THOSE LITTLE THINGS
Un iPod de 32 Gb, unos audífonos ear drops, un librero pequeño cuyo contenido no sale de música postmoderna e idiomas, un estante bastante grande lleno hasta el tope de CDs, una carrera en ascenso y cuatro estupendos amigos - o dos parejas, da igual – compartiendo dicha travesía. Es todo, listo. Puedo escoger algo de aquella lista, al azar, o dos o tres a la vez, y mi día va. Pero uno lo siente, ahí, en el pecho, a la izquierda: hay espacio para algo más. No es mucho, un rinconcito sobre el que ni detienes la vista, sin embargo es el motivo por el que no llegas nunca a ese sentimiento de completo. No te ahoga, no, para nada; no le das vuelta ni se convierte en tu pendiente del día. Te percatas, eso sí, de cuando en cuando, porque está ahí, oh, sí, está ahí. En esas monedas que sobran en tu billetera, exactas para una taza más de café, junto con ese medio ciento de palabras de pronto listas para salir, no hallando un con quién; en esos peculiares momentos en los que descubres súbitamente un nuevo significado en algo antiguo y monótono y te lo guardas porque no será relevante para nadie más; entre las sábanas, con las sensaciones a flor de piel, los labios ávidos, el aliento errático y, al final, los pantalones húmedos, un silencio que se hace eterno y la pregunta de cómo sería si fuera alguien y no tu mano.
No obstante, no me ahoga, ya lo dije, por eso cojo una botella de agua antes de seguir a los chicos. Mi día va. Nuestro manager nos ha pedido dar el encuentro al nuevo grupo que cocina SM entertainment, todos vamos más que gustosos al salón de práctica. Aunque para mí sólo signifique nuevas víctimas para el humor de Junsu y nuevas personas a quienes los conocimientos de Yuhno puedan alcanzar, voy, sin mayor expectativa que la de ser amable. Pero es ese muchacho, aguardando aún en la baranda de la pared de espejo, quien atenta mi apatía. Fue tácito, Yuhno nunca dio órdenes, sin embargo cada uno de mis compañeros se acercó a uno de los nuevos chicos, convirtiéndolo en una elección; mas él no se acercó presuroso a darnos el encuentro, sino que permaneció en su sitio, rotando su mirada entre el suelo a nosotros. Se limita a esperar que sus compañeros vayan primero, sin importarle mucho lo que quede al final; justo como yo.
Voy hacia él, quien se ha agachado a tomar algo de su maletín a sus pies.
-Got you.- le digo, a modo de broma, comenzando informalmente una conversación.
Levanta el rostro, aún hincado, y me sonríe, totalmente, con el cabello demasiado liso medio tapándole los ojos. Es demasiado guapo, tanto que desvío mi mirada hacia la botella de agua de cereza que sacó del maletín. Se levanta y me hace una venia, casi de 90 grados. Sonrío y me sorprende encontrarlo agradablemente alto y formal. Se presenta como Choi Minho, integrante del nuevo grupo llamado Shinee. Su voz es desmedidamente grave para alguien con tan poca edad.
-Shim Changmin.- le respondo a la presentación, mas yo me limito a una venia con la cabeza junto a una media sonrisa, sumamente sincera.
- Un honor, hyung.- y esta vez no sólo su sonrisa sino su respeto me deslumbran.
Y es ahí, justo ahí, que en ese rinconcito en mi pecho, a la izquierda, llaman a la puerta.
woooo que lindo comienso se pone interesante genialll
ResponderEliminarescrbe mas historias como esta... Es realmente hermoso... Bellisimo.... Me encanta.
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