Susurros vacilantes.
Yoochun abrió la puerta con cuidado.
Habían muchos puntos a su favor que podrían apoyar su idea de huir cuanto antes de aquel lugar, pero lo había prometido. Y como buen nieto, no podía dar un paso hacia atrás.
Abrió la puerta con cuidado, el rechinido molesto de la vieja puerta lo hizo dibujar una mueca extraña mientras sacudía un poco la maleta en su espalda e intentaba como podía al mismo tiempo guiar el resto de su equipaje hacia el interior de la enorme casa.
Dentro la imagen no mejoró, se encontraba con una casa llena de polvo, cubriendo varios muebles con telas blancas ya sucias y empolvadas por el tiempo. Yoochun pensó, que unos años atrás esa debió ser una de las casas más envidiadas de la zona.
Tapó brevemente su boca con un pañuelo que pronto estuvo a la mano en cuanto lo sacó de su bolsillo. Recorrió el lugar con la mirada, no internándose demasiado ni con la suficiente curiosidad como para verse capaz de hacerlo.
—Sinceramente… Esto me pasa por idiota.
Cuando suspiró, una leve capa de polvo se levantó. Y las cortinas cerradas, más las tablas que cubrían aquellas ventanas. Le daban un aire tétrico a todo. Reconsidero entonces el hecho de quedarse en aquella casa mientras era remodelada.
Sus pasos cuidadosamente realizados, dejaban el sonido en un eco que se perdía por entre los pasillos. Luego de un rato. Yoochun olvidó el pañuelo en su boca y a cambio se dedicó a apretarlo un poco mientras intentaba como podía internarse en el lugar.
“Es una casa hermosa, estaré muy triste cuando sea vendida.”
Aquello lo había dicho su abuela con verdadera nostalgia; Pero estando entre tantos problemas económicos y con el dinero escaseando por demás. Su familia no podía costear la operación que Yoonhwan necesitaba.
Pero justo en este momento, Yoochun empezaba a dudar que esa enorme casa en realidad llegara a quedar medianamente habitable como para que alguien la mejorara. Una de las tablas en el suelo chilló y Yoochun instintivamente levantó el pie de inmediato.
…Genial, todavía más tétrico.
Había un piano, cual casa abandonada en cualquier película de terror. Yoochun se vio tentado a tocarlo, o al menos contemplar los sonidos que guardaba desde hace tantos años. Pero prefirió por salubridad propia no hacerlo.
Luego vio las escaleras altas, elegantes. Un paraíso del pasado resultaba el lugar que pisaba en estos instantes. Uno que pertenecía a un gran pasado, porque sencillamente era difícil aseverar o al menos creer que habían transcurridos unos diez años mínimo desde la última vez que aquella casa fue habitable.
La puerta trasera se abrió.
Yoochun abrió los ojos sorprendido y su corazón latió ferozmente ante la idea de que podía tratarse de un ladrón. Por que se paralizó por completo, el instinto de supervivencia en aquel instante no logró aparecer.
El hombre frente a sus ojos, vestía una ropa rasgada, negra y sucia. Afortunadamente miraba acelerado hacía la calle, tal vez percibiendo que nadie más lo siguiera. Yoochun entonces, encontró la oportunidad de huir sin que aquel sujeto lo determinara.
Pero sus piernas le fallaron y cuando el hombre comenzó a cerrar la puerta, Yoochun temió por su vida. Una mano saliendo de la nada lo agarró por la chaqueta y lo empujó con fuerza al pequeño cuarto de espacio reducido.
Su cuerpo cayó, sentado y arrimado contra la pared mientras la puerta se cerraba frente a sus ojos, lo extraño era que nadie la estaba cerrando y esta se movía por sí sola. Yoochun ni siquiera tuvo el valor para cuestionar aquello.
Lo único que le importaba es que aquel sujeto se marchara cuanto antes.
—¡Mis maletas!
Su voz salió algo baja, pero aún preocupantemente audible. Una mano fría se posó sobre sus labios. Yoochun abrió los ojos en demasía cuando frente a él, sin preludio apareció un muchacho de cabellos negros cortos. Y un rostro algo juvenil.
—Shh… Guarda silencio, o se percatara que estás aquí.
No pudo moverse, siquiera asentir cuando el muchacho miró hacía la puerta cerrada, como si pudiera ver a través de ella, pero seguramente lo que hacía era guiarse por el sonido de los pasos de aquel hombre.
El chico vestía una pijama graciosa, visiblemente era un muchacho de unos diecisiete años. Y en el lado izquierdo de su camisa, en aquel gracioso bolsillo, tenía inscrito con una letra hermosa y envidiable un particular nombre: “Changmin”
De poder, hubiera sonreído, pero aquel tacto tan frío le preocupaba. Ese niño podría estar enfermo o con algo parecido a la hipotermia. Apenas salieran de ahí le daría las gracias, y por supuesto, lo llevaría al hospital más cercano.
Sin embargo su corazón latió violentamente en el momento en que miró hacía el suelo y no divisó los pies del muchacho, en realidad. Quien suponía se llamaba ‘Changmin’ tenía las piernas un poco recogidas, apenas dobladas.
No estaba sostenido, él… Sencillamente ¡Flotaba!
Su respiración se volvió irregular. Probablemente incluso la presión arterial en su cuerpo bajó bruscamente y perdió el color habitual en su piel. Por que el muchacho joven que lo había salvado lo miró preocupado. Acertando su atención en él.
—¡Oye! ¿Estás bien? ¿Qué te pasa?
Su mano temblorosa señaló hacía el suelo. Con sus ojos tan abiertos y el miedo bullendo con fuerza en su interior, lo hizo. Changmin miró hacía el suelo y de inmediato bajó las piernas, como si con eso pudiera ocultar el hecho evidente de que hace un rato ¡Flotaba!
Y aquello solo logró asustar más a Yoochun.
—¡Maldición! No debiste percatarte de lo que soy…
Tuvo muchos malos presentimientos recorriendo por su mente. No se vio capaz de tocar aquella mano que tapaba su boca y a cambio solo se mostró más cauteloso con aquel que ahora le sonreía como si hubiera cometido un error.
—Yo vivía aquí hace muchos años, ¿sabes?… Bueno, aún sigo viviendo aquí… Aunque vivir no creo que sea la palabra más adecuada para usar en estos casos… Mmh… ¿Tengo que explicarte exactamente lo que soy?
Sinceramente, Yoochun no tuvo oportunidad para objetar algo. Tal vez fue el miedo, la impresión. Encontrarse dos veces en situaciones que lo superaban. Pero su cerebro parecía haberlo dejado a solas y en respuesta él solo se rindió.
Perdiendo la consciencia sin pretenderlo. En aquel pequeño espacio reducido con un muchacho llamado ‘Changmin’ que no estaba muy seguro de que era.
Habían muchos puntos a su favor que podrían apoyar su idea de huir cuanto antes de aquel lugar, pero lo había prometido. Y como buen nieto, no podía dar un paso hacia atrás.
Abrió la puerta con cuidado, el rechinido molesto de la vieja puerta lo hizo dibujar una mueca extraña mientras sacudía un poco la maleta en su espalda e intentaba como podía al mismo tiempo guiar el resto de su equipaje hacia el interior de la enorme casa.
Dentro la imagen no mejoró, se encontraba con una casa llena de polvo, cubriendo varios muebles con telas blancas ya sucias y empolvadas por el tiempo. Yoochun pensó, que unos años atrás esa debió ser una de las casas más envidiadas de la zona.
Tapó brevemente su boca con un pañuelo que pronto estuvo a la mano en cuanto lo sacó de su bolsillo. Recorrió el lugar con la mirada, no internándose demasiado ni con la suficiente curiosidad como para verse capaz de hacerlo.
—Sinceramente… Esto me pasa por idiota.
Cuando suspiró, una leve capa de polvo se levantó. Y las cortinas cerradas, más las tablas que cubrían aquellas ventanas. Le daban un aire tétrico a todo. Reconsidero entonces el hecho de quedarse en aquella casa mientras era remodelada.
Sus pasos cuidadosamente realizados, dejaban el sonido en un eco que se perdía por entre los pasillos. Luego de un rato. Yoochun olvidó el pañuelo en su boca y a cambio se dedicó a apretarlo un poco mientras intentaba como podía internarse en el lugar.
“Es una casa hermosa, estaré muy triste cuando sea vendida.”
Aquello lo había dicho su abuela con verdadera nostalgia; Pero estando entre tantos problemas económicos y con el dinero escaseando por demás. Su familia no podía costear la operación que Yoonhwan necesitaba.
Pero justo en este momento, Yoochun empezaba a dudar que esa enorme casa en realidad llegara a quedar medianamente habitable como para que alguien la mejorara. Una de las tablas en el suelo chilló y Yoochun instintivamente levantó el pie de inmediato.
…Genial, todavía más tétrico.
Había un piano, cual casa abandonada en cualquier película de terror. Yoochun se vio tentado a tocarlo, o al menos contemplar los sonidos que guardaba desde hace tantos años. Pero prefirió por salubridad propia no hacerlo.
Luego vio las escaleras altas, elegantes. Un paraíso del pasado resultaba el lugar que pisaba en estos instantes. Uno que pertenecía a un gran pasado, porque sencillamente era difícil aseverar o al menos creer que habían transcurridos unos diez años mínimo desde la última vez que aquella casa fue habitable.
La puerta trasera se abrió.
Yoochun abrió los ojos sorprendido y su corazón latió ferozmente ante la idea de que podía tratarse de un ladrón. Por que se paralizó por completo, el instinto de supervivencia en aquel instante no logró aparecer.
El hombre frente a sus ojos, vestía una ropa rasgada, negra y sucia. Afortunadamente miraba acelerado hacía la calle, tal vez percibiendo que nadie más lo siguiera. Yoochun entonces, encontró la oportunidad de huir sin que aquel sujeto lo determinara.
Pero sus piernas le fallaron y cuando el hombre comenzó a cerrar la puerta, Yoochun temió por su vida. Una mano saliendo de la nada lo agarró por la chaqueta y lo empujó con fuerza al pequeño cuarto de espacio reducido.
Su cuerpo cayó, sentado y arrimado contra la pared mientras la puerta se cerraba frente a sus ojos, lo extraño era que nadie la estaba cerrando y esta se movía por sí sola. Yoochun ni siquiera tuvo el valor para cuestionar aquello.
Lo único que le importaba es que aquel sujeto se marchara cuanto antes.
—¡Mis maletas!
Su voz salió algo baja, pero aún preocupantemente audible. Una mano fría se posó sobre sus labios. Yoochun abrió los ojos en demasía cuando frente a él, sin preludio apareció un muchacho de cabellos negros cortos. Y un rostro algo juvenil.
—Shh… Guarda silencio, o se percatara que estás aquí.
No pudo moverse, siquiera asentir cuando el muchacho miró hacía la puerta cerrada, como si pudiera ver a través de ella, pero seguramente lo que hacía era guiarse por el sonido de los pasos de aquel hombre.
El chico vestía una pijama graciosa, visiblemente era un muchacho de unos diecisiete años. Y en el lado izquierdo de su camisa, en aquel gracioso bolsillo, tenía inscrito con una letra hermosa y envidiable un particular nombre: “Changmin”
De poder, hubiera sonreído, pero aquel tacto tan frío le preocupaba. Ese niño podría estar enfermo o con algo parecido a la hipotermia. Apenas salieran de ahí le daría las gracias, y por supuesto, lo llevaría al hospital más cercano.
Sin embargo su corazón latió violentamente en el momento en que miró hacía el suelo y no divisó los pies del muchacho, en realidad. Quien suponía se llamaba ‘Changmin’ tenía las piernas un poco recogidas, apenas dobladas.
No estaba sostenido, él… Sencillamente ¡Flotaba!
Su respiración se volvió irregular. Probablemente incluso la presión arterial en su cuerpo bajó bruscamente y perdió el color habitual en su piel. Por que el muchacho joven que lo había salvado lo miró preocupado. Acertando su atención en él.
—¡Oye! ¿Estás bien? ¿Qué te pasa?
Su mano temblorosa señaló hacía el suelo. Con sus ojos tan abiertos y el miedo bullendo con fuerza en su interior, lo hizo. Changmin miró hacía el suelo y de inmediato bajó las piernas, como si con eso pudiera ocultar el hecho evidente de que hace un rato ¡Flotaba!
Y aquello solo logró asustar más a Yoochun.
—¡Maldición! No debiste percatarte de lo que soy…
Tuvo muchos malos presentimientos recorriendo por su mente. No se vio capaz de tocar aquella mano que tapaba su boca y a cambio solo se mostró más cauteloso con aquel que ahora le sonreía como si hubiera cometido un error.
—Yo vivía aquí hace muchos años, ¿sabes?… Bueno, aún sigo viviendo aquí… Aunque vivir no creo que sea la palabra más adecuada para usar en estos casos… Mmh… ¿Tengo que explicarte exactamente lo que soy?
Sinceramente, Yoochun no tuvo oportunidad para objetar algo. Tal vez fue el miedo, la impresión. Encontrarse dos veces en situaciones que lo superaban. Pero su cerebro parecía haberlo dejado a solas y en respuesta él solo se rindió.
Perdiendo la consciencia sin pretenderlo. En aquel pequeño espacio reducido con un muchacho llamado ‘Changmin’ que no estaba muy seguro de que era.
WOW... ME ENCANTO JIJI UN CHANGMIN DE FANTASMITA ^^ JIIJIJI YA VEREMOS K MAS PASA... CUAL SERA LA HITORIA DE CHANGMIN PARA PERMANECER EN ESA CASA MMM.. ME INTRIGA IJIJIJIJ...
ResponderEliminarTE ESTA KEDANDO GENIAL AHORA A ESPERAR LA CONTI... GRACIAS ^^
waoooo un fantasma ..me huelo drama ..pero como soy masoca y amo el yoomin seguire leyendolo me encanto ..nos leemos
ResponderEliminarMAS QUIERO MAS
ResponderEliminarweno, weno weno, que + puedo decie, me intriga este fantasmita,+
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