KINGDOM TVXQ!

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Arualthings

Unwritten cap 14

Salí del baño ya en pijama y listo para encerrarme en mi habitación hasta haber dormido, por lo menos, unas respetables dieciocho horas. Mientras había estado en el baño, había llegado a una conclusión: Jaejoong le había—confesado—contado a Boa algo que tenía que ver con nosotros, y aquello era lo mismo por lo cual se había disculpado en el ascensor. Y yo tenía que saber qué era eso y tenía que saberlo pronto.

Camino a mi habitación, escuché a Yoochun en la cocina, y como no tenía nada que hacer, fui para allá, como para ver qué hacía mi susodicho hyung. Pero antes de entrar, oí la voz de Jaejoong, y eso hizo que me congelara en mi sitio. Ambos sonaban cansados.

-...estaba ahí.

-Es un chico inteligente. Ya se debe haber dado cuenta, Jae. Hasta tú te habrías dado cuenta.

-Eso no me ayuda –suspiró Jae con cansancio, y oí una silla arrastrándose sobre el suelo– Boa dice que tengo que contárselo, que es mejor que se entere por mí a que alguien más se lo cuente porque entonces no me lo perdonará.

-Y, como muchas otras veces, Boa tiene razón. Lo cual demuestra que la situación está cada vez peor, ¿cierto, hyung?

Y al escuchar el nombre de Boa sentí que se me cerraba la garganta y que mi visión se nublaba. ¿Era posible que Jaejoong decidiera contarle también a Yoochun lo que había ocurrido? Lo más probable fuese que sí porque Jaejoong le contaba todo, pero algo me decía que no lo haría en ese momento, no cuando sabía que cualquiera de nosotros podría entrar y oír lo que estaban hablando. Jae no era tan estúpido.

-Sí, pero pensé que tú tendrías una mejor salida a todo esto. Por algo te estoy contando, ¿no?

Yoochun dio un gran suspiro y habló al cabo de lo que parecieron horas.
-Tú sabes cuál es la mejor salida, Jae, no te hagas el idiota –dijo con voz cansada, hastiada, como si le molestara estar hablando de ello.

-No puedo, Yoochun.

-¿Changmin?

Volteé con el alma que se me quería escapar del susto y vi a Junsu parado a unos metros de mí, con ojos somnolientos y el rostro húmedo. Traía pantalones de pijama y una camiseta sin mangas que de tanto uso se había vuelto casi transparente. Bostezó ampliamente y avanzó un par de pasos hacia mí.

-¿Qué haces, Minnie?

-Ah, hyung, eh, voy de camino a la cocina –expliqué, y rogaba no haber sonado vacilante. Junsu asintió (más dormido que despierto) y pasó por mi lado, entrando a la cocina. Yo le seguí.

Jaejoong, como imaginaba, estaba sentado cerca de la encimera del centro, apoyando los codos sobre la mesa y el rostro sobre las manos. Se veía extremadamente cansado y débil. Cuando nos vio entrar, se quedó estático y sus ojos crecieron en demasía y casi me deban ganas de preguntarle si estaba asustado de que yo pudiera haber oído lo que estaba hablando con Yoochun. Yoochun, por su parte, estaba en el lavadero, enjuagando un par de platos.

-Ya no hay nada de comer. Jae se lo ha acabado todo –dijo en cuanto se dio cuenta de Junsu y yo estábamos en la cocina.

-Ah, genial, hyung, una vez más, acabando con todo lo comestible –se quejó Junsu mientras abría la nevera y sacaba una botella de agua– Ya te está dando el complejo “Changmin”, no lo puedo creer.

-Hahah, qué chistoso, Junsu, muy bonito –murmuré sin gracia desde mi posición, recargado contra la puerta.

-Bueno, me voy a dormir. Nos vemos en la mañana –Yoochun pasó por mi lado y atrapó a Junsu con una llave al cuello– Vamos, Junsu. Tengo que darte tu beso de buenas noches.

-Ooh, ¿dónde me lo vas a dar, Chunnie-ah? –oí a Junsu preguntar cuando estaban en el pasillo y luego Yoochun le decía algo que no pude escuchar pero que a Junsu le pareció de lo mejor porque empezó a reírse como quinceañera.

-Buenas noches, Changmin –me volví hacia Jae justo cuando se ponía de pie.

No contesté, seguía con la garganta cerrada, así que asentí en silencio, sin siquiera mirarlo, y cuando se hubo ido me sentí como un reverendo idiota.




-¿Changmin? –abrí un ojo a medias y distinguí la silueta de Yunho al pie de mi cama– Ya debes levantarte. Hyoryul vendrá para llevarnos al aeropuerto.

Me senté como pude y me pasé una mano por el rostro para terminar de desperezarme. Yunho ya estaba vestido y supuse que los demás también estaban listos pues cargaba la canasta de la ropa sucia.

-¿Qué hora es? –pregunté con la voz aún ronca por el sueño.

-Pasadas las nueve.

-¿Por qué no me levantaron antes? –dije luego de bostezar.

Yunho dejó la canasta cerca de la puerta del clóset y luego volvió hasta su cama para terminar de empacar su mochila.
-Intenté levantarte pero me mandaste al demonio –respondió con voz ausente– Aparte te escuché dando vueltas en la cama toda la noche. Supuse que no habías dormido bien.

-¿Me escuchaste? –pregunté incrédulo. Yunho sonrió sin mirarme.

-No me hagas decir “Te conozco muy bien”, ¿de acuerdo? Creo que ya deberías saberlo.

-¿Entonces tampoco te dejé dormir?

-Oh, no, yo sí dormí, me cansé de preocuparme al cabo de un rato, y supuse que eventualmente también te cansarías tú –volteó hacia su cajonera y me miró de soslayo– Por cierto, ¿cómo fue lo del ascensor ayer, eh? Jae-hyung parecía zombi cuando entró.

-No ocurrió nada –murmuré. Yunho soltó un bufido incrédulo– De verdad, hyung. Estaba más concentrado en odiarlos que me olvidé de que Jae estaba ahí. Aún los odio por hacer eso –le dije seriamente, dirigiéndome a la puerta– Y sé que fue Junsu el de la idea.

-Obvio que fue él el de la idea –sonrió y se echó la mochila al hombro, siguiéndome hacia el pasillo– Apúrate, pasarán por nosotros en media hora.


Diez minutos después, salía del baño ya listo para ir a vestirme, cuando la voz exasperada de Yunho me detuvo en mi sitio. Sonaba como si se estuviera peleando con alguien, y me pregunté si a lo mejor debía intervenir para evitar que le diera un golpe a quien sea que le estaba gritando.

Seguía parado en el umbral de mi puerta cuando Yoochun salió de la habitación de enfrente. Él ya estaba vestido y listo para salir. Nos miramos por unos segundos y luego nos dirigimos al salón. Yunho se estaba poniendo morado y apretaba su teléfono contra su oreja como si esperase que se funda con su cráneo. Cuando nos vio acercarnos levantó una mano para hacernos parar y vi con el rabillo del ojo que Junsu estaba en la cocina, quieto en su sitio. Jaejoong estaba sentado cerca de donde Yunho estaba y cuando volteó a verme, abrió muchos los ojos y se sonrojó levemente, y entonces recordé que aún iba en toalla.

-Yo entiendo, hyung, pero no puedes pretender que… –Yunho calló de improviso y se giró hacia la ventana– Entiendo. … No, no me parece, pero ya que lo has decidido así no veo de qué pueda servirte mi opinión. … No te estoy faltando el respeto, si te lo hubiese faltado estarías escuchando el tono del dial desde hace rato…

No sabía con quién estaba hablando Yunho, pero algo me decía que no eran buenas noticias. (Y hasta un vegetal se hubiese dado cuenta de aquello, a decir verdad.) Yoochun avanzó desde donde estaba hacia uno de los sillones y se sentó sin hacer ruido. En ese preciso momento, empezó a llover.

-Bien. Lo que sea. … De acuerdo, yo hablaré con ellos –volvió a hablar Yunho, dándose vuelta hacia nosotros otra vez y tirándose en el sillón que le quedaba más cercano– Claro, aquí estaremos, y como que tampoco podemos salir, ¿no? … Adiós –cerró su teléfono con cansancio y echó la cabeza en el posa-brazos– No nos vamos hoy. Hay demasiada gente en el aeropuerto y es todo un caos. Viajaremos pasado mañana.

-Pero tenemos un sinfín de cosas que hacer –dijo Yoochun luciendo incrédulo, y bueno, los demás también lo estábamos– Hoy mismo teníamos que empezar a grabar, y más tarde había coreo; y mañana tenemos que ir a ver las locaciones de Bolero, y—

-Ya sé que tenemos mucho que hacer, Yoochun-ah –le cortó Yunho con voz cansada– Todos lo sabemos, ¿de acuerdo?, que tú lo recites no hará ninguna diferencia.

-Oh, Dios, nos van a sacar la mierda cuando lleguemos –murmuró Yoochun con molestia y luego se giró hacia mí, luciendo escandalizado– Yah, donsaeng, ¿por qué sigues así de descubierto?

-Ah, lo había olvidado –dije en un pequeño murmullo, de pronto sintiéndome cohibido. Yoochun tosió algo que sonó a Muchachito exhibicionista y Yunho rió contra el tapiz del mueble.

-Ve a cambiarte, Min, cuando estés de vuelta hablaremos de todo.


Tan solo cinco minutos después, Yoochun, Junsu y yo estábamos apretujados en uno de los sillones (Jaejoong se había rehusado a hacerle sitio a Yoochun alegando que le dolía la espalda y que necesitaba estirarse bien y Yoochun había desistido luego de haberle llamado “Arrogante mentiroso con el ego del tamaño del Fuji”, y a eso Jae le había respondido “Tu frente es más grande” con una sonrisa triunfante) mirando a Yunho expectantes. Alguien había prendido la radio mientras yo no estaba y la canción que sonaba era lenta y muy melodiosa y estaba en japonés (nada irónica la situación, ¿eh?), pero no reconocí quién cantaba.

-Yunho –dijo Jaejoong de pronto, alzando uno de los cojines amenazadoramente–, te voy a asfixiar con este cojín si no empiezas a hablar pronto –Yunho suspiró pero no dijo nada– Vamos, Yunho, mientras más tiempo te tomes, peor será.

-Uhm, ¿hyung? Estaremos encerrados tres días. Tiempo tenemos hasta por gusto –apuntó Junsu en voz baja.

-Y a ti te asfixiaré después, ¿qué dices? –Jaejoong le sonrió con dulzura pero sus ojos tenían un destello de maldad que hizo que los vellos de mi nuca se erizaran.

-Va, va, no hay razón para andar asfixiando gente a diestra y siniestra, hyung, por Dios –Yoochun levantó las manos en son de paz. Jae viró los ojos.

-Tú no crees en Dios, Yoochun-ah –dijo en respuesta y yo tan solo reí.

Y cuando reí, él me miró, y había algo en sus ojos que hizo que mi corazón se contraiga y que mi pecho duela. Desvié la mirada y tosí levemente, hablando sobre las voces de Junsu y Yoochun que habían empezado a planear “Cómo asfixiar a Jaejoong y que parezca un accidente; y no olvides, Susu-ah, aún tiene que ser capaz de cantar y bailar porque si no, se nos cae el negocio”.

-Yunho. ¿Ya nos vas a decir qué pasó?

Yunho, que había estado ajeno a toda la situación, asintió en silencio y se acomodó mejor en el sofá, de modo que su cabeza quedó aún en el posa-brazos y sus piernas colgaban del del otro lado.
-Era básicamente eso, no hay cómo entrar al aeropuerto. Hay demasiada gente, según Hyoryul, y no es solo por nosotros. Siwon, Hankyung y Kyuhyun salen hoy a Beijín, y sus fans también han ido a despedirlos. Boa también regresa hoy a Los Ángeles y ya saben que ella tiene más gente que los SuJus y nosotros juntos.

El estómago se me encogió ante la mención de Boa. Evité mostrar alguna emoción y seguí escuchando la conversación como si nada, como si no me afectara.

-…dijo que no regresaba hasta mañana por la noche –dijo Jae con una pizca de confusión en la voz.

-Es cierto –secundó Yoochun– Dijo que iría a ver a su hermano hoy.

-No lo sé. Hyoryul me ha dicho que todos iban a viajar hoy y que no era seguro que nos vayamos también –Yunho se encogió de hombros y se giró donde estaba, quedando en una pose para nada cómoda.

-Ya, ¿y las otras razones? –pregunté yo.

-La otra razón es, que nos hemos portado tan bien que han decidido premiarnos con unos días de tranquilidad –dijo lentamente, y me envió una rápida mirada. No comprendí de qué iba, e hice nota mental de preguntarle más tarde– Y cuando lleguemos a Japón, tendremos diez días de descanso.

-¿En serio? –Junsu enarcó una ceja– Pero no nos hemos portado bien, digo, Changmin se anda agarrando a Yoobin en público—

-¡Oye! –salté ofendido pero no me hizo caso.

-… y Jaejoong anda comiendo cada vez menos y el staff se queja siempre porque hay que andar consiguiéndole nueva ropa—

-¡No es cierto! –fue turno de Jae, que lo miraba incrédulo. El cojín bailaba en sus manos.

-… y Yunho anda coqueteando con las nuevas internas, y no me mires así, hyung, porque te vi muy a gusto con una chica ayer en la noche—

-No estaba coqueteando, ¿de acuerdo? Estábamos hablando, la gente normal habla, Jun—

-¿La gente normal habla de sus números telefónicos? –Jae enarcó una ceja y sonrió con sorna. Yunho se sonrojó fuertemente.

-Y, Chunnie, tú sabes que te amo y todo –seguía hablando Junsu, y al dirigirse a Yoochun, le palmeó la pierna afectuosamente–, pero últimamente te comportas muy raro, ¿sabes? Y me la paso negando en el estudio esos rumores de que eres “emo”—

-¡Yo no soy emo! –refutó Yoochun indignado, y se cruzó de brazos, mirando a Junsu con cólera.

-¿Qué, y la gente no se queja de ti, Junsu? –le di un codazo en las costillas y él solo viró los ojos, luciendo extremadamente superficial.

-Obvio que no, Minnie-ah, no seas tonto –sonrió con dulzura y palmeó mi rodilla, como si estuviera hablando con alguien retrazado– Soy Xiah Junsu, ¿quién podría quejarse de mí?

Jaejoong fue el primero en aventarle un cojín en la cara.



Media hora después, los cinco estábamos esparcidos por toda mi habitación, despeinados y agitados.

Había sido todo muy curioso, a decir verdad, Junsu se había quedado estático y con la boca entreabierta luego de que Jae le haya tirado el cojín mientras Yoochun se destornillaba de risa a su lado y yo intentaba hacerme de “municiones”. Yunho salió corriendo hacia nuestra habitación y luego volvió con una almohada en cada mano. (Y tenía la ligera sospecha que una era mía.) Jaejoong intentaba hacer respirar a Yoochun que seguía riendo y de verdad ya se estaba poniendo algo azul; mientras, Junsu aún asimilaba la situación.

“¡Yah, hyung! ¡¿Por qué me atacas?! ¡Es la envidia, ¿cierto?!” Gritó de pronto, poniéndose de pie y cogiendo uno de los cojines que habían quedado. Y de la nada se abalanzó contra Jae, golpeando en donde sea que pudiera.

Y yo, como me había quedado como tarado viendo a Junsu pateándole el trasero a Jaejoong, no me di cuenta que Yunho había bordeado el salón, y lo único que sentí fue un almohadazo en la nuca. Obvio que ni me movió. “Anímate, Changminnie, sabe Dios cuándo tendremos tiempo para hacer esto otra vez.”

Así que cogí mi cojín (de un azul extremadamente chillón, creo que Junsu lo había escogido la última vez que habíamos ido de compras) y se lo estampé en la cara. Era cierto, no sabía cuándo podría volver a aprovecharme de la situación para “golpear” a mis hyungs.

En el otro lado del… “campo de batalla”, Yoochun ya se había conseguido una almohada y estaba atacando a Junsu mientras Jaejoong le hacía cosquillas. Los alaridos de Junsu podrían haber causado desastres naturales de no haber estado con la cara presionada al sillón. Otro almohadazo me dio de lleno en el estómago y cuando volteé, Yunho me miraba con una sonrisa burlona en el rostro, y luego pasó por mi lado para ir hacia donde estaba Jae.

“¡Aléjate de mí, Yunho! ¡Soy el hyung, merezco respe—”

Yunho hizo el amago de golpearlo, pero Jae bordeó el sillón más grande y terminó corriendo hasta pararse detrás de mí y el cojín dirigido a él me cayó en la cara. “Oops,” dijo Yunho, y esquivó un almohadazo de Junsu, que estaba rojísimo y demasiado sonriente como para ser saludable.

El cojín que aterrizó en mi cara cayó limpiamente a mis pies y en un rápido movimiento, ya me había agachado y se lo estampaba a Jaejoong en un lado de la cabeza, riéndome de su expresión. (Y sí, por un rato olvidé todo lo que había ocurrido entre nosotros.) Él soltó un alarido y resbaló, jalándome consigo y riendo más fuerte que yo.

Otra almohada (y era la mía) me golpeó en la espalda, y la mano que la sostenía estaba conectada a un brazo que pertenecía a un cuerpo que conocía muy bien. “¡Ow, hyung!” me quejé, pues el peso de Jae me había estampado de nuevo contra el suelo.

Jaejoong volvió a reír, pero no era esa risa con la que se burla de algo… Era una que no había escuchado desde hacía bastante tiempo, mucho antes de siquiera haber roto. Era una risa que sonaba a vida, a felicidad y a recuerdos hermosos.

Me quedé sonriendo, de verdad feliz por escucharle reír de esa forma después de tanto tiempo, y él también sonreía frente a mí, abrazando una almohada contra su pecho.

Yoochun chilló segundos más tarde, y luego se oyó vidrio estrellarse contra el suelo. Jae y yo nos giramos hacia donde estaba él, y vimos una de las lámparas que la mamá de Yunho nos había regalado hacía varios años hecha trizas a los pies de Yoochun. Sonrió como un niño pequeño y Junsu le palmeó la espalda, riendo y diciendo “¡Casi te ves tan inocente como yo, Yoochun-ah!” a lo que el último solo pudo sonreír. Yunho observó los restos de la lámpara y suspiró.

“Le va a dar un ataque a mi mamá cuando vea que falta una,” dijo seriamente, y fue en busca de una escoba para barrer los restos antes de que alguien se lastimara. Jae y yo seguíamos sentados en el suelo, cada uno apoyado contra un sillón. Él se puso de pie al cabo de un rato, y me tendió una mano para ayudarme.

Y yo la acepté sin dudar.

Después de que Yunho haya votado todos los vidrios y la cerámica, el primero en aventar almohadas fue Junsu.


-Eso fue divertido –dijo Yoochun desde su posición en la cama de Junsu. El dueño de cama estaba tirado en el piso, aún intentando acomodar su respiración– Sobre todo ése último cojín que le cayó a Junsu en el trasero. Fue… una tremenda colisión! El Big Bang pero en versión casera.

-¡Hey! –se quejó Junsu desde el suelo, haciendo puchero. Los demás reímos a todo pulmón– No, no, lo mejor de todo ha sido cuando Jae-hyung rebotó contra el sillón de la esquina, y terminó debajo de la mesa, de verdad. ¡Ni siquiera sé cómo lo hiciste! Fue épico, hyung. Épico. Debes hacerlo más seguido.

Todos volvimos a reír. Yunho se estiró en su cama y colocó los brazos bajo la cabeza. Yo, desde mi cama, pude ver que sus ojos tenían ese brillo intenso que siempre indica que en verdad esta emocionado, o conmovido. Jae, que también estaba en el suelo, apoyando la espalda contra el borde de la cama de Yunho, sonrió nostálgicamente y dijo:
-No hacíamos esto desde hace mucho, ¿cierto?

-¿Esto o sea “pelea de almohadas”, o esto como en “destruir medio departamento”? –preguntó Yoochun con voz ausente.

-Esto de “pasar tiempo juntos” –me adelanté a Jae, y él me sonrió desde el otro lado, asintiendo en silencio. Mi estómago dio un brinco– Hace mucho que no tenemos tiempo libre. Tal vez sí nos hemos portado bien, después de todo, ¿eh?

Los demás asintieron sonriendo, y caí de espaldas contra mi colchón, mirando al techo. Coloqué las manos bajo mi cabeza (mis almohadas aún seguían desaparecidas, y de todas maneras tenía demasiada flojera como para salir a buscarlas) y la habitación quedó en silencio.

Pasados unos minutos, se podía oír ciertos ronquidos desde la esquina que le correspondía a Junsu, pero no sabía si era Yoochun o Junsu quien dormía. Luego oí a Jae intentando despertar a alguien.

-No te voy a dejar durmiendo en el suelo, Junsu, levántate –murmuraba mientras intentaba mover a Junsu. Soltó un suspiro de frustración y se giró para buscar ayuda. Yoochun y Yunho también se habían quedado dormidos– Yah, Junsu, no seas jodido y levántate, ¿quieres?

Me erguí con cuidado y con pereza y Jae volteó en mi dirección, enviándome una mirada suplicante. Me puse de pie lentamente y avancé hasta donde él y Junsu se habían quedado, y entre los dos pusimos a Junsu de pie (o algo por el estilo) y lo acomodamos en su cama, al lado de Yoochun.

-Están tan locos. Los dos –dijo con voz cansada. Su sonrisa flaqueó un poco, pero quedó ahí, tenuemente acentuada en su rostro. Seguía de pie a mi lado– Empiezo a creer que los cinco estamos locos.

-Claro que sí –contesté, y me giré de nuevo hacia mi cama. Él no se movió– Pero el más insano es Junsu, hyung, tienes que admitirlo.

Su sonrisa se tornó más verdadera y se convirtió en una suave carcajada que amortiguó contra su mano.
-Es cierto.

Me eché de nuevo, quedando de costado y cerca al borde para verlo mejor. Avanzó un par de pasos y tomó asiento en la cama de Yunho, casi al borde porque el susodicho estaba desparramado sobre todo el colchón.

-Este idiota no me ha dejado espacio –dijo en voz bajísima, apenas audible, y parecía haberlo “pensado en voz alta”, porque cuando se dio cuenta de lo que había dicho, dio un respingo.

-Puedes echarte aquí si gustas –mi lengua habló mucho más rápido de lo que a mi cerebro le hubiera gustado. Sentía que me ruborizaba– Para que no molestes a Yunho. Después se pone gruñón si lo despiertas. Aparte, mi cama es más grande que la suya.

¿¡Y qué demonios había sido eso!? Dios, estaba tan cagado…

-Uh, sí… Se pone de mal humor, ¿verdad? –volvió a hablar en voz baja, y le vi avanzar hasta donde yo estaba y de pronto su peso hundía el colchón desde el otro lado.

Nos quedamos en silencio por un largo rato, y podía sentir el latido de mi corazón en la garganta. Era casi irreal, tenerlo tan cerca después de mucho tiempo en una forma tan (casi) íntima que hasta dolía. Podía sentir con total claridad el calor de su cuerpo emanando en ondas (tsunamis, mejor dicho) y colarse por cada uno de mis poros, y por más estúpido que suene, me sentía a salvo, me sentía como antes.

-¿Ya te dormiste? –susurró.

-No –susurré de vuelta. ¿Cómo podría haber dormido? No podría haberlo hecho aunque lo hubiese querido con todas mis fuerzas y aunque estuviera cansadísimo; era simplemente imposible. En realidad Jaejoong era un tonto por preguntarme algo así.

-¿Viste lo feliz que estaba Junsu? –le oí preguntar, y sabía, aún sin mirarlo, que había vuelto a sonreír.

Recordé la sonrisa de Junsu, enorme, brillante, lo suficiente como para alumbrar una habitación, y el brillo en sus ojos había sido tan intenso que dolía de la manera más sutil que podría existir. Era un brillo que también había dejado de ver durante mucho tiempo.

-Sí –respondí en voz baja– Hace mucho que no lo veía tan feliz.

-Él y Yoochun fueron a hablar con sus padres. En Navidad. Les contaron todo.

Eso me hizo erguirme de golpe. Volteé a mirarlo con la boca abierta de la impresión. Él me miraba como si estuviera loco.
-¿Todo, o sea que están “juntos”? –pregunté. Jaejoong asintió con la cabeza– Por Dios.

-Yoochun me contó que su papá se levantó de la mesa y se encerró en su habitación. No lo volvieron a ver, ni siquiera salió a despedirlos.

Se sentó con lentitud, descansando las manos sobre su regazo. Sus dedos jugaban ausentemente con el borde de su suéter, y caí en la cuenta que era un suéter que se había perdido de mi cajón hacía meses. Su mirada se perdió en los otros dos que descansaban en la cama del frente.

-Su mamá –siguió–, lo único que hizo fue seguir comiendo, en silencio, y al terminar se fue a encerrar en la cocina.

-¿Qué? –pregunté incrédulo.

No podía creerlo, no quería creerlo. No conocía mucho al papá de Junsu porque siempre andaba trabajando y qué se yo, aparte no había tiempo para conocerlo, pero sabía que era una buena persona (digo, después de todo, Junsu tuvo que salir a alguien, ¿no?). Su mamá, sin embargo, había sido buena desde siempre. Desde mucho antes de hacernos famosos. Siempre andaba preocupada por todos, y hasta nos había dicho que podíamos llamarla “mamá”. Y ahora, ¿ni siquiera decirle algo a Junsu? Comprendo que tal vez no haya sido la mejor fecha para decirlo (De todas las fechas, ¿Navidad, Junsu? ¿En serio?), pero eso no justificaba aquél tipo de respuesta.

-Junsu dice que está bien, que no le afecta, pero Yoochun se de cuenta de cosas que prueban lo contrario –volvió a hablar en voz baja– Yoochun puede ser muy perceptivo cuando se lo propone.

-Ah, eso sí te lo creo –sonreí tenuemente– Entonces, el Junsu que, eh, dijo que “nadie podría tener una queja de él” hace un rato. Antes de ponernos a jugar. Ése era el Junsu que quería demostrar que estaba bien?

-Creo que ese era el Junsu jodido y chispeante que no ha podido ser desde hace mucho –se encogió de hombros, recogiendo sus piernas y abrazándolas contra su pecho. Apoyó la mejilla sobre sus rodillas y volteó a mirarme– Creo que era la forma de recordarnos a todos lo que tuvimos que dejar atrás para ser lo que somos ahora.

-Tuvimos que dejar atrás… ¿peleas de almohadas?

-No, Changmin, no –rió contra el pantalón, pero era una risa que tenía bordes muy tristes para mi gusto– Dejamos atrás nuestras vidas para poder tener esta.

Y era, de algún perverso modo, cierto. Todos habíamos sido forzados a crecer demasiado rápido, a dejar atrás otro tipo de sueños y anhelos. Nadie se quejaba, nadie tenía el coraje para hacerlo; todo esto era lo que habíamos querido.

-De todas formas –dijo al cabo de un rato–, no creo que esté buscando demostrar que está bien. Él sabe que nosotros sabemos que está mal.

-Tal vez no lo sepa del todo, hyung –dije con seriedad pero luego sonreí–, ya viste que Junsu es un poco lento algunas veces.

Mi comentario ensanchó su sonrisa, y poco después se convirtió en una carcajada. Levantó una mano para intentar cubrirla, como si quisiera guardarla para algún otro momento no tan feliz y recordar que había sido feliz una vez. Siempre hacía eso, y yo no entendía porqué, si cuando reía se veía resplandeciente.

Casi como instinto, la mía se alzó también, y al alcanzar su mano y tocar su piel de nuevo mi corazón quiso gritar.
-No lo hagas –hablé en apenas un susurro, y era más un No te escondas.

Al retirar su mano con la mía, vi que su sonrisa había desaparecido, y le sonreí con lentitud instándole a hacer lo mismo, y cuando su sonrisa llegó a su máximo esplendor, susurró “De acuerdo”. Sus ojos se veían asustados, y tal vez fue eso lo que hizo que me diera cuenta de muchas cosas.

Tenía que admitir que el plan para sacarle celos estaba desechado. Tendría que buscar otro método para sacarle la verdad, tenía que buscar algo que haga que todo vuelva a ser como antes. Ya no se trataba de mi orgullo, ni del suyo, ni siquiera de la rabia que sentía. Ahora era algo mucho más serio. Y lo peor era que aún me ponía nervioso y colérico cuando él estaba a mi lado.

Pero también empezaba a cansarme de la situación, y no entendía muy bien porqué si lo que quería era que todo volviera a ser como antes. Y tal vez ese era el problema, yo quería que todo se normalizara incluso sabiendo que nada sería igual.


El primero en despertar fue Yunho, que cuando nos vio sentados, o mejor dicho, juntos parpadeó furiosamente como si no se lo pudiera creer del todo. No sé si a Jae le hubiese ocurrido, pero yo me ruboricé. Después de darse cuenta que, en efecto, no estaba soñando, Yunho sonrió casi imperceptiblemente y murmuró “Tengo hambre.”

Estábamos a punto de hacer planes referentes al almuerzo cuando Junsu empezó a estirarse, y el último estirón que lo despertó totalmente fue a parar a la oreja de Yoochun, que terminó levantándose también.

Si Junsu y Yoochun se dieron cuenta de que Jae y yo estábamos juntos, no dijeron nada.

-A ver, yo opino que nos emborrachemos a lo grande ya que ayer no nos dejaron –opinó Yoochun luego de que Jaejoong preguntara qué haríamos ahora– Aparte tampoco vamos a salir de aquí –gesticuló vagamente a su alrededor para indicar el departamento– sino hasta dentro de dos días, y luego de eso tenemos ¡DIEZ DÍAS LIBRES! así que tenemos tiempo suficiente para vivir la resaca.

-¿Y si Hyoryul llega mañana? –Yunho volvió a tirarse de espaldas contra su colchón– Ya viste que hoy nos canceló, pero el hombre es tan indeciso como cuando Jae tiene que comprar pantalones, y capaz viene mañana, nos tira los pasajes en la cara y nos dice que los diez días se fueron por el caño. No vamos a estar en forma como para subirnos a un avión y hacer todo lo que tenemos que hacer luego –volvió a erguirse y le envió una mirada confundida a Yoochun– Y, pensándolo bien, tampoco tenemos alcohol o cerveza o con lo que sea que te emborraches, Yoochun-ah.

-¿Disculpa? ¿“Con lo que sea que te emborraches”? –saltó Yoochun ofendido.

-No nos hagas recordarte el incidente con el enjuague bucal –rió Jaejoong a mi lado. Los demás también reímos, pero probablemente de la cara de Yoochun, que parecía estar a punto de saltar a la yugular de Jae.

Pocos lo sabían (Yoochun guardaba el secreto como si fuera del Estado) pero cuando recién nos mudamos al nuevo departamento, Jaejoong y Junsu le jugaron una pequeña broma a Yoochun y cambiaron el enjuague bucal con una bebida energética. Según me contó Jae, el objetivo había sido Yunho porque en ese entonces tenía un afán por ese tipo de bebidas que no había quién lo detenga cuando veía una, pero Yoochun fue quien terminó tomándola, y aunque no le hizo gran daño, quedó un poco turulato y parecía ebrio cuando en realidad estaba casi sedado. La solución la trajo Yunho, que tenía un amigo de la primaria que tenía una novia en el hospital y que trabajaba en Urgencias y que había conseguido que uno de los médicos de turno pudiera venir a verlo.

Teníamos que dejar que se le baje, nos dijo, porque no podía medicarlo, podía ser riesgoso. Lo sentamos en la sala, intentando que estuviese lo más cómodo posible, y simplemente esperamos. Y esperamos, y seguimos esperando. Hasta que a la mañana siguiente, se le pasó, y para mala suerte de Jaejoong y Junsu, recordaba todo.

-Entonces qué hacemos –pregunté cuando ya nos habíamos calmado un poco y Yunho había dejado de mencionar cómo Yoochun podía cambiar de color tan rápido.

Y vi a Yoochun sonreír de manera macabra y hasta podría jurar que en su cerebro empezaba a maquinar todo tipo de cosas maléficas y mórbidas, y juro por lo más sagrado que hay, que sus ojos tuvieron un centello diabólico y podía ver una cola trinchuda a sus espaldas; y entonces temí por mí (pero no por mis hyungs porque ellos podían defenderse solos) porque Yoochun podía ser cruel cuando de verdad se lo proponía, y algo me dijo que estaba proponiéndose ser extremadamente despiadado y—

-Oh, ya sé qué podemos hacer –habló Yoochun, y me trajo de vuelta a la realidad, porque en verdad mi mente ya no estaba ahí. El tono que había utilizado hizo que nuestras sonrisas se congelaran en su sitio– ¿Por qué no nos cuentas de la chica de ayer, Yunho?

Junsu soltó su “Eu kyang kyang”, y Jae se tapó el rostro con las manos y al cabo de segundos ya temblaba de risa. Yo no entendía lo que ocurría.

-¿Qué es tan gracioso? –le pregunté a Jaejoong codeándolo en las costillas. Él solo negó con la cabeza.

-Vamos, Yunho-ah, Changminnie es el único que no sabe de tus “hazañas” –rió Junsu, y Yunho le aventó una almohada. Yo seguía perdido.

-No es lo que estás pensando, Changmin-ah –me dijo seriamente, intentando no reírse.

-No sé qué tengo que pensar exactamente, hyung –respondí.

-Solo estuvimos hablando, ¿de acuerdo? Hablamos por un largo rato, y no lo voy a negar, sí me gustó. Y creo que demasiado como para haber sido una sola noche –sonrió un poco y recordé la sonrisa boba que había tenido la noche anterior– Intercambiamos números pero no sé si me llamará. Y no creo que tenga porqué hacerlo.

-Entonces sí quieres hablarle de nuevo, ¿eh? –le pregunté, y él asintió en silencio– Deberías llamarla tú entonces, hyung.

-Min tiene razón, Yunho –dijo Jae sonriéndole con simpatía. Pero yo me había perdido en cuanto dijo Min.

Yunho negó con la cabeza.
-No lo sé –dijo, y se quedó en silencio, con la mirada perdida en un punto del suelo.

Mi mirada se paseaba de Jae a Yunho, de Yunho a Jae; a Jae porque todavía me parecía irreal estar junto a él sin perder la cordura, y a Yunho porque nunca lo había visto así.

-¡¿Ya ves, Yoochun-ah?! –saltó Junsu al cabo de un rato (haciéndonos saltar también a los demás de la impresión), y para enfatizar, golpeó a Yoochun en la coronilla–. ¡Ya deprimiste a Yunho-hyung y ahora va a andar igual de emo que tú!

Jae soltó una carcajada junto conmigo, y Yoochun lo único que pudo hacer fue dedicarle una mirada inocente a Yunho, que también estaba riendo.

-¡Discúlpate! –ordenó Junsu, golpeándolo de nuevo, y Yoochun solo pudo sonreír.

-Lo siento, hyung –dijo con voz de bebé, haciendo un puchero– Si quieres te invito de mi Prozac.

Yunho soltó una carcajada mucho más fuerte que la anterior y se abalanzó contra Yoochun, atrapándolo en una llave y tapándole la boca para que deje de gritar “¡Junsu, sálvame! ¡Me quieren desflorar!”

Junsu, que había puesto cara de aburrimiento pero de estar disfrutando internamente la situación, se apoyó sobre su codo y murmuró algo que sonaba bastante a “No es cierto, yo ya lo hice, Chunnie,” y Yunho tuvo que soltar a Yoochun para poder reírse a todo pulmón. Todo aquello me estaba haciendo sonreír, porque hacía mucho que no pasábamos tanto tiempo juntos. O sea, sí pasábamos tiempo en compañía de los otros, pero no así, no de esta forma.

Jae chocó su hombro contra el mío, una sonrisa enorme bailaba en sus labios.
-¿Ordenamos una pizza?


Luego de fijarnos que, en efecto, teníamos suficiente efectivo para pagar la pizza (si hubiésemos pagado con tarjetas de crédito hubiese sido todo un caos, en serio), Yunho y yo bajamos hasta el lobby para pedirle al portero que llamara e hiciera el pedido por nosotros. Ya lo habíamos hecho antes, así que no tuvimos que esperar mucho para que accediera.

Mientras la pizza llegaba, fuimos a sentarnos en medio de la escalera, la cual siempre estaba vacía porque la mayoría de residentes utilizaba el ascensor. Estuvimos en silencio por un rato, salvo por la radio que sonaba en el puesto del portero, y el sonido de la lluvia sobre el suelo fuera del edificio.

Al cabo de un rato, Yunho habló en voz baja, cuidando de que nadie fuera a escuchar.
-Tú y Jae se están llevando bien de nuevo, ¿eh?

-Así parece –murmuré– Tal vez suene loco lo que te voy a decir, pero no sé lo que está ocurriendo. Estoy intentando ganármelo de vuelta, o por lo menos pedirle explicaciones… Pero de buena manera –agregué cuando vi que abría la boca para hablar– Ya no voy a ir por ahí besando a la gente delante de él.

-Pues más te vale –me codeó en las costillas– Ya no puedo andar cubriendo tus crímenes, ¿sabes? Ya estás bien grandecito como para hacerlo tú solito. ¡Ooh, hice una rima!

-Excelente, hyung –reí– ¡Fighting!

-Ay, que gracioso –me hizo una mueca– ¿Entonces sí ocurrió algo bueno anoche en el ascensor?

-No exactamente –respondí rascándome la cabeza. En verdad no sabía muy bien cómo explicarlo– Creo que… creo que ocurrió ahora, o hace un rato, cuando estuvimos jugando.

-¿Cómo así?

No era exactamente cierto, a decir verdad. Me di cuenta que si quería saber la verdad (la razón por la cual Jae me había cortado de la noche a la mañana) tenía que ir con cautela.

-Pues, no lo sé –me encogí de hombros–, supongo que verlo feliz y sonriente me recordó que lo extraño de esa forma. Feliz –esa parte sí era cierta. Extrañaba todo, no solo a Jae, extrañaba la forma en que todos éramos.

-Los dos han sido muy miserables estas últimas semanas –dijo en voz baja– Cuando me enteré lo del chantaje... Fue difícil al principio, sabes, hacerme a la idea de que en cualquier momento todo se podía venir abajo –sonrió con timidez y escondió el rostro en las manos– Por un momento intenté culparlos por no haber sido lo suficientemente inteligentes como para tener cuidado... Cuando no pude, porque obviamente no lo habían hecho a propósito, intenté culparme a mí, por no ser un buen líder...

-Yunho, no es tu culpa, no—

-Ya lo sé, Min –habló despacio– No es culpa de nadie. Tal vez suene horrible lo que te voy a decir, pero si las cosas no se hubiesen calmado, hubiera terminado odiándolos. Y luego me hubiese odiado a mí mismo por las mismas razones.

-Lo siento –dije apresuradamente, rogándole y esperando de todo corazón que tomara mis palabras en serio– En serio lo lamento mucho, Yunho, yo no sabía—

-No hay problema, Min; es más, soy yo quien debería disculparse por intentar hacerlos responsables por algo sobre lo que no tuvieron control. Me sentí impotente, también. No me ha gustado verlos así, sin poder hacer algo.

-Pues no ha sido muy agradable por aquí tampoco –asentí despacio– He intentado de todas las maneras posibles que me diga qué es lo que ocurre entre nosotros, pero no está funcionando –y empiezo a cansarme, pensé.

-Lamento oír eso –dijo con sinceridad en la voz.

-Por eso le voy a dar tiempo al tiempo. Sé que me quiere, y sé que yo lo quiero, pero no puedo descuidar otras cosas por andar con eso metido en el cerebro todo el día. Tengo cosas por las que preocuparme. Por ejemplo, que no nos despidan. Eso sería un poco trágico, ¿no crees?

-Eso –concordó él sonriendo con pereza– Qué sería de DBSG sin Choikang y Youngwoong, eh? O sea, yo solito sé que soy genial y todo, pero no sería lo mismo –sonrió ampliamente y pasó un brazo por mis hombros al verme cabizbajo– Oye, no estoy molesto ni nada, ¿de acuerdo? las cosas siguen igual que antes: tú el donsaeng y yo el hyung. Y es más, para que veas que soy el mejor hyung en la historia de los mejores hyungs habidos y por haber, te voy a ayudar, ¿de acuerdo? Vas a ver que Jae y tú estarán juntos más pronto de lo que crees.

-De acuerdo –logré decir después de reír débilmente– Uhm, ¿hyung?

-¿Qué pasa, donsaeng?

-No has terminado de contarme lo que ocurrió anoche con la chica. Digo, los demás saben la historia completa –choqué mi hombro contra su hombro, y una sonrisa asomó en sus labios– Pero yo no la sé.

-No hay mucho que contar, en serio, Changmin –pero el brillo de sus ojos decía otra cosa. Cuando le dije que haría lo que fuera para sacarle la información, soltó una carcajada– Eres un poco curioso, eh?

-Prefiero no responder esa pregunta –sonreí de medio lado– Yah, cuéntame de una vez.

-Eh… –Yunho suspiró cansadamente e inspiró antes de hablar. Retuvo la respiración por unos treinta segundos antes de abrir la boca de nuevo– Se llama Phoebe.

-¿Phoebe? Ese nombre me suena. ¡AH, AH! ¿No se llama como la de “Friends”, esa que es loca y rara... –carraspeé ligeramente cuando percibí su mirada asesina– ...pero buena persona en el fondo?

-Ajá –sonrió de nuevo– Tiene veintiún años y llegó a Seúl hace una semana. Trabaja en el Departamento de Publicidad, y aunque Junsu no lo crea, no es interna, la SBS la escogió personalmente.

-¿Ah, sí? –me incliné hacia atrás, apoyando los codos en los peldaños y estirando las piernas, que me habían quedado doliendo luego de que Jaejoong cayera sobre mí. Al recordar su sonrisa, y sus enormes ojos llenos de felicidad, sonreí sin querer– ¿Y qué tal?

-Pues… Supongo que... bien? Digo, no le chocó que me haya acercado a hablarle siendo quien soy, o sea “U-know Yunho” –hizo comillas con sus dedos para enfatizar– Fue extraño hasta cierto punto.

-¿Extraño?

-Sí –asintió un par de veces con la cabeza y luego la apoyó en su palma, mirando al vacío–, me devolvió a la tierra el hecho de que no supiera muy bien quién era y que no haya tenido que decir cosas solo para quedar bien. Extrañaba ese tipo de relación con la gente.

-¿Ella no sabía quién eras? –pregunté despacio, porque era algo ilógico, Yunho era U-know después de todo.

-Tenía una vaga idea –dijo después de rascarse la cabeza con impaciencia–, pero no tenía mayores detalles.

-Ah—

-Yunho-sshi –interrumpió el portero– Su pizza ya ha llegado.


Cuando subimos con la pizza, Jae, Yoochun y Junsu –en ese orden– estaban apretados en el sillón más grande y miraban la tele. Lo que más me llamó la atención fue la cara de asco de Jaejoong, la cara de pánico de Yoochun, y el hecho de Junsu estuviera prácticamente escondido detrás del hombro de éste último.

Mientras Yunho se fue a acomodar y servir la pizza (él se ofreció, yo no lo obligué), me dejé caer en uno de los sillones individuales, y era justo el que estaba más cerca de donde Jaejoong estaba sentado. Justo cuando me iba a girar a ver lo que los otros tres estaban mirando, Junsu soltó un chillido y empezó a patalear y a mover los brazos como si se estuviera ahogando, y fue cómico, incluso la expresión de horror en su rostro.

-DIOSMÍODIOSMÍODIOSMÍONOPUEDESERSUCABEZASALIÓVOLANDO –chilló todo de corrido y se escondió detrás de Yoochun otra vez.

Cuando dirigí la mirada a la pantalla, una cabeza de mujer rodaba escaleras abajo y cayó limpiamente a las patas de un perro que al cabo de un rato empezó a morderle la oreja. (Hah, hasta gracioso suena, ¿no?)

-¿Qué demonios están viendo? –pregunté alzando una ceja. Junsu salió de su escondite y me miró como si fuera idiota.

-¿No es obvio? ¡¿Qué crees, que es una comedia?!

-Si te da tanto miedo no deberías verla, hyung –le dije mientras me acomodaba en el sillón– Digo, puedo ver desde aquí que te estás orinando de miedo.

Junsu me sacó la lengua pero no dijo nada y sonreí en cuanto volvió a esconderse detrás de Yoochun, que ya empezaba a verse cansado y a punto de mandarlo al demonio. Desvié la mirada hacia Jae y lo vi recostado contra el posa-brazos y con las piernas recogidas sobre el sillón y contra su cuerpo. Se veía tan frágil. Frágil y hermoso.

¿Y qué pasaría si… Si simplemente fuera y lo besara y le dijera todo volverá a ser como antes? Podría hacerlo, ganas no me faltaban y nada me detenía— Oh, no. Sí había algo que me detenía.

Él. Él y su rechazo.

Si Jae me rechazaba (una vez más) entonces esa fachada que había construido aquellos últimos meses se destruiría, y los demás se darían cuenta de lo patético que en realidad era por andar ruega que ruega, y yo no estaba listo para que algo así ocurriera en ese momento. Ni nunca, vale resaltar.

Yunho empezó a repartir la pizza y cuando le alcanzó una rebanada a Jae, éste sonrió y el aire se me congeló en los pulmones. Su mirada se desvió hacia mí y la sonrisa flaqueó un poco al ver mi expresión. Le sonreí con dificultad, los músculos de mis mejillas no respondían muy bien a lo que mi cerebro estaba intentando comandarle, y cuidé de no delatar mis emociones porque ciertamente, Jae conocía todas mis expresiones.

Aparté la mirada y acepté con la misma sonrisa dificultosa el plato que Yunho me alcanzó.



Cuando la película acabó, no eran más de las seis de la tarde. Yunho estaba a punto de quedarse dormido; Junsu ni siquiera había tocado su pizza; Yoochun reía de la cara de asco de Junsu; Jaejoong se veía más aburrido que nunca; y yo no sabía si dormirme, asquearme, reírme o saltar por la ventana y estrellarme contra el pavimento.

-Voy a dormir un rato, no hagan ruido –murmuró Yunho al cabo de un rato, luchando por no bostezar a mitad de frase– Te lo advierto, Junsu.

-Yo jamás hago ruido –farfulló Junsu cruzándose de brazos.

-¿Vas a dormir en el sillón? –preguntó Jaejoong con tono incrédulo, pero el único sonido que hizo Yunho en respuesta fue un gruñido– ¡Yunho!

-Déjalo, hyung –bostezó Yoochun y se puso de pie– Él es el que más necesita dormir. Ya luego lo llevamos a su habitación.

Jaejoong se veía lejos de estar convencido.
-P-pero—

-Deja de preocuparte, Jae –le interrumpí con voz desganada, sin siquiera darme cuenta de que lo había hecho. Él me miró sorprendido, como si no pudiera creerse que le había hablado (bien) y sentí que la cara se me calentaba al ver la misma expresión en el rostro de Yoochun, y en el de Junsu, también.

-Yoochun-ah –llamó Junsu cortando el tenso silencio que se había creado, y le dedicó una rápida mirada a Yoochun– Ayúdame a lavar los platos.

Yoochun parecía haber perdido el hilo pero al cabo de un rato se recompuso y ayudó a Junsu a recoger los platos. Ambos se encaminaron a la cocina, dejándonos a Jae y a mí (Yunho no cuenta, estaba dormido) solos. Le oí tumbarse contra el sillón una vez más y luego suspiró con cansancio. Nos quedamos mirando televisión por un rato (otra película sangrienta había empezado, y se veía un poco más… “detallada” que la anterior) y como a media hora de estar viendo la película, recién oí el caño de la cocina dejar correr el agua.

-¿Vemos otra cosa? Ya tuve suficiente sangre como para un mes –habló Jaejoong una vez más desde su sitio en el sillón. Su voz sonaba extenuada.

-Seguro.

Empezó a cambiar los canales, y siguió haciéndolo por unos diez minutos porque no encontrábamos nada para ver. Al cabo de un rato Yoochun entró en el salón de nuevo, y se sentó al lado de Jae.

-¿No hay nada bueno?

-No –respondimos Jae y yo al mismo tiempo, y felizmente estaba de espaldas a ellos porque sentía que la cara se me calentaba aún más.

Oí mi teléfono sonar desde mi habitación y me levanté con pereza. No dije nada a nadie, simplemente me dirigí a mi habitación a paso lento y pausado, sin siquiera importarme quién me llamaba. Divisé mi teléfono sobre mi cama, la pequeña pantalla se prendía intermitentemente al ritmo de la canción que sonaba. No lo alcancé a tiempo (tampoco es como si hubiera querido hacerlo) y cuando me fijé, vi que era una llamada perdida de la mayor de mis hermanas.

Arqueé una ceja en confusión porque no era usual que me llamara de ahí, ella prefería utilizar el teléfono de casa porque decía que llamarme desde su móvil le salía más caro. Marqué Llamar y me contestó al instante.

-¿Min?

-¿Qué ocurre? –pregunté mientras me sentaba sobre mi cama.

-Mamá quiere saber qué tal va Japón –contestó Yinah con ligereza– Te iba a llamar ella pero tía Soojin ha llegado de visita y por eso te estoy llamando yo.

-Ay, qué linda tú –sonreí con ironía. Bostecé y me eché hacia atrás, rebotando contra el colchón porque aún no estaban mis almohadas.

-Obvio que soy linda, a diferencia de ti –contraatacó– Bueno, al punto, estás bien? Tuviste un buen vuelo?

-A decir verdad, sigo en Seúl –le dije– Estaremos aquí hasta pasado mañana.

-¿Porqué?

-No lo sé, según Yunho nos han dado un par de días porque nos hemos portando bien—

Y fue ahí donde me golpeó. No nos habíamos portado bien, claro que no, es más, estaba todo tan mal y enrollado que esa era la verdadera razón por la cual Hyoryul había decidido no dejarnos salir. Había que arreglar todo porque aunque en Japón habían menos reglas y menos control, la gente (fans incluidas) era mucho más perceptiva que lo que dejaba ver y se daría cuenta del teatrito.

Recordé la mirada furtiva y cargada de indirectas que Yunho me había lanzado en la mañana en cuanto Hyoryul le llamó, y su casual comentario “Tú y Jae se están llevando bien de nuevo, eh?”, luego estaba Hyoryul advirtiéndonos a Jae y a mí que si las cosas no se arreglaban antes de salir a Japón todo se venía abajo, y todo encajó.

Jaejoong y yo éramos la razón por la cual se había postergado todo.

Genial.

-¿Min? –llamó mi hermana con voz exaltada, haciéndome volver– Changmin, está todo bien?

-Sí –mentí con descaro. Si Yinah supo que le estaba mintiendo, no dijo nada– Por qué lo preguntas?

-Callaste de pronto y me asusté.

-Ah –reí con nerviosismo, volviendo a sentarme con lentitud– es que estoy en la lavandería y parece que la señal no da hasta aquí.

Otra vil mentira, y lo peor era que le estaba mintiendo a mi hermana, y no soportaba la idea.

-Oh, ya veo.

-Lo siento, no fue mi intención asustarte.

-No te preocupes –la escuché decir. Me incliné hacia delante, descansando mis codos sobre mis muslos mientras mi hermana hablaba de nuevo– Vendrás a visitarnos antes de irte?

Aunque la mayoría de veces peleaba a horrores con ellas, su tono, y la simple situación en la que me encontraba hicieron que de pronto tuviera ganas de dejarlo todo y volver a casa. Me mordí el labio tan solo por hacer algo, intentando pasar el nudo que se alojó en mi garganta.

-Me gustaría –admití– pero no sé si pueda. Estamos encerrados. A lo mucho y nos van a dejar salir al aeropuerto.

-Ah –suspiró con pena– Bueno, no importa, imagino que bien podremos ir a visitarte cuando ya estés en Tokio.

-No puedes faltar a la escuela. Ninguna de las dos –le recordé.

-Las vacaciones de invierno ya empezaron, Changmin-ah, no seas bobo –comentó con voz más alegre, y me felicité por por lo menos alegrarla un poco, por más que el método haya sido contraproducente.

-Cierto –sonreí.– Tal vez haya tiempo para vernos una vez que lleguemos. No sé si deba decirlo pero vamos a tener una semana libre apenas nos instalemos, así que sería formidable si las tres pudieran pasar por lo menos un día conmigo.

-Supongo –coincidió.– Oye, y cómo va tu entripado con Jaejoong? Ya están juntos otra vez?

-Me imagino que estás escondida en algún clóset para que nadie te esté escuchando –los ojos se me empequeñecieron mordazmente aunque ella no pudiera haberme visto. Soltó un suspiro dramático.

-Duh, por supuesto –contestó– No me cambies el tema.

-Por qué eres tan chismosa, eh? A quién le heredaste esos genes?

-Tal vez hayan sido de la abuela –comentó como si en realidad lo estuviese sopesando– Sigues cambiándome el tema, Changmin. Oh, vamos, si no me lo cuentas a mí, a quién se lo vas a contar, eh? Soy tu hermanita! La mayor y más linda de tus hermanitas! Tienes que confiar en mí!

-Ajá –reí.

-Qué poco divertido eres, hermano –dijo con aburrimiento.

-Ya lo sabía –volví a reír.

-Ya, y cómo va todo, entonces? –volvió a preguntar– Ya has logrado hablar con él?

-No –contesté– No hay tiempo ni oportunidad y ya me estoy cansando de andar rogándole, Yinah.

-Oh, Min –suspiró ella– Lamento mucho oír eso. Pero… no es eso lo que quieres? Digo, regresar con él y todo, no es ese el propósito?

-Sí –me mordí el labio– Pero empiezo a creer que todo tiene un límite.

-Mamá siempre dice que cuando uno quiere algo con todas sus fuerzas, el límite no existe –dijo con la voz apagada– Pero supongo que cuando las fuerzas se agotan, el límite se ve con mucha más claridad.

Asentí aunque no podía verme.
-Es cierto –sonreí con tristeza– Me resultaste filósofa, eh?

-Tomé un curso en la universidad –respondió con indiferencia– Pero no fue la gran cosa, el profesor se la pasaba hablando de estupidez y media mientras dejaba lecturas.

-Ah, qué entretenido –reí.

-Lo fue, de verdad –suspiró con añoranza. Me pareció oír la voz de mi mamá en la distancia, pero no estaba seguro. Yinah soltó un gemido de molestia– Mamá está jodiendo con que le ayude a poner los platos –se quejó.

-Modera tu lenguaje –renegué. O sea que sí era mamá quien había gritado. Sonreí al recordar que cuando era pequeño era yo quien ponía la mesa mientras mis dos hermanas veían la tele; me pareció justo que ahora las haga hacerlo a ellas.

-Has el favor –rió ella– En serio, y si no salgo antes de que ella pase por aquí, se va a armar tremendo lío.

-¿Dónde estabas metida? –pregunté sin dejar de reír– En serio estás en un armario?

-Claro que sí –saltó ofuscada– Estoy en el armario de la lavandería. De todas formas tenía que esconderme de tía Soojin, sabes lo espesa que se pone cada vez que viene.

-No digas que sigue con eso de “Awwww, qué grandes que están todos” y luego te pincha las mejillas como si no hubiera mañana.

-Te lo juro! Éste es el único lugar que he podido encontrar a tiempo porque Jihyo me ganó el clóset del baño del cuarto de huéspedes –habló con pesar– De todas formas tendríamos que salir eventualmente. Solo que la tía es más lenta después de cenar, eso sí. Está confirmado científicamente.

-Suena divertido –comenté con añoranza.

-No lo es –aseguró ella– Bueno, ya tengo que salir, hace rato que se me adormeció el trasero. Cuídate, de acuerdo? Y si te enfermas, llámanos! Ya nos cansamos de enterarnos que estás mal por Internet.

-Lo siento –murmuré apenado– Prometo llamar apenas se me salga un cabello.

-Creeré en tus palabras, Shim Changmin –rió– Saludos para todos.

-Gracias. Dales un beso a mamá y a Jihyo de mi parte –dije mientras me ponía de pié– Y a tía Soojin también.

-Seguro. Hablamos pronto. Adiós, hermanito bobito. Y mucha suerte con todo.

-Gracias –me despedí sonriendo.

Hablar con mi hermana (aunque nadie lo crea) me había sentado bien, me había ayudado a entender muchas cosas. Sobretodo lo de los días libres. Tenía que encontrar la manera de hablar con Jaejoong y hacerle ver cuánto estábamos perjudicando tanto a Yoochun, Junsu y Yunho como a nosotros mismos.

Aún picaba en mi interior (aunque ya no con tanto ahínco) el preguntarle qué era lo que se traía con Boa, pero entendí que ese asunto podía esperar y que el actual no. El actual era el que más me importaba, sobre todo porque estaba afectando a tres de mis mejores amigos y simplemente no podía dejar que eso pase. No podía perder más, ya había perdido a Jaejoong.

Así que Boa tendría que esperar.

El problema iba a ser encontrar un momento en que pudiera hablar con Jae y a solas. Como siempre.

Volví al salón y me tumbé en el mismo lugar en donde había estado. Me dormí casi al instante, escuchando el eco de la voz de mi mamá y mis hermanas en el fondo de mi mente, y pedí de todo corazón que pudiera verlas una vez que llegara a Tokio.

Quien me despertó fue Yoochun, diciendo que estaba muy equivocado si creía que me iba a llevar hasta mi cama en brazos.

-Apura, Min –dijo sin ganas– tengo que ir al baño.

Cuando me eché en mi cama, sin embargo, el sueño se me fue. Y no volvió.

4 Comentarios:

  1. oo estuvo muy bueno los cap..cada ves ma intensos
    ojala changmin pueda hablar y areglar todos sus problemas con Jaejoong un amor asi no se puede desbanecerr jajajaj que linda pareja
    muchas gracias por actualizar estan muy buenos!

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  2. waaaaaaaaa lo lei de corrido kya me encanta.. pero necesito actu no puede ser.. quelo saber q paso kyaaa.. esta tan bueno uno de los mas xvrs fics de Jaemin ahh tan lindoo.. amo el Jaeminn.. :3 x cierto amo tu forma de escribir esos sarcasmos y demas ahh muy bueno.. ;)

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  3. Anónimo3/27/2011

    waaaaaaa....quiero mas, me encanto tu fic, aunque sufro mucho x Min...espero q pueda arrelgar las cosas con Jae, aunq antes me gustaria q Jae se diera cuenta de lo mucho q Min vale y q tambien luche x el.

    Q Min le d una pequeña leccion a Jae, y aprenda a valorarlo jajaja...soy muy mala, pero no me gusta ver sufrir a mi pq...Min...

    Espero con ansias el segundo capitulo!!!

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  4. Wowowowowowowoooooooooooooo me lo leí todo del tirón *w* Es muy bueno y me muero de la curiosidad por saber lo que pasa con esos dos D: Me encanta la trama y como se va desarrollando, me dejas con el corazón en un vilo cada vez que empiezo un capi xDD Morí con algunos, chillando como loca XDDD, juró que morí DDx!!! xD

    Espero la conti pronto!!!

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