, había sido llevado a sus siete años a vivir entre un grupo de niños de su edad, eran maltratados día y noche y desde temprana edad se les ensañaba los valores que debía tener un espartiata varón, los golpeaban si desobedecían y como un cántico les recordaban que solo eran cuerpos que servían al poder de Esparta, si ganaban una batalla era por Esparta, si tenían un hijo era por Esparta su razón de vivir era únicamente su pueblo.

Había vivido resignado a eso por un largo tiempo aunque en verdad no deseaba hacer nada por su pueblo, todos a su alrededor habían sido fáciles de manejar y como sus líderes esperaban no fue difícil hacerles creer verdaderamente que solo por Esparta debían vivir, en cambio Jaejoong siempre creyó firmemente que muchos de ellos podían hacer algo más que ir a guerra y luchar por el honor de su patria, por el contrario podían hacer algo por si mismos y ser reconocidos por ello, pero quizá era el único que creía eso, el único que era tan fuerte que su pensamiento no había podido ser doblegado de la misma manera que a los demás.

Pero tampoco se había dedicado a buscar su verdadera razón, a pesar de que su pensamiento estaba más allá de lo que todos querían aceptar siempre se atuvo a hacer lo que esperaban de él, e incluso él sabia perfectamente que si hubiera vuelto a Esparta luego de la batalla en Haliarto así no hubiera sido condenado a muerte hubiera tenido que casarse con alguien, alguien que no iba a llenarlo como Changmin lo hacia simplemente porque a pesar que podría darle un hijo y hacer orgullosos a sus padres estaba consciente de que ninguna persona sería capaz de desbordar su pasión o su amor como él lo hacia.

Pero ahora que se alejaba de él sabía que no podría recuperarlo, una vez que regresara a Esparta tendría que conformarse con los recuerdos de su suave piel bajo sus dedos y soñar con que podía besar sus labios de nuevo solamente para hacer de su vida restante más soportable.

Un ruido a su derecha le hizo retroceder hasta un árbol, vio hacia la obscuridad sin encontrar nada amenazante. Dio un paso hacia al frente y entonces una voz le hizo recordar más vívidamente su pasado.

—Jaejoong…sabía que eras tú el que había visto…

—Argos…—susurró, resignado por fin a no poder retroceder en sus pasos y tener que afrontar no volver a ver a Changmin.

— ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no volviste a Esparta?

—Yo…estuve herido de muerte luego de la batalla…unas personas me cuidaron y tarde mucho en reponerme…me vi obligado a pagar mi deuda de vida cuidando de quienes me salvaron

—Debiste volver, todo en Esparta creen que estas muerto…tu familia estaba devastada

—Lo siento…supongo que también estaba perdido, cuando llegue aquí la verdad no sabía donde estaba…

—Bien, ven conmigo, estamos haciendo un par de expediciones pero volveremos a Esparta mañana temprano, podrás venir con nosotros…

—Pero…me condenaran por no haber vuelto…

—Lo dudo, a pesar de que perdimos en Haliarto nos sirvió para crear una nueva estrategia y ganamos en Corinto, estamos ganando casi todas las batallas que tenemos y dudo que te hagan algo siempre y cuando aclares que estabas herido de muerte, yo mismo te vi así que no podría dudar de ti…

—Gracias Argos…—el chico asintió mientras lo dirigía de vuelta al pueblo en el que habían estado, pudo ver con nostalgia el bosque que se alejaba de su vista mientras avanzaban.

Por favor…no despiertes hasta que yo me haya ido.





Vio el cielo estrellado mientras los otros vitoreaban con entusiasmo, contándole lo que habían hecho en la batalla en Nemea, pero él estaba ajeno a sus palabras dibujando con su dedo a Ganimedes el amante de Zeus y él solo podía pensar en su amante que estaría tan lejos de él quizá extrañándolo tanto como él lo hacia o odiándolo y no lo culpaba.

—Jaejoong…—miró a Argos este le sonrió señalando hacia un costado, su madre y una mujer de aproximadamente su edad estaba junto con ella—Enone esta con tu madre…tienes suerte una mujer como ella podría dar hijos muy provechosos—Jaejoong sonrió, levantándose de su lugar, la brisa nocturna acudió a él mientras se acercaba.

Pero cuando a vio a Enone más cerca su sonrisa no pudo mantenerse en su rostro, se sentía desolado mientras su futura esposa lo miraba, era una mujer más fría incluso que Selene y la belleza que poseía era tan vacía como el cuenco de agua vacio que llevo a Changmin y a él a besarse la primera vez, junto a la pequeña laguna rio abajo, la desnudez de Changmin y sus pies bañados de humedad.

Sonrió sumido en sus recuerdos, tanto su madre como Enone parecían contentas de que estuviera feliz de verlas sin embargo su felicidad estaba tan alejada de lo que ellas creían.

—Enone quería verte, van a casarse pronto y creo que es justo que permanezcan juntos un tiempo, no están en entrenamiento y falta un tiempo para que partan a Fenicia así que vengo a dejarla en tus manos—su madre sonrió con falsa afabilidad dejándolo solos, Jaejoong suspiró prefiriendo mil veces el escuchar a sus compañeros contar su anécdotas de guerra antes que permanecer escuchando a Enone.

La ignoró cuando comenzó a hablar, perdiéndose nuevamente en el vívido recuerdo de Changmin sobre la suave hierba con el sol bañando su piel junto a sus besos, lo extrañaba tanto y la necesidad era tanta que el vacio solo abarcaba su alma.

Meses habían pasado desde que lo había dejado, los días pasaban y él no paraba de contarlos pensando en qué pudo haber hecho su precioso Changmin cuando despertó y no lo vio, muchas veces lo soñaba llorando y peleando con Selene, otras veces lo imaginaba alejándose más de aquel bosque junto a ella pretendiendo no volver más a él.

Aun no sabía como había podido resistir los seis meses que habían pasado de eso y pensar que solo había podido estar cerca de él once lunas y aún los recuerdos no eran suficiente como para satisfacer su herida alma que buscaba entre los vestigios de cenizas que había traído después de apagar su fuego el día que se fue.

Enone lo miró con sus profundos ojos azules, buscando una contestación a la pregunta que había formulado pero él simplemente no la había escuchado. Argos se acercó a ellos quizá preocupado por la chica.

—Enone…deberías volver a casa Jaejoong ha tenido una tarde larga, hemos entrenado mucho y esta cansado, ven mañana temprano y te aseguro que el podrá atenderte mejor…—la mujer asintió alejándose de ellos mientras Argos se ponía en frente suyo con el ceño fruncido—Es tu mujer y tú la estas ignorando

—No me siento capaz de atenderla como se debe, como tú lo dijiste Argos, estoy cansado…

—Esa en verdad no es excusa, vas a casarte pronto y si mantienes esa indiferente actitud hacia ella no podrán procrear…

—No me interesa procrear…—Argos golpeo su rostro con un certero golpe en su mejilla. Jaejoong sabía que Argos estaba interesado en Enone y seguramente sería capaz de serle infiel a Galatea y a él con ella—Pero si quieres yo cuido de Galatea mientras la engañas con ella

Otro golpe contra su otra mejilla lo hizo reír nuevamente

Mátame Argos…hazlo de una vez

—Cierra tu boca…

—No lo haré…te crees un Dios a pesar de que tus batallas ganadas solo irán para la gloria de Esparta, no eres Zeus y no puedes ser tan sínico como para creer que como él le puedes ser infiel a Galatea que en verdad a sido capaz de dar todo por ti…incluso de abandonar a su hijo para que lo lanzaran por Taigeto—Argos quiso golpearlo de nuevo pero Jaejoong tomó su puño—Yo no quiero ser como tú Argos, no quiero serle infiel a Enone ni en pensamiento pero no puedo y por eso no deseo casarme con ella

Argos redujo la fuerza de su puño y Jaejoong lo soltó, alejándose del grupo ya sin ganas de absolutamente nada, caminó por las calles de Esparta sin interesarle nada, solamente pensando en qué haría ahora.

No deseaba volver a casa y afrontar el escándalo de su madre sobre la boda, no quería ver a Enone, no quería ver a Argos, solo quería verlo a él.

Caminó hasta llegar al templo de Atenea donde una escultura de ella se erguía adornada por las luces de las velas, esa misma luz dorada que había bañado la piel de Changmin varias noches cuando hacían el amor.

Se sentó frente a la escultura, mirándola sin mirarla en realidad, perdido entre las nubes de su pensamiento, soñando despierto una vez más.

—No debiste haberte ido…—Se levantó con brusquedad, incapaz de tomar su espada porque esa voz la añoraba tanto que no podía confundirla ni mostrarse a la defensiva porque sabía que era él.

Sintió como si estuviese nuevamente sumido en sus sueños en aquellos sueños poderosos que le hicieron sentir muchas veces que él había vuelto a sus brazos, pero la realidad golpeaba a su cuerpo con el calor de las velas alrededor de Atenea que era testigo de su encuentro.

— ¿Por qué me dejaste? —Su voz sonaba cansada y su rostro se veía igual, parecía al igual que él haber sufrido una intensa agonía mientras estaban alejados, sus dedos se estiraron intentando comprobar que era verdad y no que era una ilusión de su su añoranza y locura.

Tocó su piel de nuevo, sintiendo ese mismo fuego de siempre nacer en su interior.

—No quería hacerte daño…no deberías estar aquí…—murmuró, su voz saliendo apenas mientras sus contradictorios brazos aprisionaban con fuerza su cuerpo. Su alma volvía a su cuerpo.

—Yo quiero estar aquí…—Jaejoong no quiso replicar porque el mismo sabía que lo necesitaba a su lado pero si los encontraban no podría hacer nada por él. Acarició su cabeza y pudo ver sus ojos nuevamente fijos en los suyos.

Era inevitable, no podía echarlo no quería hacerlo, solo quería tenerlo cerca suyo, solo quería no volver a la guerra, no quería casarse…solo quería permanecer allí.

Sus labios nuevamente se rozaron y como había hecho durante todo ese tiempo en Haliarto se olvidó de todas las enseñanzas que Esparta le había impuesto, solo se perdió en sus labios y el sabor que su boca le brindaba.

—Con que era eso…el serle infiel en pensamiento…—Se separaron al escuchar esa voz. Jaejoong vio a Argos parado tras ellos con una sínica sonrisa en el rostro y la espada levantada. Jaejoong sacó su propia espada colocando a Changmin tras él—Ya le eres infiel físicamente

—Por el contrario le soy infiel a quien esta tras mío…por pretender querer unirme a una mujer que jamás podrá estar en mi mente

— ¡Estúpido! Que no la ames no significa que no puedas unirte a ella…traicionarás a tu pueblo si sigues con él

—No me importa hacerlo—Argos movió su espada atacándolo pero jamás había sido capaz de ganarle a Jaejoong por lo cual no se esperaba que pudiera hacerlo ahora. Empujó a Changmin tras la figura de Atenea para continuar moviendo la espada contra Argos que no tenía intensión alguna de parar.

Hasta que miró a Changmin y su espada fue arrebatada de sus manos cayendo al otro costado de Atenea.

—Sin espada ni escudo…te haré pagar la traición a Esparta y luego cortaré la cabeza de tu amante…—Jaejoong le pidió con la mirada a Changmin que huyera pero este solo parecía aterrado por las palabras crueles de Argos.

Vio como las lágrimas caían de sus ojos mientras se levantaba y Argos levantaba la espada para atravesar su corazón.

Cerró los ojos recitando en su mente el amor que tenía hacia Changmin pero no sintió la espada atravesándole, solo sintió un cálido cuerpo interponiéndose entre él y la espada.

Un gemido doloroso salió de su boca.

La sangre brotó sobre su mano, sus ojos abiertos a más no poder mientras el cuerpo que se había interpuesto entre la espada y su corazón resbalaba de entre sus brazos con el susurro de su nombre entre sus labios.

El sufrimiento que no había sentido aun cuando estaba al borde de la muerte lo vapuleó tan fuerte que las lágrimas cayeron de sus ojos, sintiendo el dolor a carne viva mientras los ojos del que había sido su amigo solamente lo miraban decepcionado.

—Traicionaste a tu pueblo por el enemigo y te atreves a lamentar más su muerte que la deshonra que le provocaste a tu familia—dijo con desdén, escupiendo las palabras mientras empuñaba de nuevo su espada, marcada de su sangre, seguramente para intentar matarlo nuevamente.

Pero no le importaba, si el que ahora yacía inerte entre sus brazos no abría los ojos más no había razón por la cual resistirse a la muerte, como había dicho había deshonrado a su familia y tampoco tenía sentido volver.

—No importa el deshonrar a tu familia o el deshonrar a tu pueblo si es que eres fiel a tus sentimientos

— ¿Sentimientos? Un ateniense te lavó la cabeza, lo que aprendiste desde que eras un niño…

—Yo lo amaba…y lo amo aunque tu espada haya acabado con él, sería traicionarme a mi mismo seguir a Esparta y fingir que me importa mi pueblo más que lo que me importa él…dudo que puedas entender lo que siento porque fue a ti a quien le quitaron el corazón, solo eres una coraza que hace lo que su pueblo le ordena, no amas a tu esposa y tampoco quieres a tus hijos, no te importó cuando a tu propio hijo lo lanzaron de Taigeto

—Solo era una boca inútil…

—Pero era tu hijo y no te importó…más importante era la guerra, vencer, vencer y vencer aún si Esparta se queda sin ciudadanos que la mantengan viva

— ¡¡¡Cállate!!! ¡¡Deshonraste el juramento que hiciste como soldado!! Para nosotros no hay sentimientos, tus únicos tesoros son tu escudo, espada y lanza…

—Pero de qué me sirven si no llenan el vacio que siento, dicen que debo sentirme orgulloso de servir a Esparta pero no me siento orgulloso…incluso siempre esperaba morir en la siguiente batalla para no tener que volver…

Sonrió, la ironía cargando su expresión mientras dejaba el inerte cuerpo en la fría tierra para enfrentar al que ahora no podía ver más que como su enemigo.

—Siempre fuiste bueno para la guerra y desperdicias el honor por amor…

—Es que tú no eres capaz de comprender lo que el amor significa…y no lo comprenderás…—Golpeó el brazo de la persona frente a él, quitándole la espada, apuntándole directo al cuello—Aún cuando tu propia espada destroce tu cuello

Las lágrimas no resistieron más y emprendieron su carrera empapando sus mejillas.

—Ojalá que su sangre llena de amor sea como veneno para la tuya cuando te atraviese…

Cortó su cuello sin más preludio, siendo empapado por la sangre caliente.

Se deslizó hasta el suelo, tomando su rostro entre sus manos, las lágrimas empapando sus ahora pálidas mejillas.

Pero no dolía, no dolía tanto porque sabía que pronto estaría junto a él.

La espada de Argos al caer chocó con una vela que cayó al suelo prendiendo en fuego al cuerpo de Argos, sonrió con crueldad al verlo incinerarse ya muerto.

Jamás el matar a alguien le había hecho feliz pero ahora no podía tener otro sentimiento más al saber que él había matado a su razón de vida.

Tomó su cuerpo entre sus brazos mientras salía del templo caminando por entre la espesura del herbaje fuera de Esparta, sus lágrimas no terminaban de caer mientras caminaba sin detenerse, con las imágenes vívidas de lo que acababa de suceder.

No sabía porque caminaba ni a donde llevaba su cuerpo y el de su amante, solo caminó hasta que los rayos del sol salieron por el horizonte y entonces supo que había caminado para extender el dolor de su perdida hasta que esta consumiera su corazón y lo matara.

Se dejó caer de rodillas sobre la tierra, sus brazos sosteniendo apenas el cuerpo de Changmin, fue como una ilusión el ver la herida que el mismo había curado volviendo a abrirse y expulsando sangre sin detenerse.

Tomó su fría mano entre las suyas y con una última sonrisa se despidió de su cuerpo, esperando que al cerrar sus ojos fuera capaz de encontrarse con él en la otra vida.

Fin

GLOSARIO

Taigeto: Un monte cercano al territorio espartano al borde de un barranco donde los que eran considerados ‘bocas inútiles’ (bebés con malformaciones o de apariencia débil) por los ancianos espartiatas eran lanzados.
Haliarto: Ciudad donde se realizo la primera batalla que inició la guerra de Corinto el año 395 a. C.
Tebas: Antigua ciudad de Grecia en Beocia al noreste de Atenas, conocida por la cantidad de mitos provenientes del lugar. En los años 529 a. C. era considerada enemiga de Atenas y aliada de Esparta hasta la guerra del Peloponeso donde temió el crecimiento de su aliado y empezó a apoyar a Atenas en la guerra de Corinto.
Selene: Nombre de la diosa de la luna hija de Hiperión y Tía ambos titanes. Es conocida mayor mente por el mito en el cual se enamora de Endimión al cual durmió eternamente para permanecer siempre junto a ella.
Oda: Poemas cantados, usualmente acompañados de un instrumento musical que usualmente describía hechos históricos, mitos o hazañas de héroes de un modo intelectual.
Monodia: Odas cantadas por una sola voz
Epodo: Parte final de la estructura triádica de la oda, caracterizada por cambiar el ritmo y tempo de la oda en el final.
Elegía: Poema cantado, que al contrario de las odas describían sentimientos, historias de amor y eran más comúnmente nostálgicos
Ninfas: Divinidades menor, espíritus de la naturaleza que viven cerca a los bosques, mar, ríos, fuentes y praderas.
Argos (Ciudad): Ciudad del centro de Grecia. Cerca de Corinto, Esparta hizo que su poder disminuyera considerablemente hacia el siglo V a.C. Lo que provocó que Argos se pusiera en su contra uniéndose al Sinedrion de Corinto.
Argos (Mitología): Gigante de cien ojos que Hera designo para custodiar a Ío, la amante de Zeus el cual para protegerla de Hera la convirtió en Vaca y designó a Hermes para matarlo. Se dice que Hera trasplantó los cien ojos del gigante a la cola del pavo real.
Lócrida: Antigua ciudad griega cercana a Fócida que bajo la influencia de Tebas recaudó un tributo en un territorio compartido con Fócida que dio el estallido a la Guerra de Corinto
Fócida: Antigua ciudad griega al norte del golfo de Corinto, cercana a Lócrida.
Ganimedes: Joven de extraordinaria belleza que enamoró a Zeus y este transfigurado en águila lo secuestro para volverlo copero de los dioses y su amante.
Hebe: Diosa de la juventud, hija de Zeus y Hera. Era copera de los dioses pero fue sustituida por Ganimedes después de casarse con Hércules cuando este fue deificado.
Nemea: Río cercano a Corinto donde se libro la batalla de Nemea contra Corinto, Atenas y Tebas
Pausanias: Príncipe y general espartano que estaba a cargo del segundo ejército que invadiría Haliarto, llegó un día tarde cuando los guerreros Tebanos mataron a Lisandro, que estaba a cargo del primer ejército, acordó un alto al fuego pero al volver a Esparta huyó al ser condenado a muerte.
Enone: Ninfa de la cual Paris estaba enamorado pero que traicionó al designar a Afrodita como la más bella aceptando tener a Helena de Troya, al morir Paris Enone se suicido de pena al no haberlo ayudado.
Galatea: Ninfa del mar mediterráneo, hija de Nereo, conocida por haber enamorado al cíclope Polifemo, que mató a Acis el príncipe del que Galatea se había enamorado.
Atenea: Hija de Zeus y Metis que nación adulta y armada de la frente de su padre. La principal deidad de Atenas, Esparta y varias polis griegas que le rendían culto.

3 Comentarios:

  1. Anónimo7/10/2013

    Me encantó.....pero no es justo que se hayan muerto, pero...igual me encantó, buenísimo :D felicidades eres una gran escritora

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  2. Waa muy bueno, y más aun que es Jaemin pff me encanto FELICIDADES n.n

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  3. waaaaaaaaa ;O; muy triste epro hermoso~.. casi y sentí como si hubiera estado leyendo un minto o leyenda antiguo.. ais bien hermoso sobre todo .. me encantó como combinaste la mitologia con las guerras y todo el resultado.. en verdad está hermoso triste y bello~ <3... sjdjhafgjhf -se va a seguir llorando- skdjs QuQ <3 ... jhjkdahdjkf 300!!!! xD

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