Last Vow/Bow cap 40

Los primeros rayos del sol del día se encargaron de interrumpir mi prolongado sueño. ¿Cuántas horas había dormido?... Parecía que un día completo. Mis ojos me pesaban pero no lo suficiente como para no ver la mirada de Yunho clavada pacientemente en mi. La luz se colaba por las persianas de mi habitación casi de forma artística; Las líneas de luz se reflejaban en su espalda desnuda de una manera casi fantasiosa. Me sentí visualmente extasiado con aquella imagen perfecta de mi amado, y muchas veces odiado, Yunho.


- Hola… - Dijo él casi en susurro.


Yo le sonreí en retorno y con cierta dificultad para abrir mis ojos, pero sintiéndome mejor que nunca. Resoplé sin querer y él, con cierto aire de cansancio, sonrió también.



…



¿Cómo era posible que nunca antes hubiera despertado de esa forma?


Alcé mi mano hasta alcanzar el cabello de Yunho que caía salvajemente en su rostro, aquel hermoso y robusto rostro. Al acariciar finalmente la línea que de manera perfecta dibujaba un mechón de cabello en su mejilla, Yunho cerró los ojos con lentitud con una especie de ensueño eterno.

Nuevamente, me quedé maravillado con tal cosa. Maravillado al punto que abrí bien mis somnolientos ojos y mi desmayada boca. Desde la discusión, era como si yo volvía a ver a ese Yunho verdadero; al Yunho que se equivocaba, al Yunho que se reía a carcajadas por cualquier cosa como un niño, al Yunho que era mi amigo, al Yunho que lloraba… al Yunho del cual yo me enamoré. Me resultaba increíble poder ver todas esas facetas tan sólo tras aquel desliz de él.


- … Quédate así. – Murmuré con asombro mientras mi caricia recorrió su frente.


Deseé ser un artista. Deseé haberlo poder inmortalizado de alguna forma. Deseaba poder salir corriendo a la calle para gritar lo hermoso, lo enamorado y… lo vivo que me sentí en aquel momento.


- Nunca hemos recorrido solos una playa – Comentó él con sus ojos cerrados y esbozando su característica y hermosa sonrisa – Quiero caminar contigo y perderme en la arena…


Haber esperado seis años por aquel momento me pareció justo. El momento en el que mi mente no me hiciera jugarretas, el momento en el que mi corazón no se sintiera resignado ni vencido, el momento en que sintiera que Yunho finalmente estuviera a la merced de mi amor. ¡Cuánto había esperado por ti, mi amor! ¡Cuánto tuvimos que sufrir para tener aquel momento pleno!


Aquí, sentado en éste árbol, pude verlo con claridad…


Yunho de nuevo abrió sus ojos lentamente. En ese momento, la brisa matutina se coló por mi ventana. Sin exagerar, puedo asegurar que presenciar el momento en que la mirada penetrante de él se posara sobre la mía con el viento moviendo suavemente sus cabellos, fue celestial. Tanta perfección era angustiosa, sobretodo porque su mirada era ansiosa y tan profunda como vacía. Una mirada que producía vértigo y a la vez calor.


Aquella mirada era como una invitación a arrojarse de un precipicio. Sabía que era el alma de mi Yunho reflejada en sus hondas pupilas. No dudaba. Yunho era tan transparente como una pieza de cristal. Temblaba a ratos y se hallaba inmóvil a mis ojos. No había lágrimas, no había sufrimiento. Aquel momento se traducía en una angustiosa perfección.



No era realidad y paradójicamente tampoco era ficción. Era simplemente magia…


Su magnética mirada cada vez se acercaba más a mí. No puedo decir en qué medida lo tenía hechizado tanto como él me tenía a mí y pronto, cara a cara, nos besamos… por última vez.

Sus labios tímidamente rozaban los míos. Con los ojos cerrados, yo parecía enloquecer. Un beso corto y decidido a sus hermosos labios de mi parte y un beso largo y sutil de su parte.

Me acomodé hasta estar derecho en la cama y mirando el techo sin mirarlo realmente. Yunho se acomodó en mi pecho para reposar ahí. Tome su mano y él resopló con angustia… De sobra sabía que él presentía lo mismo que yo.

Su teléfono celular sonó. Él continuó recostado en mi pecho y le indiqué con la mano que fuese a tomar la llamada… faltaban dos días para reiniciar las actividades y aquello me dejaba pensando en el manager. Yunho vaciló por un momento tal cual como si le pesara salir de ese cuadro de ensueño en el que ambos nos habíamos sumergido y al cabo de unos repiques, se levantó a contestar.

Él tenía pantalones. Así que decidí ponerme unos también, seguramente los míos habían volado en la habitación en nuestra pasión de la noche anterior. Sentado en la cama y ahora calzándome pantuflas, podía ver a Yunho con el teléfono en mano sin decir nada. Ni siquiera creo haberle escuchado saludar al principio. Al cabo de unos segundos, Yunho se volteó a mirarme instantáneamente con una expresión inescrutable y nuevamente a mirar a donde sea que estuviese mirando.

A penas colgó, se colocó una sudadera de Junsu que estaba tirada en el suelo:


- Jae… Debo salir – Dijo él sin regresar a la habitación y sin siquiera mirarme de nuevo – Regresaré en un momento. Adios.


No alcancé si quiera a despedirme de él. Ese hombre salió disparado de nuestra casa. “¿Qué es lo que necesita hacer en éste momento?” pensé con obstinación. Podía haber pasado todo mi día viviendo aquella experiencia digna de un sueño que acabábamos de tener esa mañana.

Recibí un texto proveniente de un número desconocido: “Si no se lo dices tú… te juro que se lo digo yo”

- No te conozco – Dije mirando la pantalla del teléfono con desdén.

De repente comencé a preocuparme... ¿Qué tal que ese anónimo me estuviese amenazando? ¿Qué tal que fuese Jin Hun amenazándome? Comencé a pensar y a idear una manera que doliera menos de confesarle a Yunho que esas últimas semanas me había estado acostando con Jin Hun antes que se enterara por algún tercero. Debía decírselo si quería que todo fuese perfecto… tan perfecto como lo de esa mañana.


Tanto ese momento como éste, estoy conciente de que nada es perfecto.


Pasaron cuatro horas antes de que volviera a saber de Yunho; no contestaba ni una de mis llamadas. Desde la madrugada de mi pelea con Yoochun nadie, excepto Yunho, había estado allí en casa. Me exasperaba indagar y me negaba con vehemencia llegar a pensar que él se había ido a acostar con otra persona… cosa que en épocas anteriores - y por muy horrible que sonara - no habría dudado ni por un momento.

Finalmente comencé a llamar a los otros miembros… en caso de que supieran algo de él. Changmin pensaba que Yunho y yo seguíamos molestos. Junsu me dijo que no tenía idea en lo absoluto y Yoochun me colgó en cuánto saludé. Disqué el número del manager y cruelmente me pregunté si no era homosexual, porque seguramente Yunho ya se habría acostado con él. Me heló pensar de ese modo, pero esa actitud había nacido gracias al fantasma de Yunho haciéndome toda clase de horribles confesiones sobre su sexualidad, fidelidad y demás. El manager tampoco sabía nada de él y como era obvio, aprovechó para regañarme.



- Maldita sea – Exclamé con obstinación inigualable - Ésta es la décima vez que te dejo un mensaje! Atiéndeme, por favor! ¿Dónde estás?

Me enervaban las contestadotas. Me enervaba su extraña ausencia. Me enervaba pensar que Jin Hun o alguien más estuviese delatándome. Me enervaba tener que pensar que Yunho volviese a ser el mismo de antes…


Decidí salir a la calle un rato. Necesitaba despejar la mente. “Cálmate. Si algo malo le hubiese sucedido, ya lo hubiésemos sabido todos” Me consolé mientras daba una vuelta en u en la carretera. Busqué alguna emisora en la radio y aleatóreamente surgió una emisora de Jazz. En seguida pensé en Jin Hun.

“Me moriría si está allá…” Pensé dándole un puñetazo al volante.

Sin pensarlo dos veces, tomé el camino para llegar a la casa de Jin Hun… así, sin meditar. Con la cabeza en frío y con ganas de encontrarme a Yunho en su casa… con ganas inmensas que siempre tuve de quitarle la máscara y dejarlo al descubierto. Jamás pude comprender mi actitud… pero quería verlo haciendo algo “malo” con Jin Hun, quizás para justificar mi horrible actuación de todos esos días… como para que pareciese menos grave.

El vigilante del edificio ya me conocía, o mejor dicho, conocía mi disfraz. Sin hacerme ninguna pregunta me dejó pasar. Aquella misma escena de mis pasos evocándome recuerdos mientras me dirigía a los ascensores venía al cuadro.

No quería pensar. No quería pensar. No quería pensar… pero era imposible.

La puerta estaba semiabierta. Escuchaba a Jin Hun vociferando sin poder entender sus palabras. Esperaba impacientemente que la voz que contestase fuese de Yunho, sin embargo, no escuché respuesta. No sabía si debía quedarme toda la tarde esperando frente a la puerta de su departamento o si me envalentonaba y pasaba finalmente.

“Date la vuelta, Jaejoong. Vete de aquí” Pensó la pequeña parte equilibrada de mí.

Como si se tratase de arrancar una bandita de una cortada, abrí la puerta casi a los golpes pretendiendo recibir “el golpe” de sopetón para que doliese menos. Lo primero que vi fue a Jin Hun de espaldas apoyado de una mesa y luego a Yunho sentado casi como una momia en aquel simbólico sofá. Al verlo y presenciar su mirada, sentí que las fuerzas me abandonaban; tanto él como yo palidecimos. Jin Hun se dio la vuelta y al verme sonrió de una forma casi satánica.

- Pues ahí lo tienes! – Exclamó con mofa mirando a Yunho fugazmente – El rey de las escorias ha llegado al fin!

- ¡¿Qué… qué es todo esto?! – Pregunté con las palabras enredadas y con un nerviosismo incontrolable y difícilmente cerrando la puerta.

Yunho se puso de pié y continuó mirándome como si le faltase el aire. Ahora su rostro se había convertido en una mueca total de incertidumbre y confusión. Yo continuaba torpemente bajo el marco de la puerta sin saber que hacer y seguramente con un semblante de aterrado de muerte.

- Jaejoong… yo… no lo creo – Comentó él como para poder convencerse de que así era.

Jin Hun rió a carcajadas. Era como si gozara una inmensidad con lo que estaba sucediendo. Yo aun me encontraba rogando en silencio a dios, si es que existía, que aquel infeliz no me hubiese delatado.

- Díselo, Jaejoong – Añadió – Te daré la oportunidad de que lo digas tú mismo.

- Entonces – Dijo él con asomos de lágrimas en los ojos y con su horrible expresión - … Tienes algo que decirme, Boojae?

Jin Hun volvió a reír a carcajadas.

- ¡Entonces tú eras el maldito “Boojae”!

Volví a mirar a Yunho y negué con la cabeza. Tenía las palabras en la boca pero obviamente no tenía el coraje de decir ningunas. ¿Cómo no pude haberle dicho aquella mañana todo lo que había hecho con Jin Hun así le doliese? ¿Cómo pude haber dejado pasar esa oportunidad? ¿Cómo?

La risa idéntica a la de una hiena de Jin Hun hacía un fondo fatal a mi silencio. Yunho comenzó a sollozar; su rostro se tornó rojo y se le marcaban las venas de la frente como si la sangre no transitara por ellas.

- Tú también… - añadió él bajando la cabeza y apretando los dientes – Tú también eres un maldito farsante!

- Yunho, no… - Contesté en jadeos debido a mi desesperación – Espera!

- Me las estoy cobrando, Jaejoong – Dijo el imbecil de Jin Hun enmarcando esa siniestra sonrisa que nos exasperaba a ambos – Me las estoy cobrando una por una.

- Cállate! – Gritó Yunho tirando su teléfono celular al suelo y destrozándolo por completo – Cierra la boca!

- ¿Te duele?! – Preguntó Jin Hun enseriándose - ¿Te duele sentirte engañado?! Y tú! Idiota! ¿No pensaste por un momento que no iba a sospechar de lo de ustedes dos?

Al terminar su pregunta, Yunho le arrojó un enorme jarrón de cristal sin compasión; si no hubiesen sido por sus reflejos, le habría partido la cara.

- No le hables así – Dijo Yunho en voz baja, alzando su vista nuevamente y con una pinta de desquiciado de mil demonios.

Yo seguía atónito presenciando aquella escena. Nos habíamos acostado los tres, uno con el otro… cada uno siendo engañado por el otro. Jin Hun no podía creer la actitud de Yunho, seguramente pensó que él se ensañaría contra mí.

- ¿Te duele, Yunho? – Preguntó de nuevo Jin Hun incisivamente – y sólo para que lo sepas… ¡Él es mil veces mejor que tú en la cama!

Yunho le asestó una patada a una pequeña mesa frente a él volteándola por completo y casi partiéndola. Yo di un paso atrás debido a ese maldito miedo que me abordaba. Nunca antes había visto a Yunho así.

- Pero tú debes saberlo, ¿o no? – Preguntó él dando pasos hacia atrás – ¿Cuántas veces dejaste que te diera por detrás?

- Cállate, imbécil! – Exclamó Yunho apretando un puño en su dirección y amenazando con tirársele encima.

- Dímelo, Jaejoong! – Dijo Jin Hun - ¿Cuándo fue la última vez que ustedes dos follaron?

Yunho se detuvo a mirarme como para poder estudiar mi expresión y palideció al igual que yo al no poder admitir nada de las horrendas cosas de las que Jin Hun me acusaba indirectamente y que desgraciadamente, eran ciertas. Bajé la cabeza al no poder asentir siquiera, muerto de la vergüenza.

- Jajaja!! – Sus carcajadas de nuevo - ¿Acaban de hacerlo?! Jaejoong… déjame decirte: Me quito el sombrero.

Mi Yunho se le abalanzó encima como un león y lo tumbó al suelo. Le dio muchos puñetazos en el vientre. A duras penas, Jin Hun pudo defenderse y ponerse a salvo en la cocina. Yunho corrió hacia él y yo corrí hacia Yunho, saliendo finalmente de ese trance de pavor en el cual me encontraba sumido.

- Dile, Boojae – Agregó ese malsano con ponzoña y tratando de recuperar el aliento mientras se apoyaba de una repisa de la cocina – Dile cuándo fue la última vez que te acostaste conmigo… Díselo!

Yunho volteó de nuevo hacia donde yo estaba. Él estaba horrorizado luego de haber escuchado eso y aunque sus ojos transmitían la ira más pura, también me imploraban que desmintiera al malsano Jin Hun. Me limpié los labios y me preparé para decir algo, pero nuevamente negué con la cabeza tras mi imposibilidad de pronunciar palabra alguna.

- Eres el peor de todos aquí – Dijo Jin Hun llevando una mano a su adolorido torso – Y mira cómo lo amas! A ese que tanto defiendes… es peor que tú y yo juntos.

Yunho me daba la espalda… yo sabía que debía estar derramando una lágrima en silencio. Le puse una mano en el hombro y lo volteé hacia mi dirección. En efecto, tenía lágrimas escurriéndole en las mejillas… seguramente lágrimas hirvientes. Él se tiró en mis brazos y mi abrazaba como si yo me desvaneciese; me besaba repetidas veces en mi frente, las mejillas y mis labios con desesperación, mientras sus lágrimas seguían recorriéndole el rostro. Mi amado Yunho me transmitió toda su angustia con sus gestos; comencé a llorar yo también al darme cuenta que todo aquello no era más que un intento desesperado de implorarme que desmintiera a Jin Hun. Finalmente lo abracé con fuerza y continué en silencio.

Repentinamente sentí un jalón en mi espalda. Grité en el acto. Yunho abrió sus ojos como si fuesen a salirse de sus orbitas. Sentí una desagradable bocanada de aire intrusa en mi espalda… al ver a Jin Hun, él también tenía una lágrima deslizándose en una de sus mejillas mientras dejaba caer el cuchillo. Jin Hun no pudo soportar que Yunho me perdonase en vez de matarme. Me había apuñaleado en la espalda, esta vez sin metáforas. Caí al suelo lentamente.

Yunho nuevamente se abalanzó sobre él y trató de abatirlo a golpes, pero ésta vez Jin Hun se defendió. Ambos se golpeaban y pateaban casi al mismo tiempo. Mi herida no parecía muy grave en ese entonces, pero estaba casi clavado al suelo luego de aquel impacto; Quería hacer algo… quería hacer algo.

Deseaba pensar que todo esto no era mi culpa.

Reuní el poco valor que me quedaba y me levanté con dificultad del suelo y me precipité sobre ese dúo de salvajes peleando.


- ¡Suéltalo, maldito! – Le grité a Jin Hun quien parecía haber perdido el juicio finalmente. Con toda mi fuerza zafé a Yunho de sus manos y lo empujé derribándolo hacia el suelo.

Casi poseído por el mismísimo demonio, Jin Hun se levantó instantáneamente y recogió el puñal que hace un rato había dejado caer. Daba sablazos a diestra y siniestra y Yunho y yo luchábamos por evitar alguno. No corrí con mucha suerte al estar entre ambos y logró cortarme muchas veces.

- ¡¡Vas a morir!! – Gritó él desgañitándose – ¡Te mataré!!

Escuchamos de repente a alguien golpeando la puerta con desesperación. Al parecer, los vecinos se habían percatado de la monstruosa pelea. Yunho se preocupó en cuanto empecé a sangrar. Me apartó a empujones y se volvió nuevamente a Jin Hun.

Fueron segundos, quizás ni uno sólo, pero todo sucedió tan rápido…

Jin Hun le dio un fuerte sablazo a Yunho en el vientre y él, impávido, se lanzó encima. Trataba de arrebatarle aquel gigante cuchillo; ambos forcejeaban como toros.

- ¡Yunho, suéltalo!! – Grité desesperado - ¡Apártate!

- ¡Busca ayuda, Jae! – Gritó él en retorno – ¡Hazlo ya!

Vacilé por un instante y les di la espalda para salir corriendo.

“¿Cómo vas a dejarlo sólo, Jaejoong?” pensé “Lo va a matar… lo va a matar!”

En frío me di la vuelta nuevamente y caminé con decisión al fregadero. Periféricamente observé que Yunho me seguía con la vista.

- ¡¿Qué haces?! – Gritó desesperado – Busca ayuda!

La angustia que transmitían sus ojos era desesperante. Pronto te libraría del dolor, Yunho. Verte así era una carga doblemente pesada para mí. Jin Hun aun forcejeaba con él, pero observaba con expectación mi actitud.

Caminé lentamente hasta casi alcanzar un trote. Mi determinación era absoluta. Alcé con sagacidad un puñal que superaba en tamaño al responsable de mi herida y con rapidez, hundí el cuchillo en el pecho de Jin Hun.

Su alarido fue horrible. Se escucharía hasta el rincón más remoto del mundo si los demás prestasen atención… atención al sonido de tres tipos que estaban muriendo en aquel momento. Su mirada estaba llena de lágrimas y su expresión igualmente horrible me causó vértigo. A su último grito, volteé el puñal para abrir su herida.

- ¡Jaejoong! – Exclamó Yunho casi sin voz tras el horrendo susto que le estaba causando.

Jin Hun cayó muerto de largo a largo en el suelo de la cocina de su sofisticado departamento. Yunho dio dos pasos atrás del susto y nos miraba, con sus ojos muy abiertos, a ambos como si todo eso no acabara de ocurrir. Se halaba el cabello como yo lo hacía y negaba con la cabeza.

Zumbé el cuchillo al suelo con desdén y abrí los brazos como un asaltado.

- Esto soy, Yunho – Le comenté entre una mezcla de lágrimas y sonrisas - ¿Aun me amas?

Todo se oscureció. Las fuerzas me abandonaron. La sangre emergía de mis heridas a borbotones. Me toqué la parte baja de la espalda y llevé las manos muy cerca de mis ojos para comprobar que ahí no había nada excepto sangre, aunque el sudor se metía entre mis ojos disociados, cansados y poco útiles, lo comprobé…

Lo último que vi de él fue su mano tratando de alcanzarme. Justo como Jin Hun, caí de largo a largo al suelo.

…

- ¡Jaejoong!


Esa voz…


- ¡Jaejoong!


Abrí mis ojos como si mil elefantes estuviesen parados en mis párpados. No podía ver nada bien. Escuchaba una infernal sirena y casi no sentía nada… nada en lo absoluto. Unas sombras se movían sin cesar a mí alrededor, sombras como en mi recurrente pesadilla. Mis ojos comenzaron a cerrarse nuevamente.

…

Me subí casi sin esfuerzos al árbol de mi vecindario; aquel inmenso y viejo roble a donde iba a llorar mis penas además de mi propia habitación. Era un atardecer de color naranja hermoso. Extrañamente las ramas de ese roble estaban repletas de flores de cerezo. El paisaje me sumió en un ensueño y cerré los ojos.

“- Sabes, Jaejoong… Entré a Dong Bang Shin Gi. ¿Puedes creerlo? Ya no tendré que ser la sombra de nadie más. Al fin tantos años y tantas plegarias se cumplieron. Ya no tendré que pretender más… ahora seré yo mismo.”

La brisa de la noche por venir sopló mi cabello mientras mi mente se empeñaba en recordar a la voz de Yunho pronunciando esas palabras.

“- Ya podré hacer que mis padres se sientan orgullosos de mí… Tú también lo lograrás, por eso no estés triste.”

Esa misma brisa se colaba por las ramas produciendo un silbido pacífico. Recosté mi cabeza del tronco y casi me dejé caer tras tan placentera sensación.

“- ¿Tú estas orgulloso de mi?”

Los pétalos de cerezo cayeron frente a mis ojos recientemente abiertos. Era como si Yunho me hablara a través de aquel árbol. Ese viento que deshojaba las flores también deshojaba las penas de mi corazón. Ya no había malos recuerdos… tan sólo las razones por las cuales me enamoré de él.

Extendí los brazos para poder recoger con mis manos los pétalos que tan poéticamente caían por el viento. En pocos instantes mis manos estaban repletas de esos hermosos pétalos, tal como en mi mente, aquellos representaban los buenos momentos y recuerdos que atesoraba desde nuestro primer encuentro:

- Se feliz, Dongseng – Dije con una sonrisa celestial mientras soplaba los pétalos con suavidad.

- ¡Se feliz, amor!

…

- ¡Jaejoong! – Exclamó la voz de Yoochun en medio de la infernal sirena de lo que creo era una ambulancia.

No podía verlo bien, pero su oscura silueta se dibujaba en el foco de mis ojos. Sus lágrimas caían en mis mejillas. Escuchaba también mi débil respiración tras lo que parecía ser una mascarilla de oxígeno. Las manos calientes de Yoochun sostenían mi mano izquierda con fuerza.

- Amigo - Añadí medio drogado – estás… aquí.

- ¡Está despierto! – Vociferó con angustia a otra persona - ¡Está bien!

- Lo… Lo sé.

- No debes hablar, Jaejoong! – Me instruyó imperantemente mientras acercaba su rostro que aun no podía ver con claridad.

- Lo sé, Yoochun – Comenté – Mis a-acciones tienen…

- ¡No hables Jaejoong! – Exclamó mientras se le quebraba la voz seguramente debido al llanto.

- … Consecuencias – Agregué finalmente esbozando una triste y suave sonrisa a través de la mascarilla de oxígeno.

A continuación, Yoochun comenzó a llorar desconsoladamente y a derramar sus lágrimas en la mano que me estaba sosteniendo. Sentí mucha pena por él… No mereces sufrir por mí.

… Cerré mis ojos con lentitud.

- No te vayas, Jaejoong! – Alcanzó a decir antes de rendirme a la inconciencia con la voz quebrada – No nos dejes… amigo.


Su voz desapareció con un eco misterioso.

…


“- ¿Listo, Yunho?”


“- No estoy molesto contigo. ¡No todo en este mundo tiene que ver contigo!”


“- Yo pagaría cualquier precio por ti.”


- ¿Estoy muriendo?


“- Jaejoong… ¿Puedo dormir aquí?”


- No… No quiero perder eso.


“- Te amo, Boojae. Te amo.”


- ¡Quiero recordarte! ¡Quiero recordarte!


“- Nunca hemos recorrido solos una playa. Quiero caminar contigo y perderme en la arena…”


- Si me voy… quiero recordarte ¿Me vas a recordar? … Aun no hemos ido a ver el mar solo, amor.

- Tú me estabas observando y ahora te marchas… ¡No te marches! No me hagas sentir que estas encerrado en un cubo de cristal donde todo lo que puedo hacer es observar sin poder hacer nada. ¡No te marches!

- No puedo aceptar que aquel día me dedicaste tu última sonrisa, tu último beso, tu última mirada y… una última despedida.

Caen los pétalos…

- Si te marchas… tomaré un taxi hasta tu camino. Tomaré un atajo hasta tu corazón… a donde quiera que vayas, yo te conseguiré.

…

Sólo podía mirar como se alejaba el paisaje desde mi ventana mientras el auto se ponía en marcha. No había forma de quedarme. Yo me escurría en un rincón tratando de fundirme con la visión para que perdurara al menos un segundo más.

Era inevitable ver todo desvanecerse mientras el auto rodaba sin piedad... no podía hacer nada; la inminente despedida seguía en pié. Me sentía como un impotente niño desprovisto de su más amado juguete. Desprovisto de todo inclusive mi voluntad.

Golpeaba con fuerza el cristal pretendiendo detener aquel auto y el tiempo... cómo quería cambiar la realidad! Quería gritar con toda mi fuerza y de hecho parece que lo hacía, pero no podía escuchar mi feroz grito, ese que estaba desgarrando mis pulmones para poder ser expulsado.


Yo sólo miraba mientras ahogaba un grito en la garganta ¿Estaba llorando?... ¿Qué es realidad? ¿Qué es ficción? No había lágrimas pero estaba convencido de que lloraba y gritaba aunque ni yo mismo fuese capaz de escucharlo. Otro golpe más y no tendría que ver mi repugnante y patético reflejo en el vidrio... sólo uno más y todo acabaría.


Sí, miraba pero... ¿Tenía los ojos abiertos?


¿Era verdad o era ficción? La inicial visión se reducía a un punto desde donde estaba. Al parecer yo esperaba que algo sucediera, por una sola cosa en verdad, la esperaba con ansias mientras me asfixiaba en mi angustia.

Inconcientemente agitaba mis manos con vehemencia esperando a no recibir una respuesta similar. Yo me despedía mientras me alejaba aún más de la infame visión que representabas tú. Sin embargo, lamentablemente tú te despediste también... y la espera se acrecentaba.


Esperaba…

Esperaba a que despertaras y me despertaras a mí también.



- Despierta ya, amor – Dijo él quitándome la máscara – Despierta ya.

Fin