Acciones, desde la primera vez que suceden o se ven, para uno no tienen explicación; momentos y momentos; situaciones y situaciones. Pero sin darte cuenta, con el paso del tiempo: días, meses, años, le encuentras una explicación.
Mayormente eso pasa con la gente que se te queda en la mente, esa gente que la vez pasar y sientes que no es una más del montón, de esas que ves una y otra vez en la calle; algo te dice que es especial. Puedes no conocerla, pero es ese “algo” el que te dice que después la veras, y sabrás realmente quien es.
Eso definitivamente lo comprobé cuando los conocí a ellos; más bien cuando lo conocí a él. Los tres me ayudaron en el momento cuando más lo necesite, especialmente él. Me ayudo con mi problema.
Pero nunca se lo agradecí.
Mi caso era curioso, o bien no muy visto en la actualidad; en realidad mi caso era uno de los pocos que se habían visto en Corea hasta el momento. Podía sentir muchas cosas, sentimientos, pero era incapaz de expresarlo. Habían veces que era porque no podía y otras porque simplemente no quería. No quería hablar. No es por que no supiera, simplemente no quería. Para lo único que abría la boca era para cantar. Me gusta… me gustaba hacerlo y más cuando ellos me acompañaban o bien cuando solo él me acompañaba.
No me gustaba demostrar lo que sentía pero, sin siquiera darme cuenta cuando estaba su presencia, quería demostrar y decir todo lo que sentía con su simple sonrisa o con solo su presencia; el solo saber que estaba cerca, me hacia sentir tranquilidad. Me daban ganas de reír, gritar y hasta a veces llorar. Lo hacía al fin y al cabo aunque solo para mí; lo hacía por dentro.
Con él me sentía feliz; escuchar sus momentos felices y tristes, me ponía contento, después de todo me estaba contando sus cosas, es decir, me tenía confianza, si no, no lo hubiese hecho. Pero lo único malo de todo eso era que sus anécdotas, las más comunes eran siempre con la misma persona. No con Junsu, ni Changmin, si no que con Yunho, que sin siquiera conocerlo siempre le tuve un poco de rencor. Siempre lo veía de lejos cuando venía a buscarlo a casa o bien cuando lo traía.
Jaejoong me decía que era solo un amigo íntimo, que lo quería como a un hermano. No sé porqué, pero nunca le creí eso. La sonrisa con la que se iba el joven y lo abrazos efusivos que se daban en cada despedida o saludos, además de que se iban y llegaban abrazados, me decía que no eran solo amigos, porque si fuera así, Jaejoong me hubiese tratado igual ¿no? O bien eso era lo que pensaba, hasta ese momento.
Solo el hecho de pensar que Yunho de Jaejoong no solo tenía el apoyo de una amistad si no que también otras cosas, me dejaba mal. Me daba rabia, enojo y todos esos tipos de sentimientos. Siempre que me contaba de él, su sonrisa era resplandeciente; reía. Luego de eso volvía a poner toda su atención en mí.
Solo me hubiese gustado saber si eran algo más o no.
Nunca me pude enojar con él. Por mucho que me molestara que me contará todas las cosas que hacía con Yunho –cosa de la cual no lo culpaba, nunca le dije que me molestaba-, siempre el enojo me duraba poco. Al fin y al cabo me ponía contento que me contará momentos chistosos y que riera, o ¿solo era el hecho de escucharlo reír lo que me ponía bien?
Muchas veces me dieron ganas de decirle lo feliz que me hacía que confiara en mi, que me contara sus momentos dramáticos y cómicos. Se lo quise agradecer, se lo quise decir, pero siempre me reprimía por miedo… ¿A qué? No lo sé. Solo tenía miedo de que si hablaba se fuera de mi lado y eso era lo que menos quería. Después de todo él lleg+ó a mi lado por una petición que habían hecho mis padres después de la situación que estaban pasando en ese momento, además de mi ‘enfermedad’, como muchos doctores le decían y como le decía Jaejoong ‘lo que me hacía especial a los demás’.
—Esto que tu tienes definitivamente no es una enfermedad, solo es algo que te hace más especial que los demás—. Me dijo una tarde cuando estábamos en la plaza que estaba cerca de su casa. Me tomó la mano y me sonrío.— Me hubiese gustado ser igual de especial que tu, pero él de arriba no lo quiso para mi… ¿por algo será, no?
Lo conocía desde mucho antes que llegara a mi casa a petición de mi madre. Lo había visto por primera vez, medio año antes de que llegara a casa, en un centro comercial.
— Dicen que cuando vez a alguien y no te olvidas de ella, hay cierta conexión entre ella y tu—. Me había dicho una de esas tantas tardes después de ver alguna película que encontramos sin querer por los canales. — ¿Tu que opinas?—. Me sonrió; sabía que no le respondería.
La situación para mi había sido única en ese entonces cuando no tenía una relación muy estrecha con la gente normal o menos especial –siempre río al recordar eso, me lo decía siempre-. Estaba en el centro comercial con mi familia, pero era como ir solo porque se adelantaban a tiendas dejándome atrás o bien yo solo caminando en otra dirección, después de todo sabía como llegar a casa. Además, no era la primera vez. Por mucho que no conectara con la gente, podía cuidarme solo sin problemas.
Se me acercó tal vez primero con la intención de pedirme algo o eso pensé yo, pero solo me preguntó si necesitaba algo, que él me podía ayudar. No le respondí. De todas las veces que iba al centro comercial nunca me preguntaban si necesitaba algo, solo me ignoraban o pasaba desapercibido. No le respondí. No le decía ni siquiera ‘Hola’ a mi familia, le iba a decir lo que necesitaba a un extraño, pero la sensación de que me hablara y que se ‘preocupara’ -para decirle de una manera- por mí, era muy distinto a lo que antes muchas veces había sentido. No le respondí, me sonrío y se fue. Me sentí tan estúpido. No sabía nada de mí, no sabía si quería hablar o no, ¿en que perjudicaba que le hablara en ese entonces, qué le respondiera? En nada.
Después solo nos comunicábamos por medio de una pizarra, a pesar de que yo solo escribía y él solo leía. Eran momentos felices del día.
Su cara me quedó grabada desde ese día; no lo pude olvidar. Tampoco era que siempre se me pasara por la mente, pero había veces que no se iba y llegaban en el momento que menos esperaba. Por eso había sido mi sorpresa cuando lo vi entrar a mi habitación, acompañado de mi madre diciéndome que él me ‘ayudaría’, medio año más tarde.
Sin que se lo propusiera, si me pudo ayudar. Solo que tiempo más tarde.
La separación de mis padres fueron momentos complicados. Entraban y salían de mi habitación como nunca lo hacían, siempre ofreciéndome cosas, siendo más atentos de lo normal, y eso era extraño, pero solo una posibilidad se me pasaba por al cabeza para que tuvieran esa atención conmigo: sentimiento de culpa; otra cosa no podía ser.
Además de que cuando mi madre salía por tiempos indefinidos, mi padre no mantenía un orden en sus prioridades. Con mi hermano nos encargábamos de prepararnos las cosas que nos faltaban. Mi padre solo se concentraba en el trabajo, tal vez olvidando que tenía dos hijos en casa. Después que llegaba mi madre, en casa todo volvía a ser normal. Pero hubo una vez que nuestra madre llegó y a nuestro padre no lo vimos más.
Se había ido ¿tan poco importante éramos para él? Fue lo primero que pensé cuando supe que no llegaría más a casa. No es que mi madre me lo dijera, solo lo escuché cuando se lo contaba a una amiga por teléfono. A nosotros nos dijo que nuestro padre se había ido a trabajar al extranjero.
Mentiras, casi toda mi vida giraba entorno a mentiras. Nunca supe si la familia feliz que éramos antes había sido solo una mascara más.
Mi madre comenzó a trabajar como nunca antes y mi hermano salió en busca de mi padre: no le había creído a mi madre que se había ido a trabajar al extranjero.
Fue por eso que mi mamá comenzó a buscar a alguien que me pudiera ayudar con mi ‘enfermedad’. La había escuchado, una vez más, hablando por teléfono diciéndole a una amiga que se sentía sola ahora que mi hermano se había ido, que yo no hablaba y eso no la ayudaba mucho y que era por es que había buscado a alguien que me pudiera hacer hablar.
Fue por eso que llegó Jaejoong a mi casa.
Con la intención de hacerme hablar, mi madre había buscado a una persona. Puso carteles solo con unos datos, pero sin mencionar mi problema, y el número telefónico.
Muchas personas, casi veinte, llegaron a tocar la puerta para ver el asunto del trabajo pero tan solo con tres de ellas me sentí realmente a gusto.
Mis más grandes amigos.
JunSu y Changmin, habían sido dos de ellas. Llegaron vestidos con un toque de formalidad, pero solo era vestimenta común. El más pequeño de ambos, Changmin, venía vestido con unos pantalones negros y unos zapatos del mismo color; una chaqueta de color café con una camisa con un tono parecido al celeste. Junsu venía más común: vestía unos jeans oscuros, con un chaleco de color beich y la polera…bueno, esa no se le veía. El día estaba frío, por eso andaban más abrigados. El problema fue que llegaron después que mi madre ya había hablado con Jaejoong y le había dado ya el trabajo ese mismo día.
Mi madre los había hecho pasar porque estaba comenzando a llover. No iba a dejar que se mojaran. Yo estaba en mi habitación y escuchaba cada cosa que hablaban.
— ¿Jaejoong? ¿Qué haces aquí?—. El que acaba de hablar era Junsu. Los había escuchado hablar momentos antes con mi madre.
— ¿Yo? Vine por el trabajo— les respondió. Al parecer en ese momento estaba avergonzado: su voz había bajado de tono.
— ¿Cómo? Dijiste que no vendrías —. Ese había sido Changmin, era el único que no había hablado hasta el momento y estaba un poco molesto.
— Me dio curiosidad y vine —. Su voz era cada vez más baja. Definitivamente estaba apenado.
— Esperen un momento ¿ustedes se conocen?—. Mi madre había entrado a la conversación con la misma pregunta que me estaba formulando yo.
— Si, somos amigos de la infancia — respondió Junsu que al parecer estaba conteniendo la risa.
Un silencio un poco incomodo se había formado entre ellos, en realidad yo había pensado eso, porque las voces de ellos ya no se escuchaban tampoco la de mi madre.
Y fue en ese momento en que estaba hundido en mis pensamientos que mi madre me llamó para que bajara. Me pareció un poco raro, pero preferí hacerle caso para evitar los regaños de parte de ella. Yo nunca le respondía.
—Yoochun, ellos serán las personas que te ayudaran—. Si bien no me había dicho nada al parecer dedujo que yo mismo sacaría mis conclusiones. Solo asentí.
Cuando cada uno se presentó me pude dar cuenta un poco de sus personalidades; Changmin era un chico frío, pero cuando sonreía podía ser cálido. Junsu se notaba a simple vista que era más revoltoso y su voz también lo decía; era aguda, pero dulce.
Jaejoong tenía un aire de niño mimado y frío, pero después que hablaba y sonreía la gente se podía dar cuenta de que era una persona cálida, casi como la imagen paternal.
Y no me equivoqué.
Sus rasgos eran tan delicados que podían pasar por mujeres fácilmente, especialmente Jaejoong y Junsu, pero eran sus hombros lo que decían todo lo contrario. Changmin era el más alto de ellos tres por lo cual de mujer no tenía nada.
Minutos más tarde me enteré de que los dos menores –Junsu y Changmin- habían aceptado trabajar para mi madre de forma gratuita. Dijeron que solo lo hacían por pasatiempo no por el dinero.
-¿Sabe señora Park? Yo también lo haré gratis, ya tengo un trabajo estable y el dinero no me hace falta. Me sentí muy abusador al escuchar a estos dos trabajar gratis.- Todos rieron en la habitación por el último comentario, como por el énfasis que había usado en al palabra ‘estos’.
Fue la primera vez que quise demostrar una emoción en mucho tiempo.
Muchas veces salimos para conocernos mejor. Muchas veces Junsu me dijo que sería interesante escuchar mi voz y los otros lo secundaban o solo reían. También me decían que era muy serio para ser a penas un chico de veinte años. Pero en realidad solo era Junsu y siempre eran simples bromas. Muchas veces cantamos juntos, como también muchas me dejaron cantando solo para escucharme y más de una vez vi a Jaejoong y a Junsu emocionados.
Momentos inolvidables pasé con ellos; momentos valiosos; momentos simples.
Simples recuerdos valiosos que ahora en este preciso momento en el escenario se me vienen a la mente haciendo que me emocione, como también haciendo que pequeñas lágrimas corran por mis mejillas sin que yo les de permiso, frente a todas esas personas que alguna vez me miraron mal por no demostrar lo que siento, que ahora están tan emocionadas como yo.
La canción es una simple melodía con una letra hermosa.
Me la escribió Jaejoong antes de perderlo completamente; antes de que una persona me descubriera vagando y cantando hacia mi hogar, para hacerme ahora la persona famosa que soy.
Momentos inolvidables y valiosos son los que reinan en mi mente.
Los quiero junto a mí una vez más.
Lo quiero junto a mí una vez más.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
no entendi mui bien por lo de qe jae se alejo *w*
ResponderEliminarpero se ve interesante ewe..
conti owó!
minsu!!!
ResponderEliminares cierto minnie con lo alto q es no parece chica...pero cuando era mas peke era tan ukesito *w*