Changmin mentiría si dijese que nunca se había imaginado esta situación antes. Mil y unas posibilidades se le habían pasado por la cabeza, todas ellas en distintos escenarios, en distintas circunstancias, con distintas reacciones. En una playa paradisíaca, en un cuarto de hotel, en el baño de un camarín, en la parte de atrás de una van y hasta en la sagrada cocina de su madre.
Y claro, también en aquel sillón en el cual se encontraba en estos momentos.
Pero la verdad a Changmin no le importaba el lugar en donde estaba en estos momentos. No cuando la lengua de Jaejoong se sentía como terciopelo contra la suya, y por un momento se preguntó por cuantas otras bocas había pasado aquel talentoso y húmedo músculo. Pero tampoco eso importaba. Porque sentía como se le iba la respiración, sentía como su cuerpo se sentía como lava ardiendo, y las manos de Jaejoong recorrían toda la extensión de su espalda con una lentitud que lo hacía temblar y jadear y querer más, mucho más. Quererlo todo.
Recordaba que una de las posibilidades, una de sus favoritas, había sido una en la cual el mayor lo acorralaba en un camarín, ambos sudados y cansados luego de una larga tarde de ensayo, y Jaejoong lo besaba con pasión, casi con furia. Y él, él lo rechazaba. Lo alejaba de él con la misma intensidad, como si nunca lo hubiese deseado, y salía de allí dejando a Jaejoong con el mismo sentimiento de vacío que él sintió por tanto tiempo, al ver que el mayor ya no estaba interesado en él. Al sentirse abandonado. Un juguete en desuso.
Que sufriera el desagraciado.
Había sido reconfortante imaginarlo, sobre todo después de una agotadora jornada en la cual Jaejoong no había parado de coquetear con Yunho. Sí, aquella fantasía había impedido que su orgullo se despedazara. Aunque sólo fuese una ilusión.
Pero en el aquí y en el ahora, en aquel sillón, Dios sabrá a qué hora de la madrugada, lo único que quería hacer era seguir besando esos labios perfectos, seguir sintiendo sus lenguas danzar al ritmo de sus corazones acelerados, seguir siendo acariciado por esas manos, seguir escuchando el roce de sus ropas y los sonidos ahogados, y sentir el calor, la desesperación de sus cuerpos, la fricción…
-Jae…- Gimió acalorado, al sentir una mano deslizándose por la parte interior de su muslo, y el sonido le pareció indecente, como si estuviese poseído por el espíritu de la más fácil de las prostitutas de la faz de la tierra, la más voraz, y sorprendentemente, aquel sentimiento no lo apenaba. De hecho, al sentir esos dedos acercándose a su miembro palpitante, encarcelado por sus pantalones de pijama, lo único que atinó a hacer fue abrir más sus piernas, y acercar sus caderas aún más hacia el otro, hasta que al fin, pudo sentirlo.
Victoria, pensó, a la vez que embestía su pelvis contra la del mayor, sintiendo su erección contra la suya, y sabía que no era lo correcto, sabía que en vez de estar comportándose como un animal en celo debería estar conversando con Jaejoong, preguntándole por qué lo había besado, si él también lo amaba, pero el sonido extasiado que salió de aquella boca lo volvió loco, y derritió para siempre todas sus neuronas, todo su recatado y calculador ser.
-Dios mío, Jae…- jadeó, su espalda arqueándose y su cabeza yéndose hacia atrás, al sentir una mano ardiente como fuego irrumpir con temblorosa rapidez en su zona privada, mientras la otra lo atraía más hacia el cuerpo en frente suyo, empujándolo desde donde moría su espalda y comenzaba su trasero. Tal vez iban demasiado rápido, tal vez debería estar deteniendo a Jaejoong, pero tal vez… tal vez debería dejar de pensar estupideces y sólo sentir.
-Oh mierda… Ch-Changmin…- gimió Jaejoong cuando Changmin decidió que el cuello del mayor se veía demasiado tentador como para ignorarlo, clavando sus dientes sobre él, para luego lamer y succionar y Changmin pensó que todo eso era tan cliché, eso de marcar a tu pareja en el cuello, de dejar tu huella de manera tan indecente… Pero qué mierda, había esperado demasiado para todo esto. Las preguntas se podrían hacer más tarde. Lo que importaba ahora es que Jaejoong siguiera haciendo lo que fuese que hacía para hacerle sentir que la piel se le incendiaba bajo su boca y sus manos. Y, de todos modos, no podría preguntar nada ahora, no cuando la mano que antes acariciaba su erección ahora la agarraba con fuerza, moviéndose de arriba hacia abajo rápidamente, y ohhh Dios, Dios…
-S-Se siente tan bien…- Gimió en la oreja del mayor, y todo era tan intenso, todo tan frenético, y el sonido de su miembro abusado siendo maniobrado por Jaejoong lo ensordecía, alejándolo de la realidad.
Todo era tan luminoso, aún cuando estaban en la penumbra, y… ¿Eran lágrimas las que corrían por sus ojos?
-Qué importa…- se dijo para sí en voz alta, saboreando la sal de sus propias lágrimas, mientras apoyaba su mejilla en la de Jaejoong, convencido de que las lágrimas eran debido a la intensidad, debido a lo desconocida y aterradora que le resultaba esta felicidad de estar así, con Jaejoong, con quien había amado y admirado por tanto tiempo.
-Mierda…- Maldijo Jaejoong de pronto, su voz un hilo tembloroso, a la vez que su mano se detenía por completo, soltando su dura erección casi como si esta lo hubiese electrocutado - MierdamierdamierdaMIERDA
Al segundo siguiente, Changmin se encontró a sí mismo tumbado en el suelo, mientras Jaejoong salía corriendo de allí como alma que lleva el diablo. Un portazo, y luego silencio.
…
-…¿Huh?- Changmin escuchó su propia voz retumbando en el silencio del living, y la soledad que lo inundó lo dejó petrificado.
¿Qué había sucedido?
¿QUÉ DIABLOS ERA ESTO?
¿Por qué de estar sentado en el regazo de Jaejoong había pasado a quedar desparramado en el suelo, pantalones en las rodillas, y un miembro aún erecto al aire?
Jamás en su vida había sentido Changmin un vacío y una confusión tan abrumadora como la que ahora sentía. Jamás.
¿QUÉ LE SUCEDE A ESE HIJO DE uta? Gritó para su interior, y quería gritarlo al tope de sus pulmones también, pero había más gente durmiendo al otro lado de paredes demasiado finas, y no quería hacer de su humillación un espectáculo para los demás. Pero enserio, ¿Qué demonios le sucedía a Jaejoong? ¿Cómo…? ¿Cómo se atrevía a hacerle eso? ¿¡CÓMO!?
¿Había hecho él algo mal acaso? ¿O había recordado de pronto Jaejoong de que no podía usar a Changmin, por más que este se le ofreciera en bandeja?
Porque sí, Changmin se había entregado a sí mismo a merced de la voluntad de Jaejoong. Que él hiciera lo que quisiera con su cuerpo. No importaba.
Lo deseaba.
Lo necesitaba.
Y Jaejoong lo sabía. Como sabía que él lo había estado amando en secreto ya por mucho tiempo. Lo sabía, y se había reído para sus adentros, se había reído de su amor y de su entrega y de su incredulidad, tomándolo en sus manos insaciables solo por el placer de hacerlo…
Nada hecho con un trasfondo. Nada hecho por amor.
Sí, eso debe haber sido. Changmin no encontraba otra explicación a lo sucedido.
Pero ¿Qué fue lo que hizo que se detuviera? ¿Recordó de pronto Jaejoong que era heterosexual? ¡JA! ¡POR FAVOR! La sola idea lo hacía reír. Heterosexual tus pelotas, Jaejoong.
Pero entonces, ¿Qué había sido? Fue acaso un súbito golpe por parte de su conciencia? ¿Recordó de pronto que tomar a Changmin así sin amarlo le iba a romper el corazón?
-Demasiado tarde, ya lo hiciste…- susurró al vacío, cerrando sus ojos con fuerza y mordiéndose el labio con rabia, al tiempo que jalaba sus pantalones hacia arriba, devolviéndolos a sus caderas, cubriendo su erección abandonada. -Maldito seas, Kim Jaejoong…- agregó, incorporándose, mientras apretaba los puños y se dirigía hacia el baño, sintiendo como una incontenible rabia lo inundaba. Shim Changmin no iba a dejar que nadie, NADIE, lo pasara a llevar de esta forma.
¿Qué creía él? Que ser el ser más hermoso que Changmin haya conocido le daba el derecho a jugar con él? ¿A usarlo?
¿Eso creía? Pues él no toleraría nada de eso. Sacaría a Jaejoong a patadas del baño si era necesario (el muy cobarde seguía encerrado allí, porque aún no había escuchado la puerta del baño volver a abrirse), y le enseñaría quién era en realidad Shim Changmin.
Con Shim Changmin no se juega, señores.
Necesitaba respuestas. Y obtendría las respuestas que necesitaba ahora. Aunque la verdad lo dejara devastado y sin esperanzas. La verdad, y sólo la verdad, era lo que necesitaba en estos momentos.
¿Lo había usado, impulsado por un arrebato de lujuria frente a una presa fácil? Perfecto. Si esa era la verdad, quería escucharla. Y así matar todas sus ilusiones de una y poder odiar por fin al estúpido que le robó el corazón.
Así que caminó hacia la puerta del baño, e iba él a tocar la puerta (derrumbarla si era necesario), cuando lo escuchó…
-Ch-changmin…- un sollozo ahogado llegó hasta sus oídos, al tiempo que el inequívoco sonido de un hombre tocándose a sí mismo. Él mejor que nadie podría identificarlo. ¿Qué… Qué era esto?
Sin darse cuenta, sus piernas habían cedido, y se encontraba de espaldas a la pared que lo separaba de Jaejoong, sus oídos retumbando con el sonido de la fricción, de la respiración agitada y la voz ahogada del mayor, escuchándolo mil veces amplificado en su cerebro. Y aunque Changmin no se consideraba de esas personas que sucumben fácil ante un problema, de esas que se dejan dominar por la situación, en estos momentos no tenía idea sobre qué podía hacer, decir o pensar. Ni siquiera estaba seguro de si podía respirar. Y a pesar de que su miembro abandonado había comenzado a ablandarse de nuevo, de pronto este comenzó a revivir, al parecer la confusión que inundaba su cabeza no afectando a su miembro, pero no, Changmin se negaba rotundamente a tocarse, no allí, no por esto, no después de todo lo que había sucedido.
-Changmin, Changmin, Oh Dios, Changmin…- Los sollozos desesperados de Jaejoong seguían llamándolo, y su estúpido, estúpido miembro respondía, pero Changmin no sucumbiría, no. Lo único que quería era estar lejos, a miles de kilómetros de aquella voz. Así y todo, no podía hacer que sus piernas lograran moverse, y lo sacaran lejos de allí. Le gustaría poder levantarse, cambiarse de ropa y salir de aquel departamento. Irse a su casa, tal vez, o al menos a un motel. Le gustaría, pero no podía. Porque eran, según su reloj, las 4:37 a.m., y porque mañana tenían ensayo a primera hora, y también porque de seguro los otros miembros del grupo lo colgarían del pescuezo si salía a esta hora. Y luego sus padres lo colgarían también, porque oh sí, porque ellos les dirían, los muy traidores, y de todos modos, lo único que sus piernas podían hacer ahora era moverse contra su miembro despierto, tratando de crear algún roce, algo, cualquier cosa, que hiciera acabar por fin su agonía.
-Qué haz hecho con mi vida, Jae…- Susurró sin esperar respuesta, mientras apretaba bien los ojos, sintiendo el jadeo, los gemido, el cese de aquellos movimientos, y trató de no imaginarlo contra la fría baldosa del baño, cabello pegado a su frente debido al sudor, labios entreabiertos y mirada perdida, la sensación post-orgasmo dejándolo hecho un peso muerto…
-Te odio…- y por segunda vez en la noche, las lágrimas rodaron por sus mejillas, ahora por razones muy distintas, y Changmin quería reír, reír a carcajadas por la ironía de la situación, pero en vez de eso, y por algún milagro que no podría explicar, se secó las lágrimas con el dorso de su mano y sus piernas al final lograron mantenerlo en pie. En silencio se alejó de aquel lugar (no quería por ningún motivo que nadie, sobre todo Jaejoong, supiera que él había escuchado todo aquello a través de la pared), y se dirigió de nuevo a su cama. Caminó con lentitud, sin mirar a nadie, como si con solo mirarlos fuesen a despertar, pero notó que la cama de Junsu estaba vacía, y no puedo evitar sentir un poco de celos, sabiendo que de seguro hoy Junsu y Yoochun dormían juntos, calentitos y felices e ignorantes de su desdicha.
Pero no era su culpa.
El culpable era otro.
Ese otro al que, aún estando acostado, siguió esperando a que saliera del baño. No sabía por qué lo esperaba, en todo caso. Ya no tenía la fuerza para enfrentarlo. Había demasiado por analizar, demasiado por entender. Porque había sido Jaejoong quien lo había besado, quién había incluso ido más allá, tocándolo como nadie nunca jamás lo había tocado.
Y él había estado feliz, feliz como nadie en el mundo, de que fuese Jaejoong el primero en hacerlo. Jaejoong, el ser más hermoso que conocía, lo había deseado a él, lo había tocado a él, Shim Changmin. Él, que no era nada especial en ningún aspecto.
Pero fue aquella misma persona la que lo lanzó lejos, dejándolo hecho una pila de confusión y hormonas alteradas.
Y fue Jaejoong el que sollozaba su nombre en secreto entre aquellas cuatro paredes.
¿Qué sucedía entonces?
Quería verlo, sólo por verlo. Sólo por si sus miradas se encontraban y sus ojos, aún en la oscuridad, le revelaban todas las respuestas que buscaba. Pero se quedó esperando en vano, porque de pronto la ducha comenzó a sonar, y el agua corrió, corrió y corrió y los párpados de Changmin se sentían pesados como el plomo, su cuerpo pasándole la cuenta de todo lo acontecido en una sola noche, y en menos tiempo del que esperaba, ya estaba dormido, ignorante de que al otro lado de la habitación, dos pares de ojos lo observaban con aprehensión.
-¿Qué crees que sucederá ahora, Chunnie?- Susurró Junsu, aferrado al cuerpo de su novio, el miedo evidente en cada una de sus palabras
-…No tengo la menor idea, Junsu…-
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Que buen fic crjo!
ResponderEliminarUna joya entre tantas...quiero que ni termine:c