Intercambio de esposos… no… ídolos cap 1

La televisión mostraba el mismo programa todos los jueves en la noche, sin excepción: Intercambio de esposas era religión en casa, a todos les encantaba… a todos menos a mí. Sabía de sobra que lo mejor era subir a mi habitación a buscar qué hacer, la computadora serviría. ¿Acaso no es ridículo ver como dos hombres intercambian sus esposas por dos semanas a ver ‘cómo les va’?

Subí pesadamente las escaleras y me senté frente a la pantalla, estuve un rato mirando las fotos de mi amado Yunho y entré al chat. Nada importante, casualmente ahora, qué perdición. Como era costumbre cuando me sentía sola, le hablé al Yunho imaginario que vive en mi cuarto, siempre pienso que es así. Mi amiga dice que vive con Jaejoong, así que no soy la única desquiciada.

No me quedó más remedio que llamar por teléfono y esperar a que ella estuviera en casa. Intercambio de esposas duraba más o menos una hora, tiempo suficiente para hablarle. Hace algún tiempo supe que ella también odiaba el programa y ese día me cayó mucho mejor. El teléfono sonó 5 veces y cuando ya iba a colgar me atendió. Me dijo que tenía una idea para que ambas superáramos el tedio a la tortura de los jueves:

-¿Qué te parece si tú y yo cambiamos a Yunho y Jaejoong por un par de semanas? Yunho será mi esposo y Jaejoong el tuyo, así de sencillo.

Yo entendía que tener imaginación era bonito y dentro de eso imaginar que yo estaba casada con Yunho (ella con Jaejoong y eso), pero esto ya rayaba en la estupidez. Le dije que le compraría un medicamento para mantener controlado su bienestar mental pero insistió.

-¡Será bueno! Anda, ¿qué podemos perder? Le dije a Jaejoong que empacara, ¿verdad, bebé? Va a tu casa en un momento.

Luego de intentar convencerla de que ya había usado suficiente imaginación para cubrir la cuota del mes, me terminó convenciendo ella a mí. Este juego sería el más raro que he jugado en la vida; mi “esposo” en su casa y el “suyo” en la mía. No contenta con eso, me hizo decir que yo también había preparado la maleta de Yunho, su ropa y su cepillo de dientes (esto último lo agregué yo) y que iba en camino a encontrarse con ella.

Colgué y me reí de toda la broma que habíamos armado, subí de nuevo las escaleras a mi habitación y noté que la puerta estaba entreabierta. Mi hermano no tenía sentido de la privacidad, así que abrí la puerta por completo para gritarle que se largara y… nadie. No había nadie. Sería el viento, aunque juraba que la había dejado cerrada.

Volví a salir y me preparaba para bajar de nuevo a cenar, cuando vi venir hacia mí a un chico de cabello castaño, de blanca piel y ropa casual. Tenía una maleta en la mano y una cara de desorientación enorme. Kim Jaejoong estaba en mi casa, en medio del pasillo superior, mirándome como si intentara que respondiera miles de preguntas a la vez con un vistazo. Esto debía ser un sueño, sí, entré a mi habitación y me quedé dormida allí dentro. Quizá la llamada tampoco sucedió, necesito descansar y ahora.

Pensando que no podía lastimarme (porque era un sueño), pasé por delante de Jaejoong y me lancé teatralmente por las escaleras, haciendo el mayor estruendo del que era capaz. Sentí dolor, sorpresivamente, y supe que no estaba soñando. Mi familia dejó de ver Intercambio de esposas y corrió al recibidor a ver la causa del escándalo. Mamá gritaba y papá se disponía a levantarme. Mi hermano se petrificó sin saber si debía reír o no y mi perro ladraba, para variar.

Entre la confusión vi a Jaejoong en lo alto de la escalera, bajando como un ángel del cielo, a cerciorarse de que no me había matado. Intenté gritarle que no, pero era demasiado tarde: se paró junto a mi familia, pero nadie parecía verlo, salvo yo.

No me había levantado aún por el dolor cuando sonó el teléfono y atendió mi hermano, me trajo el aparato a mi nuevo departamento del suelo y escuché la voz de mi amiga. No necesité saber para qué llamaba…

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