Intercambio de esposos... no... ídolos cap 6

os momentos que habían pasado eran muy cotidianos: Hablar hasta cansarse, bromear sobre cualquier cosa, jugar con lo que se les atravesara, cocinar, dormir en el jardín e incluso leer las noticias diarias. Yunho y Jaejoong casi no extrañaban el lugar de donde venían, después de todo eran sólo unas vacaciones, ninguno lamentó no estar en Volterra, Italia o en Toronto, Canadá.

Una de las chicas había mejorado increíblemente sus capacidades de baile, ahora tenía noción de qué hacer (o algo así) con una coreografía, a pesar de nunca haber conocido nada de eso. Podía bailar más de un minuto sin caerse y sin pisar a nadie, y allí supo que Yunho realmente amaba lo que hacía.

La otra chica había aprendido a cocinar, aparte de lo que ya sabía, y en su cocina no dejaban de crearse platillos con notas asiáticas. A su familia le gustaba, a ella también y a Jaejoong lo ponían de muy buen humor ambos hechos. Con el tiempo que pasó con él, ella pudo darse cuenta de que era alguien más que especial.

Luego de varios días de tranquilidad, los problemas empezaron a surgir. Ambas chicas debían viajar en familia, lo que suponía que el juego se complicaría. Yunho y Jaejoong eran invisibles para todos, pero eso no impedía que necesitaran un medio de transporte, camas y comida. Luego de reunirse durante más o menos una hora, acordaron llevarlos al viaje con unas cuantas normas de discreción.

Ahora más que nunca era vital vigilar las largas conversaciones, las horas del baño, los desayunos, almuerzos y cenas; toda cosa que pudiera parecer extraña. Para ellas era ya costumbre, pero para sus familiares serían signos indudables de deficiencias mentales.

Habiendo acordado los detalles del viaje, incluyendo el traslado, se pudo respirar algo de calma en la tensa situación. Yunho conocería lindas playas que jamás había visto, sería tocado por el sol y jugaría con las olas inclementes si así lo deseaba. Jaejoong en cambio vería paisajes de otoño en un pequeño pero tranquilo pueblo, comería helados artesanales y podría usar todas las chaquetas que había traído.

Esto prometía muchas bondades, pero también muchos riesgos. Si estaban dispuestos a seguir jugando debían aguantar todo lo que pudiera surgir. A nadie le importaba el peligro, pues los días felices que habían tenido no podrían cambiarse por nada. Ni ellas ni ellos dejarían perder todo lo que habían logrado desde aquella noche extraña de encuentros.

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