Intercambio de esposos... no... ídolos cap 7

No sé cuántos días pasaron, el tiempo transcurría sin forma ni coherencia. Mientras yo me convencía de que eso en realidad sucedía, no tenía consciencia de nada (ni nadie) del mundo exterior, que dejó de existir.

Temía haberme acostumbrado al hecho de despertar, ir corriendo a mi habitación y encontrarlo allí, como si jamás hubiese sido de otra manera. Jaejoong no volvería a ser un punto lejano en un país al que nunca podría ir, estaba conmigo y nada más. Gran parte del tiempo me perdía en pensamientos como éste, pensaba durante largos momentos y solía ignorar un montón de cosas.

-¿Me escuchas? Quizá hablo demasiado bajo, ¿o no?- Jaejoong reía y cubría su boca con la mano.
-Yo… eh, sí, escucho- contesté sin demasiada atención. Creo que no me había dado cuenta de que lo miraba al pensar.
-Me pregunto cómo puedes andar tan distraída- su mirada era increíblemente profunda, demasiado para lo que soportaba normalmente.

En ese momento tenía una vista perfecta de un paisaje otoñal: las hojas de los árboles decoraban con sus tonos rojizos y naranjas todo aquello que mis ojos podían ver, el sol se encargaba de encender con sus últimos rayos estas maravillas, prontas a caer. Era un lugar precioso, muy lejos de mi casa, creo que a Jaejoong le gustaba también. Me disculpé por haberlo traído, aunque sabía que no me dejarían por nada del mundo quedarme “sola” en casa por 4 días.

-No importa- dijo – tú no tienes la culpa, ¿o sí? Además, no podías estar sola durante 4 días- Vaya, pensaba como yo. Aunque debía admitir que en parte sí era mi culpa por haber jugado, y en el fondo no estaría sola si estaba junto a él.

Se levantó de la banca en la que nos habíamos sentado minutos antes y me tendió la mano.

-¿Paseamos?- sonrió como el sol, así que asentí.
-Como si pudiera decirte que no- reí. Nunca me llamaba por mi nombre, me hubiese encantado que lo hiciera.

Tomé la mano que me ofrecía y caminamos largo rato por el parque a solas; era un día particularmente frío y la gente del lugar no estaba muy contenta con el brusco cambio. A decir verdad, el clima se estaba volviendo loco.

-Ten, tienes frío- me ofrecía su chaqueta, no me fijé que tenía el brazo libre alrededor de mi abdomen por la temperatura. Era tan sencillo distraerme con él que a veces no me percataba de las cosas que hacía.

Me la puse y entré en calor inmediatamente, tenía aroma a él. Había aprendido a reconocer su olor y buscarlo en las mañanas. No sabía qué tanto pasaría más adelante, cuando él ya no estuviera, pero eso no importaba ahora. Lo único que tenía relevancia era el hecho de que paseábamos juntos por un lugar sacado de un cuento.

-¿Pasa algo? No has dicho nada más que monosílabos desde que te pregunté lo que sería de nosotros en una semana- me miró.
-Te dije que no me importaba- me adelanté y le corté el paso-. Cuando llegaste creí que sería inoportuno, que no era lo que yo quería; ahora me doy cuenta de que me equivoqué y mucho.

Mi miró con curiosidad como la primera vez que nos vimos, deseé poder leer su mente y saber lo que pensaba. Jaejoong era lo más cercano a un amigo (en muchos sentidos) que había tenido jamás, exceptuando a mi amiga, claro está. Pensaba en Yunho y en ella de vez en cuando, pero la mayor parte del tiempo me distraía con las historias de Jaejoong, ¿quién diría que había vivido tantas cosas? ¡Ni siquiera tenía treinta!

-Hija, ¿con quién hablas?

Oh, oh… Piensa rápido.

-Estoy… Practicando el guión para una obra, es en un par de semanas, ¿vendrás?- papá dejó de mirarme mal, respiré.
-No, sabes que detesto el teatro, suerte de todas maneras- sonrió como solía hacer al hablarme y se fue camino al hotel.

Suspiré con alivio y crucé los brazos.
-Teatro, ¿eh?- se rió separando mis brazos, abrió el suéter que me dio antes buscando mi cintura y la sujetó con ambas manos, como indicándome que no estaba en sus planes terminar el paseo tan pronto.

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