Todo estaba silencioso, solo el motor de la limusina privada de Junsu se escuchaba. Cada uno estábamos a un lado del asiento. Sin hablar, sin siquiera dirigirnos la mirada.
Todo el trayecto desde el puerto de Busan fuera en completo silencio. Era muy incómodo, pero no me sentía con ganas de pronunciar palabra o ni siquiera mirarlo.
Junsu llevaba sus prendas negras recién cambiadas, unos pantalones vaqueros negros todos rajados y una camiseta negra de cuello en pico con escote grande, gomina en su pelo y unas gafas de sol de pasta roja.
Lo miré durante un rato recordando todo lo que me dijera en aquel yate...
-Flash Back-
"Esa es otra cosa que te tengo que explicar..."
Mis ojos lo miraron fijos sin entender nada, ¿Que era eso que tenía que explicarme? ¿Y porqué sobre mis tíos?
Fruncí mi ceño y me solté de su leve agarre.
- ¿Más mentiras?... ¿no solo has mentido con tu apariencia todo este tiempo sino que aún hay más?... ¿Que tienen que ver mis tíos en todo esto?
Sentía como mi agitación me obligaba a mantenerme a flote.
Pero su expresión se hizo seria y volviéndome a agarrar tiró de mí y subimos al barco de nuevo.
Una vez en la popa me solté de él dándole un golpe, rechazando su mano y lo miré fijamente.
- Dime las cosas que me tengas que decir ya... no quiero volver a Seúl hasta que no me lo digas todo. Tú me trajiste aquí, tú estuviste jugando al juego del misterio. Deja las cosas claras de una puta vez...
Las gotas del agua marina resbalaban por su cabello blanco creando surcos que eran visibles a la tenue luz de la bombilla de la entrada. Sus pestañas blancas estaban mojadas y eran más perceptibles que de normal. Su boca se apretó y su mirada se bajó hasta fijarse en el suelo.
- Será mejor que lo hablemos mañana...
Así con todo se giró, pero no estaba dispuesto a que me dejase en duda toda la noche. Quería las cosas claras y las quería ya.
- ¿Vamos... no decías que teníamos que salir amigados de aquí?... pues convénceme... no todo es sexo Junsu... la confianza es necesaria para que una relación funcione...
No sabía porqué le insistía, cuando me sentía otra vez traicionado.
¿Quizás era consciente de que volvería a caer en sus trampas?
Lo que sabía era que necesitaba que fuese totalmente sincero.
Me acerqué a él y lo abracé contra mí. Como anteriormente se mostró débil de nuevo ante mi persona y yo no pude más que abrazarlo. Volvía a tomar el mando.
- No me gusta verte tan serio... nunca me gustó... por favor... el que tendría que sentirse destrozado soy yo... y aun encima soy el que te imploro por sinceridad.
Junsu aceptó el abrazo y me besó en el hombro. Subió por mi cuello y llegó a mi boca dándome un beso y luego separándose mientras me miraba a los ojos fijamente con una expresión de pena.
- Duchémonos... o la sal me comerá... te lo diré todo...
Suspiré y accedí, al final siempre se conseguía todo lo que se proponía. Me agarró de la mano y fuimos entrando directos al cuarto de baño.
Abrió el agua y ambos nos fuimos bañando el uno al otro. No paraba de mirarlo, sus expresiones eran serias. Parecía pensar mucho lo que me quería decir. Y no parecía nada fácil.
Después de ducharnos nos fuimos con los albornoces a la habitación, cambiando las sábanas del estropicio de antes y llevando la ropa a la lavandería, incluida su camiseta puse la lavadora y me giré viéndolo sentado encima de la secadora.
No pude evitarlo. Me acerqué y me puse entre sus piernas. Esas expresiones tan serias solo me hacían hacerlo buscar para que sonriese y fuese el Junsu de siempre.
Le arreglé el pelo y se lo puse detrás de la oreja y bajé mis manos a su cintura donde se la agarré suavemente.
Lo miraba fijamente esperando una respuesta que por fin llego.
- Yo hice el trato con tu tío... te había visto alguna que otra vez yendo a llevar comida y no tardé en reconocerte- levantó la mirada por fin y se mordió el labio- él no quería en realidad dejarte ir a trabajar ya que no encontraba un repartidor tan eficiente como tu...- volvió a bajar la mirada otra vez- yo le conté que estaba enamorado de ti... y que de alguna manera tenía que tenerte cerca pero el problema era mi apariencia, por eso me conociste como "Kim Junsu" y no como "Muerte"...
Por eso iba maquillado y con peluca... ¿pero y la prótesis de la nariz?... ¿era un disfraz?
- El caso es, que en realidad mi padre cuando se enteró de que te había contratado me riñó, pero al ver tu currículum aceptó y me prohibió acercarme a ti... nunca le hizo gracia que fuese gay... en realidad está orgulloso de mí y lo acepta, pero... no le vale que escoja a cualquiera que el no vea digno.
Levantó la mirada con una mueca mostrando su desaprobación y su pena y la volvió a bajar.
Pero, estaba descolocado... parecían dos argumentos muy diferentes, la imagen que tenía de su padre y lo que me estaba diciendo no encajaba...
Entonces lo paré, antes de enfadarme...
- Vamos a ver... lo que me estás contando... no tiene sentido... ¿acaso tu no eras el que renegaba de su padre?.... ya no sé a quien creer....
Me miró con los ojos abiertos como platos y abrió la boca haciendo "ohh"... ¿y ese "ohh"?... empezó a cabrearme... otra mentira en camino
Hizo una mueca de nuevo y se echó a reír rascando su cabeza.
- Quizás me salté la parte en que el que tu crees mi padre no lo es... la empresa... no es el verdadero negocio de mi padre... el señor Kim... solo es un empleado a mis órdenes... estaba engañándote todo el rato al igual que todos para que pensases que era una empresa familiar... para que mi disfraz fuese real... lo siento...
Su "lo siento" sonaba como más un lo siento burlón con sus risas. Ya era el Junsu de siempre... ¿Acaso se tomaba algo en su vida en serio? porque no lo parecía...
Lo miré mal y me aparté de él pero pronto me agarró del brazo y tiró de mí.
- Todavía no puedo decirte la verdad de las cosas... pero no vuelvas a trabajar allí más...
Lo miré con el ceño fruncido y me solté.
- ¿Ahora me tienes que decir en qué trabajar o que no?... espera... si el Señor Kim es tu empleado... el contrato... ¿quien me ha estado pagando todo este tiempo?
Levantó las cejas con cara de "como si no supieras la respuesta ya" y sin más respondió.
- Yo... te he pagado con mi dinero todo este tiempo... pero no sufras... no es dinero en negro...- se puso una mano en el mentón y miró al techo- ¿o sí?...- dejó esa expresión y me sonrió- bueno el caso es que no quiero que vuelvas a trabajar allí... tu contrato no era real y mira... yo te puedo conseguir todo lo que quieras... sólo quédate conmigo y ya está.
Me sonrió con esa carita angelical, pero esta vez no coló.
Me había herido el orgullo, ¿acaso de verdad era ese niño de papá que tanto odiaba y tenía asco eterno? Me hirió profundamente, era como decirme que solo era un juguete, que montó todo eso, que me pagó como una vulgar puta a la que utilizaba y mentía para que cayese en su engaño una y otra vez.
Mal nacido le decía mi mente con mirarlo. Me solté de él y salí de esa habitación. Junsu sorprendido no paraba de decir "Omo, omo ¿a donde vas con esas prisas?"
Me fui directo a la popa del barco para subir a la cabina y él me siguió detrás. Algo habría para llamar o que vinieran a buscarme. No quería estar con ese ser despreciable al que me tenía como su mascota. No quería permanecer allí por más tiempo
Cerró la puerta de la cabina detrás de mí y pude sentir esa risa molesta que provenía de su nariz. Ahora me molestaba bastante incluso más que antes
- ¿COMO COÑO SE CONECTA ESTO?- dije alterado girándome sobre mí señalando la radio y mirándole fijamente con furia.
Dejó de apoyarse en la puerta y siguió con esa expresión de antes con los ojos abiertos como platos.
Le estaba pillando no solo odio, sino asco...
- Omo... pues no sé... no soy mecánico- me sonrió malvadamente y se quedó tan pancho.
- ¿A no?- puse una mueca de asco mientras mis puños se apretaban. Quería ahogar ese blanco cuello con mis manos y propinarle una paliza.
Pero si no había salida de esa manera, había otra mucho más radical y ya me importaba bien poco, mi mala ostia a la vez que mis cojones cuadrados me sacarían de allí.
Aunque odiase el mar y tuviera que enfrentar mi miedo de la infancia.
Lo aparté de mi camino, bajé la escalera hacia la popa a toda prisa, y sentí como él me había escuchado los pensamientos. El muy cabrón me conocía demasiado ya.
Maldito.
Me agarró. Sabía perfectamente lo que iba a hacer, lanzarme al agua y echarme a nadar o intentarlo aún sabiendo que no sabía.
- ¡Suéltame hostia! ¡No me interesa amigarme con un tío tan falso como tú!... mejor me ahogo total todo el mundo a mi alrededor o me traiciona o me engaña y para vivir en una vida llena de engaños mejor paso a otra... ¡SUELTAME!
Lo miré a los ojos y lo empujé.
Sus ojos fríos me miraron y me agarraron del albornoz tirando de mí para ir a dentro del camarote. Pero me solté y forcejeé.
Y otra vez esa maldita fuerza me golpeó la cara con una bofetada.
¡Ya era el colmo!
No controlé mi fuerza y le propiné un puñetazo en todo el ojo haciendo que se echase para atrás y se tapase con la mano.
Le había dejado un ojo morado... pero se lo merecía por hijo de puta.
- Para la próxima vez que se te ocurra jugar con alguien ya te dejé la advertencia... vuelve a acercarte a mí y te juro que solo será el principio de una paliza... no me subestimes jamás y no se te ocurra llamarme o contactar conmigo... ¡Intenta lo que has intentado esta vez y te juro por mis padres muertos que te daré de palizas hasta el día del juicio final!
Dejó de tapar su ojo y me miró con cara seria y desafiante.
En el fondo éramos dos tíos y aun encima activos. La testosterona, aún siendo más gays que nadie, nos mandaba en el cuerpo y el hecho de sentirme una puta barata siendo pagada por un ricachón no me estaba ayudando a nada.
Nos miramos fijamente, desafiantes con la mirada, como dos lobos en una pelea por el liderazgo de la manada.
No había más que hablar, se adentró en el camarote solo y cerrando la persiana me dejó en la popa del barco atrapado entre su indiferencia y cabreo y el mar nocturno.
-Flash Back-
Las horas restantes al regreso nos la pasáramos discutiendo, peleando e ignorándonos mutuamente, eses días que estuviera con él fueran sólo una equivocación. Me dejara vencer demasiado pronto y ahora no estaba dispuesto a estar aguantando mentiras y mentiras una tras otra.
Él también estaba molesto conmigo, ya que no solo nos agredimos verbalmente, también acabamos a hostias y tapaba su ojo debido a la leche que le largué.
Yo tenía el labio morado y roto y ni siquiera nos acercáramos a curarnos las heridas del otro. El sólo contacto nos llevaba a peleas y no volvió a darme más explicaciones sobre sus acciones y su vida.
Simplemente me dejó de hablar...
Ya llegáramos a mi piso y ni se molestó a decirme nada.
¿Porqué debería preocuparme?... Que le den por culo.
Con mi ropa con la que me fui de casa de mis tíos vi como el coche se iba y un mal estar dentro, peor que antes me hundía en el interior.
Suspiré, ahora sí que no sabía que hacer. Me encontraba sólo pero de verdad...
No podía confiar en mis tíos, no podía irme a mi piso, ni siquiera tenía donde ir que nadie me conociese...
¿O sí?
En ese momento recordé que yo ya tenía un piso, y lo más irónico era que estaba listo para ser habitado.
Aunque me traería recuerdos, también me concienciaría de porqué me encontraba allí. En el fondo era mío y suerte que nadie, ni siquiera mis tíos sabían que lo había estado arreglando.
Estaba decidido. Me cambiaría de piso. Olvidaría que una vez amé a mí querida Muerte y buscaría una nueva vida para mí, a la vez que un trabajo.
Por suerte siempre podría trabajar para mi tío...
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Ya había pasado un mes y medio desde ese fatídico día que me habían secuestrado. Me había instalado en el piso reformado y había dado de baja tanto la luz como el agua y todo en el anterior. Pero ya que era mío lo había puesto para alquilar. Seguramente alguien buscando un piso céntrico estaría más que encantado de ocuparlo. Y a mí un dinerito extra mientras buscaba un empleo mejor me venía de perlas.
Había puesto varios anuncios en el periódico y en Internet incluso, sin revelar mi nombre y dando mi nuevo número de teléfono.
Al final, tanto cambio había sido fructífero. Junsu no se volvió a poner en contacto conmigo y si lo hizo solo podría por medio de ir a mi anterior piso que se encontraba ahora deshabitado.
Estaba tomándome un café en la barra de la casa de comidas de mi tía mientras miraba el periódico. Pero no había una maldita oferta de trabajo.
Marcaba las únicas que podía desempeñar ya que para trabajos mal pagados ya tenía ese mismo.
Entonces sonó mi móvil, lo cogí mirando el número. Descolgué y para mi fortuna tenía el primer interesado en alquilar aquel piso.
La mala suerte era que no podía quedar en ese momento para ir a enseñárselo y tampoco quería desvelar mi secreto a mis tíos. Ya no confiaba en ellos y por suerte con lo ocupados que estaban no me iban jamás a visitar a casa. Lo que era un alivio.
Al final quedamos a las 10 de la noche, cuando el chico salía de su turno. Yo aprovechara a limpiar el piso y a revisar que estuviera todo bien y estuviera presentable.
Seguía teniéndolo todo. Menos el colchón que tendría que comprárselo, ya que el anterior lo tirara.
Demasiados recuerdos en aquella cama. Debía de sanear ese piso para futuros inquilinos. No quería que estuviese sucio.
Sentí el timbre picar y le abrí el portal de entrada. Eses pisos no poseían las cámaras para ver quien era pero imaginaba que pronto lo vería al abrir la puerta.
Fue entonces cuando el timbre de mi anterior piso sonó y yo dándole los últimos retoques a los muebles y a mi ropa, cosa que no entendía, abrí la puerta.
Aquella figura como de adonis romano que había conocido meses con anterioridad estaba allí. Él era el que sería mi inquilino, o mejor dicho... el que me había llamado para la oferta de alquiler de pisos.
¿Que hacía allí?
Después de tanto tiempo, aquel chico que se encontró conmigo y como yo también, me reconoció y sonrió como aquella vez. Cerrando uno de sus ojos y mostrando detrás de esos labios una sonrisa perfectamente blanca.
- Bello desconocido... ¿así que tu eres el casero?
No sabría decir la cara que se me quedó cuando dijo eso pero era extraño, no sabía porqué... pero tenía que ser él quien alquilase en mi piso.
Que vueltas daba la vida.
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