Dream or Reality
Los días pasaron sin ninguna novedad. Las heridas que alguna vez por poco fueron mortales, sanaron casi completamente. La joven se encontraba profundamente dormida en su supuesto hogar, algo muy pequeño pero acogedor, en los suburbios de Seúl.
En esos días, por su mente no había dejado de tener presente a aquel ser que conoció hace poco tiempo, pero que parecía un suceso irreal, algo inalcanzable. Al mismo tiempo, en su corazón se agolpaban sentimientos furtivos que intranquilizaban constantemente su estado anímico.
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En un paraje extremadamente claro y silencioso, como si la armonía reinara indiscutiblemente, se encuentra la joven parada al lado de un enorme árbol de cerezo. Perpleja ante esa escena, se acerca a ese objeto y comienza a recorrerlo con sus manos, como si no
creyese en su realidad.
-… ¿Qué es este lugar?... ¿En dónde estoy?... – su mirada se maravillaba ante tanta belleza que estaba presenciando.
Estaba rodeada de una extensa pradera llena de flores pequeñas y muy variadas, con la presencia de un solo árbol, el árbol de cerezo.
Una fuerte brisa removió los pétalos de las flores de sakura y se esparcieron sobre el lugar, cayendo sobre el cuerpo de la joven que permanecía admirada ante ese bello hecho, cuando se formó un vacío frente a ella que parecía que los pétalos esquivaban en su
alternada caída. En esa interminable danza realmente espectacular, una silueta apareció rodeada de los restos de vida que
desprendía aquel árbol, una luz brillante lo cubrió y aún en su anonimato comenzó a interpretar una hermosa melodía:
“…Cada día
Cuando abro los ojos,
Siento que
Estoy tomando tu mano,
Estas tan lejos y no se
Como expresar este
Sentimiento escondido
En mi corazón…”
Las palabras de esa melodía socavaban en lo profundo de su corazón, como si realmente eso fuera lo que siente en esos momentos.
Una lágrima furtiva surca en su mejilla mientras observa extasiada aquella persona que apareció de la nada, recitando esas
palabras que resonaron en su alma.
La cortina de pétalos se dispersa conforme va terminando la canción, y finalmente el cuerpo de aquella persona va tomando forma, quedando al alcance de la mirada indagadora de la presente.
Sus ojos comenzaron la búsqueda de su identidad directamente desde su rostro, el cual permanecía cabizbajo, lo que impedía que
lo reconociera. Hasta que con un movimiento sutil alzó su deslumbrante mirada, y sonrió.
-… No te preocupes, yo te cuidaré…
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La joven se despertó sobresaltada, percatándose de que todo lo que había visto era sólo un sueño, sin embargo, por más absurdo que sonara, podía percibir fervientemente el roce sutil de su mano en la suya.
Sin hacerle mucho caso a aquel extraño sueño, se levantó de la cama, vistiéndose adecuadamente, y se dispuso a dejar su casa al poco tiempo.
Caminó hasta llegar al centro de Seúl. En su mente, muy a su pesar y sin poder controlando, aún vagaban recuerdos de aquella persona que había conocido. En su corazón, corrompido ahora por un sentimiento nunca antes experimentado por ella, surgía vehementemente el deseo de volver a verlo, sin embargo su razón y su fuerte temperamento le impedían seguir lo que le dictaba su corazón.
Mientras recorría las amplias y extensas calles, recordaba cómo era su vida antes de aquel suceso, cómo no podía escapar del
destino que le habían implementado, que ni siquiera era dueña de su propia vida. Por ese motivo había decidido abandonarlo todo, dejar todo atrás para comenzar una nueva vida, sin embargo uno nunca puede escapar de los fantasmas del pasado, aquellos que persiguen hasta el fin y no paran hasta acometer su castigo a aquellos que no siguen las reglas.
En uno de sus interminables pensamientos, se advirtió de la presencia de una persona, quien la estaba siguiendo. Aceleró un poco el paso para intentar perderla, pero su insistencia incitó a la joven a buscar refugio en un callejón, el cual conducía a diversos
conductos a la vez, que en su desembocadura llevaban a distintos puntos de la manzana.
Tomó uno de eso atajos, intentando perder a quien la estaba siguiendo, no obstante, aquella persona no estaba sola, sino que
contaba con la presencia de más sujetos, quienes se infiltraron en las entradas de ese callejón que se situaban alrededor de la manzana.
En una de las encrucijadas de ese laberinto, oyó el rumor intenso de una canción y unas pequeñas risas alegres a una distancia considerable. Invadida de la curiosidad, y olvidándose de sus perseguidores, se dirigió hacia donde se escuchaba ese jolgorio, encontrando un número reducido de niños que, a juzgar por sus ropajes, habían sido abandonados.
La canción sonaba muy alegre, aún así la letra era un tanto triste. Sin embargo, en los rostros de los niños se expresaba una alegría
tan inmensa que ni las maravillas del mundo podrían igualar. Era una hermosa escena con esos pequeños destellos de vida bailando al son de esa melodiosa sonata, cuyo intérprete estaba colocado de espalda a ella, por lo cual no podía verlo, no obstante en una frase de aquella letra, logró distinguir de quien se trataba. Éste volteó, advertido por uno de los niños y, como en sus sueños, le sonrió.
-…Nos encontramos nuevamente, ¿no es así?...
Decididamente, los lazos de vida de estas dos personas se estaban entretejiendo de una forma muy fuerte. El destino le estaba jugando en su favor a la joven, la cual por su pasado no le pertenecía.
Junsu no paraba de mantener esa hermosa sonrisa. Su rostro se había iluminado al volver a verla, al encontrarla nuevamente como tanto lo había deseado. Su corazón se agolpaba en su pecho, sus sentimientos hacia ella se hacían cada vez más fuertes, aún
con el consentimiento de que casi no la conocía.
Uno de los niños le pidió al absorto Junsu que siguiera cantando para ellos, a lo cual no rehusó ante la mirada suplicante de los
pequeños. De modo que, ante sus acompañantes y la recién llegada, prosiguió con su tarea.
“…Jinagabeorin eorin shijeoren
Pungseoneul tago naraganeun yeppeun kkumdo kku-eotjji
noran pungseoni haneureul nalmyeon
Nae ma-eumedo areumda-un gi-eoktteuri saenggangna…”
”…Durante mi niñez pasada,
tuve un sueño hermoso sobre un globo en pleno cielo.
Si, un globo amarillo vuela en el cielo,
mi corazón recuerda esos hermosos recuerdos….”
Ante la mirada ensimismada de la joven, Junsu seguía cantando plácidamente. Aún no comprendía como era que lo había
encontrado por segunda vez, era algo estadísticamente imposible en lo referente a la inmensidad de la ciudad de Seúl.
“…Así la distancia sea tan larga, como al otro lado del mundo
inesperadamente tuvo que pasar, conocernos uno a el otro…”
La canción cambió completamente a algo más armónico, con lo cual respondió, con debida precisión, los interrogantes de la joven.
Ambos permanecieron inmutados frente al otro, como si todo lo que estuviera pasando fuera de lo más extraño en sus vidas,
cuando una pequeña alerta por parte de un niño, les informaba que los perseguidores de la joven la habían encontrado finalmente.
Se contaban varios hombres robustos, vestidos de negro y listos para atacar sin titubear. Entre ellos, un hombre vestido de traje elegante sobresalía en el centro, mirando atentamente la escena, mientras que la joven no apartaba su vista de ellos, manteniéndola
desafiante en todo momento, y los niños se refugiaban en el regazo de un Junsu completamente desconcertado.
-… ¿En qué podemos ayudarles?... – la voz del joven sonó cortésmente, intentando no agredir verbalmente a esos sujetos que
demostraban agresividad.
Quería saber la razón por la que estos sujetos estaban delante de ellos en una forma amenazante.
-…” ¿Acaso están aquí por ella?...” – sus pensamientos se agolpaban en su mente mientras intentaba calmar a los niños que estaban
muy asustados.
-… ¡Oye tú, niño bonito!... No te metas en esto…. Es un asunto privado entre esa chica y nosotros… ¿Entiendes? – la voz ronca y
provocadora de uno de los hombres resonó en el callejón, siendo callada por un ademán de mano del sujeto vestido de traje.
Éste caminó unos pasos en dirección a la joven y se detuvo a unos metros de ella, sin hablar, sin hacer nada, solo se dispuso a mirarla atentamente.
-… Nako, ¿qué…
- ¡No te metas!... – la voz de la joven, llena de lo que podría ser odio, acalló a un agobiado junsu que estaba completamente
perplejo ante este suceso del cual no entendía nada.
Uno de los niños comenzó a llorar, consternado ante lo que acontecía, aún así sin saber nada, pero en verdad le aterraba el rostro
de esos sujetos.
-… Nako, ¿por qué haces esto eh? ¿Acaso quieres seguir sufriendo?... Sabes que no me gusta castigarte, pero si no obedeces lo que
te digo, no me queda ninguna alternativa… - el hombre vestido de traje mostraba un inalterable rostro, hablando con total seriedad a la joven, la cual conservaba en sus ojos una mirada desafiante que alteraba a los demás sujetos que la seguían.
- No me molestes más. Ya te he dicho que no quiero ser más uno de tus perros como esos inútiles que tienes a tu lado. No voy a
seguir más tus estúpidas órdenes, así que será mejor que no me molestes más o…
- ¡¿O qué?!... ¿Acaso piensas ponerte en nuestra contra? ¿Piensas enfrentarnos?... Será mejor que pienses antes de hablar niñita,
sabes muy bien que con nosotros no se juega… - uno de los hombres a su costado le habló en tono sarcástico y se acercó a ella, golpeándole con un dedo su frente, para así enfadarla.
En el rostro de la joven se notaba una profunda furia. Su pasado se relacionaba directamente con estas personas, pero por alguna razón ya no quería ser parte de ello, ya no quería volver a acometer algún acto que habría hecho anteriormente, que seguramente estuvo dominado por aquel hombre de traje.
- … ¡He Teuk, deja de ser tan idiota!... – la voz del jefe regañó a su subalterno, quien no hizo más que acatar su orden -… Nako, te lo preguntaré nuevamente, y esta vez quiero que pienses bien antes de hablar… Sabes muy bien lo que podría pasar si te revelas contra mi, ¿no? … Así que dime, ¿volverás conmigo o no?
Ésta persona estaba usando algún tipo de amenaza en contra de la joven para que finalmente optara por regresar a su mando nuevamente. Sin embargo ella permanecía inalterable en su lugar, frente al jefe de ese grupo, sin pronunciar palabra, solo cruzando
miradas retadoras y llenas de ira.
Junsu y los niños permanecían ajenos a la escena, a unos metros de la joven, observando cada movimiento detalladamente.
-… ¡Oye niña!... El jefe preguntó algo. ¡No seas maleducada y contesta¡ – un hombre robusto se colocó a su lado y la tomó por el
brazo, haciendo fuerza hacia atrás. Junsu quiso ir en su auxilio, pero la mirada de ella lo detuvo.
-…Ni se te ocurra acercarte…Esto no te concierne… vete de aquí y llévate a esos niños… – seguía con la empresa de alejar de sus
asuntos al joven, de sacarlo de su vida, no quería que él supiera algo más sobre ella, quería mantenerlo alejado de su pasado - … ¡¿Qué estás esperando?!
Junsu no sabía que hacer. Su corazón estaba completamente anonadado ante la frialdad de la joven, ante sus actos. No entendía
cómo podía proceder de esa manera ante esos mafiosos. Cómo podría huir de ese lugar y abandonarla, dejarla a la deriva de esos
sujetos peligrosos. Era algo que jamás se permitiría hacer, no podía hacerlo, no quería hacerlo. Su corazón le impedía huir y abandonarla, pero su mente le aconsejaba que lo hiciera, ya que su deber era proteger a los niños, quienes no tenían familia y estaban a su cargo, por lo que debía sacarlos de ese lugar peligroso y llevarlos lo más lejos posible.
Aún a su pesar optó por lo segundo y llevó a los niños por un callejón donde no se hallaban los mafiosos y salió de aquel lugar. Sin embargo uno de ellos intentó seguirlos, acatando una orden del jefe, e intentó sobrepasar a la joven que estaba enfrente del lugar
por donde habían salido. Ésta se libró de la opresión del sujeto que le tenía un brazo y golpeó con todas sus fuerzas al hombre que
se acercaba, impidiendo que éste siguiera a Junsu. Su cuerpo cayó desmayado al suelo, para sorpresa de todos los presentes.
Quien se situaba a su lado, intentó golpearla como reacción a lo que había sucedido, pero ésta lo esquivó fácilmente, ya que era
robusto pero torpe y lento, y le dio el golpe de gracia en el plexo solar, por lo que cayó rendido al suelo, intentando recuperar el aire.
-…Así que ésta es tu decisión Nako… Está bien. Tu serás la responsable de lo que le suceda a Natsumi, si ella muere, será
completamente tu culpa… - el jefe del grupo se dispuso a retirarse, sin antes dar la orden a los demás que atacaran a la joven,
quien se irguió amenazante y sin titubear ante ellos, que eran más de cinco.
Éstos se acercaron lentamente hacia ella, pronunciando incoherencias para confundirla, provocarle miedo o intentar distraerla. Sin
embargo, la joven no se inmutaba antes sus palabras, solo esperaba su acometida fervientemente.
Los sujetos se impacientaron viendo que sus tácticas no servían y decidieron atacarla todos juntos, algo que denotaba que no eran
personas con honor. La joven permaneció inmóvil, posicionándose en forma de defensa, esperándolo. No obstante, antes de que se enfrentaran, una mano sostuvo la suya y la jaló hacia un conducto del callejón, el cual estaba a un lado de ella.
Su rostro se llenó de sorpresa ante esa escena. Su mirada se hallaba tras ella, observando el callejón y cómo los hombres se quedaron absortos en ese lugar, decidiendo regresar con su jefe.
Al tiempo salieron del peligroso callejón a una calle concurrida. Aún no había visto quién era la persona que la había sacado de ese lugar, por lo que se dispuso a observar su rostro. Su mano aún sostenía la suya, su mirada se posicionó a su altura para ver la identidad de esa persona, a lo cual quedó nuevamente perpleja al descubrir quién era.
-…Tú…
-… ¿Qué sucede?...¿Acaso no lo recuerdas?... Te dije que yo te protegería…
La voz de aquel joven resonó en el viento, el cual acalló todo sonido de esa mañana concurrida. Su rostro se iluminó con el sol y
su sonrisa renació nuevamente para regalarle algo así como esperanza al corazón agobiado de la joven, la cual había encontrado en él al ángel que tal vez la salvaría de su destino.
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waaa por que fue detenido
ResponderEliminarme gusto mucho espero y puedan continuarlo
wow! me encantoooooo que hermosoooo :'-) junsu tan lindoooowww
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