El camerino quedó en silencio tras el portazo de Yunho. Jaejoong seguía con los ojos y la boca abiertos como platos, como si no pudiera acabar de creerse lo que había ocurrido. Debo admitir que yo me encontraba en la misma situación, Yunho no solía perder la paciencia tan rápido; pero igual estaba enfadado con él, enfadado porque me había echado la culpa de todo.
Cuando volví a ver a Jaejoong, vi que sonreía. Sonreía.
-¿Qué te parece tan gracioso?
El no contestó, simplemente seguía sonriendo, con la mirada fija en el sitio donde Yunho había estado parado hace unos instantes. Dio unos temblorosos pasos hacia la puerta y se recostó contra ella pesadamente. (Obviemos el hecho de que me sentía atrapado, ¿de acuerdo? Gracias.)
-En serio estamos arruinándolo todo, ¿cierto?
Su tono cansado (derrotado) me hizo bajar la guardia y la hostilidad por un momento.
-No –le respondí, dando un corto paso hacia él, incluso cuando cada célula en mi cuerpo gritara porque no lo hiciera-. En realidad las cosas ya estaban así, incluso antes de nosotros. Nosotros—
-Nosotros solo echamos más leña al fuego.
-Se podría decir.
El silencio cayó entre nosotros una vez más. No tenía qué decirle o de qué hablarle porque simplemente era todo demasiado incómodo; el ambiente estaba tan tenso que casi era difícil respirar y en ese momento lo que más necesitaba era tener el cerebro oxigenado porque sino, sabe Dios lo que podría llegar a suceder.
-Debo ir a cambiarme –me encontré diciendo apresuradamente. El Debo salir de aquí picaba en la punta de mi lengua.
Él se apartó sin decir nada, sin mirarme, y tomó asiento en una de las sillas. Apoyó los codos sobre sus muslos y escondió el rostro entre las manos. Mi peor temor era que se ponga a llorar en ese momento pues Yunho sería capaz de volarme los sesos si es que veía que Jae volvía a estar “mal” por mi culpa.
-Hyung.
-Ve a cambiarte.
No era una orden, ni siquiera estaba dicha con veneno ni con algún tono semejante o con cualquier tipo de emoción, sonaba más a un… a un ruego.
Y entonces decidí que en realidad debía salir de ahí en cuanto antes.
(Como era de esperarse) El show salió bien, bailamos bien, cantamos bien, sí, sí, todo bien, ¡rah, rah! pero eso no quitaba que siguiera sintiéndome como una mierda después. El meollo ocurrió en el after-party. Las palabras de Yunho aún resonaban en mi mente, una y otra vez, sin embargo, decidí que tomarme un trago (o dos, o tres, ¿qué interesa?) no podía ser tan malo. Así que, cuando me preguntaron si deseaba otra copa, respondí que sí.
-De acuerdo, ahora sí necesito preocuparme.
Ni siquiera tu ve que voltear para ver quién era pues ya lo sabía. Esa voz era inconfundible. Sonreí al ver a Kibum tomar asiento a mi lado en la barra y aún más ampliamente cuando pidió un trago para él.
-¿De qué, hyung?
-De ti, para empezar. ¿Desde cuándo tomas vodka? –preguntó con tono burlón mientras husmeaba mi copa. Pero pude ver que también estaba preocupado.
-¿Honestamente? Desde hace… cinco minutos o así, lo juro –di el último trago a mi copa y me giré a verlo. No se veía muy bien-. ¿Y qué hay contigo? No te ves bien.
-Pues debe haber algo en el agua, porque últimamente nadie esta bien –sonrió con pesar y negó con la cabeza poco después-. Las cosas no van tan bien como antes, supongo. Todos los días suceden cosas nuevas y solo queda aguantárselas, ¿no?
-Whoa, whoa, ¿de qué estás hablando, Kibum? Suenas como si—
-¿Como si estuviera desesperado? –me cortó. La sonrisa irónica no abandonaba su rostro-. ¿Cansado, tal vez?
Obviamente, algo no andaba bien con Kibum. Algo que estaba fuera de mi alcance porque para empezar ni siquiera sabía qué era. Pero no había que buscar muy lejos para darse cuenta de que tal vez fuéramos en la misma dirección.
-¿Y no me vas a contar qué sucede? –le pregunté al cabo de un rato.
Tenía la esperanza de que por lo menos si le dejaba meditarlo un rato luego me contaría, pero solo se había quedando contemplando su copa como si estuviera enamorado de ella.
Negó con la cabeza, aún sin mirarme, y solo me limité a suspirar.
-Entonces sigamos bebiendo.
Media hora después, cada uno llevaba cerca de media botella de vodka en el organismo, y ni una sola palabra de más. Kibum seguía en su mundo, en ese en el que nadie es bienvenido, y yo seguía intentando sentirme mejor.
-¿Sabes, Changmin-ah? Tú y Jae son un par de cabezas duras.
Saboreé con detenimiento mi trago, disfrutando la quemazón en mi garganta, y reprimí un gruñido de dolor cuando el líquido alcanzó mi estómago.
-¿Sabes, Kibum-ah? Ya lo sé, al mundo le gusta recordármelo –le sonreí con dulzura fingida-. Y, me da una mierda lo que digas.
-Aw, eres tan lindo cuando bebes, Changminnie –pellizcó mi mejilla. Y, sí, me dolió-. Pero me alegra que sepas que eres un tarado, así no tengo que andar repitiéndotelo.
-Ah, pero debes darme tu versión –apunté-. Ya sabes, todos me dan una razón diferente. Te toca a ti. Muero por escuchar lo que tengas para decirme.
Dio un nuevo trago a su copa, y suspiró ruidosamente, murmurando algo que sonó (bastante) a “Huevón” y me encaró por primera vez en la noche. Sin sonrisas fingidas y sin ganas de joder. Sus ojeras eran impresionantes, y el cansancio y las emociones en sus ojos parecían el reflejo que veía en el espejo todas las mañanas. No sé que dolió más, si el verlo así o saber (reconocer) que yo estaba así.
-De acuerdo. Creo que en vez de estar acá intentando consumir más alcohol del que eres capaz, deberías estar buscando a Jaejoong-hyung y así los dos dejan de sentirse miserables e incomprendidos. Creo… creo que si en realidad sientes amor por él, entonces tienes las agallas suficientes como para ir, enfrentarlo, arreglar la situación y vivir felices por siempre y para siempre, o como sea que se diga.
-Sí, así se dice –murmuré sin siquiera pensarlo. Él solo rió.
-Eso creí –volvió a dar un sorbo a su copa y siguió hablando-. Debes hablar ahora, Changmin-ah, debes hacerlo antes de que sea demasiado tarde. Antes de que decida que ya no puede seguir esperando y que en serio es mejor seguir adelante. Y sin ti.
Oh, y entonces todo hizo “click”.
-Hyung… ¿está todo bien con Donghae? –me atreví a preguntar. Su expresión no cambió en absoluto pero pude notar que su cuerpo se tensaba-. Kibum-ah…
-Mentiría si dijera que sí –habló contra el borde de su copa-. Han sucedido tantas cosas en tan poco tiempo que ya da miedo levantarse por las mañanas. Y no solo con Donghae, Min, hablo de todo.
-Tengo la ligera sospecha de que no deberíamos estar hablando de esto aquí –dije en voz baja al darme cuenta que el barman estaba muy interesado en lo que estábamos hablando. Era eso, o estaba “chequeando” a Kibum, no lo sé, de igual modo me incomodó-. Vayamos a otro lado.
-¿A dónde? ¿Te dejan salir sin tus perros de compañía? –preguntó con burla.
-Bien, hagamos como que entendí tu comentario y te digo que sí. ¿Vamos?
-Repito, ¿a dónde, Changmin?
-A… a no sé, en realidad. ¿Qué dices si vamos por ahí?
-¿Por ahí?
-Eh, sí. Ya, Kibum ah, que tampoco es tan difícil de comprender. Por ahí en el edificio. O sea sin salir. No sé, el ruido me esta molestando –agregué como excusa. El ruido no era problema, a decir verdad; si he logrado sobrevivir todos estos años bajo el mismo techo que Junsu… el ruido no es problema, créanme.
-Ya, ¿me estás diciendo que quieres ir a perderte por los rincones de este edificio? –Kibum enarcó una ceja y me miró como si estuviera parado frente a una persona demente-. Estás loco.
-No, me voy a volver loco si no salgo de aquí –me quejé, y era cierto, el alcohol no estaba ayudándome a sentirme mejor y por ratos sentía que no podía respirar. Eso, aunado al hecho de que Kibum parecía tragarse su propia lengua cuando intentaba conversarle estaba convirtiendo la noche en puro aburrimiento-. ¿Me vas a acompañar o no? No tengo toda la noche, ¿sabes?
Mi compañero soltó un gran suspiro y asintió con la cabeza luciendo más que derrotado. Nos abrimos paso entre la gente y cuando vi a Yoochun en una de las esquinas le hice un gesto indicándole que ya volvía, que no tenía que preocuparse y que todo estaba bien; me hizo una seña con el pulgar en respuesta y ya estaba a punto de cruzar el umbral para entrar en los pasillos auxiliares cuando vi a Jaejoong.
Estaba sentado en una de las mesas contiguas a Yoochun (que en lo que había parpadeado ya había desaparecido), y Boa estaba a su lado. Ambos tenían copas a medio acabar delante, y estaba segurísimo de que estaban hablando aunque no les haya visto mover los labios.
Un segundo después Jaejoong levantó la cabeza y su mirada se encontró con la mía y olvidé como moverme y seguir caminando. Parecía que de pronto el cuarto se había quedado sin oxígeno y que mi cerebro se negaba a funcionar. Él murmuró algo una vez más y sus ojos se abrieron como platos y Boa (¿accidentalmente?) derribó la copa que tenía frente a ella.
-¿Min? –Kibum posó una mano en mi hombro y llamó mi atención-. ¿Te encuentras bien, amigo? Te me estás poniendo verde –murmuró con tono confundido.
-Sí, sí. Vamos –y sin esperar que dijera algo, salí corriendo del salón en busca de alguna ventana.
Para poder respirar o para saltar de ella, no lo sabía.
Cuando Kibum logró alcanzarme, ya estábamos varios pasillos lejos de la reunión. No hablamos por un largo rato (lo que resultó mucho más cómodo que andar respondiendo preguntas que no sabía siquiera cómo responder) hasta que su teléfono sonó.
-¿Hola? Ah, hyung— ¿Qué?... No, no, aún no… Sí, todo esta bien… Sí, seguro, yo te aviso… Bien, adiós.
Y luego, más silencio.
Me quedé mirando por la ventana sin siquiera prestarle atención a mi alrededor porque estaba… confundido, en la mayor parte. No entendía lo que acaba de ocurrir, por más tonto que haya sido; y si de una cosa estaba seguro, era que Jaejoong le había contado algo a Boa concerniente a nosotros.
Y lo que más me llamaba la atención era que Jae no parecía querer hacerlo, no parecía querer confesar.
¿Entonces eso era lo que hacía? ¿Confesaba algo?
-Boa –murmuré sin pensar. Kibum avanzó tres pasos hacia mí y paró en seco-. Boa sabe algo.
-Min, ¿de qué—
-Boa, Kibum-ah, Jaejoong le estaba diciendo algo a Boa… algo que no quería decirle… Boa sabe algo, Kibum, estoy seguro.
De nada cabe recalcar que, hasta este momento, iba perdiendo la poca cabeza que me quedaba. Kibum ya se había percatado de ello. Creo.
-A ver, Changmin, ¿por qué no te calmas? –me hizo tomar asiento cerca de la ventana y luego de un momento de vacilación, tomó asiento junto a mí-. Explícame desde el comienzo, porque no te entiendo nada.
Inspiré y exhalé varias veces antes de contestar:
-Cuando estábamos saliendo del salón, ¿lo recuerdas? –asintió-. Cuando salíamos, vi a Yoochun y le hice una seña de que ya volvía; en la mesa que estaba junto a él, estaba Jaejoong. Con Boa.
-Ajá –fue lo único que dijo Kibum.
-Estaban hablando. No sé de qué, pero sé que hablaban de algo que tenía que ver con Jae y conmigo. Jae… -dudé. En realidad no sabía si lo que iba a decir era cierto, pero tenía que decirlo, necesitaba decirlo-. Me dio la impresión de que Jaejoong confesaba algo, Kibum-ah.
-¿Qué te hizo pensar eso? –preguntó él con tranquilidad.
-No lo sé… Jae… Jae no es de andar contando su vida privada, a lo mucho le cuenta a Yoochun-hyung pero es porque Yoochun también le cuenta cosas suyas –expliqué –. En cambio con Boa…
-¿Qué con Boa?
-Boa tiene la capacidad… no, la habilidad de sacarle cosas a Jae. Cosas que él no se atreve a contar. Es por eso que a veces no soporta quedarse con ella a solas y le pide “asistencia” a Yoochun. Noona es una máquina detectora de mentiras –y era cierto, muchas veces había oído a Yoochun renegar del poco autocontrol que poseía cuando Boa andaba cerca.
Kibum soltó un largo suspiro. Ya estaba soltando muchos, a decir verdad,
-Entonces, lo que me estás diciendo, es que crees que Jaejoong le estaba confesando algo… Algo acerca de ustedes a Boa. ¿Es eso?
-No lo “creo” –refuté indignado –. Es la verdad, estoy seguro de que es así. Ah, y eso no es nada.
-Ahh, no me digas, ¿hay más? –exclamó con emoción fingida –. Por favor, cuéntame, ¡muero por saber que más sigue!
-Lo dijo cuando me miró a los ojos. Nos miramos. Nos miramos y él habló y Boa botó su copa.
Kibum se quedó en silencio, observándome con la boca abierta.
-Estoy así de cerca –dijo al cabo de un rato, sosteniendo su pulgar y su índice muy cerca, indicando algo pequeñísimo –, así de cerca de empujarte por la ventana. Háblame claro… Oh, no, no, mejor no hables, Changmin-ah, tienes mucha más razón cuando estás calladito. Hasta más bonito te ves.
-¡Kibum-ah! ¡No estás ayudando, ¿sabes?! Lo que necesito es hablar con Boa, decirle que me cuente… –salté, él solo rió y me dieron ganas de tirarlo por la ventana, solo que de encontrarnos en el quinto piso, no lo hice. Debía de caer desde mucho más alto el muy maldito –. Si no me vas a ayudar, mejor me voy.
Hice el intento de levantarme pero el me detuvo jalándome del brazo así que volví a caer sentado a su lado. Pasó un brazo por mis hombros y negó con la cabeza, aún sin dejar de sonreír.
-Estás actuando como un niño de dos añitos engreído. Es lindo –y pinchó mi mejilla –, pero absolutamente innecesario, así que madura. Tal vez tengas razón y Jae le haya contado algo a Boa, pero ¿qué te hace pensar que Boa te va a contar de qué hablaron?
-Ya planearé algo…
-¿Ah, sí?
-Sí, pero no ahora… - murmuré. Él solo volvió a negar con la cabeza –. Kibum, creo que no entiendes lo importante que es esto, de verdad.
-Yo comprendo, te juro que comprendo –contestó con una sonrisa–. Lo que no comprendo es porqué tanto lío, en serio. Si tanto quieres, anda y pregúntale a Boa lo que le dijo. Si es algo estúpido, de seguro te lo suelta.
-¿Y si es algo mucho más complicado?
-Entonces, preocúpate.
El punto es que yo no quería preocuparme. La parte infantil de mi cerebro que aún creía que todo se podía solucionar intentaba aplacar la voz de la parte que decía que Jaejoong en realidad sí había confesado algo. Pero las dos gritaban, y yo ya no sabía a quién escuchar.
-¿Quién te ha llamado hace un rato? –pregunté al cabo de un rato, mientras volvíamos al salón.
-Yunho-hyung. Jaejoong le ha dicho que te vio salir conmigo y le dijo que me llame.
Cuando la fiesta llegó a su fin, todos nos reunimos en el estacionamiento (Kibum, como ya lo sospechaba desde un principio, no partió con Donghae-hyung, sino que se fue junto con Heechul) y partimos a casa casi a medio morir. Yoochun iba dormido y Yunho-hyung tenía una sonrisa un poco boba en el rostro. Cuando codeé a Junsu señalándolo, él solo se encogió de hombros y siguió mirando por la ventana. Estúpido Junsu.
-Hyung –le dije a Yunho –. Te ves muy alegre. ¿Qué ha ocurrido?
-Nada, Minnie-ah, no ha sido nada –. respondió él pero sus ojos brillaron de un modo extraño y sus mejillas tomaron un color carmesí que significaba que nada era en realidad mucho.
En el lobby de nuestro edificio, ocurrió algo que en realidad no había planeado. Pero estoy segurísimo que estúpido-Junsu y no-tan-dormido-Yoochun sí tuvieron mucho que ver.
-Necesito hablar a solas con Junsu – dijo Yoochun cuando llegamos a las puertas del ascensor –. Tomen otro elevador.
Lo había dicho con tanta seriedad que hasta yo me la había creído. Sonrisa-boba-Yunho asintió en silencio, pero pude ver que compartía miradas cómplices con estúpido-Junsu, y entonces todo hizo “clic”.
Estos hijos de—
-Yo voy a tomar las escaleras, me apetece un poco de ejercicio – dijo Yunho al cabo de un rato –. Ustedes pueden tomar el ascensor que viene.
Jae abrió la boca para hablar pero no salió sonido alguno, y cuando por fin parecía recuperar el habla, sonrisa-boba-y-maldito-mentiroso-Yunho ya había desaparecido al final del pasillo. Y entonces solo quedamos Jaejoong y yo.
El ascensor se abrió con un sonoro ding y me quedé mirando las puertas como si fuera un león a punto de comerme. Jae avanzó sin dudar y entró, y yo seguía de pie afuera.
-¿Vas a entrar? –me preguntó como si fuera una persona retrasada.
-Eh, sí –carraspeé levemente, y entré tras él.
Las puertas se cerraron y sentía que me ahogaba. Mi respiración se volvió más trabajosa, pero no tanto como para que Jae lo notara. (O tal vez estuviera todo en mi cabeza.)
-Yo no he tenido nada que ver con esto, que conste –habló él, cruzándose de brazos y apoyándose contra la pared metálica tras él –. Así que si te vas a molestar con alguien, mejor que sea con Junsu, estoy seguro que él ha sido el de la idea.
Obvio que estúpido-Junsu había sido el de la idea. Era Junsu después de todo.
-No me estoy molestando, hyung. Si estuviera molestándome ya te habrías dado cuenta, créeme –respondí entre dientes.
-¿Ah, no? ¿Y porqué estás poniéndote azul, entonces?
-Porque tengo que respirar el mismo aire que tú, por eso –espeté.
Y por Dios que no había sido eso lo que quería decir. Por una parte era cierto, estar en aquél cubículo de no más de tres por tres estaba volviéndome loco. Pero no había sido mi intención decirlo de tan mala manera. Lo peor era que ahora me sentía culpable, y todo porque mi cerebro no estaba lo suficientemente oxigenado para ordenar mis ideas.
Estupido-hijo-del-demonio-Junsu, y sonrisa-boba-y-traidor-Yunho, y no-tan-dormido-igual-de-maldito-que-los-demás-Yoochun, eran los culpables. Era su culpa, su culpa, su gran culpa, y amén.
-Oh –fue todo lo que Jaejoong dijo, y no me perdí la leve punzada de desconcierto en su voz. Hasta yo estaba desconcertado –. Supongo que debo pedirte disculpas, entonces.
-Nonono –murmuré todo de corrido, y juro que no me di cuenta que había volteado en su dirección para mirarle –. No tienes que disculparte, hyung. En realidad— En realidad no fue eso lo que quise decir.
Él asintió en silencio, sus ojos escrutiñadores un poco apagados por el cansancio pero aún atentos a su alrededor. Pero volvió a hablar no mucho después, y sus palabras fueron amortiguadas por el barullo de las puertas al abrirse en nuestro piso.
-Pero yo en realidad necesito disculparme, Minnie-ah.
Y no sabía si quedarme de pie, o dejarme caer al suelo, o gritarle por haberme llamado Minnie-ah, o simplemente detenerle para que no deje de mirarme y para que vuelva a estar conmigo, en el mismo lugar y en el mismo tiempo.
(No me di cuenta hasta mucho más tarde, de lo que había dicho. Aquél en realidad que había sonado tan desesperado y tan roto.)
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