Looking For A Way Out
El cielo taciturno baña con una esplendorosa lluvia a la tierra que la recibe cortésmente. Esa cortina de cristal danza al son de
los rayos con el poderoso viento que mece constantemente a los árboles, quienes son despojados de una parte de su ser en ese momento.
Bajo esta balada interminable, una solitaria silueta se divisa entre la penumbra. Su paso lento y constante le da una sintonía perfecta con el ambiente. Más a su pesar, debió acelerarlo debido al capricho del cielo al derramar aún más aquel líquido celeste.
En su semblante manifiesta una intensa tristeza unida a un vacío sin igual, un vacío en su corazón que ha permanecido inmutable durante mucho tiempo. Sus ojos se pierden en el infinito inquebrantable, como si hubieran perdido su brillo.
Su paso acelerado hace que se agite constantemente, dándole punzadas en el estómago. Su trayecto no lleva a destino alguno, su andar es a la deriva, sin mediciones.
Luego de tantos minutos bajo la incesante lluvia, se repara en el tejado de una enorme casa. Solo se queda allí, inmóvil, esperando algo quizás.
El tiempo pasa y aún permanece en aquel lugar, con el rostro oculto en la oscuridad. De su bolsillo saca un móvil tratando de que no se moje con la aún persistente lluvia.
-…Young Jae… Llegaré tarde a casa, por favor encárgate de la comida ¿si?... No, estoy bien…. Sí, seguro…. Nos vemos…
Con poco esfuerzo, controló perfectamente su voz para que su tristeza pasara desapercibida, para que esa persona no lo notara. En su interior ocultaba algo que no quería que nadie supiera.
Ya era más de una hora que permanecía en ese lugar, inerte bajo el amparo de aquel tejado. Finalmente decide abandonarlo, pero antes de hacerlo le dedica una sutil mirada a ese sitio que lo reconfortó.
Su rostro empalideció súbitamente, aún más de lo que ya estaba. Su mirada se noto socavada por aquel paraje al cual había llegado por obra del destino…
-“…Esto…es imposible…”- se repetía constantemente ante aquella escena. No entendía cómo había llegado a ese sitio sin pensarlo.
Ese lugar… Ese era el lugar donde alguna vez ha estado, en el que alguna vez fue feliz… Recuerdos y memorias de esa vida corrompen ahora a su azotado corazón, que culminan el acto derramando lágrimas de dolor y melancolía.
¿Quién es realmente esa persona?...
¿Qué fue lo que le sucedió?...
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Flashback
Una fría tarde de invierno, las calles de la ciudad de Seúl están completamente vacías. Esta era una de las estaciones menos estimadas por las personas, quienes conseguían evitar el hecho de salir para no tener que soportar aquellas temperaturas realmente heladas.
A la distancia se divisa una persona caminando a paso torpe, como si su cuerpo fuera demasiado pesado para mantenerlo en pie. Su ropa parece arrancada brutalmente como si la hubieran atacado animales salvajes, presentando además una serie de heridas poco profundas pero que se hallaban en todo el cuerpo.
Su andar poco a poco se va desvaneciendo junto con su rostro gélido que soportaba las altas temperaturas del invierno con no más que una chaqueta rasgada por todos lados y un jean en igual estado.
Al tiempo dejó de caminar. Se poso bruscamente en la pared más cercana buscando sostén a su cuerpo maltrecho… Su estado era realmente deplorable. Además de presentar heridas múltiples, tenía una respiración corta y ronca, producto de las altas temperaturas, por lo que corría el riesgo de contraer pulmonía, o peor aún, de sufrir hipotermia.
Su rostro cada vez más se empalidecía con el correr del tiempo, hasta que comenzó a nevar y los copos le caían encima sin misericordia prolongando su dolor por mucho más tiempo…
Ya sus fuerzas habían abandonado a aquel fatigado cuerpo, cuando comenzó a escuchar entre sus inconstantes jadeos, el sonido de una canción.
-“…Hajimete deatta sono hi kara
Kimi wo shitteita ki ga shittanda
Amari ni shizen ni tokekonde shimatta futari...”
“…Desde el día que te conocí
Sentí como si ya te conociera
Nos acercamos al otro con tanta suavidad…”
La melodiosa voz que surgía desde la nada apaciguó poco a poco el dolor que azotaba a su cuerpo. Los copos de nieve parecían danzar al compás de aquel rumor que resonaba armoniosamente en el vacío de la tarde.
Sus ojos fueron a reparar a una silueta que poco a poco se acercaba, sin dejar de cantar. Intentaba agudizar su vista para responder a su curiosidad sobre quién era esa persona, pero sus pesados párpados y el dolor inquebrantable de su cabeza se lo impedía.
Con cada parpadeo que daba, esa persona se acercaba aún más, y su canto se escuchaba tan cerca que parecía un susurro del
viento a su oído.
-“… Doushite kimi wo suki ni natte shimattan darou
Donna ni toki ga nagarete mo kimi wa zutto
Koko ni iru to omotteta noni…”
“… ¿Por qué terminé por enamorarme de ti?
No importa el tiempo que haya pasado
Sigo pensando que estabas aquí…”
Al momento en que tuvo a esa persona al alcance de su vista, por un momento vio que aquel joven estaba rodeado por un aura celeste que resaltaba la blancura de su piel que parecía que el clima respetaba o cedía amablemente ante tanta belleza…Simplemente quedó anonadada ante ese ser que parecía irreal ante la escena que estaba protagonizando…
…El tan solo sonrió ante la confusa mirada del presente, y sin más pronunció unas simples palabras que en su boca sonaron como un canto celestial…
- …Annyeong-haseyo… - culminó su frase con una tierna sonrisa que confortó completamente el dolor de esa persona.
…Ésta, aún atónita a los ojos de ese joven, sintió una punzada en su pecho que la dejó sin aire y provocó que su cuerpo recayera sobre el del joven.
-… No te preocupes, yo te cuidaré…- diciendo esto último, llevó una de sus manos a su cabeza para que sintiera confianza y no se asustara.
Simplemente dejó reconfortarse… Sus ojos entreabiertos no paraban de admirar a ese ser que apareció en su vida para salvarla de la oscuridad eterna en la que estaba inmersa…
De pronto comenzó a sentirse muy cansada, sus ojos sencillamente cayeron vencidos por éste, sin antes echar un último vistazo a “esa” persona que permanecía a su lado…
- “…Debe… ser un ángel…” – su cuerpo cayo rendido por la fatiga, y perdió la consciencia completamente.
El joven permaneció un momento sin hacer nada, solo observaba a esa persona hallada en tan deplorable estado. Sonrió nuevamente a la nada y asió con sus fuertes brazos la desvalida alma que pedía a gritos ayuda, y comenzó a caminar por la misma dirección por la que había llegado.
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La noche se hace presente de una forma majestuosa. Las estrellas resplandecientes acompañaban al azul profundo de esa noche cuya temperatura disminuyó considerablemente a comparación de la tarde.
En una cama sutil pero de un hermoso color blanco, se encontraba aquella persona que fue salvada por el joven a quien pertenecía la casa. Éste le había curado las heridas y la había vendado, apaciguando poco a poco el dolor.
El joven se encontraba sentado en un sillón mirando por una ventana el infinito de la noche, soñando quizás, pensando en algo.
Su sonrisa nuevamente se hizo presente en la soledad de su vigilia. Su rostro se encendía con cada sonrisa que propinaba, sus ojos expresaban profundos sentimientos ocultos en lo profundo de su corazón. En verdad era alguien majestuoso, su sola presencia le daba al lugar una armonía maravillosa, y aún más, su cantar en ese silencioso paraje hacía del lugar una hermosa utopía.
“…Soredemo kimi ga boku no soba hanareteite mo
Eien ni kimi ga shiawase de iru koto
Tada negatteru
Tatoe sore ga donna ni sabishikute mo…”
“…De todos modos, incluso si no estoy cerca de ti
Rezo para que tú
Seas feliz para siempre
No importa lo solo que me haga eso…”
Su rostro resplandecía aún más mientras cantaba, como si de la vida se tratara. Lo hacía con tanto sentimiento, con tanto esfuerzo que hasta se emocionaba con la letra sin darse cuenta.
Miró hacia donde estaba el dormitorio para ver si su huésped había despertado, pero aún permanecía en un profundo sueño.
-… ¿Qué fue lo que te sucedió?... Alguien como tú no debería pasar por esas circunstancias… - su rostro se tornó preocupado ya que temía por esa persona, puesto que no todos los días se encuentra a alguien con ese estado.
Volvió su vista a la ventana y fue cautivado nuevamente por la noche. En sus ojos se reflejaba ese brillo característico de las estrellas que lo reconfortaban completamente.
Al otro lado de la casa, un somnoliento cuerpo se levanta de la cama percatándose del lugar en donde está y que sus heridas habían sido sanadas. Su cabeza aún le da vueltas por el fuerte dolor que sufrió anteriormente, escuchando vagamente el rumor de una canción. Al percibir ese sonido se dio cuenta que era aquella persona que había encontrado antes de desmayarse.
-…Entonces…esto no es un sueño….Esa persona es real… - su rostro aún demostraba la sorpresa de encontrar a un sujeto así, siendo que en su vida lo único que conoció fueron escorias de la vida.
Con un poco de cuidado de no abrir las heridas recién curadas, se dirigió hacia el lugar donde estaba aquella persona, guiándose por su voz.
Al llegar a una gran sala, encontró a quien buscaba sentado en un hermoso sillón al lado de una gran ventana, observando al infinito y cantando bellas melodías que, sin percatarse, eran escuchadas por la persona que se cruzó por su vida por accidente.
“…Miduhyo chonnune banhandanun marur miduhyo
Gudaeyegen anirago marhaejiman…”
El joven dejó de cantar al advertir que su huésped había despertado y se situaba detrás de él, escuchándolo cantar. Sin embargo sólo hizo una pausa como si fuera a tomar aire, cosa que disimuló un poco su estado nervioso al estar esa persona presente. De esa forma, tampoco ésta se percató de que él se había dado cuenta de su presencia.
“…Narur gyongsorhage baraburggabwa gamchwowassur bbunijyo…”
El espectador quedó completamente inmerso en esa armoniosa escena. Sus oídos captaban cada nota que propinaba aquel sujeto. Simplemente era hermoso, esa voz era lo más hermoso que había escuchado en su vida. Mientras él cantaba, se sentó en el reparo de la pared sin apartar su vista del solista, como si estuviera en un concierto único.
Los minutos pasaron y la canción terminó de una forma muy dulce. El joven volteó a ver a su huésped, quien quedó perplejo al verlo nuevamente regalándole una formidable sonrisa. Éste solamente le dedicó unos segundos y nuevamente miró esa entrada a un universo irreal que lo cautivaba por completo.
- ¿Estas mejor? - su voz apaciguó al silencio que cedió completamente ante él.
- … Eh…Si…Gracias… - el nerviosismo se hacía presente. Su corazón latía muy fuerte, dificultando un poco su respiración por las
punzadas que le daban las heridas.
-…Me alegro…- nuevamente sonrió dándose cuenta de su nerviosismo.
Ambos permanecían inamovibles en sus lugares. Un silencio incomodo reinó por unos instantes. En verdad era un momento algo extraño, ya que ninguno de los dos se decidía a hablar, uno a preguntar lo sucedido y el otro a dar explicaciones.
-…Mi nombre es Kim Junsu. Es un gusto conocerte, aún en estas circunstancias – al decir esto se levantó del sillón y caminó hacia el lugar donde estaba su invitado - …Quiero decirte que no hace falta que me expliques lo que te ha sucedido, no es necesario. Yo solamente hice lo correcto, no podía dejarte sola en esas condiciones. Así que no estás obligada a contarme, ¿si? – aún hablando seriamente, nunca se borraba de su rostro esa hermosa sonrisa que seguía dejando perpleja a su huésped, quien, en esos momentos, estaba experimentando los más variados sentimientos que nunca antes había conocido.
El joven estiró su mano derecha y en ella tenía ropa que seguramente le serviría a ella, ya que la suya estaba completamente
destrozada.
- …Creo que esto te servirá. No cambié tu ropa porque….bueno, ya sabes por qué… - un pequeño rubor surcó sus mejillas mientras soltaba una pequeña risa.
Un poco avergonzada, aceptó la ropa y le agradeció nuevamente.
- …Mi nombre es Nako… - pronunció estas palabras antes de irse al dormitorio a cambiarse, lo que alegró al joven, ya al menos sabía un poco de esta misteriosa joven.
En su mente vagaban extraños pensamientos. Lo que había vivido, la causa de su estado físico, su encuentro repentino con ese joven. Nada de lo que estaba pasando le parecía real, solo creía que estaba inmersa en un profundo sueño.
Al terminar se dirigió hacia donde estaba el joven y muy agradecida estrechó su mano.
- ..Agradezco todo lo que has hecho por mí, en verdad. Pero ya es hora de que me marche… - aunque sus palabras eran muy convincentes, sus sentimientos en realidad demostraban otra cosa.
El rostro del joven por un momento perdió la luz que hacía brillar a sus hermosos ojos. En verdad quería ayudarla, no quería dejarla en ese estado a la deriva. Aún no tenía nada concreto sobre esa persona, pero aún así había decidido no preguntarle nada más y dejarla partir si ese era su deseo.
-…Está bien, seguramente allí afuera habrá alguien que te estará buscando desesperado….Será mejor que regreses rápido a tu hogar… - frases toscas salieron de su boca intentando decir algo coherente y que ayude a esa joven, sin embargo su estado anímico por su pronta partida se lo impedía.
La joven no hizo más que caminar hacía la puerta de salida y permanecer unos segundos allí.
Repentinamente sintió la necesidad de voltear a verlo, a ver esa hermosa sonrisa que la había cautivado desde el primer instante. Su mente le reprimía esa acción, mientras que su corazón pedía a gritos que se volteara al menos un solo segundo.
- …”¿Qué es esto?....¿Por qué estoy así?...Debo irme…pero… ¿Por qué no puedo?... “– su perplejidad no pasó desapercibida por el joven, quien se quedó detrás suyo esperando alguna respuesta de su parte.
La batalla entre la conciencia y los sentimientos duró poco tiempo ya que finalmente decidió a partir sin una despedida. No podía permitirse sentir algo por aquella persona que recién acababa de conocer.
Tomó el picaporte de la puerta y sin darse vuelta le agradeció nuevamente toda su hospitalidad y se retiró de aquel lugar que había sido su albergue por poco tiempo.
El joven Junsu permaneció parado enfrente de la puerta entreabierta observando su partida. Su corazón se aceleraba con cada paso que propinaba la joven. Por su mente pasaban las vagas ideas de detenerla y hospedarla por más tiempo, curarla completamente, preguntarle tantas cosas, sobre su identidad, la causa de su estado… Tantas cosas quería hacer, sin embargo el agolpamiento de esos pensamientos, y el nacimiento de profundos sentimientos en él, impidieron acometer algún acto pensado. Solo se limitó a observarla y a rezar por su bienestar.
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o más bien... deja tus pensamientos pervertidos grabados en esta entrada XD