-Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños, Junsu-ah... Feliz cumpleaños a ti...
¿Cómo era posible que su voz sonara más fuerte que las demás?
Al final había tenido que comprarle un regalo. Y solo con el pretexto de salir de casa, porque no aguantaba más. Sentía que me asfixiaba al respirar el mismo aire que él.
En cambio él... Él parecía... Normal.
Maldita sea, que se veía como si nada le ocurriera. Como si jamás...
El aire frío de la calle me había sentado tan bien, que ya creía haber olvidado lo que era sentirlo quemar la piel. No sabía qué comprarle a Junsu así que opté por algo que así lo tenga repetido, igual no lo soltará.
Sí, es lo que piensan.... Terminé comprándole otro videojuego.
-¡Minnie-ah! ¡No debías molestarte! ¡Este no lo tenía! ¡Gracias! –chilló [en mi oído, cabe mencionar] mientras me abrazaba.
-No hay de qué, hyung. Creí que te gustaría uno... más –le despeiné un poco, y tal vez porque tenía el videojuego en manos, y a Yoochun-hyung cogiéndole por la cintura, no me saltó al cuello por haberlo “despeinado”.
-Y... aquí está el pastel –escuché su voz que salía de la cocina.
Volteé en contra de mi voluntad hacia donde él estaba, y le vi cargando un pastel de chocolate, de esos que le gusta hacer. Sonrió un poco cansado mientras dejaba el pastel sobre la mesa, y me pregunté porqué estaba cansado. Su semblante se veía decaído, pero estoy seguro que yo me veía aún peor.
Y hasta horario de oficina teníamos para vernos así.
SM no nos podía ver mal. Por eso, desde las ocho de la mañana, hasta aproximadamente las cinco de la tarde [dependiendo de si había algún show o algo] teníamos que poner buena cara.
El horario de almuerzo incluido.
-¡Sírveme el más grande, hyung! –exclamó Junsu mientras señalaba un buen trozo de pastel.
Jaejoong sonrió como si fuera la madre consentidora y le dio su trozo.
Y yo sentía que un trozo de mi corazón se volvía a partir.
-Yo también quiero, hyung –se unió Yoochun.
-¿Te sirvo, Yunho-ah? –preguntó… él.
-Eh... No, gracias, hyung –respondió mi líder esbozando media sonrisa-. He almorzado mucho.
-Ah... Eh... ¿Min? ¿Te sirvo?
Y el tiempo se detuvo cundo me miró a los ojos.
Cuando sus labios se curvaron tan imperceptiblemente, que, solo de conocerlos como lo hago, es que puedo jurar que había intentado sonreír…me. Y las ganas de besarle se hicieron tan intensas que sentía que me ahogaba con el aire que entraba a mis pulmones.
-No.
No me llames “Min”.
Nunca he sido un malcriado. Va, a veces sí, ¿y quién no?
Pero no pensaba decirle “Gracias” porque sonaría a “Gracias por haberme ocasionado todo aquello, hyung, en serio, de verdad necesitaba seguir rompiéndome por dentro”. Desvié la mirada, posándola sobre cualquier cosa, y me percaté que aquél choque emocional había sido demasiado obvio para mis hyungs.
-Eh… Bueno, voy a probar el video… ¿Quieres jugar conmigo, Minnie-ah? –me preguntó Junsu con temor mientras agitaba el video en sus manos.
-Lo siento, hyung, he… he quedado en llamar a mi hermana. Tal vez luego –sonreí intentando parecer convincente. Sabe Dios si me habría creído.
-Oh, bueno, luego entonces.
Salí lo más rápido que pude hacia mi habitación y cuando pasé detrás de Jae, le oí suspirar mientras agachaba la cabeza. No quería saber por qué suspiraba. No quería saber si estaba lastimado. O si le dolía.
Suficiente tengo con saber que me duele a mí.
Entré en la habitación y me senté en la cama más cercana, que lamentablemente no era la mía sino la de Junsu. Apoyé los codos sobre mis muslos y enterré el rostro en mis manos, intentando borrar su rostro de mi mente. Sus besos de mi piel.
¿Cuándo lo conseguiría?
¿Cuándo?
-¿Puedo pasar? –escuché un leve toqueteo al otro lado de la puerta y aquél débil murmullo salir de un solo par de labios que había probado ya muchas veces.
No. No entres. No vuelvas a mi vida. No lo hagas.
No respondí.
Me levanté rápidamente y me tiré boca abajo sobre mi cama, como hacía cuando era pequeño y no quería que nadie viera las lágrimas que derramaba. Cuando era caprichoso. Pero ahora no era por eso, ahora era porque no aguantaría verle a la cara sin querer matarlo y besarlo al mismo tiempo.
Lo que sea que ocurriese primero.
-Min…
Su susurro ahogado llegó a mis oídos y sentí que mi cuerpo se quebraba, que mi piel era desgarrada a tiras, que mi corazón se reducía al tamaño de una arveja y que era pisoteado.
Sentí que yo era pisoteado. Porque no se atrevió a decir nada más. Me observaba sin saber que decir, lo sé.
Pero nada le costaba un “Lo siento”. Nada.
Y a mi todo eso… Me costaba mucho.
-Min… Creo que necesitamos hablar.
Eso no era lo que quería oír.
-Yo creo que no –logré articular contra las almohadas, cerrando los ojos con fuerza para que las lágrimas no escaparan. Pasos amortiguados me indicaron que estaba avanzando en alguna dirección.
-Min. Por favor.
-No me llames así.
-Changmin-ah.
-No digas mi nombre.
~
-No lo hice a propósito.
-Lo sé.
-¿Entonces por qué sigues mirándome con reproche?
-No te miro con reproche, hyung. Mi mirada es así. Ahora, si no te gusta, mira hacia otro lado.
-Va, va, no quiero pelear contigo, Min.
-Ni yo, hyung. ¿A dónde le vas a llevar?
-Al mar –me respondió Yoochun con una gran sonrisa. Como si fuera la mejor idea del mundo.
-¿En invierno? ¿Quieres acabar con el pobre Junsu?
-Por algo le he dicho que se abrigue bien, ¿no? Yah, y no se va a enfermar, va a estar conmigo.
-Lo que sea que le enferme primero –murmuré y él no escuchó. Felizmente-. Lo que tú digas… Espero que se diviertan.
-Gracias, Minnie-ah… Y en serio lament~
-No tienes qué lamentar.
-¿No me odiarás, cierto?
-Si sigues mencionándolo, tal vez lo considere –sonreí detrás de mi libro.
-Bueno… Me voy. Que descanses.
-Tú no.
-No lo haré… -se despidió con una sonrisa pícara-. Hasta la vista, baby.
Ok. Yoochun-hyung, nuestra amistad ha terminado. Eres mala junta.
Me quedé contemplando aquella página de mi libro y por un momento creí que todo era…
Mentira.
Que aquella situación, debía ser una broma de mal gusto de parte de mis hyungs y que me dirían “No planeábamos hacer esto, de veras.
No planeamos dejarte sólo con Jaejoong.”
Concéntrate. Concéntrate en la lectura.
Termina aquél libro de Literatura que compraste hace años.
Termina con todo lo que adquiriste hace tantos años.
"Una desgracia va siempre pisando las ropas de otra: tan inmediatas caminan."
¿Qué mierda comía Shakespeare que atinó en lo que dijo? Obviamente, mi vida se había llenado de desgracias en las últimas semanas. Sin contar lo de Jaejoong. Mi madre seguía con su capricho de la nuera y lo traía a bordo cada vez que hablábamos por teléfono. Y llegó el momento en que tuve que pedirle a Yunho-hyung que le dijera que me encontraba indispuesto para no tener que escucharla. Sí, es mi madre, quiere lo mejor para mí y todas esas cosas, le entiendo, sé que lo hace porque me quiere, pero una novia jamás había estado en mis planes [en el futuro lejano, sí, obviamente]. Ni si quiera Jaejoong había estado en mis planes.
Así que, Shakespeare, tienes razón, ¿no es cierto? Aunque en algo debo discrepar contigo.
Las desgracias no pisan mi ropa, tío. Marchan una a una sobre mi piel.
"El amor alivia como la luz del sol tras la lluvia."
Si estuvieras vivo, William, te mataría con mis propias manos.
Bien, todo tiene su pro y su contra. Y definitivamente, este es el contra de mi relación con Shakespeare.
El amor no alivia.
El amor complica todo.
El amor te da la espalda. El amor me dio la espalda.
Ok. Shakespeare había probado ser malo para mi salud.
Dos frases que aún quemaban mis retinas y que se parecían a lo que estaba viviendo, a lo que estaba sintiendo [y en aquella última, lo que quería creer]. Cerré el libro y lo tiré sobre mi velador, me acomodé de lado, mirando a la pared. Sin siquiera pestañear.
Hasta que no aguanté. Y caí dormido entre el sonido de mis lágrimas cayendo sobre las almohadas y las palabras de Shakespeare haciendo mella en mi cerebro.
__
Desperté porque la tripa me sonaba como si tuviese a una criatura monstruosa dentro. Y es que no había comido mucho en todo el día. Con las justas y había probado bocado a la hora de almuerzo [porque había cocinado él], y definitivamente no había aceptado el pastel de chocolate del postre.
Y mi escondite de chocolates y galletas bajo la cama... Había desaparecido misteriosamente.
Me volteé sobre el colchón, quedando boca arriba y me quedé viendo al techo mientras mi estómago seguía rugiendo. Y de pronto me percaté que no había dormido con aquella manta que ahora llevaba encima. Estaba segurísimo de eso. Sobre todo porque me pelaba de frío antes de haberme quedado dormido. Pero ahí estaba, una desvaída manta sobre mi cuerpo, enrollada entre mis piernas. Aún sorprendido, me senté en la cama, un poco harto, también, del sonido que hacían mis tripas y luego de frotarme los ojos, me puse de pie.
No pasaba de la media noche, supe luego de ver el reloj. Las camas de mis hyungs estaban vacías y no había ni un solo ruido en el piso. Entré en el pasillo y tardé un par de segundos en acostumbrarme a la luz de la cocina. Busqué algo para comer y callar a la bestia dentro de mi estómago, pero no había nada.
Nada, excepto... El pastel de chocolate.
¿Más irónico no puede ser, cierto?
El primer bocado me supo a... él.
A él. A su piel.
Lo había hecho con sus manos.
Entonces era... su piel contra el chocolate y el chocolate contra mi boca.
Pero... ¿Qué era aquél sabor implícito en el chocolate, Changmin-ah?
Vamos, tú sabes qué es, ¿cierto?
Lo conoces de memoria.
Es el sabor a dolor.
¿Cuál te hostiga más, Changmin-ah?
Dejé mi plato en el fregadero y me pregunté dónde andaría el-que-no-debe-ser-nombrado. Me froté las sienes con impaciencia para terminar de pasearme por la cocina. Recordé con dolor que un mes antes habíamos estado los dos solos comiendo pasta y que me había besado y que me había celado y que me había amado. Y que no hace mucho, también me había abandonado.
Salí de la cocina y tardé [menos] en acostumbrarme a la oscuridad.
Déjenme ponerlo así: El pasillo. Dos puertas a mi derecha, tres a mi izquierda, una al fondo y de ahí otro pasillo que da a la lavandería y los otros recónditos del piso.
Segunda puerta a mi derecha: Habitación HoSuMin. ¿Es así como nos llaman? Bueno, lo que sea.
Tercera puerta a mi izquierda [que por razones y circunstancias absurdas de la vida queda frente a mi puerta]: Habitación Jaejoong y YooChun.
[¿Qué creían? ¿Qué diría “Jaechun”? Duele demasiado siquiera pensarlo.]
Quince pasos de la puerta de la cocina hasta la puerta de mi habitación.
Cinco pasos separan su puerta de mi puerta.
Ya tenía la mano en el pomo, ya me encontraba dispuesto a regresar al dolor y la soledad de mi habitación. Y entonces le oí.
Un leve sollozo. No estaba seguro si era el suyo [aunque, ¿de quién más si somos los únicos en el piso?]. No le he oído sollozar en mucho tiempo, y no me gustaba hacerlo, tampoco.
Pero... había sido tan sutil, tan silencioso, que bien podría hacerme el loco y encerrarme en el cuarto hasta la mañana siguiente.
Pero la curiosidad [sí, la que mató al gato] carcome el cerebro, las entrañas y los sentidos. Y cuando me di cuenta, ya tenía la yema de los dedos tan cerca del metal de la llave, que podía sentir el frío quedamente sobre mi piel. Iba a abrir la puerta. La iba a abrir e iba a entrar e iba a preguntarle qué tenía.
De no haberme casi infartado cuando una voz cantó por mi detrás.
-Déjale solo.
Bien.
Si Jaejoong está de pie al inicio del pasillo [con cara de muerto, si alguien me pregunta], y yo estoy aquí, frente a su puerta, y no hay nadie más en el piso...
¡¿Quién demonios está llorando ahí dentro?!
-TaeHung le ha mandado a volar... Lejos.
Maldita mocosa. Cuando te vea te voy a...
-Ha llorado desde hace rato.
-¿Cuándo ha ocurrido? –sentía la boca seca. Más de lo que la sentía luego de las borracheras [no que hayan habido muchas, tampoco].
-No mucho después que Yoochun y Junsu se fueran. Iban a salir a dar una vuelta, pero ella le ha llamado antes de que salga. Han gritado bastante por teléfono. Supongo que no era amor...
-¿Cuánto que llevan saliendo? ¿Un mes? El amor no se da en un mes.
Changmin-ah... que falso resultas, ¿eh?
Nuestro amor se dio en una mirada, si es que no fue menos.
-Buenas noches, hyung.
Cinco pasos entre su puerta y la mía.
Ocho pasos entre él y yo.
-Changmin-ah... Necesito hablar contigo.
-Estás hablando.
No le dejaría entrar en mi habitación. Lo hablaríamos en el pasillo. Lo que sea que quería hablar. Y es que si entraba en mi habitación, sabe Dios lo que terminaría haciéndole. Y no, no me refiero a aventarle contra la cama y lo que sigue [aunque mis sentidos rogaran porque lo hiciera]. Me refiero a que, en mi habitación, habían demasiados “testigos” de mis últimos días de depresión, y no era algo que dejaría que viera. Bajo ninguna circunstancia.
-¿Y vas a seguir haciéndolo, o no?
-Tengo mis razones. Debes respetarlas y entenderlas, Changmin-ah.
-Y yo tengo un corazón, Jaejoong-ah. ¿Qué has hecho tú por él?
Sentía que mi voz se quebraría en cualquier momento y que lo mismo ocurriría con mis piernas.
¿El corazón? Gente, el corazón se me había quebrado hace mucho, ya.
Su oscura y profunda mirada apuntaba al suelo.
Dios, Jaejoong, si vas a matarme por lo menos mírame a los ojos.
-No actúes como un niño, Changmin-ah. Ya somos adultos. ¿Que no puedes entender? –su voz tenía un dejo de histeria. No me importó.
-¿Qué quieres que entienda? ¿Qué me has dado la espalda? –avancé un par de pasos hacia él. Él seguía sin mirarme-. ¿Que todo lo que me dijiste era mentira?
-Jamás he dicho eso –susurró.
-Hay una mierda de cosas que no has dicho, Jaejoong. Me estoy cansando de esperar.
Vi su labio temblar. Y dentro de mí... todo temblaba.
-¿Es que ya no me amas? ¿Eso me vas a decir? Dímelo, Jaejoong. Si es eso, dímelo. Vamos. Repite conmigo: No te amo, Changmin-ah. Ya no.
-No…
Vamos… Hazlo rápido. Rápido e indoloro.
-Ya no te amo, Changmin-ah.
-¿Pretendes que te crea? –pregunté en un murmullo, sonriendo con sorna.
La sonrisa más dolorosa de toda mi existencia. El momento más doloroso de toda mi existencia.
-Es la verdad –y su mirada suplicaba que le creyera.
Su mirada me suplicaba y me suplicaba que le creyera.
Suplicaba y suplicaba con aquellas profundas orbes por un poco de credibilidad de mi parte. Y comprendí que él quería que yo lo creyese, para que él también lo pudiera hacer.
¿Cómo quería que le creyera?
¿Cómo pretendía siquiera que creyera esas palabras cuando habían sonado tan huecas?
¿Cuando habían sonado tan... falsas?
Y sus labios. Sus labios suplicaban por los míos y les llamaban y les gritaban que se acercaran. Y los míos probablemente suplicaran lo mismo pero no podía escucharles. No cuando mi piel, mis dedos, mi corazón se encargaban de gritar su nombre, de suplicar por él.
Jaejoong-ah… Jaejoong-ah…
Suplicaban.
Suplicaban.
No caigas, Changmin-ah. No caigas de nuevo. Aléjate. Camina hacia otro lado.
Da seis pasos de vuelta a tu habitación.
-Maldito mentiroso –espeté antes de besarle.
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aaaaaaaaaaaiiiiii....noooo!!!
ResponderEliminarconti conti!!!
andaaaa..esta en la mejor parte
andaaa!!!
pd: i love you..escribes woww!
hoooo por dios porfavor sigue esta demaciado interesante no tardes porfavor no me dejes con la hangustia por mucho tiempo
ResponderEliminargracias por continuar.
OMY GACKT amo este fic waaaaa pero min ponte mas fuerte caray, jaja su pelea con william x3 lolz, el fic hasta sus partes graciosas tiene x3 y el jaechun keke, y yoochun mala juntilla ya sabiamos OJOJO
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