Aquí y ahora, como solía decir una vieja amiga mía, estamos en el dudoso presente en el que la extrema claridad nunca garantiza un enfoque perfecto. El aquí: un muchacho con un genio de los mil demonios en una posición comprometedora. El ahora: un lunes por la mañana a mediados de mayo, en los primeros meces de un nuevo año como de un nuevo siglo, cuyos traviesos rumbos permanecen jodiendole la existencia a un sudoroso chofer. Justo aquí y ahora, la hora es poco más de las 10 de la mañana, el sol brilla como nunca; los que quisiéramos verlo automáticamente quedaríamos ciegos por su intensa luminosidad. JunSu no había visto el sol, ni siquiera lo había pensado, pero de por si el niño ya estaba ciego, ¿ver?, ¿mirar? ¡Ja!, esas palabras estaban completamente sobrevaloradas.
El pelicastaño cerró sus ojos al sentir como una mano acariciaba parte de su muslo; y como el acalorado muchacho obstruyó su vista no noto que YooChun había escuchado sus plegarias de un alejamiento inmediato. El mayor tenía su mano sobre un muslo (que no era suyo) a solo centímetros del aparato reproductor de Kim JunSu, aun estaba inclinado (un poco) viendo con curiosidad el rostro de su asistente. Cada vez que movía su mano en una dirección prohibida JunSu apretaba más y más sus manos.
*Silencio = minutos*
El mayor no se atrevió a continuar, se quedo tieso al darse cuenta de que estaba a punto de tocar algo que no le pertenecía, se quedo pensativo, una cosa era seducir a chicas y otra muy diferente seducir a chicos y que recuerde no compartía gustos de ese tipo. “Sueño”, de repente esa palabra se le vino a la cabeza, formando automáticamente imágenes, trozos, partes, fragmentos, pedazos, etc. del sueño que había tenido durante la noche.
El menor (ahora) lo observaba atentamente como tratando de leerle la mente, error, aquel perfil lo pillo en su guardia baja, al verlo pudo apreciar a total perfección las facciones del pelinegro, la piel blanca que poseía era reluciente, sus labios eran exquisitos…un momento, ¿Qué rayos estas pensando Kim JunSu?, se pregunto al verse así mismo admirando el rostro de su comandante en potencia.
- 10 minutos – escuchó la voz de YooChun.
El señorito apoyo su peso en el carro una vez cerrada la puerta. Se cruzo de brazos viendo de reojo al habitante que permanecía en el auto cada 10 segundos “Bueno, ¿Qué te has creído que hacías? – le pregunto una voz en grito. – en nombre de Dios, ¡¿Qué te has creído que hacías?!”. Su conciencia hablaba. Dio un suspiro para continuar su camino, “al diablo la conciencia”, dijo caminando como militar.
Después de un largo proceso de atar cabos sueltos, ordenar ideas e pensar con la cabeza fría, JunSu llego a una conclusión, ya no podía seguir ignorando aquellas “señales”, llego a la definición de que el comportamiento de su empleador se debía a una sola cosa.
- Le gusto – dijo sin siquiera poder creer en sus palabras – ahhhhh – grito apoyando su cabeza a un extremo del volante mientras sonreía como un idiota.
¿Le gustaba?, eso sí era para reírse, pero ¿Qué explicación más podría existir ante tal comportamiento?, ¿Doble personalidad? ¿Bipolaridad?, ninguna era coherente o racional. Cómo podría gustarle si ni siquiera llevan meces juntos, ¿cómo podría ser eso posible? ¡¿COMO?!.
Al fin y al cabo lo único seguro era que seguirían surgiendo muchas interrogativas más, preguntas sin respuestas, respuestas sin preguntas, la verdad estaba más allá de lo que esos dos podrían imaginar, por supuesto que había una razón para todo, era una ley, así como la que dice “Todo lo que sube baja” y esa frase fue la que se hizo justicia; si en algún momento algo subió bajo por la pura preocupación. JunSu se olvido de su problema para adentrarse a otro peor.
Mientras que el pelicastaño creaba sus propias respuestas Park YooChun se encontraba en recepción solicitando la suite más elegante del hotel para su persona. Las razones para dejar su hogar se debían a que no quería ver a su madre por el resto de la semana; se había enterado por los medios que llegaría a mediodía y claro que la quería solo que prefería mil veces más su autonomía.
Fuera, muy lejos de allí y al otro lado de la ciudad, más allá del montón de muchedumbre que hubiese parecido una penitenciaría de no ser por la ropa diferente que traían puesta cada una de las personas de ese lugar, un JaeJoong cocinaba con una sonrisa como es de costumbre. El chico de piel blanca aun no estaba consciente de la existencia de un chico alto con aspecto principesco que yacía apoyado en el marco de la puerta de la cocina analizando cada uno de sus pasos. Jae inicio la tarea de decoración perfecta, el postre para ese día era Pastel de Chocolate, todo marchaba bien hasta que de unos parlantes comenzó a sonar su canción favorita.
- Eoddeokgaedeul sarangeul, shijakhago itneunji~
Saranghaneun sarangdeul malhaejweojo~
Bonjenga geunyeo soneoul japa bol nal olkkayo~
Cantaba JaeJoong al ritmo de la música, ChangMin al escuchar esa voz decidió que era tiempo de hacerse notar. El chef continuaba cantando a todo pulmón, al llegar a la parte del coro elevo más la voz.
- Hello~ , hello~ Hola~ Hola~
Nareumdaero yonggil naesseoyo He tomado el valor
Hello~, Hello~ Hola~ Hola~
Jamshi yaegi hallaeyo Quiero hablar contigo un momento
Hello~, Hello~ Hola ~Hola~
Naega jom seodooljin mollado Podría estar apresurándome
¿Who Knows? Eojjeom oorin ¿Quién sabe? Podríamos…
Jal dwaeljido molla ~ Terminar haciéndolo bien ~
- Hmmm ¿Haciendo bien qué? – pregunto el moreno haciendo que el corazón de Kim JaeJoong diera un salto por el susto, sobre todo al sentir un cuerpo pegado al suyo.
JunSu aun continuaba con la frente pegada al volante hasta que la voz de su jefecito se escucho por el comunicador portátil decretándole que fuera por sus maletas, que estas se encontraban listas en su habitación. A continuación y con toda la pereza del mundo el pelicastaño partió rumbo a la residencia Park.
El menor había visto toda su vida todo tipo de vehículos pasar por las calles de Corea del Sur, que quede claro, eso no era ninguna novedad, pero un auto en especial le llamo la atención ese día; al verlo con detención pudo reconocerlo como el medio de transporte de Lee EunHyuk. JunSu se detuvo, después de todo hacía cuatro años que no volvió a ver ese auto y a su conductor. El problema ahí fue que se detuvo obstruyéndole el camino a ese chofer cuyos ojos no divisaron el rostro del pelicastaño.
- ¡Maldito idiota! ¡Estúpido! ¡Lárgate, imbécil! ¡Retrasado! ¡Fuera, cretino! ¡Quítate de en medio primate! – grito el dueño del Ford Ranger Azul a todo lo que le daba la voz.
- No puede ser...EunHyuk… – murmuró el pelicastaño para sus adentros al tiempo que se ponía de nuevo en marcha sin darse cuenta. – No puede ser.
El plan de JunSu era huir, no quería verlo, no podía, además estaba seguro que era él, esa voz la podría reconocer a metros de distancia; ¿Qué paso con los insultos?, verán aquella familia de palabras que tenían el único fin de herirlo e humillarlo le valieron un reverendo cacahuate a nuestro asistente, JunSu se concentro únicamente en acelerar lo más que se podía, llego pues a una avenida desierta sumergido en sus recuerdos; estaba tan encerrado en ellos que no noto que atrás iba siguiéndolo el Ford Ranger a toda velocidad. Un claxon. Con la ayuda de la bocina Eun le exigió paso a JunSu, quien hasta el momento no se había percatado del peligro existente de ir a esa velocidad y al parecer tampoco reconoció en ningún momento a Kim JunSu.
Se oyó entonces un breve chirrido de neumáticos seguido del golpe provocado por el frenado del auto de su majestad al colisionar con el extremo del auto azul. Éste fue desplazándose hasta el centro de la calzada. La cubierta del motor del automóvil que JunSu conducía se arrugó, levantándose un poco; fragmentos de vidrio de las ventanas se esparcieron por la carretera. Al cabo de un momento, ambos coches quedaron inmóviles en el centro de la calzada.
JunSu permaneció donde estaba durante unos instantes, observando el aceite desparramarse bajo el auto de EunHyuk. Había presenciado algunos accidentes de tráfico durante sus casi veinte años de vida, la mayor parte de ellos de poca importancia, uno o dos graves, y siempre quedaba asombrado al comprobar lo deprisa que sucedían y lo poco espectaculares que resultaban. No era como en las películas, donde podían rodarse los detalles a cámara lenta, ni como en los vídeos, donde si te apetecía, podías mirar una y otra vez cómo se precipitaba el coche por el acantilado. Por lo general, sólo se producía una serie de imágenes borrosas convergentes, seguidas de esa rápida y monótona combinación de sonidos; el chirrido de los neumáticos, el golpe hueco del metal al arrugarse, el sonido de los vidrios rotos. Y entonces, end... of the history.
Si lo pensamos mejor incluso existía una especie de protocolo para aquellas cosas como por ejemplo…sales del coche, te reúnes con el otro chofer en el lugar en que los dos vehículos han chocado (y donde, con frecuencia, todavía están pegados), miras, meneas la cabeza. A veces (a menudo en realidad) la parte del encuentro está complementada con palabras enfurecidas; echarse la culpa mutuamente, resaltar las “habilidades” de conducción del otro, amenazar con acciones legales. JunSu suponía que lo que los conductores pretendían decir realmente, aunque sin expresarlo en voz alta era: « ¡Oye, imbécil, me has asustado hijo de (censurado)!».
El último paso de tan desgraciado accidente era EL INTERCAMBIO DE DOCUMENTOS SAGRADOS DEL SEGURO, y era en aquel momento que los conductores solían empezar a controlar sus indecentes, ofensivas y desvergonzadas emociones..., siempre y cuando nadie hubiera resultado herido, como parecía ser el caso. En ocasiones, los conductores implicados incluso acababan por estrecharse las manos. El pelicastaño se dispuso a observar todo el proceso desde su privilegiado punto de observación, a menos de ciento sesenta metros de distancia, pero en cuanto se abrió la puerta del auto azul, comprendió que las cosas no iban a ir como esperaba..., que tal vez el accidente no había pasado, sino que todavía estaba sucediendo. Desde luego, no daba la impresión de que nadie fuera a estrecharse las manos. ¿Y qué decir de su intento de escape?...cha cha cha chan respuesta FRACASO TOTAL.
La puerta no se abrió, sino que, prácticamente, salió volando. Kim JunSu se levanto de un salto y permaneció inmóvil junto al coche, con los hombros erguidos. Aquel muchacho (EunHyuk) vestía unos jeans descoloridos y camiseta, y JunSu se dio cuenta de que era la primera vez que veía a Eun vestido con una camisa sin botones. Y además, llevaba algo alrededor del cuello, una cosa larga y blanca. ¿Una bufanda? Desde luego, parecía una bufanda, pero ¿a quién se le ocurriría llevar una bufanda en un día tan caluroso como aquél?.
EunHyuk permaneció de pie junto a su coche maltratado durante un instante, con los ojos al parecer fijos en su Ford Ranger.
Y entonces como si fuera predestinado, el dueño del coche azul levanto la mirada en dirección a JunSu a la par de un trueno que rugió desde el este con fuerza. El cielo se vio entonces cubierto por nubes obscuras avisando que pronto se vendría una tormenta.
-¡Eh! – Gritó el tipo apuesto a JunSu con una voz verdaderamente preciosa. – ¿Dónde has sacado el carnet imbécil? ¿Le compraste a los grandes corruptos o qué tarúpido?.
Después de unos segundos JunSu pudo ver por primera vez (en cuatro años) los ojos de su vecino. Una luz de alarma se encendió en su cabeza, y de repente empezó a retroceder con lentitud.
Entretanto, EunHyuk había empezado a avanzar hacia el pelicastaño con claras intensiones de hacerle volar un par de dientes.
-Eun…– murmuro el menor, viendo con dolor el rostro de su ex.
- Mira, que mier…– ¡por fin!, damas y caballeros por fin Lee EunHyuk reconoció a nuestro lindo Delfín; se quedo estático al ver el semblante del rostro de aquel ángel. –… ¿Su? – dijo acercándose cada vez más, esta vez, con miedo al rechazo. El mencionado por su parte concluyó en alejarse de ese chico, se volteo e importándole muy poco el hecho de que traía unas gotas de sangre en la frente se fue como cohete al estilo del correcaminos.
-¡Su! ¡Eh, Su, espera! ¡Soy EunHyuk!
JunSu ni tan siquiera se volvió a mirar al dueño de esa voz, él no necesitaba que le dijeran quién era el chico de la bufanda, JunSu ya lo sabía, y esa era una razón más para desaparecer en el acto. No obstante, Eun lo alcanzo encerrándolo inmediatamente en un fuerte abrazo; la mirada del pelicastaño solo reflejaba el temor, el dolor y la incertidumbre.
Park YooChun llevaba como 47 minutos esperando por sus maletas, se estaba cansando y recordemos que este niño con síndrome de príncipe no es de los que tiene como virtud esencial la paciencia sino que se va más por el lado de la alteración extrema. Tic Tac Tic Tac sonaba el reloj mural de su nueva habitación; el pelinegro doblo de cuenta nueva el periódico que leía a modo de espera, saco de su bolsillo el aparato que lo comunicaría con su empleado pero antes de presionar el pequeño botón decidió tirarlo sobre la mesita de vidrio cambiándolo por el control remoto de aquel LCD de pantalla plana. Se sentó en el enorme sofá cruzando las piernas e rápidamente apretó el botoncito rojo del control remoto.
Al encenderse pudo ver a una mujer de edad media que aún conservaba su atractivo dando la noticia de la hora. Exacto, como lo piensan, la noticia era el choque del amado auto de su excelencia con el Ford Ranger. Al ver su medio de transporte YooChun abrió los ojos de par en par.
- JunSu… – fue lo primero que salió de sus labios al ver el estado del vehículo.
YAH!!!! COMO LO DEJAS AHI!!!! AWWW QUIERO CONTI CONTI!!
ResponderEliminarcontiiiiiiiii contiiiiii la trama me esta matando !!!!!!
ResponderEliminarComo dije en tu blog. Te aplaudo de pie.
ResponderEliminareres una de las mejores.
conti.
nooooooooooooooo por que junsu tuvo que fijarse en el feo de eunhyuk!! por que? yo se que el amor es ciego pero habiendo tantos buenos prospectos en el mundo del kpop debiste poner a alguien que realmente le hIcIera competencia a yoochun, eunhyuk no le llega ni a los zapatos xD bueno, me imaginare a otro ,no me queda de otra.
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