Newton's Third Law cap 9

Respiración profunda.

Manos moviéndose perezosamente a lo largo de su espalda baja, presionando gentilmente, moviéndolo un paso hacia adelante mientras practicaban los últimos pasos de baile.

Uno, dos, tres, cuatro…

Se movieron juntos en tándem, a su propio ritmo y compás; sus movimientos fuertes y poderosos. Hacían un hermoso y notorio par.

Cinco, seis, siete…

Una mano apoyada en su hombro dando un suave apretón, mientras chocaban las manos y se sonreían mutuamente por un trabajo bien hecho.

Ocho, nueve, diez…

—¡Muy bien, hora de almorzar! —anunció Hyun Ki, pasando un brazo por los hombros de Changmin.

Contar hasta diez no sirvió para evitar la insana urgencia de estallar contra Hyun Ki por hacer su trabajo, o contra Changmin por aprender los pasos de baile que se supone debía aprender. Tal vez debería intentar contar hasta veinte.

Respiración profunda.

Uno, dos…

Changmin le dio a Hyun Ki una radiante sonrisa, y Yoochun tuvo que salir rápidamente del estudio para no perder su compostura. Apoyó la frente en la máquina expendedora, cerró los ojos y suspiró.

Yoochun abrió los ojos y buscó en sus bolsillos por monedas. Las depositó en la expendedora sin prestar mucha atención y escogió una lata de café frío. Zapateaba el pie izquierdo impacientemente mientras esperaba a que la lata fuera despachada. Después de un rato, nada salió, y Yoochun casi gruñó de frustración cuando revisó la máquina y se dio cuenta de que necesitaba otros quinientos won.

Una mano muy familiar depositó el dinero faltante por él. La misma mano presionó Té de limón en vez de café y luego tomó la lata antes de ponerla frente a su cara. La mirada de Yoochun siguió la mano hasta unos labios que se curvaban en una sonrisa, y unos ojos cafés que brillaban con diversión.

—El café no es bueno en un estómago vacío —reprendió Changmin mientras Yoochun arrugaba el entrecejo, ignorando la lata de té. Changmin abrió la lata y bebió un sorbo antes de sentarse en la banca junto a la máquina expendedora.

—Estoy bien. Sólo necesito un poco de café.

—Claro, bebe más café. Eso sólo te dará una úlcera y tendrás que ir a ver al doctor.

Yoochun palideció un poco, pero miró fijamente a Changmin.
—De seguro no es tan serio.

Changmin sacó dos cajas de almuerzo de la bolsa. Abrió una para revelar kimchi bokkeumbap y nakji bokkeumbap, atrayendo la atención del mayor. Entonces, Changmin se encogió de hombros y dijo las palabras mágicas.

—Supongo que no. Lo peor que podría pasar es que el doctor tuviera que sacarte algo de sangre con una jeringa enorme.

Changmin tuvo que esconder la sonrisa cuando el mayor se quedó en blanco, su cara completamente pálida ahora. Continuó con el mismo tono indiferente.
—He escuchado historias de que cuando te toca un doctor sin experiencia, puede arruinarlo la primera vez, entonces tendrá que hacerlo dos veces.

—¿Dos veces?

Changmin asintió seriamente.
—Y terminas con dos dolorosas inyecciones y dos vendajes en ambos brazos.

Yoochun contempló las horribles imágenes que esas palabras le habían creado. Una mirada afligida apareció en los ojos de Yoochun, luego desapareció igual de rápido. Tomó una cuchara y comenzó a comer sin decir nada más. El menor soltó un suspiro de alivio sin darse cuenta. Yoochun terminó poco a poco toda la comida en la caja de almuerzo.

Ambos hombres se sentaron uno junto a otro en un silencio confortable. Ninguno sentía la necesidad de conversar; no era necesario cuando estar con el otro era suficiente para Changmin. A veces, era la compañía y no la conversación lo que importaba. Así que los dos jóvenes se sentaron, disfrutando la presencia del otro.

Yoochun fue quien habló primero.
—¿Me dirás qué fue lo que dije?

—¿Eh?

—¿Qué te dije esa noche? —Yoochun presionó por una respuesta.

La risa de Changmin resonó por el corredor. Incapaz de evitar una sonrisa un poco altanera, Changmin guiñó y puso un dedo sobre sus labios, susurrando.
—No estás listo para descubrirlo todavía.

—No tengo otra opción, ¿verdad?

—No, no realmente. Hay algo más que necesito explicarte. Es sobre la chica de la que hablaba Hyun Ki —comenzó Changmin, mientras el cuerpo de Yoochun se tensaba ligeramente.

—¿Qué con ella? — la voz de Yoochun era despreocupada, pero con un dejo de curiosidad.

—La chica de la que hablaba es de hecho alguien que tú y yo conocemos. Y no me refiero a las chicas de las citas a ciegas, porque esas eran chicas de verdad, y la chica de la que le hablé a Hyun Ki no era una chica real, sino una persona. Una persona real, quiero decir. Como sea, no podía realmente explicarle y dejar que todo el mundo supiera, así que fingí que tenía un problema con una chica. Sí tengo un problema, pero no con una chica —dijo Changmin en un solo aliento.

—Changmin, respira profundamente. Te ves un poco azul —le recordó Yoochun cuando Changmin perdió el aliento—. ¿Querías llegar a un punto en algún lado?

—Podría tratar de explicarte otra vez…

—No es importante.

—Sí, sí es, porque no hay ninguna chica.

Yoochun enarcó una ceja, sorprendido.
—No hay ninguna… ¿entonces de quién hablaba Hyun Ki?

—Yo… lo inventé.

—¿Y por qué harías eso? —Yoochun estaba, comprensiblemente, confundido en extremo.

—Porque seguramente no podía decirle que yo estaba… que estaba…

—Qué tú estabas… —señaló Yoochun.

Changmin forzó las palabras de su boca.
—Teniendo problemas contigo…

—¿Yo?

—Sí, tú. Tú y tu problema de negación.

—¿Yo? ¿Negación? ¿De qué?

—A veces, de verdad me pregunto qué fue lo que vi en ti exactamente —murmuró Changmin por lo bajo, completamente irritado por lo estúpido que Yoochun podía llegar a ser.
—¿Changmin? ¿Yoochun? ¿Están ahí, chicos? La práctica empieza en cinco —llamó Hyun Ki desde la puerta del estudio de baile.

—¡Ya vamos! —gritó Changmin, mosqueado por la interrupción. Se levantó y entrecerró los ojos hacia un confundido Yoochun. La sensación de frustración creciendo.

—¿Qué estás tratando de decirme?—preguntó Yoochun de nuevo y Changmin levantó las manos, dándose por vencido.

—Nada. Nada importante —un frustrado Changmin se dio la vuelta para irse, pero una mano en su muñeca se lo impidió.

Mirando a Yoochun, Changmin vio duda e inseguridad amontonándose en sus ojos. Pronto, eso fue lo último en su mente cuando Yoochun lo acercó más a él. Yoochun llevó la otra mano hacia Changmin y acarició su mejilla. Sus dedos eran suaves como terciopelo sobre su piel, la que comenzaba a encenderse. Un pulgar recorrió su labio inferior casi amorosamente, y Changmin perdió el aliento y el pensamiento.

—Min… —murmuró Yoochun en una voz más ronca de lo normal—. Aún vamos a salir el sábado, ¿verdad?

Changmin asintió con la cabeza, incapaz de confiar en que su voz no se quebraría.

Yoochun avanzó a paso lento hasta que sus frentes se tocaron. Changmin cerró los ojos y separó los labios. En vez de un anticipado beso, escuchó un “Bien”. Abrió los ojos y vio a Yoochun sonriendo con seguridad.

—Lo espero con ansia —admitió Yoochun.

—Yo también. Sólo dos días más —se las arregló para decir, luego de dos intentos fallidos.

Una sonrisa tímida hizo que el corazón de Changmin se sintiera más cálido. Entonces, el mayor se alejó de Changmin y entró graciosamente al estudio de baile.

Changmin tuvo que apoyarse en la expendedora cuando sus piernas amenazaron con colapsarse
—A veces, de verdad me pregunto qué fue lo que vi en ti exactamente. Entonces haces algo que me hace recordar por qué.

Por el resto de la práctica, Changmin no pudo apartar sus ojos de Yoochun, mientras hacía los movimientos con fuerza extra en sus pasos. Yoochun parecía más relajado también, e incluso bromeó con Junsu cuando éste contaba chistes tontos sobre elefantes y refrigeradores.

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—Estás de buenas hoy —dijo Junsu mientras se paseaba por la sala—. ¿No estás cansado de tanto sonreír?

Changmin rompió en otra sonrisa. No podía evitarlo. Su mente no dejaba de reproducir lo que pasó en el almuerzo. Aún podía sentir las caricias en sus labios y escuchar las palabras en sus oídos. Era como un sueño, y Changmin tenía miedo de que fuera a desaparecer muy pronto.

Un fuerte sonido de retumbo interrumpió sus reflexiones. Changmin miró a Junsu, quien se frotaba el estómago avergonzadamente y se disculpó.
—Perdón.

Changmin tomó el libro que Jaejoong había dejado en la sala. Junsu se paseaba de un lado a otro mientras Changmin intentaba leer.

—Así que, ¿vas a salir con Yoochun el sábado? —preguntó. El menor asintió con entusiasmo—. ¿A dónde van a ir?

Changmin abrió la boca para responder, pero nada se le ocurrió. No tenía ni idea de a dónde iban a ir. Yoochun no planeaba presentarle más chicas. Todo estaba yendo muy bien. Sin embargo, Changmin seguía esperando que las cosas empezaran a ir mal. Una sensación de intranquilidad se asentó en el fondo de su estómago mientras respondía.
—No lo sé.

—Deberías preguntarle cuando acabe su ducha.

—Lo haré.

Después de unos minutos más, Changmin era incapaz de concentrarse gracias a que la pregunta de a dónde iban a ir seguía dándole vueltas en la cabeza. Junsu también lo distraía con su constante caminata. Changmin cerró el libro con un fuerte ruido. Podía escuchar el estómago de Junsu rigiendo de hambre, pero Junsu no parecía tener prisa de ir a buscar comida.

—Junsu, ¿tienes hambre?

Junsu asintió desesperadamente.
—Pero no puedo ir a la cocina. Los tórtolos están ahí y quién sabe qué estarán haciendo.

—Tal vez sólo están cocinando —sugirió Changmin con esperanza—. Huele a galletas.

Como sea, la mirada incrédula de Junsu desanimó esa línea de pensamiento. Changmin lo pensó por un momento. Junsu se estremeció cuando Changmin sonrió con malicia y habló.
—Tengo una idea.

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Junsu entró felizmente a la cocina. Yunho estaba mezclando con una gran cuchara de madera algo que parecía masa para galletas, mientras Jaejoong lo supervisaba aprobatoriamente.

—¡Hey, chicos! ¿Qué hacen?

—Estoy haciendo galletas. Se me antojaron de repente —contestó Yunho, señalando el montón de galletas recién hechas que se enfriaban en la bandeja junto a él. Jaejoong tomó una y se la dio a Junsu.

—¡Gracias! —Junsu comió su galleta felizmente—. Sabe muy bien. No sabía que podías hacer galletas así.

—Es porque tengo un maestro experto —dijo Yunho, y Jaejoong le dio un tierno beso en los labios como recompensa.

—Jaejoong, deberías besarlo con más lengua y tal vez Yunho, tú podrías gemir un poco más —sugirió Junsu antes de tomar otra galleta y llevársela a la boca.

Jaejoong rompió el beso y ambos voltearon lentamente a ver a un Junsu que los miraba lascivamente. La sorpresa y el shock en su rostro era igual en ambos. Junsu se despidió agitando la mano, tomó algunas galletas más, y salió de la cocina silbando una tonada alegre.

—¿Qué fue eso? —demandó Jaejoong, totalmente sacado de onda por los comentarios. Yunho negó con la cabeza y se encogió de hombros.

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Yoochun se paró frente al espejo del baño. Había sido un día largo, pero interesante. Una sonrisa satisfecha jugó en la comisura de sus labios mientras pasaba los dedos por su cabello. Se sacó la camisa por sobre la cabeza y estaba a punto de quitarse los pantalones cuando la puerta del baño se abrió de golpe. Sobresaltado, tomó su camisa y se cubrió el torso desnudo. Changmin entró al baño como si tuviera derecho de estar ahí.

—¿Podemos hablar?

Yoochun enarcó una ceja ante el tono irritado en la voz de Changmin.
—¿Podemos tener esta conversación después de mi ducha?

Ignorando el pedido de Yoochun, Changmin continuó.
—¿A dónde vamos a ir el sábado?

—Cenaremos temprano en tu restaurante favorito. Después de eso, unas copas y una presentación de Jazz en vivo en “Once In A Blue Moon”. Ya haré reservaciones —Yoochun buscó en sus ojos algún signo de aprobación—. ¿O preferirías ir a otro lugar?

La irritación del menor desapareció y se transformó en nerviosismo.
—Es… Está… Está bien. Sólo estoy… un poco sorprendido. Yo… no creí que lo hubieras planeado ya.

—Cada una de mis primeras citas siempre va seguida de una segunda. Créeme, soy bueno en esto. Sólo disfruta el viaje —Yoochun le guiñó el ojo juguetonamente a Changmin, y sonrió suavemente.

La temperatura en el baño subió algunos grados, y Changmin podía sentir las puntas de sus orejas arder. Casi prefería hablar con un Yoochun indiferente que con un Yoochun de humor juguetón y coqueto. El Yoochun coqueto estaba haciendo que su estómago diera vueltas y saltos mortales.

Tardíamente se dio cuenta de que Yoochun no llevaba más que un par de pants muy bajos. Changmin podía sentir el sudor correr por su frente a pesar del aire frío del cuarto de baño.

—¿Algo más? Me gustaría tomar mi ducha ahora —entonces Yoochun sonrió y dejó que su camisa se deslizara hasta el suelo, dejando al descubierto su pecho—. A menos que quieras entrar conmigo…

—Terminé —Changmin salió corriendo del baño más rápido que un tren bala, y pasó el resto de la noche lamentándose no haber aceptado la oferta de Yoochun.

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