Semanas después del incidente no había rastro de aquél maleducado y malintencionado hijo del Sr. Kim. Y aunque no lo hubiera visto en todo ese tiempo, mi mente no dejaba de recordarlo en un solo momento. Parecía que quería que me acordase de él y de su familia por el resto de sus días.
El ordenar y reparar cada daño que había causado en las carpetas de cada empresa me había llevado tiempo extra, y como era lógico, sabía perfectamente que un error tan grave; aunque no hubiese sido mío, lo repararía a escondidas, ya que si después de quedar tan bien con todo y sobretodo, después de que su padre supiese que nos "llevábamos bien" no podía echarle las culpas de algo de lo que no tenía pruebas.
Aunque fuese él no tenía los medios para destapar su tapadera y todo lo que había estado maquinando para armarme semejante revuelo en las estanterías.
Tenía que ser un chico muy perspicaz y espabilado llegando al extremo para armar todo aquello con tanta precisión.
Era increíble pero había sido un trabajo muy bien realizado ya que aunque no me desviase ningún papel, le había llevado su tiempo ir casi y prácticamente desordenar hoja por hoja de cada una de las carpetas para que tuviera que comerme la sesera organizándolas de nuevo.
También tenía que reconocer que la estrategia del cambio del orden de las carpetas para que formasen la palabra "Fuera Intruso" había sido algo meticulosamente meditado. Ya que desde mi altura en aquel asiento se veía centrado en el espejo de mí despacho.
Lo había calculado todo y entonces es cuando comencé a pensar que era imposible que una sola persona hubiera tenido aquella lucidez de saber mi estatura exacta cuando ni siquiera se dignara a mirarme, y el haberme echo seguir una rutina, o más bien saber que mi primer movimiento para abrir la carta no sería de pié sino sentado.
Por primera vez sospeché que me sentía controlado entre esas cuatro paredes.
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Los días pasaron, semanas pasaron, incluso meses. Cumplí seis meses trabajando en aquella empresa y ya me correspondían mis vacaciones de verano.
Por fin después de tanto tiempo me tocaba un respiro de 15 días.
No estaba seguro si viajaría al extranjero o si solamente me movería por Corea, lo que estaba seguro es que descansaría y dormiría hasta bien entrada la mañana el primer día que me dieran vacaciones.
Y gracias a dios solo me quedaba media semana para relajarme. Luego sería libre momentáneamente.
El calor del mes de Julio ya comenzaba a notarse en el falso techo de aquel despacho. Pero como obligaba mi puesto, tenía que ir con traje a trabajar. Aunque por suerte podía librarme de la corbata durante los meses de calor, un traje negro se hacía demasiado incómodo con temperaturas tan altas.
Me asaba allí y aun abriendo las ventanas no ganaba nada, era todo un horno cociéndonos al máximo. Ya que para mi desgracia el aire acondicionado se me "estropeara" y era el único en toda la nave que no podía tener una temperatura agradable.
Aunque no volviera a ver al diablo por hijo del Señor Kim, seguía dejándome mensajitos ocultos que sabía estratégicamente que los vería al instante.
Seguía incitándome a largarme de allí, pero no estaba dispuesto a lo que un mimado se le antojara solo porque trabajaba en un puesto que él mismo no desempeñaba.
A veces me preguntaba si era el destino que me quería poner a prueba para ver si era lo suficiente valiente, o si tenía los cojones cuadrados de seguir allí con ellos bien puestos.
Y algo que había aprendido durante toda mi vida era, que nadie está por encima de nadie, que los matones solo lo hacen para sentirse más que uno ya que tienen el nivel de autoestima bajo y solo utilizan la fuerza bruta, o en mi caso actual, el acoso psicológico para tenerme fuera de algo de lo que ansiaban.
A veces le daba vueltas al coco pensando, porqué ese chico se tomaba tantas molestias en fastidiarme si ya el puesto era suyo, yo solo me ocupaba de lo que él no hacía. ¿Que podía ganar con todo aquello?
Al final la media semana pasó más rápido de lo que esperaba ya que había estado tan atareado en dejar todo afianzado antes de mi partida esos 15 días que quería tener el menor trabajo posible nada más regresar.
Sabía que varios papeleos me llegarían ya que habían empezado a exportar nuestras maderas a Tailandia y algunas regiones de China y Taiwán. Pero no llegaron antes del último día, cosa que me hizo alegrarme bastante. Firmaría todos los papeles y así nadie tendría que preocuparse más de amontonarme las cartas y todo el papeleo que surgiera en esos 15 días.
Después de tomarme mi descanso matutino volví a mi despacho. Cuando estaba a medio camino escuché como alguien hablaba y para mi gran desgracia no era nadie más que el mismo caco holgazán con las mismas prendas que el primer día que nos encontramos, la gorra y las gafas de sol.
Estaba de nuevo sentado en mi despacho ojeando todas las cosas y cuando me vio entrar por la puerta vi como levantaba la cara y me sonreía al verme en el marco de la puerta.
Me hervía la sangre, ahora que lo tenía delante solo quería machacarlo mientras ponía esa sonrisa de falso ladeando la cabeza y entrecruzando los brazos para apoyarse en mi escritorio
Me estaba tocando y bien las narices.
- O... ¡Oye!
Dije dando un paso al mismo tiempo que veía como el Señor Kim se aparecía a mi izquierda y me tocaba el brazo.
- Como me alegro hijo mío, Jaejoong es un gran profesional, me alegro que los dos os llevéis tan bien.
La sonrisa del Señor Kim mientras me miraba era de total satisfacción y dándole otra mirada a su hijo nos dejó solos a los dos saliendo por la puerta.
El silencio ocupó todo el despacho por unos minutos y el chico parecía no querer cambiar la expresión mientras me miraba.
- ¿Está visto que no consigo que te largues de aquí verdad?- dijo con una voz cortante y algo ronca- mis esfuerzos por que te largues de MÍ despacho parecen que no quieren dar fruto.... me pregunto... ¿que es lo que te hace estar tan apegado a esta empresa?
Lo miré con el ceño fruncido mientras poco a poco me iba cabreando más y más, debía de medir mi tono de voz debido a que la puerta seguía abierta y si la cerrábamos acabaríamos los dos derretidos en cuestión de minutos.
- ¿Acaso no tienes lengua? -dijo con recochineo mientras sonreía de lado- es una pena... podíamos ser un gran equipo, yo te mandaría que hicieras cosas y tu obedecerías.
El muy cabronazo se jactaba y aún se reía de mi misma persona sin respeto alguno en sus palabras.
- Si me disculpa tengo que terminar las cosas antes de irme de vacaciones.
Dije acercándome a unas carpetas y comencé a pasar las hojas a pocos para que pensara que estaba realmente ocupado.
Pero no escuché movimiento.
Levanté la cabeza y seguí pasando las hojas cuando noté como se recostaba en mi silla y empezaba a hacer un ruido que solo podía significar un vaivén de la misma.
Una y otra vez.
Sin parar...
Entonces decidí ocuparme de lo que me atañía ya fuera allí de pié y buscando un bolígrafo en mi camisa apoyé mi codo en aquel clasificador y me centré en mi trabajo.
Pasado el tiempo seguía tan centrado que no me di cuenta que no se moviera un ápice de donde se había quedado. Ya no escuchaba ruido, solo silencio y pensé que ya me encontraba absolutamente solo.
Entonces decidí darme la vuelta y lo vi allí sentado encima de mi escritorio sin la parte superior del chándal, con sólo una camiseta de tirantes llena de sudor.
Seguí subiendo mi mirada y vi como del cuello resbalaba hasta su pecho ese mismo líquido que hacía su piel brillante. Este último se marcaba y transparentaba a través de esa tela pudiendo ver como tenía los pezones duros y firmes, afectados por el frío de su sudor. Como este mismo pecho se movía lentamente con su respiración algo agitada.
Mis ojos quisieron seguir ese recorrido hasta ver sus labios húmedos entreabrirse lentamente despegándose el uno del otro y dejando que el aire saliese y entrase por ellos.
Tragué saliva cuando con un simple movimiento se sacó las gafas y vi sus ojos rasgados mirándome fijamente.
No sé en que momento sentí aquel pinchazo en mi pecho, pero algo me decía que yo a ese chico lo había visto antes.
Viendo mi cara de asombro se levantó de mi mesa de un salto y sacándose la gorra se me acercó lentamente mirándome con eses ojos negros.
-¿Hay algo de lo que ves aquí que te interese?
Me sorprendí abrí los ojos aún más al verlo tan de cerca. Era tan blanco de piel, parecía casi cristalina.
Sus ojos tenían tal color negro profundo que era incapaz de distinguirle la pupila del iris. Así como el pelo negro ébano, brillante y corto con un flequillo.
Me quedé sin habla mientras sentía como se acercaba más a mí y yo dándome cuenta de la poca distancia que nos separaba comencé a retroceder hasta chocar contra el archivador del que me había separado hacía escasos minutos.
Al chocar sentí dolor al clavarme un saliente del cajón en el trasero y me quejé bajando la mirada mirando en dónde me había dado el golpe y notando como los dos brazos de ese chico me acorralaban entre el archivador y él.
- Repito...- dijo esta vez susurrando- ¿hay algo.... que te interese de lo que ves delante de ti?
Me miraba con una ceja levantada mientras ladeaba la cabeza. Podía notarlo aunque no lo mirase de frente.
Y eso era lo que no tenía que haber echo.
Sin poder evitarlo mi cerebro ordenó a mi cuello que girase levemente la cabeza y que mis ojos lo mirase a él.
Sentí una explosión dentro, como si mi corazón quisiera escapar atravesando mi pecho de cuajo y salir corriendo. Como si una descarga de electricidad que venía de sus ojos me activase ese botón y son solo una sonrisa algo ladeada fuese el sistema de detonación.
No sé ni como me di aquel golpe, solo sé que, como si fuese una fuerza sobre humana, mi cuerpo reaccionó sobresaltándose y dándome un golpe en toda la espalda.
Me quejé y llevé mi mano al sitio lastimado bajando de nuevo las defensas y dándome la vuelta mientras me apoyaba a ese archivador. Cerré mis ojos quejándome, me había dando una buena leche.
Pero al instante sentí sus manos en mi y como me preguntaba si estaba bien. Me agarró y decidió por el mismo llevarme a la sala del café donde teníamos el botiquín.
-No, no es necesario- le decía intentando apartarlo y que dejara de tocarme.
- ¡Pero Jaejoong-ah... a ver si vas a tener luego moratones!
Esa forma de chillar y de alzar su voz tan sumamente aguda me pilló por sorpresa, además de la confianza con que me llamaba, ¿como que Jaejoong-ah? ¡si a ti ni te conozco!
Entonces más voces aparecieron por la puerta y la secretaria se quedó mirando a los dos, ya que me tenía con la camisa toda manoseada y medio sacada, con intenciones de subirla.
- ¡Te he dicho que no! - dije alzando la voz con molestia.
Entonces al ver las intenciones de ese caco, la secretaria me llamó la atención y con la ayuda de ella me llevaron a donde él me quería llevar tirando de mí a rastras.
La verdad no sabía porqué me aferraba tanto a ese archivador, pero no quería ir a ningún sitio con él.
Me sentaron a la fuerza en una de las sillas después de bajarla para aplicarme el anti-inflamatorio. Me subieron la camisa dejándome con toda la espalda al aire y justo cuando la secretaria iba a aplicarme la crema se escuchó los teléfonos de recepción.
-Toma... aplícasela tu con cuidado que está muy rojo, ¡niño no sé como te diste ese golpe! -dijo mirándome con el ceño fruncido.
Cerró la puerta de sopetón y se hizo el silencio.
No me hizo falta apenas el saber que cara tendría aquél mal nacido sin siquiera mirarlo. Sentí solo los pasos de éste y como se ponía detrás de mí.
Volvió el silencio de nuevo y me impacienté poniendo muecas esperando alguna muestra de desagrado o asco por su parte.
Pero lo sorprendente fue sentir sus manos recorrer mi espalda lentamente de abajo arriba volviendo a subir la camisa que se me había bajado y entonces fue cuando comencé a dudar si realmente me odiaba o no.
Subió mi camisa lentamente hasta apoyarla en mis hombros y empujándola un poco hasta que no volviese la tela blanca a caer. Sus dedos acariciaban mi espalda lentamente mientras sentía como se acercaba más a mí.
Me asusté de nuevo.
¿Estaría jugando?, ¿burlándose de mí? o ¿simplemente provocándome de nuevo para que me golpease?
Entonces un dedo comenzó a esparcir la crema lentamente y de forma circular mientras la otra mano con el tubo se apoyaba con cuidado en mi cintura y la agarraba ligeramente.
- ¿Sueles ser siempre así de torpe?...
Mis músculos de la espalda se contrajeron al sentir su voz tan suave can cerca de mí sobresaltándome de nuevo en aquella silla.
- ¿Tanto te asusta mi voz?... voy a pensar que es horrible...
Pestañeé al ver como me hablaba con esa amabilidad y tragando saliva le contesté.
- No, no es eso...
Escuché como un sonido procedente de su nariz, a lo que imaginé que era una sonrisa en su rostro.
El silencio volvió a envolvernos a ambos mientras mi lesión estaba siendo tratada con total cariño. Estaba realmente incómodo y extrañado y me metí de nuevo en mis pensamientos evadiéndome de todo y dándole vueltas a su comportamiento tan sumamente extraño.
No sé cuando fue el momento que me di cuenta pero algo comenzó a soplar en la zona afectada y volví a mí, girando mi cabeza y mirando que era lo que pasaba cuando lo vi de cuclillas soplándome y aliviando el ardor que sentía.
Me giré completamente sentado en esa silla y lo miré levantándome rápido y recolocándome la camiseta.
- N-no hace falta que haga eso señor... la crema ya alivia sola... gracias...
Vi como se levantaba del suelo mirándome a los ojos poniéndose casi a mi altura con intención de colocarme bien la camisa y abotonar los botones cuando me aparté y me fui directo a la puerta.
Agarré la manilla y vi como su mano se posaba en la mía. La miré por unos segundos y lo miré a él girándome la cara levemente ya que estaba detrás de mi hombro.
- He sido tan maleducado que no me he presentado y estoy seguro de que mi padre no se ha molestado en decirte mi nombre- me miraba fijamente mientras hizo la pausa y abriendo los labios dijo- mi nombre es Kim Junsu... encantado de conocerte- su sonrisa era blanca como la nieve y tan tierna que comencé a sentirme débil frente a él.
Agarró mi mano y la acercó a su boca dando un beso a mis nudillos suavemente.
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Lindo me encanto jaejoong debe de estar muy ofuscado
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