Autor: Enolha
Pareja: MinSu
Género: AU, Romance, Angst
Extensión: Oneshot
N/A: Basado en la canción "Rain Bow" de Infinite Flow
Changmin – Azul; Junsu – Rojo; Narrador – Negro; MinSu – Morado
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Yo quería vivir una buena vida. Entonces… ¿Cómo fue que llegamos a esto?
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Todo estaba listo dentro de la iglesia. La música se escuchaba apenas, dando un aire de suave misticismo al entorno. Las flores blancas adornaban cada rincón; sin duda era una boda muy esperada. Todo el lugar lucía hermoso. Los familiares de ambas partes estaban cada uno en su lugar, esperando a que la ceremonia comenzara. Sólo faltaba la entrada de la novia.
El novio estaba de pie frente al altar, impecablemente vestido en un hermoso traje negro. Todo en él gritaba distinción y clase. Su mirada estaba fija en la puerta por la que entraría su futura esposa. Junto a él, su mejor amigo. También en un traje negro, y su mirada estaba fija en el suelo a sus pies. Ambos voltearon al mismo tiempo y sus ojos se encontraron, perdiéndose en ellos.
La marcha nupcial dio inicio y ambos hombres desviaron la mirada hacia el frente. Las puertas se abrieron, revelando a la hermosa novia en su vestido blanco. Un ángel avanzaba hacia el altar. Sus mejillas estaban levemente sonrojadas y su sonrisa demostraba la felicidad que sentía. Era la viva imagen de la novia perfecta.
El novio extendió su mano y tomó la de la joven. Se colocaron frente al altar, y la ceremonia dio inicio.
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¿Recuerdas cuando nos conocimos, Changmin?
Ya son 14 años. Tú eras el más popular de toda la escuela. ¿Y cómo no lo serías? Atractivo más allá de las palabras, una hermosa sonrisa que ya había roto más de un par de corazones, no eras el más listo de la escuela, pero definitivamente estabas entre los primeros lugares.
Las personas eran atraídas por tu apariencia y seductora belleza, pero quedaban irremediablemente atrapadas por esa desenvuelta y encantadora personalidad que poseías, además de la espontaneidad y sinceridad con la que enfrentabas a cada situación de la vida. Eras amable con todo el mundo y tenías muchísimos amigos. Totalmente diferente a mí.
Tú siempre habías sido un solitario, Junsu. Cada vez que te veía, estabas solo. Estudiabas solo, comías solo, llegabas e ibas a casa solo. Siempre solo. Parecía que no tenías ningún amigo, lo que después descubrí que no estaba muy alejado de la realidad.
Las pocas veces que intenté hacer una conversación contigo, me respondías un poco cortantemente, monosílabos generalmente, y luego te alejabas de inmediato. Te juro que llegué a pensar que me odiabas. Pero, por alguna razón, yo quería ser tu amigo. Siempre me pareciste una persona muy interesante, además de inteligente, pero eso era obvio; eras el primer lugar.
¿Recuerdas cómo fue que comenzó nuestra amistad?
Yo estaba pasando por uno de los peores momentos de mi vida. La presión sobre mis hombros era enorme. Mi familia siempre había sido muy estricta en cuanto al comportamiento. Yo tenía que ser el mejor, siempre el mejor. Debía estar a la altura del nombre familiar, nuestra herencia. No tenía permitido ni el más mínimo error.
La muerte de mi padre me enseñó muchas cosas. Sus últimas palabras para mí fueron “Vive libremente, hijo”, pero mi abuelo se encargó de destruir cada pequeña ilusión que alimentaba mi alma. No había lugar para debilidades en la familia Shim. Llegó un momento en el que todo eso comenzó a superarme, era demasiado para sólo un adolescente como yo. Mi vida se había convertido en un infierno, y nadie pareció notar nada. Nadie, excepto tú.
Esa mirada tan apagada no era la tuya. ¿Cómo es que nadie pudo notar esa tristeza que emanabas? Ni siquiera aquellos que se llenaban la boca al decirse tus amigos, o esa chica que presumía de ser tu novia.
Aún recuerdo la impresión que me causó verte ahí sentado, detrás del edificio principal. Apoyabas tu espalda en la pared, tenías las piernas flexionadas y tu cara entre ellas, cubierta por tus brazos. Derrota total. Ésa sería la forma de describir la imagen que dabas. Nunca me ha gustado ver a nadie sufrir, así que con mucho cuidado me acerqué hacia ti.
—¿Estás bien? —te pregunté. Cuando levantaste la vista, tu rostro estaba bañado en lágrimas.
Tú me salvaste, Junsu. Tú fuiste ese ángel del que muchas personas cuentan. Llegaste cuando más te necesitaba, y sin que yo te llamara. Gracias a ti fue que pude volver a sonreír de verdad. Mientras tuviera tu apoyo, no me importaba lo que mi familia hiciera de mí. Gracias a ti supe qué clase de gente me rodeaba; gracias a ti mi vida se llenó de gente que de verdad me apreciaba. Te lo debo todo a ti, querido amigo.
Desde el momento en que me acerqué a ti, ya no nos separamos más. Todo el mundo estaba extrañado de nuestra amistad, pero los ignorábamos a todos. Sólo importaba lo que nosotros mismos pensáramos y nada más. Llenaste mi vida de diversión, y siempre me protegías de cualquier cosa. Ahora me pregunto, ¿fue desde entonces que todo comenzó? ¿Fue entonces cuando comencé a amarte?
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El sacerdote pidió a los novios que dijeran sus votos. Todo el mundo guardaba silencio, con una sonrisa en los labios. El padrino del novio tenía lágrimas en los ojos, mirando a la pareja con una sonrisa en los labios. Su mirada se cruzó con la de su amigo. Una silenciosa conversación se dio entre ellos, como siempre lo hacían. El padrino asintió, y el novio comenzó.
—Yo, Shim Changmin, te acepto a ti, Han Ga In, como mi esposa. Para amarte y respetarte. En la salud y la enfermedad; en la riqueza y en la pobreza; todos los días de mi vida. Hasta que la muerte nos separe.
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Después de le escuela todo fue bastante rápido. Entré por fin a ser parte de la sociedad*. El curso de la élite** me esperaba con los brazos abiertos. No había nada que me detuviera, poco a poco me trasformaba en alguien más, sin notarlo siquiera.
El éxito me estaba prácticamente asegurado, y lo conseguí sin esfuerzo alguno. El siguiente paso natural era el matrimonio, y no dudé en hacerlo. Me comprometí con Ga In, porque una mujer mejor que ella no la encontraría jamás. Tiene todas las cualidades de una buena esposa, madre y amiga. No tenía duda alguna de que ella me haría feliz.
Pero conforme se acercaba mi boda, no podía dejar de pensar en ti, por alguna u otra razón. Hacía algunos años que habíamos perdido la comunicación, pero no me fue difícil encontrarte; seguías teniendo el mismo número, como siempre, temeroso de los cambios.
No sé cuándo fue que comenzó, Changmin. No sé cuándo fue que dejé de verte como mi mejor amigo, y comencé a pensar, soñar, con algo más. Pero tú eras feliz con la vida que llevabas, y lo último que quería era ser el causante de que eso terminara.
Cuando ella llegó a tu vida, supe que era el momento de que yo saliera. Ella ocupó ese lugar a tu lado, ése que había sido mío hasta entonces; y tú se lo diste sin pensarlo. Y ni siquiera podía odiarte, Changmin. Ni siquiera tenía ese derecho.
Cada vez era menos el tiempo que pasaba contigo, hasta el punto de que ya eran casi dos años sin saber de ti. Pero mi amor nunca dejó de crecer, jamás se detuvo. No sabía qué hacer. Fue entonces cuando tu llamada removió mi vida hasta los cimientos.
Pero, ¿cómo negarte algo? ¿Cómo decirte que no cuando me pediste acompañarte? Tu padrino de bodas, semejante honor tan cruel. Me dolía verte tan feliz por la situación, y no ser yo el causante de tu sonrisa.
Mientras más se acercaba el momento, más nervioso estaba. Había algo dentro de mí que se inquietaba cada vez que pensaba en ese matrimonio. La noche antes de la ceremonia, por segunda vez en mi vida, todo comenzó a sobrepasarme, aunque esta vez no sabía lo que me hacía sentirme así. Ya no había presiones, todo se hacía como yo decía.
Y, por segunda vez en mi vida, tú viniste a mí, con tu eterna sonrisa, a salvarme del abismo. Por un momento pensé en preguntarte cómo sabías que la antigua biblioteca de mi padre era mi único refugio contra el mundo, pero no tenía caso, tú lo sabías todo de mí. Incluso más de lo que yo creía haberte contado. Nunca dejabas de sorprenderme, Junsu.
—No estés tan nervioso —me dijiste, poniendo una copa de vino frente a mí. Sonreí de lado al darme cuenta de que tan sólo con eso, lograste que mi ansiedad se fuera.
—No lo estaré si sigues sirviendo eso —dije, apuntando hacia la botella en tus manos. Tú reíste, y algo se agitó dentro de mí.
—Mañana es el gran día —dijiste mientras tomabas asiento frente a mí. Yo sólo asentí sin decir nada, confundido por lo que habías provocado.
Habías fruncido el entrecejo, y tu mirada quedó fija en la copa de vino, pero no parecías verla en absoluto. Quería sentirme feliz por ti, pero no podía. Mi egoísmo era más grande que yo. No podía sentirme feliz, pero al menos podía hacer una sola cosa.
—Te deseo que seas muy feliz, Changmin, te lo mereces —dije, levantando mi copa hacia ti, sacándote abruptamente de tus pensamientos. Sonreíste y chocaste tu copa con la mía, pero pronto volviste a perderte en tu propio mundo.
¿En qué piensas?
Haciendo un recuento de toda mi vida, nada ha sido tan real como yo creía. El éxito del que estaba tan orgulloso, no era más que la sombra del nombre de mi familia. No era mío, nada era mío. Vivía en un mundo artificial, de fantasía. Lo único real y verdadero en mi vida eras tú. Tú con tu calidez, con tu sinceridad, con tus cuidados, con tus sonrisas, con tus consuelos, con tus manos que me sostenían.
Eras lo único sincero en mí. Volteé a verte, y tu mirada estaba fija en la mía, esperando por una respuesta. Yo sólo pude sonreír. ¿Por qué es que cada vez que pienso en ti, mi pecho duele? ¿Por qué cada vez que pienso en ella, duele aún más?
Las respuestas no llegaban, ni siquiera cuando el vino aumentó.
Mi vista se nublaba cada vez más. Habíamos estado ahí, bebiendo en silencio por horas ya. Esa sensación en mi pecho se hacía cada vez más grande. Sentía que en cualquier momento podría estallar, y mi razón nublada por el alcohol no me ayudaba en nada.
Tus mejillas estaban sonrojadas, como seguramente estaban las mías, aunque por distintas razones. Perdóname, Min, pero ya no puedo más. Sabía que con eso tal vez te perdería para siempre, pero dolía tanto, Min… Dolía tanto que sólo quería que se detuviera aunque sea por un segundo.
Lentamente me acerqué a ti y me senté a tu lado. Tú volteaste a verme, la confusión escrita en tu mirada. Sin decirte una palabra más, te rodeé con mis brazos y refugié mi rostro en tu pecho.
—Sólo un momento, Minnie —dije con la voz entrecortada por las lágrimas que cayeron aún sin haberlo notado—. No me sueltes, aunque sea por un momento.
Me confundías, Su. Me confundías y tú ni siquiera lo notabas. Lo que recién había descubierto, le había dado otro sentido a toda nuestra relación. Me había dado cuenta muy tarde. Demasiado tarde, como siempre.
Después de un momento, te alejaste de mis brazos. Estabas llorando, pero sonreías a pesar de todo.
—Perdón, supongo que me duele perder a mi mejor amigo —dijiste y luego rompiste a reír. Las palabras “mejor amigo” hicieron eco en mi cerebro. Eso es lo que somos, ¿verdad?
—Eres una niñita —te dije bromeando. Tú amenazaste con golpearme, pero comenzaste a reír.
—Mañana a esta hora serás un hombre casado —dijiste. No sabes cómo dolían tus palabras.
Reí entre dientes sin saber por qué. Decidí que lo mejor era seguir como hasta ahora; no martirizarte con sentimientos que sólo te traerían problemas y que tal vez harían que te alejaras de mí. Definitivamente, yo no quería eso.
La bebida no me ayudaba a olvidarte Junsu. No importaba cuánto tomara, esos “nuevos” sentimientos por ti no se iban. ¿Cuánto más tengo que beber para olvidarlo todo?
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La ceremonia avanzaba sin interrupciones. Los invitados parecían complacidos. Nadie parecía notar que había dos almas que se rompían segundo a segundo.
La sonrisa de la novia jamás se apagó. En su mirada se notaba la felicidad, la esperanza hacia ese futuro que le esperaba junto al hombre que amaba. A su lado, el novio respiraba pesadamente. Tenía la vista fija en el altar frente a él. No quería encontrar su mirada con esa persona que era parte de su corazón, por temor a que la voluntad le faltara en el último momento.
Su mejor amigo estaba justo a su lado. Su mente debatiéndose en un sinfín de confusión. Se mordía el labio, muestra de la inquietud dentro de él. ¿Qué era lo que iba a hacer? ¿Se atrevería a hacerlo? Su vista estaba de nuevo clavada en el suelo a sus pies, donde parecía sentirse más cómoda.
El momento que ambos estaban esperando llegó.
—Si hay alguien que tenga un motivo por el que esta boda no deba llevarse a cabo, que hable ahora o calle para siempre.
Las palabras del sacerdote resonaron en la mente de ambos hombres. El padrino por fin levantó la vista. Había tomado una decisión, y tendría que vivir con ello.
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Sin darnos cuenta, ya era más de media noche. Tampoco nos dimos cuenta cómo fue que terminamos uno junto al otro, pero no era una situación incómoda. Tu cuerpo se sentía tan bien junto al mío, Su. Comenzaba a sonar como un maldito pervertido.
Tú te apoyabas en mi pecho, mientras yo te rodeaba con mis brazos. El vino hacía tiempo que se había terminado, no así sus efectos. No quería dejarte ir, Junsu, no quería soltarte jamás. Y dolía como pocas cosas en mi vida. Mi corazón latía tanto que estaba seguro que podías sentirlo, pero no decías nada.
Rodeaba tu cintura con mis brazos, mientras tú me abrazabas a mí. Parecía que el vino tenía un fuerte efecto sobre mí, porque no estaba nervioso, si no calmado y tranquilo; contento con estar junto a ti.
Tu corazón latía como desesperado. ¿Era por mí? ¿O era causa del alcohol en tu cuerpo? Traté de encontrar una posición más cómoda, y sin quererlo mi mano rozó tu pecho. Sentí cómo tu cuerpo se tensó al instante y tomaste una fuerte inspiración. ¿Era por mí, Changmin? ¿Era por mí que te sentías así?
Decidí jugarme el todo por el todo. Ahora o nunca. Solté mi abrazo para mirarte a la cara. Tus ojos brillaban. Dios, cómo amaba tu mirada tan intensa. Me acerqué hasta que nuestros labios estuvieron sólo a unos centímetros.
—¿Junsu? —susurraste. Te costaba trabajo hablar, y eso me dio más valor.
—Min, nunca te había dicho esto, pero… Te quiero. Y no, no como amigo —dije de inmediato cuando rodaste los ojos e intentaste hablar—. Lo que quiero decir es que… Estoy enamorado de ti, Changmin. Te he amado desde hace mucho tiempo.
Mis lágrimas corrían sin parar por mis mejillas. Abriste los ojos enormemente por la sorpresa, y la fuerza de tus brazos sobre mi cuerpo se debilitó.
Mi garganta se cerró de repente. Quería decirte algo, pero eran tantas las emociones que sentía, que parecían haber hecho un cortocircuito en mi cuerpo. Felicidad, esperanza, miedo, nerviosismo, incredulidad, angustia… Amor.
¿Es así como se siente el amor? Esta sensación de desesperación que me invade, ¿eso es el amor? Tu mirada me decía que sentías lo mismo que yo, y eso me dolió. Nunca quise que sufrieras, Junsu, y fui yo mismo quien más te hizo sufrir.
Yo por mi estupidez, mi ceguedad, mi ignorancia y mi egoísmo. Recordaba todas las veces que me habías ayudado en el pasado, y no podía recordar ni siquiera una vez en que yo haya hecho lo mismo por ti. Y así me llamaba tu amigo. No era nada más que un farsante, igual a aquellos que me rodeaban antes de ti.
Acababa de condenar mi corazón, y lo sabía. Pero no podía dejarte Minnie, no podía. Lentamente comencé a acercarme a ti de nuevo y volví a refugiarme en la seguridad de tu abrazo. Tus brazos me rodearon de inmediato y una risa un poco triste asomó a mis labios. Siempre cumpliendo tu deber de protector.
Ni siquiera en esta situación eres capaz de lastimarme. Acabo de terminar con nuestra amistad para siempre y tú intentas consolarme. Aferré mis brazos alrededor de ti. Sabía que lo que había hecho estaba mal. Nunca debí de haberte dicho nada. Debí de haberme quedado callado como todo este tiempo. Todo había terminado y era solamente mi culpa.
Pero, ¿alguien podría culparme?
Estaba listo para dejarte, cuando noté la humedad en mi hombro. Estabas llorando, Changmin. Tú nunca llorabas. No desde aquella vez en la que nos conocimos. Estaba totalmente confundido. ¿Por qué llorabas?
Tenías la cara agachada ocultándome tu rostro. Con toda la suavidad que pude, levanté tu cara y vi tus ojos. Lo que vi en ellos me quitó el aliento.
¿Tú sentías lo mismo que yo?
Quería decirte mil cosas, Junsu, pero mi garganta se negaba a funcionar. Abría y cerraba la boca, pero ningún sonido salía de ella. Quería decirte que te amaba, quería poder decirlo al menos una vez, pero no podía.
En medio de las lágrimas, vi que tus ojos se sorprendieron. De nuevo, puedes leerme como un libro abierto. Secaste mis lágrimas con tus manos y me sonreíste. Eso bastó para que ese nudo en mi garganta se fuera.
—Yo también te amo, Junsu —te dije por fin.
Mi corazón no dejaba de latir. Por fin había escuchado esas palabras con las que tanto había soñado. Estabas temblando, Changmin. Una risa suave escapó de mis labios bañados en lágrimas. Tomé tus manos entre las mías para intentar calmarte, aunque yo estuviera igual o más nervioso.
De repente recordé la realidad en la que nos encontrábamos, y mi corazón se quebró un poco.
—Te casas mañana —te dije, y jamás había visto una mirada más triste que la tuya en ese momento; y me odié por eso.
—Lo sé —te contesté—. Mañana, Junsu, mañana el verdadero yo se irá, desaparecerá. Porque el verdadero Changmin siempre estará a tu lado.
Mi voz se quebró en ese momento y tuve que dejar de hablar. Me abrazaste y yo correspondí de inmediato. Ambos llorábamos sin parar, pero yo tenía que decírtelo. Tenía que hacerlo. Me rodeabas el cuello con los brazos y yo te tomaba de la cintura.
—Así que tú, Junsu —comencé a hablar de nuevo, con el rostro hundido en tu cuello—, tú nunca cambies, por favor. Tienes que permanecer siempre igual. Y quiero que seas feliz, porque así seré feliz yo. ¿Entiendes?
No pude más que asentir. ¿Cómo podría cambiar, si ahora sabía que me llevaba tu corazón conmigo? Ese corazón tan grande y tan cálido me haría feliz, de eso estaba seguro.
Te separaste de mí sólo lo suficiente para mirarme a la cara. Tus ojos me hacían una pregunta silenciosa, pero yo pude entender. Asentí de nuevo. Tú comenzaste a acercarte lentamente hacia mí, y tomaste mis labios entre los tuyos.
Jamás, jamás, jamás olvidaré esa sensación. Ese primer y último beso que compartimos. Pude sentir todos tus sentimientos en ese beso, Changmin, y me di cuenta de que me amas tanto o quizá más de lo que yo te amo a ti. Y saber eso, derritió el hielo de mi corazón, y una calidez que hacía mucho estaba olvidada, se esparció por mi cuerpo una vez más..
Una relación entre nosotros estaría prohibida. La sociedad jamás lo aceptaría. Te señalarían, Su-ah, te rechazarían y todo por mi culpa. Jamás podría hacerte eso. Sé que podrás ser feliz.
Una relación entre nosotros estaría prohibida. Te haría perder todo aquello por lo que habías trabajado tan duramente toda tu vida. Haber soportado el peso de tu familia sería en vano. Jamás podría pedirte eso. Sé que Ga In te hará feliz.
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La pareja salió de la iglesia donde los esperaba la multitud para lanzarles arroz, como era tradición. Eran ahora un matrimonio ante la sociedad y ante Dios. Frente al templo, una hermosa limousine blanca los esperaba para llevarlos al lugar de la recepción. Antes de subir, el novio miró hacia la multitud, y sus ojos se encontraron con los de su mejor amigo… su amor.
Una sonrisa sincera, libre, iluminó el rostro de ambos. Había paz, tranquilidad y mucho amor en la mirada que compartían. Sin decir nada más, el novio subió al coche, que se alejó lentamente.
Vive feliz, Junsu… Te amo y te amaré siempre.
Sé que serás feliz, Changmin… Te amo y te amaré siempre.
Tal vez sea un mundo mejor en nuestra próxima vida… En ésta, soy feliz de haberte conocido. .
Notas: *En Corea se considera que las personas entran a la sociedad cuando consiguen un trabajo "de verdad"... **El "Curso Élite" se refiere a los pasos o requisitos que una persona inteligente y "de bien" toma (buena escuela, buen trabajo, etc...)
T_T
ResponderEliminark triste T_T
me encanto!
casi me quede ciega pero valio la pena :3
ResponderEliminarpero pk tenia que ser mi changminnie con esta? :Han Ga In
ResponderEliminarAASH!!! hasta a jessica hubiera aceptado ¬,¬
wooo que historia tan traiste... pero bonita por el amor que se sienten ahhhhh... cursiiii... muajajajaja... no soy fan fan del minsu pero me gusto
ResponderEliminargracias por escribir fighting!!!!
Oh, qué triste, los dos sacrificándose para que el otro no sufra. Aunque qué mala pata, un día antes de la boda y de todas formas sin remedio por el qué dirán.
ResponderEliminarTrágico pero lindo, ¿no?
Gracias por compartirlo ^^
abuuu *lloranso* TT_TT no lo podia creer . pobrecito el minsu pero un dia antes de la boda ashhhhh me da colera pero aun asi sigo llorando esk es tan triste k se tengan k separar too x kulpa de la maldita sociedad
ResponderEliminarhola soy la unik que comenara tu hermoso fanfic en el año 2013 pues estamos a puertas de acabarlo ...tu fanfic me encanto y si no llore fue xq estaba en el trabajo y no podia me contube me dio tanta penita que no hayan acabado juntos en seri me encanto como narraste todo y como se dio cada cosa en la historia lo tristes q se sentian me gustaria poder escribir como tu y hacer un buen fanfic , por los comentarios de arriba ni les hagas caso las tontas aveces tmb escriben comentarios jajaja byeee que Dios te bendiga donde estés
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