Middle Of Nowhere cap 5
enero 19, 2011
Sin comentarios
YooChun miró su reloj por enésima vez y suspirando susurró unas palabras entre dientes que se llevó la brisa fresca que corría por el estacionamiento de Evegreen, donde había estado por lo menos media hora esperando que su mejor amigo saliera de su taller de canto.
Luego de haber ido a una tienda cercana a comprar algo rápido que comer, había procurado estacionar su precioso Volvo S60R plateado, junto al Lamborghini negro de SiWon. No pensó que permaneciese a esas horas por allí, pero si le pareció perfecto para encontrarse con él y tener una plática que estaba pendiente durante todo el fin de semana.
Además no tenía nada más que hacer. Al parecer JaeJoong se había entretenido en su clase o estaría en el baño peinándose vanidosamente como siempre hacía. Se encogió de hombros mientras movía, de lado a lado en su boca, el gracioso chupetín con forma de corazón que había comprado.
Entretenido mirando hacia el cielo, no escuchó la primera vez que su móvil sonó, más bien la tercera vez, cuando incluso tarareaba la canción con la que estaba configurado su teléfono al momento de recibir una llamada. Metiendo la mano a través de la ventana media abierta, tomó el pequeño aparato y contestó con el dulce aún entre los dientes. Notando que su saludo no era el más normal, lo repitió quitándose lo ajeno de la boca.
“¡YooChunnie oppa!” tuvo que alejar el celular unos segundos de su oído, cuando la aguda voz explotó en formas de risitas infantiles que intentaban ser coquetas.
“¿Sí...?” dejó la frase cortada, pues no tenía ni remotamente idea quién fuera la niña que lo estaba llamando.
“Awww~~ Oppa! ¿No me recuerdas?” hizo un falso ruido con su garganta imitando un ronroneo disconforme “Soy JiHee” y remató su revelación con sonoros suspiros.
YooChun arqueó una ceja, mirando al horizonte y lamiendo lentamente su rico dulce sabor a manzana, preguntándose seriamente qué cara y qué cuerpo tendría esa tal JiHee. Cuando a su mente venían nada más que distintos rostros, distintas faldas y distintos colores de cabello, optó por ser sincero y calmarla.
“Claro, baby. ¿Cómo olvidarte? Tiempo que no te veo preciosa” usó su voz ronca y varonil, haciendo una señal obscena con su mano derecha cuando notó que su pequeño hermano venía hacia él con esa sonrisa que a leguas quería decir te-odio-pero-sonrío-porque-te-necesito-para-algo.
“Pasas de largo cuando nos topamos, Oppa” se quejó suavemente.
“Sabes que no lo hago a propósito” se justificó, peleando mímicamente con YooHwan que estaba instalando sus pertenencias en el asiento trasero de su auto “La próxima vez que te vea, te lo recompensaré, ¿si?”
“Por eso te llamaba, YooChunnie” dejó las risas atrás para sonar más seria al hablar “Estoy solita en casa, ¿querrías venir a acompañarme? Sabes que podemos pasarla muy bien”
El de gorro, se sonrió con suficiencia, mientras golpeaba a su pequeño tormento en el trasero cuando intentó subir a sentarse cómodamente en el asiento del piloto, SU lugar por excelencia. Lo tomó sin mucha ceremonia de la oreja, obligándolo a bajar y deleitándose con sus quejidos de dolor... Si que era niñita su hermanito. Ni siquiera estaba tirando tan fuerte para que lo mirara con los ojos llenos de lágrimas.
“Suena tentador JiMin, p--”
“JiHee” corrigió ella automáticamente, aunque a cambio de tener a Park YooChun con ella, no le importaba en lo más mínimo como la llamara.
“Claro, JiHee. Creo que no tendría problemas en dejarme caer en tu casa y... digamos, divertirnos juntos, ¿verdad?” rió lentamente ante el gemido que lanzó ella a través de la línea y supo que había ganado otra admiradora “Podemos comenzar con que me envies una foto tuya al móvil, así pensaré en ti lo que queda de tarde”
“¡Claro, Oppa!” excitada lanzó un gritito.
“Entonces nos vemos, preciosa. See you later!” y colgó dejando caer la sonrisa, al fruncir las cejas “Dime una buena razón para no meterte de cabeza en la basura Park YooHwan”
“¡Hyung!” reclamó el pequeño de quince años, recién ingresado a la high school “¿Por qué no puedes llevarme a casa? Yo salgo de clases, tú estás aquí y nos vamos a casa, ¿si?... ¿Podrías soltar mi hermosa oreja ahora ¬¬?”
“Saldré con JaeJoong” informó el Park mayor abriendo la puerta de su auto y sacando la mochila del más pequeño “Así que deberás irte en el autobús, que pasa en... dos horas” rió entretenido al ver la expresión de fastidio en su mini-fotocopia “Ya serás mayor y tendrás tu auto, me comprometo a comprártelo”
“Ya sé porque el vecino te odia tanto ¬¬”
“Oigo referencias hacia él y me da alergia, Hwannie” le colgó la maletita sobre los estrechos hombros, desordenando su cabello cuando lo vio listo “Ahora vete” lo hizo girar hacia la derecha y le dio un empujón para que comenzara a caminar hacia la parada de bus.
“Le diré a JaeJoong-hyung que por tu culpa estaré solo, triste y helado aquí. ¡BOTADO por mi propio hermano!”
“A Jae no le importará xD”
“Claro que sí” contradijo una voz fuerte y tan varonil como la del propio YooChun.
Genial, pensó al ver a Choi SiWon en todo su esplendor frente a él.
Le sonrió con mucha malicia, pero se quedó unos segundos, descolocado al ver a cierto pelirrojo, un poco más atrás, sujetando entre sus manos el bolso de ropa del millonario.
¿Qué hacía Kim JunSu junto al equipo de basketball?
Más importante ¿qué hacia usando la chaqueta de uniforme del... número 4? ¿El número del capitán?
“Aún no sé de dónde sacas agallas para hablar de él” fue su corto comienzo de plática-discusión, reponiéndose de su primera impresión.
“Tiene algo de malo? No vi a Jae protestando ese día. De hecho, parece que le gustó mucho” el Kingka sonrió con suficiencia, mostrando sus perfectos y blancos dientes, gesto que molestó en demasía al mayor de los Park.
JunSu permanecía atrás del millonario, sosteniendo con fuerza su bolso y aferrándose a la chaqueta de su ídolo como si fuera el tesoro más grande del mundo. Todo esto, mientras intentaba quitar de su cabeza la imagen mental de SiWon con JaeJoong. Intentaba hacer oídos sordos a todo lo que comentaban en el colegio, e incluso a lo que el mismo Choi decía del incidente, pero le era muy difícil.
Sólo escuchar de eso le arruinaba la poca felicidad que había conseguido hace poco rato. Luego de ver todo el entrenamiento de SiWon, que duró toda la mañana (gracias a que el director de Evergreen adoraba el basketball, y por sobretodo adoraba tener tos trofeos que ganaba el equipo puestos ordenadamente en su oficina, a la vista de todos) SiWon se había acercado a él, con el cabello mojado luego de haberse duchado, y con una sonrisa de galán le había ofrecido llevarlo a su casa. Por supuesto JunSu aceptó, con un brillo en los ojos y una sonrisa radiante; y cuando SiWon colocó su chaqueta del equipo sobre sus hombros, se sintió desfallecer, tanto por el gesto del más alto, como por el rico perfume que expedía la chaqueta de éste.
SiWon nunca, en la vida, se había fijado en él, y que lo hiciera ahora le hacía sentirse inmensamente feliz. Si tan sólo pudiera olvidar lo de JaeJoong…
Mientras, en el salón de música, JaeJoong permanecía sentado en el mismo lugar. YunHo se movía nervioso en su silla, debatiénsoe entre entregarle el dibujo de HyukHo a JaeJoong, o sólo irse. Ya los últimos estudiantes estaban yendose, y el profesor se despedía de todos son una gran sonrisa, felicitándolos y recordándoles de la próxima reunión.
JaeJoong se levantó, tomando su bolsito rosado y mordiéndose el labio inferior. Con disimulo miró atrás, notando que la única persona que quedaba en la sala, además de él, y sin contar al profesor que en ese momento salía con un par de estudiantes, era Yun.
Despacio dirigió sus pasos a la salida, sólo para sentir como alguien, segundos después, lo tomaba del brazo para detenerlo.
“Yo…” dijo YunHo, algo avergonzado y mirando el suelo; su otra mano sosteniendo un papel.
El rubio sólo lo miró con atención, esperando que continuara. Con algo de curiosidad vio como éste levantaba el papel y lo ponía frente a sus ojos.
“Qué es esto?” usó su usual tono indiferente, pero al momento reconoció un nombre escrito en una esquina del papel: HyukHo.
Al medio había un dibujo de tres personas, y no le costó demasiado reconocer que se trataba de Yun, Hyukie y él mismo, uno a cada lado del pequeño. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro ante el tierno dibujo, y lo gracioso que se veían las grandes gafas cuadradas en el dibujo de palitos que se suponía era YunHo, o la notoria cabellera rubia en su representación.
“Me pidió que te lo entregara hace unos días, no había tenido oportunidad de acercarme a ti... digo, no quiero arriesgarme a que SiWon mande a su grupito a golpearme porque me pilló hablando contigo” habló con tanta rapidez que JaeJoong debió dejar de mirar el papel y concentrase solamente en YunHo, fijándose con mayor intensidad en sus labios y las palabras que salían de ellos.
“Mmmm” fue lo único que se ocurrió responder. La mención del nombre del millonario llevó sonrojos a sus pálidas y lindas mejillas, y lo obligó a bajar la vista cuando notó lo incómodo que también estaba el otro debido a lo que había presenciado. Se suponía que esta conversación nunca debió ser... nunca “Dile a Hyukie que muchísimas gracias”
“No es nada. Me ha dicho que es un agradecimiento por haberle dado de comer el otro día” el nerd se llevó una mano a la nuca, mostrando abiertamente sus ganas de terminar rápido con esa charla, aunque en el fondo quisiera permanecer mucho más tiempo junto a su rubio amor.
“De todas formas” JaeJoong se encogió de hombros sin saber, por primera vez en su vida, que decir a un inferior a él “Gracias” susurró por fin, dándose vuelta y caminando apresurado al lugar donde se reuniría con su mejor amigo.
Bien que había sido un agradecimiento para su hermano menor, por sus lindos dibujos y colores impresos en el papel adornado con su caligrafía insegura de infante, a YunHo la palabra le supo propia, como si fuese dirigida a él por alguna cosa realizada que fue de provecho para el KingKa.
“BooJae” suspiró sintiendo su mundo dar vueltas y más vueltas, como si estuviese dentro de una especie de caleidoscopio, donde los colores cambiaban tanto o más que las formas dentro de él.
“Deja a Miss Jae” aconsejó una voz a su derecha, colocando una mano cálida sobre su hombro transmitiéndole su apoyo a través del gesto.
“Ya lo dejé, ShinDong. Ya lo dejé” viendo por última vez, bebiendo su imagen delgada alumbrada por los rayos del sol, YunHo miró a su compañero que siempre gentil, le ofrecía una sonrisa amistosa.
“Vamos a buscar a Chul mejor será. Sabes como grita cuando lo dejamos esperando” entre risas, el par de amigos bajó hacia el primer piso, por la escalera oeste, hacia el salón de conferencias donde el club de teatro tenía sus lecciones de taller.
JaeJoong bajó de dos en dos las últimas escaleras, trastabillando en su última acrobacia, casi cayendo de bruces al suelo, pero sujetándose con fuerza a la baranda antes de aterrizar en el suelo. Frunció la nariz cuando limpio la invisible suciedad en sus pantalones y recogiendo algunas de sus cosas desperdigadas por el suelo, se topó nuevamente con el gracioso regalo que recibió. Ya encontraría un día en el que pudiera ir a verlo sin toparse con su hermano que tantos dolores de cabeza le estaba trayendo últimamente.
Se topó con unos cuantos ‘amigos’ en su camino hacia el patio del establecimiento y plantó, en sus rosados labios, una perfecta sonrisa que era la envidia de muchos alumnos de allí y de escuelas vecinas. Al parecer, que el millonario anduviese contando sus intimidades no había logrado bajar mucho su perfil, al contrario, muchos volvían a saludarlo y tratarlo con el mismo respeto y admiración, e incluso más, que meses o años atrás.
Si Choi SiWon había querido destruirlo, no lo había logrado. Se necesitaba mucho más que un cuento de masturbación forzada, para opacar el brillo natural de Kim JaeJoong.
Y aquello fue lo que repasó en su mente, mientras se acercaba a grandes zancadas hacia el peculiar grupo que se había formado entre los dos mejores autos de Evergreen, cuando se propuso encarar al alto muchacho, que no evitó que una mueca lujuriosa hiciera posesión de su semblante cuando lo recorrió de pies a cabeza con la vista.
“¿Te gusta mucho lo que ves, SiWonnie?” y JaeJoong, volvía a ser el de siempre.
YooChun sonrió al ver a su amigo, y esta sonrisa aumentó al escuchar sus palabras. Qué bien que le respondiera como debía, a ver si así lograba que se callara de una vez ese SiWon engreído.
“Sabes que sí, preciosura” dijo, un poco asombrado que JaeJoong ya no mostrara la actitud de querer ‘esconderse’ de él.
“Que bueno” y entonces JaeJoong siguió de largo, tomó la mano de su mejor amigo y caminó con él hasta el auto, en donde segundos después se fueron, dejando a los demás ahí mirando.
SiWon vio como el rubio lo ignoró casi completamente, y sintió una punzada clavarse en su orgullo. A él nadie lo ignoraba, nadie. Se supone que él debería tener el control de la situación, y Jae tendría que estar en sus manos ahora.
Con una mueca de superioridad volteó la cabeza, indicándole a JunSu que lo siguiera, y ambos abandonaron el lugar también. El pequeño pelirrojo iba muy callado, pero intentando contener su felicidad al ver la reacción del rubio. Si ignoraba a SiWon, entonces significaba que no le interesaba, y eso era bueno.
Una vez que el millonario hizo partir el auto, JunSu habló, algo tímido. “Mi casa queda en—“
“No quieres ir a mi casa un rato?” le interrumpió el más alto, mostrando una sonrisa que hizo que a JunSu se le olvidara como respirar. Sin saber qué decir, asintió, sintiendo sus mejillas teñirse de rojo furioso.
Por supuesto SiWon lo notó, y sonrió más ampliamente en sus adentros, mientras empezaba a conducir hacia su mansión.
Una nueva conquista siempre le subía el animo.
Aún en el estacionamiento del colegio, YooHwan miraba la nada, pateando las piedras y jugando con su bolso. No quería caminar hasta su casa, y el autobús pasaría en 2 horas más…
El pequeño suspiró frustrado, frunciendo las cejas en un modo muy tierno, mientras seguía caminando de aquí para allá sin rumbo alguno; hasta que vio una silueta familiar salir del establecimiento, y sus ojos se iluminaron al reconocer a ChangMin, caminando sin apuro, con su bolso en la mano, y una expresión de extraña molestia en el rostro.
Con una sonrisa muy infantil corrió a alcanzarlo, topándoselo justo cuando el más alto iba saliendo por la gran puerta del colegio.
“Hyuuuuung~~~~” llamó como solía hacerlo, aunque sabía que probablemente ChangMin sólo lo ignoraría.
Como era de esperarse, al momento que esa peculiar voz llegó a sus oídos, el menor de los Kim volteó un poco la cabeza, pero siguió caminando. Él también sabía que, hiciera lo que hiciera, YooHwan lo seguiría de todas formas. Y justo en ese momento no tenía ganas de aguantarlo. Aún le molestaban los comentarios y estúpidas preguntas acerca de su hermano y Choi SiWon, que lo habían rodeado durante todo el día.
“Caminas a casa?” no esperó a que ChangMin le contestara, y agregó “Yo también. Vamos juntos?”
El más alto quería darle un buen discurso sobre no invitarse solo a caminatas ajenas, pero antes de comenzar a hablar supo que sería infructuosa en YooHwan, que era conocido por hacer valer su imagen de niñito hasta el límite.
“¿Hyung?” dando unos pasos rápidos, se posesionó delante del alto ChangMin, para comenzar a hablarle mientras caminaba hacia atrás. Como era de esperarse, el otro siguió con la vista en el camino que veía sobre el cabello desordenado del Park y subió el volumen de su iPod para camuflar la conversación del niño... o intento de ella. “Hyung, es verdad que JaeJoong-hyung está de novio con Choi SiWon?” preguntó sin mucha esperanza de que su pregunta fuera contestada, pero no perdía nada intentando.
ChangMin sólo le dedicó una mirada de profunda molestia y subió más el volumen de su ipod.
El más bajo mordió su labio inferior con fuerza, alzando los hombros al intentar controlar su frustración por la poca atención, casi nula, que le prestaba el Kim y volvió tímidamente a su lugar, a la derecha igualando sus pasos cortos a los largos y poderosos del mayor.
¿Qué acaso era el día de obviemos a Hwannie?
Primero su Micky hyung y ahora... ¿Min?
El mismo Kim ChangMin que tenía fama de ser amable y sociable. Amistoso y educado. Hablador y buena compañía. El que era perfecto con otros, menos con él.
Quizás era verdad lo que YooChun le decía, cuando entraba corriendo a su cuarto preguntando por cosas sobre el Kim, cosas que le gustaran, odiara, hiciera o contara.
YooHwan, eres demasiado joven para una relación. Toma tu autito de juguete, tu patito de hule y vete a jugar con ellos. Además, el mismo Joongie te ha dicho que no le interesas a su hermano. ¿Qué quieres? ¿Una carta o una animación gráfica para entender?, y eso se lo había dicho hacía tan sólo dos noches, aprovechando que su rubio hyung estaba en el baño.
YooHwan detuvo su caminata unos segundos, sintiendo como sus sueños de niño quedaban destrozados. La imagen perfecta de ChangMin acababa de caer, cuando siguió caminando en línea recta sin preocuparse si él seguía a su lado, como la pareja de viaje que acordaron ser.
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Se miró en el espejo húmedo por la ducha recién tomada y un adolescente rubio, perfecto y con el cepillo de dientes colgando de los labios le devolvió la mirada. Analizó su reflejo con ojo crítico y cuando dio por concluida su observación volvió al cuarto a cambiarse en sus ropas de colegio.
Cepillándose el cabello, bajo las escaleras hacia el salón, saludando a quienes estaban presentes con grandes sonrisas. Se sentó apresurado en la mesa del comedor, hablando cosas superficiales con su padre, mientras esperaba que las sirvientas lo atendieran como hacían cada mañana.
“¿Cómo está todo en Evergreen?” el hombre mayor, bebió un poco de su negro café, intentando charlar con el mayor y más complicado de sus hijos.
“Bien” el rubio untó un poco de queso blanco en su tostada y la comió con elegancia, aún a sabiendas que estaba un poco atrasado, tomando en cuenta que debía recoger su bolso, secar su cabello y llegar hasta la parada del bus. Sin embargo, no podía arriesgarse a que alguno de los empleados lo acusara con su madre, pues eso solamente conseguiría que lo mandaran a la academia de buenos modales, con su tía, a entrenar un poco sus actitudes en la mesa.
“¿Sólo bien?” el respetable doctor Kim, alzó ambas cejas ante la resistencia a hablar de su primogénito “¿Las clases, los maestros? ¿Las muchachas?” movió de arriba hacia abajo las mismas, una sonrisa picarona en sus labios “¡Es tu último año, JaeJoong!”
“Pero todo esta bien” se encogió de hombros viendo entrar, más dormido que despierto a su hermano al lugar “Buen día, Minnie-ah!”
“...shdjsds” fue su réplica, por poco y estrellando su cabeza contra el bowl de leche con cereales.
“Te he dicho miles de veces que no te quedes hasta tarde” el rubio lo regañó, mientras el padre reía entre dientes viendo la interacción entre pares “¿Cómo esperas crecer?”
“Soy más alto que tu, hyung C=”
“Como digas” tomó su taza de té verde entre sus largos dedos, dando un gran sorbo, rodando los ojos cuando una de las empleadas vino a la mesa a susurrar algo al oído de su padre, relacionado con trabajo.
“¡Es cierto hyung!” el menor estaba haciéndose un enorme platillo de pancakes con chocolate y dulce, alzando la vista de su obra maestra, para ver a su curioso hyung, que tenía la cara algo oculta tras el tazón del cual bebía “YunHo-hyung me dio un recado para ti” sonriente, ChangMin acababa de recordar, casi cinco días después, aquella ebria conversación que tuvieron.
La reacción de JaeJoong no fue esperada. Escupió toda la bebida que mantenía en su boca y el entrecejo fruncido de su padre quería decir una sola cosa: te vas enseguida a la academia de tía SunYeong. Un poco más repuesto, luego de limpiarse con un pañuelo que le alcanzara una de las sirvientas, miró a su hermano menor con una mezcla de sorpresa, confusión y nerviosismo. Todas reacciones que deseó no tener. “Y? Qué dijo?”
A pesar de que intentó sonar normal, ChangMin ya se había dado cuenta de su reacción.
Y quién no…?
“Emmm… Creo que sus exactas palabras fueron: ‘Dile a Boo-... Dile a JaeJoong que no conseguí llamarlo antes. Aunque no le importe, quiero que se lo digas, ¿me haces ese último favor?’ ”
Suerte que el padre de los chicos estaba muy ocupado con una llamada telefónica que acababa de pasarle una sirvienta, o si no seguramente habría empezado a preguntar cosas, tanto por las palabras de ChangMin, como por la reacción de shock de JaeJoong.
El rubio tomó el vaso de jugo y dio un sorbo, atrapando las palabras que quería decir. Por unos cuantos minutos estuvo todo en silencio, excepto por las lejanas palabras de su padre acerca de algún paciente. Luego, los rosados labios del mayor se abrieron para murmurar un simple “Gracias” y excusarse de la mesa. Estaba a punto de llegar a las escaleras, caminando lentamente, cuando escuchó la voz de su hermano menor de nuevo. “Estás bien, hyung?”
“Sí, Min. Dile…” dudó un momento, apretando la barandilla de las escaleras con fuerza. “Dile que no se preocupe; ya se me había olvidado”
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Luego de que su padre lo llevara a la parada del autobús, y se despidiera de él con un gesto de mano, esperó algo impaciente el vehículo que lo llevaría al colegio. ChangMin estaba un poco más allá, hablando con algunos de sus compañeros mientras aceptaba gustoso un caramelo de uno de ellos.
JaeJoong tuvo la urgencia de llamar a YooChun y pedirle que lo pasara a buscar, pero en ese momento, a la distancia, vio como el autobús se acercaba, y los estudiantes que esperaban como él, dejaban sus conversaciones para alistarse a subir. A pesar de que no quería, de verdad no quería, miró alrededor, buscando con la mirada al chico de gafas, pero no estaba ahí. Suspiró aliviado, recuperando un poco su auto confianza natural, y se arregló el cabello, sacando su espejito d emano de su bolso rosa. Con una sonrisa satisfecha notó como algunos de los estudiantes lo miraban embelesados. Como debía ser.
Al momento que llegó el autobús, caminó con elegancia a subirse, buscando, ya arriba, un asiento vació, preferentemente cerca de la ventana; no fue muy difícil encontrar uno, pues aunque no hubiera, con sólo una mirada lo conseguiría.
Se acomodó, no muy lejano al chofer, y colocando el pequeño bolso rosa sobre su regazo, observó por la ventana el paisaje repetitivo que ofrecía el recorrido que hacía el autobús escolar día a día hacia Evergreen.
El viaje fue relativamente calmo. Si se le puede llamar así, cuando todos los pasajeros hablaban y hablaban sin parar, mostrando una energía excesiva, bastante escasa mientras estaban en clases.
El amarillo vehículo no llevaba más de dos minutos, luego de parar en la última esquina, cuando JaeJoong bajó la vista hacia la calle y lo vio: un chico corría rápidamente por la vereda, esquivando cercas, botes de basura y personas que caminaban hacia su cercano trabajo. Sintió ganas de reír al verlo agitar los brazos, desesperado, su mochila roñosa abriéndose y dejando caer una serie de hojas que se apuró en recoger antes que el viento llevara demasiado lejos de él.
Los ocupantes del bus reían. Todos.
Seguro y este era el espectáculo del día.
¿Quién perdía el transporte y lo perseguía?
El rubio se carcajeo elegantemente, cubriendo con su mano, su hermosa sonrisa que embelesó a más de dos chicas, como también a más de dos tipos. Rió más fuerte cuando el ‘niño-carrera’, como fue apodado por los ocupantes de los últimos asientos, chocó de frente con una señal de alto, cayendo de espaldas al suelo como un peso muerto.
El bus continuó su recorrido y JaeJoong volvió la vista al frente, viendo a lo lejos la alta construcción que llevaba el nombre de Evergreen High School.
YunHo, tendido de momento en el suelo, pensó inocentemente el por qué la vida le traía tantos, tantos, tantísimos malos ratos. Tocando su lacerada frente con dedos exploratorios, arrugó la nariz cuando el dolor perforó su golpeada cabeza.
Había corrido por cinco minutos, tras el autobús amarillo canario con capacidad para 68 estudiantes y ninguna, ninguna de esas personas había sido capaz de decirle al conductor que él venía siguiéndolo, esperando que se detuviera escasos segundos para poder subir y llegar a la hora a estudiar.
Pero no. Ni sus gritos, ademanes, incluso corrida, lograron llamar la atención de alguna buena persona que lo ayudara.
Sonriendo amargamente se sentó cruzado de brazos y con un pañuelo limpió la sangre que escurría de un pequeño corte ocasionado por la colisión contra la inocente señal que estaba un tanto doblada.
Podría llamar a HeeChul, pero conociendo al pelinaranja, seguiría peinándose frente al espejo para llegar simplemente perfecto al colegio. Además se desmayaría si lo veía en esas condiciones, pues tenía pavor a cualquier fluido natural del cuerpo.
En pocos segundos, su pañuelo blanco inmaculado estaba teñido de rojo y el hilito de sangre no dabas señales de querer detenerse. Suerte que la amable maestra de Historia conducía lento y logró verlo tirado a orillas de la calle.
“Muchas gracias, profesora” fue su corto saludo en cuanto de acomodó en el asiento del copiloto y la mujer le ofreció un rollo de papel higiénico. Minutos después llegaron al establecimiento y haciendo venias, YunHo se perdió camino a la enfermería.
¡Maldita sea! Estaba cerrada.
Tocó la puerta varias veces, pero nada. Y también esperó afuera unos minutos; tal vez la enfermera había salido por un momento… pero nada. Resignado siguió secando la sangre con su pañuelo, y empezó a caminar hacia el baño, para poder limpiar un poco su rostro y verse algo más decente para las clases. Aunque llegara un poco más atrasado.
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Al entrar a la sala, varios estudiantes se sorprendieron de ver a Park YooChun y Kim JunSu juntos. Por supuesto ninguno de los dos estaba hablando con el otro, pero el hecho de que vinieran entrando juntos, cuando ya todos sabían lo mal que se llevaban, sorprendía a cualquiera.
Y ya cuando estaban sentados, en sus lugares de siempre, con asombro más de un estudiante notó el bolsito con el almuerzo de JunSu, el que tenía, con letras moradas y una carita feliz dibujada, el nombre “Micky”
“Yah, JunSu, que pasó? Que mundo es éste, en el que te llevas bien con YooChun?” preguntó ShinDong sorprendido, viendo el almuerzo de JunSu, quien nunca en la vida traía almuerzo, pues su mamá nunca se lo preparaba, y mejor comprar algo a pedirle a JunSu que cocinara.
“No, Dongie, no me llevo bien con YooChun, así que no te preocupes… pero es una larga historia…” suspiró resignado, mirando el bolso de su almuerzo de nuevo, donde las letras que formaban el nombre de Micky parecían bailarle, molestándolo tanto como el dueño del nombre.
Y ahora… por qué JunSu tenía un bolsito con el apodo de YooChun?
Bueno, porque la noche anterior, luego de ir a la casa de SiWon un rato, hablar un poco del proyecto de Mitosis y Meiosis que tenían que hacer. Y de babear un rato con la sonrisa encantadora del millonario, éste lo fue a dejar a su casa, y allí fue donde recordó que no tenía donde quedarse. Sabía que no tenía ningún derecho de pedirle a SiWon alojamiento, así que sin decirle nada, sólo gracias por traerlo a casa, se despidió y llegó a la puerta de su casa, donde ya su maleta lo esperaba, y se escuchaba ruido de música y risas dentro. Frunciendo un poco el ceño, pero sabiendo que aunque le molestara no podía hacer nada, tomó su maleta y se sentó en la vereda de la calle, pensando qué hacer. Podía llamar a ShinDong, que de seguro le daría alojamiento, pero ya era un poco tarde, y no quería molestar. Y todos sus demás amigos vivían un poco lejos de él…
Justo en el momento que ya se estaba resignando a dormir en la calle, la puerta de la casa de al lado se abrió, y la siempre sonriente mamá de YooChun salió con la bolsa de basura a medio arrastrar. JunSu se apresuró a llegar al lado de la mujer, para ayudarla. La señora Park siempre había sido muy buena con él, a diferencia de su hijo mayor, así que siempre que podía la ayudaba en cosas como ésta.
La mujer le había preguntado qué hacía afuera a estas horas, pero luego de notar su maleta, sospechó que no debía ser algo bueno, y bastaron sólo unas pocas preguntas para averiguarlo todo. No por nada la señora Park era sicóloga; podía entender muy bien la mente de las personas.
Y luego de enterarse de su situación, bastaron poco menos de cinco minutos para que el pelirrojo se viera instalado en la habitación de su peor enemigo y vecino YooChun, mientras la señora le traía un vaso de leche y galletas, y le instaba a ponerse cómodo para dormir. De hecho, JunSu no tuvo ni tiempo de declinar la oferta; y pensándolo bien, dormir ahí era mejor que dormir en la calle. El problema vendría cuando YooChun llegara.
Luego de comer lo que le habían traído, se puso su pijama, se lavó los dientes y, algo incómodo, se acostó en la cama de YooChun, sintiéndola muy cómoda. Además de inmensa.
Y en realidad se quedó dormido enseguida; ni siquiera sintió cuando YooChun llegó, casi plantó el grito en el cielo al ver al molesto pelirrojo en su cama, y bajó las escaleras como un rayo pidiendo explicaciones a su madre. No se quedó tranquilo luego de tenerlas, como era de esperarse, pero al menos supo que, por esa noche, tendría que dormir en el suelo, porque compartir cama con JunSu era algo que no haría ni muerto. Nunca en la vida.
Así, cuando JunSu despertó, encontró a YooChun durmiendo en el suelo, enredado en unas mantas, y doblado de una manera muy dolorosa. y una sonrisa maliciosa se formó en sus labios.
“JunSu~” llamó ShinDong, tratando de sacarlo de sus pensamientos. El pelirrojo sacó su vista del almuerzo que la señora Park le había preparado y obligado a traer, y miró a su amigo.
“¿Qué cosa?” una sonrisa asomó en sus labios, cuando oyó a su vecino, sentado sobre los pupitres al fondo del salón, pedir masajes de unas cuantas chicas, para aliviar el dolor extenuante sobre los músculos de su cuello y espalda.
“Me duele aquí, ahí y por allí, baby” trazó el camino con sus dedos a la niña elegida para aplacar su dolor, pero el menudo pelirrojo debió arquear una ceja cuando notó que aquella atrevida no masajeaba con sus enanas manos a Micky, sino con sus labios.
Debió suponerlo. Park YooChun no podía estar tranquilo más de un día, y ciertamente, la noche pasada había llegado oliendo a perfume barato y amargura, que no supo reconocer, pero si imaginar.
“JunSuSuSuSuuuu~~” el regordete ShinDong movía sus manos frente al rostro de niño maltratado y caprichoso del otro, pero no obtuvo resultados esperados. Rindiéndose ante la falta de atención y el dilema que parecía tener el Kim dentro de sí, se ubicó en su asiento y le sonrió, agitando la mano, al recién llegado HeeChul.
Murmurando algo entre dientes, el pelinaranja se acercó a la peculiar pareja de estudiantes con ganas de hablar, hablar y hablar, para quitarse esa molesta sensación de estar más dormido que lúcido para comenzar las clases.
“¿Qué tal niños?” Paseó la mirada por todo el salón, rodando los ojos cuando se topó con la imagen del mejor besador haciéndole gala a su nombre, pero sin hallar lo que en un principio buscaba “¿Y mi YunYunnie?” ShinDong negó con la cabeza, cruzando los brazos sobre su pecho cuando también miró a sus compañeros fijamente.
“Pues no ha llegado con el grupo del autobús” señaló levemente con un ademán de la mano al círculo de alumnos de su salón, que habían entrado al aula segundos antes que el pelirrojo y que lentamente se acomodaban en sus asientos. Entre ellos, JaeJoong venía sonriendo en toda su gloria, coqueteando con quien se le cruzara por el camino, sin hacer distinción en sexo ni edad.
“De eso me doy cuenta” amargamente, HeeChul tragó un dulce de miel que había estado saboreando todo el trayecto hacia la escuela en la limosina de su familia e hizo añicos el lápiz de JunSu, al ver como el rubio popular volvía a ser el mismo de siempre: encantando a todos con su sonrisa y derritiéndolos con su mirada “¡Cómo sea!” sacudió la cabeza desordenando sus naranjos cabellos que se apresuró a arreglar sobre sus orejas, evitando a toda costa fijarse mucho en cierto millonario que al ver a su presa llegar, quería comenzar a atacar “Oye ShinDongsito ¿qué pasa con este niñito?” pinchó con su dedo índice el costado del pequeño pelirrojo que aún estaba tieso parado junto a la ventana mirando hacia el fondo del salón sin expresión entendible.
“Seguramente tramando algo contra... ¿su loncherita de almuerzo?” sonriendo recibió al maestro que venía entrando y sin oportunidad de burlarse, HeeChul se dirigió a la pareja de asientos desocupados en la fila media del aula.
Nervioso, miró la puerta como si quisiera atravesar su material y ver al exterior. Si YunHo no llegaba quedaba ausente y si eso ocurría... tragó en seco, oyendo como la niña de apellido Bae contestaba a la estricta nómina de alumnos del curso.
YunHo...
Casi como un toberllino, la puerta se abrió de pronto y en medio de los gritos de susto y uno que otro respingo de molestia, el alumno más aplicado del colegio, entró al salón entre palabras de disculpas y venias algo extrañas, debido a que el dolor del golpe recibido hacía unos diez minutos, aún tenía las secuelas en su cuerpo.
HeeChul ahogó un grito en su garganta, levantándose con apuro corrió hacia su mejor amigo y tomó su rostro con ambas manos, mirándolo como si, en vez de haber chocado con un poste, lo hubiera atropellado un tren. “Yunnie~! Qué pasó!?”
“Nada, nada, Chul. Estoy bien” el de gafas intentó avanzar hasta su asiento, pero HeeChul, obstinado, siguió deteniéndolo con expresión preocupada.
Los demás alumnos miraban la escena en total silencio, sólo interrumpido por ocasionales murmullos. JaeJoong en ese momento miraba un mensaje en su celular, pero al abrirse la puerta miró al frente, encontrándose con el nerd Yun, todo agitado, despeinado, y con una gran herida en la frente; en su frente aún habían manchas de sangre. Fue un instinto; nunca le había pasado con nadie, pero en ese momento, al ver al nerd así, al recordar al chico del que se había reido en el autobús al verlo correr sin éxito para alcanzar el transporte escolar, estuvo a punto de levantarse de su asiento con toda la intención de ayudar, aunque no supiera como. Pero en ese mismo momento el pelinaranja se había levantado a toda velocidad ya, y había corrido al lado de su amigo.
“Pero Yun! No fuiste a la enfermería?” HeeChul acarició con suavidad el rostro de su amigo, sin importarle la mirada de más de 30 alumnos. YunHo miró a un lado, acostumbrado a su cercanía con HeeChul, a diferencia de los demás, que comenzaban a malinterpretar su relación.
“No importa, Chul” YunHo caminó, tomando a HeeChul de la muñeca para que lo siguiera a sus asientos, notando por primera vez que más de la mitad de la clase miraba la muñeca de HeeChul.
“Es verdad que salen juntos?” eran unos de los tantos murmullos que se hacían escuchar en la sala, y que llegaban directo a los oídos de JaeJoong, aunque no quisiera escucharlos.
“Yo creo que sí, míralos” como si la chica que hablaba con su amiga le estuviera hablando a él, JaeJoong miró a los dos amigos sentarse; vio como, una vez sentados el pelinaranja sacaba su propio pañuelo y limpiaba la herida en la frente de YunHo, y como después acariciaba su cabello, hablándole con expresión preocupada mientras el otro se dejaba querer, con una expresión seria.
De nuevo fue instinto, como si todos los murmullos en la sala fueran para molestarlo directamente, que se levantó de su asiento, y caminó dando grandes zancadas afuera de la sala, sin darle ni siquiera una explicación al profesor. Después de todo, Kim JaeJoong no daba explicaciones a nadie.
YooChun lo vio irse, ocultando su sorpresa tras la visera de su sombrero, y quiso seguirlo, pero en último momento se arrepintió, incluso cuando ya estaba de pie y cargaba los bolsos de ambos entre sus manos.
La cara que llevaba el rubio cuando aporreó la puerta con fuerza al cerrarla, gritaba un ’quiero-estar-solo’, de cualquier lado que se le mirara. Y lo corroboró con sus acciones, pues Jae nunca, nunca salía sin su bolsito rosa a algún lugar, aunque fuese el baño, pues el mismo había aclarado más de alguna vez que se sentía desnudo sin él.
“¿Va a algún lugar, Mr. Park?” el hombre mayor lo miraba con fastidio, palmeando entre sus manos el libro de clases, como si quisiera amenazarlo...
“Pues ahora que lo menciona” sonrió brillantemente, a la par que avanzaba hacia la puerta y salía por ella tan tranquilo como si fuese el dueño del lugar. No es como si no lo fuera...
“¿Mr.Park?”
“Sí, me voy” se dio la molestia de girar antes de perderse pasillo abajo, viéndose graciosamente alegre con el bolsito rosado colgando de su hombro “Pero lamento tanto ausentarme en su clase de inglés” encogiéndose de hombros guiñó el ojo a alguien dentro del salón y más de la mitad de los rostros de la clase, se sonrojaron profundamente.
“Si se va Mr.Park, me deberé en la obligación de asignarle un castigo”
Ante las últimas palabras, YooChun lo miró altaneramente apoyándose con elegancia en la orilla de la puerta entreabierta del salón de inglés. Esas palabras le sabían a amenaza y ningún Park soportaría que alguien se atreviera a siquiera sonar malsonante frente a ellos.
“Y yo me veré en la obligación de no hacerle caso” sin esperar respuesta alguna, se volteó y se perdió de vista, cantando una canción lenta y melódica.
El profesor mordió su labio con fuerza, prometiéndose a sí mismo que, aunque le costara el despido, haría a esos ambos niños insolentes pagar su mala educación y faltas de respeto.
Era el primer receso de la mañana, y debido al radiante sol que asomaba en el cielo, varios estudiantes se paseaban por el patio, aprovechando los minutos de descanso antes de seguir con las clases del día.
Cerca de la puerta de la cafetería, y arriba de un gran árbol, YooHwan descansaba, mirando de vez en cuando el interior de la cafetería a través del gran ventanal que ésta poseía. Su mirada de niño siempre dirigida a un solo ser; de hecho, desde que dejó se pensar que su hermano mayor YooChun era lo mejor del mundo (lo cual sucedió aproximadamente a los 7 años), su atención había estado siempre dirigida a su hyung favorito: Kim ChangMin. Aunque éste nunca haya mostrado mucho interés en el pequeño Park, YooHwan disfrutaba enormemente estar cerca del mayor, incluso si toda la conversación tenía que hacerla él mismo; aunque ChangMin sólo se pusiera su ipod y lo ignorara.
En ese momento ChangMin decidió salir de la cafetería al exterior, acompañado de unos chicos de su clase. La sonrisa que el menor de los Kim tenía plasmada en el rostro pareció contagiarle, pues de inmediato se vio sonriendo como idiota ante su hyung.
“Hwannie~” escuchó la voz de una chica, y bajó la vista a los pies del árbol, viendo a su mejor amiga mirándolo con una expresión de’nunca-vas-a-cambiar’. “Llevo 5 minutos buscándote. Al menos ten la decencia de avisarme donde estarás”
“Tal vez no quería que me encontraras?” molestó el chico haciendo una mueca y sacándole la lengua luego.
“Pesado!” la chica, YuNa, dio media vuelta para alejarse del lugar, pero por supuesto YooHwan se bajó rápidamente del árbol y la siguió sonriendo traviesamente. “No creas que no se por qué es esa sonrisa” dijo ella mirándolo de reojo.
“A ver, y por qué es, sabelotodo?”
El borde de los labios de YuNa se curvó en una sonrisa de suficiencia. “Justamente por cierto sabelotodo, que no voy a decir su nombre, pero empieza con ‘Chang’ y termina con ‘Min’” la chica enarcó una ceja, ahora mirando de lleno a su mejor amigo, tomando nota mental de la mirada soñadora que aparecía en sus ojos, y de la sonrisa imborrable en sus labios.
“Como sea, YuNa. No puedes culparme” los almendrados ojos de YooHwan se fijaron en los oscuros de su amiga, quien jugaba con sus trenzas.
“No sé que le ven, realmente. No es de otro mundo”
“Estás diciendo que es feo?” YooHwan estaba dispuesto a empezar otra de las tantas peleas con YuNa, concernientes a ChangMin.
“No, pero hay mejores” caminando habían llegado ya a la cafetería, y no les costó mucho encontrar una mesa en donde sentarse; justamente cerca de algunas otras chicas de su clase. Y unas mesas más allá. Aún ChangMin, comiendo un sándwich. YooHwan se había quedado callado de nuevo mirando a ChangMin, cuando la voz de su amiga lo sacó de su mundo de fantasía. “Y parece que HyeonYeon de verdad tiene los ojos puestos en Kim ChangMin también… Tienes que cuidar a tu hyung de ella, o te lo puede quitar…” lo molestó YuNa; Sin embargo había verdad en sus palabras. De su clase, HyeonYeon tenía una muy mala fama. El último de los incidentes que se contaban de ella en la escuela era que se había acostado con el novio de su mejor amiga. Claro que nadie sabía a ciencia cierta si eso era verdad, pero a juzgar por las demás historias que había de ella, no era tan difícil de creer.
YooHwan frunció las cejas y quiso rebatir las palabras de su amiga, a sabiendas que todo lo que le decía era verdad. La miró un segundo para luego llevar sus ojos al alto y varonil ChangMin, y aún nada salía de sus delgados labios, tan comunes en la familia Park.
“¿Qué ocurre, Hwan?” preguntó ella amablemente, moviendo sus delgados dedos frente a los ojos sesgados del otro que todavía llevaba su mirada de una persona a otra “Estoy comenzando a pensar que ChangMin-sshi tiene un efecto negativo en ti”
“No bromees YuNa. No tengo ganas de jugar hoy” finalmente, rendido, bajo la vista hasta sus zapatos brillantemente lustrados y terminó sentado en una de las banquitas cercana al gran bosque que rodeaba a Evergreen por toda la periferia. Quizás llevar a su hyung, traería buenas consecuencias...
“Bueno” sin aviso, la agradable niña metió un trozo de pastel a su boca y sonriente lamió sus dedos para quitar los residuos de miga “¿Me contarás que tal tu hermano?” y parecía que sus ojos brillaban con la sola referencia al player.
El Park menor simplemente rodó los ojos e intentó simular que no había oído nada. Suficiente tenía con ver salir chica distinta, día por medio, del cuarto de su hermano, para después tener que lidiar con el gusto enfermizo de su mejor amiga por su mujeriego hermano.
“¿Estudiaremos química mañana?”
ChangMin había salido al patio sin muchas ideas de entretenimiento en la cabeza. Tal vez solamente las ganas de dormir bajo la sombra de un árbol, mientras el grupito que lo rodeaba conversaba, y descubrir el momento indicado para correr a la cafetería, nuevamente, en busca de algo suficientemente grande que satisficiera la hambruna de un agujero negro.
Apoyó la espalda en el tronco de un árbol y vio con perversión excesiva lo cortas que estaban las faldas de sus amigas y chicas en general. HyeonYeon pareció moverse intencionalmente hacia él, agitando los pliegues de su uniforme para que el Kim subiera lentamente la mirada y una sonrisa pecaminosa apareciera en sus labios.
No les costó mucho comenzar una fluida conversación, de tanto en tanto, siendo aportada por los demás chicos que, sentados formando un círculo, hablaban de lo primero que pasara por su mente.
“Me he enterado que estarás en el taller de química otra vez” ella sonrió coquetamente. Uno de sus dedos trazando líneas ambiguas sobre la rodilla derecha del Kim, que descansaba sobre la verde hierva a sus pies.
“Exacto” él quería ser cortés, pero por ahí dicen que aquello no baja la actividad hormonal que las chicas conseguían hacer en los hombres con sólo un guiño o un roce de sus cuerpos “¿Tú no perteneces a ninguno?”
HyeonYeon negó con la cabeza, la sonrisa en su rostro tostado nunca apagándose. Incluso cuando declaró que le dolían las piernas debido a la posición que se encontraban y las muñecas al haber recargado todo su peso en una de ellas.
“Quizás si tu me ofreces algo, podría inscribirme contigo, ¿qué dices?”
“Que si realmente no te entusiasma no lo hagas” al parecer, sus secas palabras consiguieron extinguir el brillo superficial de ella, sin embargo se las arregló para reponerse, en cuanto ChangMin dio una mejor solución “Siempre podremos vernos, no necesariamente en un salón de clases con algún maestro viéndonos”
A la tostada chica eso le parecía con todas sus letras: C I T A. Y como le atraía de sobremanera el alto muchacho, no dejaría escapar la oportunidad que al parecer, se le estaba presentando. Asintiendo lentamente, casi vio estrellas cuando el Kim tocó su mano... solamente para quitarle del lugar que acariciaba.
“¡JaeJoongie-hyung!” él había corrido hacia su hermano mayor y HyeonYeon sintió la amarga sensación de ser la segunda, por primera vez. Hablen de ironías... giró el rostro y no le sorprendió de gran manera ver a un niño de cabello negro alborotado mirando lúgubremente hacia su sitio. Arreglándose el sweater, fingió no verlo y espero que ChangMin volviera a su lado. Mientras tanto, seguiría conversando con su mejor amiga, que afortunadamente no tenía novio.
“¿Qué quieres Minnie-ah?” el rubio llevaba su bolsito rosa colgando del hombro y parecía lleno a reventar cuando el más alto ojeó su contenido y solamente vio libros, libros y una botella de refresco.
“¿Qué quiero? D: ¿Por qué no puedo saludar a mi hermanito lindo y hermoso?” gimoteó tiernamente, colgándose del cuello de JaeJoong aunque fuera por lo menos diez centímetros más alto. Park YooChun, rió entre dientes entretenido.
“Porque eres mi hermano, y te conozco” le dijo Jae sacándoselo de encima. “Ya, dime que quieres, Min, que no estoy de humor”
“Sólo quería pedirte ayuda con algo, pero ya que no andas de humor…” el menor se volteó queriendo volver a su lugar con sus amigos, pero Jae lo tomó del brazo con esa mirada, esa mirada de curiosidad tan típica de él.
“Minnie-ah, dime~ No me dejes con la duda~” un pucherito se formó en sus labios rosados, y ahora era él quien se colgaba del cuello de ChangMin en busca de respuestas.
“Ok, ok” hizo una pausa para darle más suspenso al momento, y luego agregó. “Como ya deberías saber, falta poco más de dos meses para mi cumpleaños” el mayor asintió. “Y son mis 16, así que pienso hacer algo diferente…” JaeJoong asintió de nuevo, mostrando ahora más interés que antes. “Y quería… que me ayudaras a organizar todo?”
La sonrisa en el rostro de YooChun se agrandó aún más, sabiendo lo mucho que le gustaba a su amigo organizar fiestas, y decorar, y todo eso, así que no se sorprendió cuando su rubio amigo aceptó muy feliz, con una sonrisa de oreja a oreja, y depositando repetidos besos en las mejillas de su hermanito menor.
“Mañana mismo empiezo a preparar todo, Minnie-ah~” dijo JaeJoong antes de despedirse de ChangMin y seguir paseando con YooChun por el patio del colegio.
“Y qué piensas hacer para la fiesta de ChangMin?” el mayor de los Park preguntó, con las manos en los bolsillos y poniendo poca atención alrededor.
“No sé. Tal vez una fiesta temática? Harry Potter?”
“Oye, es pequeño, pero no tanto…” ambos chicos siguieron caminando hasta llegar a un lugar del colegio que casi nadie frecuentaba, pues estaba rodeado de árboles, arbustos y lo único cerca era la antigua biblioteca, que ahora estaba ocupada solo por polvo, libros rotos, hojas sueltas en el suelo y silencio.
“Mmm.. y entonces?” el más bajo se mordió el labio inferior, mientras pensaba en qué sería apropiado para el cumpleaños de su hermano, cuando una idea se le vino a la cabeza. “Y una fiesta de disfraces?”
YooChun pareció dudar un momento, pero de verdad la idea no le parecía tan mala. De hecho, a él no le molestaría usar un disfraz.
JaeJoong ya estaba pensando mil y un vestimentas exóticas que usar el tan ansiado día. Sacó de su relleno bolso su celular y buscó impaciente el calendario virtual, buscando entre los días marcados de rojo, el más adecuado para realizar la inmensa celebración.
“¿Qué crees YooChunnie: Chicas o no?” entre su búsqueda, se dio el tiempo de mirar a su mejor amigo claramente confundido por la decisión que tomarían.
El de sombrero, miró al cielo, escasamente nublado, pensando seriamente la respuesta que daría. Por él y que fueran todas las chicas, ojalá la mayoría vestida en atuendos con escasa ropa. Sonrió suavemente, ante el pensamiento. Sin embargo, la fiesta no era propia, era de ChangMin y seguramente él debía decidir si quería mujeres en su celebración.
“¬¬ ¿Qué piensas que es más importante que yo y lo que te pregunto?” JaeJoong odiaba que lo dejaran más de cinco minutos sin la atención suficiente para sentirse un dios. Y eso era exactamente lo que estaba haciendo el chico Park en esos instantes.
“Quizás Min debería decidir. Cumplirá recién los 16, ¿tiene novia o, por último, le interesan las chicas?” se encogió de hombros tomando la botella de agua mineral que sobresalía del bolsito rosa de su rubio amigo para beber un poco.
“No lo sé. Solamente que no es como tu hermano YooHwan” mordió una de sus uñas, quitándola casi al instante de entre sus labios, pues recordaba haberse hecho un tratamiento hacia escasos días, que no debía ser arruinado.
“No molestes a mi Hwannie” reclamó el más alto, llevando las manos a sus bolsillos nuevamente, haciendo bailar su celular entre los dedos que por lo menos había vibrado unas quince veces.
“Como quieras” dio unos saltitos extraños, girando sobre su propio eje para después apoyarse en el tronco de un árbol “¿Qué tanto juegas con eso, eh?” curioso, metió la mano dentro del pantalón del más alto, quedando ambos en una posición bastante comprometida.
“No seas entrometido Joongie” se negó a entregarle su ruidoso móvil y comenzó a jugar con el delgado rubio que aún tenía su mano atascada en el peculiar lugar.
“No me interesaba” simuló enojo, volteándose hacia el grupo que formaba su hermano y sus amigos para preguntar algunos detalles de la fiesta que rodaban por su cabeza.
No logró dar más de tres pasos, cuando por el rabillo del ojo vio una iluminada sombra naranja pasar junto a una más opaca. Teniendo idea de quien era, pues en Evergreen eran escasos los cabellos encendidos, volteó la cabeza lentamente solamente para ver a cierto Kim HeeChul acompañado del golpeado nerd.
A simple vista, caminaban tranquilamente, quizás a buscar un asiento donde descansar esa hora libre, sin embargo, el Kim rodeaba la cintura del otro acariciando suavemente el costado del impopular, que hablaba en voz baja.
El rubio giró hacia su amigo y por poco y comenzaba a repartir malas palabras a cualquiera que se le cruzara por el camino. YooChun estaba con una chica, la misma de los masajes en la mañana, y parecía que ambos estaban divirtiéndose con el beso que compartían.
Sintiéndose fuera de lugar, JaeJoong vio de lejos al Park menor, junto a una niña, y caminó hacia él, quizás le podría cooperar con ideas para el cumpleaños de su alta adoración: ChangMin.
Mientras tanto, YunHo descansaba su cabeza en el hombro de HeeChul, sintiéndose bastante mareado. Al parecer el golpe había sido más fuerte de lo que creía. El pelinaranja le acariciaba suavemente la mejilla, sosteniendo con su otra mano su cintura. Desde donde estaban sentados en el patio, podían ver a varios estudiantes, entre los que se encontraban JaeJoong y Park YooChun. El rubio conversaba alegremente con unos chicos de curso menor, que lo miraban con adoración y hasta deseo.
“Chul…” llamó el de gafas, con voz débil, pero en ese momento a Choi SiWon se le ocurrió aparecerse en el patio, y justamente acercarse al rubio. HeeChul lo observó detenidamente, fijándose en cada movimiento de su autonombrada ‘pesadilla’, sin escuchar cuando YunHo lo llamaba de nuevo.
SiWon intentó entablar una conversación con JaeJoong, mostrando sus famosas sonrisas y sus dotes de conquistador, pero el rubio estaba demasiado interesado hablando con los amigos de ChangMin acerca del cumpleaños de éste, por lo que todos los intentos de SiWon se vieron en vano.
“HeeChul…” la voz de YunHo se oía ahora aún más débil, y comenzaba a sentirse muy mareado. Como si todo alrededor se moviera a una velocidad peligrosa.
“Ahí tienes. El cara de pez ni te mira” murmuró entre dientes el pelinaranja, sonriendo para sus adentros al ver a SiWon ser rechazado tan fácilmente…
…hasta que el millonario decidió justamente mirar hacia donde HeeChul y YunHo estaban sentados, y con una sonrisa malvada, que quería expresar que iba a divertirse un rato molestando al Kim, se acercó caminando lento, pero decidido.
“Qué tanto me miras, eh? Te gusto?” siseó el más alto, con las manos en los bolsillos y mirando hacia abajo a HeeChul, aumentando así su sentido de superioridad.
“Ni que estuviera loco. Ni aunque me fuera a morir, Choi” HeeChul se levantó de golpe, dejando a YunHo sin su apoyo.
El de gafas se sostuvo como pudo al asiento, con una mano, y la otra sobre sus ojos, para apaciguar el dolor de cabeza. A lo lejos escuchaba como HeeChul entablaba una de sus famosas peleas con el millonario, pero no podía ni levantarse, menos decir algo. Pensó en cosas agradables para quitar la sensación de querer desmayarse, pero fue sin éxito.
Sólo minutos después yacía en el suelo a los pies de un muy preocupado HeeChul, quien además se sentía muy culpable de no haber notado el estado de su amigo antes.
SiWon miró al pelinaranja caer de rodillas al suelo junto a su medio inconsciente amigo y arqueó una ceja al quedarse con las palabras en la boca al querer replicar al ácido comentario del Kim. De seguro, eso de pelear con HeeChul era bastante entretenido, lo ayudaba a relajarse, pues, por muy enfermo que sonara, tratarlo mal lo aliviaba del stress diario que comenzaba a sentir luego de pasar tardes enteras en la oficina de su padre y, como si aquello fuera poco, deber soportar la indeferencia de JaeJoong, que luego de probarlo había quedado con ganas de mucho más.
“¡Yunnie!” desesperado, el chico exótico intentaba hacer reaccionar al nerd, dándole de suaves palmadas en las mejillas, sin obtener resultado alguno más que unos suaves suspiros que escapaban de sus labios.
Los gritos del escandaloso Kim, alertaron a un grupo considerable de estudiantes, que algo entrometidos y curiosos, rodearon el caído cuerpo preguntándose qué pudo ocasionar su desmayo.
“Si lo sigues golpeando quedara estúpido, quizás más de lo que ya es” como siempre, el millonario con sus útiles comentarios.
“Mejor te quedas callado si no quieres que te golpeeeeeeee” rabió HeeChul agitando un puño en su dirección, luciendo potencialmente homicida, aún cuando miraba de tanto en tanto a su mejor amigo.
“Pffff!” se burló Sonrisas abiertamente, metiendo una de sus manos en el bolsillo de su verde blazer, adoptando una pose más varonil, de la que ya tenía naturalmente.
“¡AghHH!” se molestó JaeJoong, abriéndose paso entre la multitud que formaba un cerrado círculo alrededor del espectáculo, que considerando los chillidos, debía tratarse de ese loco pelinaranja creando nuevamente problemas con... SiWon. Su alta persona sobresalía considerables centímetros de la media general.
Llegando por fin a primera fila, el rubio popular dejó caer un libro que llevaba entre sus manos y ahogó un grito que raspó su garganta. Yun-algo, estaba tendido sobre la hierba, sus gafas de lente cuadrada a centímetros de su cabeza y sus mejillas se encontraban pálidas, totalmente contradictorio al rojo encendido que presentaba su frente debido al doloroso golpe que se había dado por la mañana.
“¡YOOCHUUUUUUUN!” grito duro y consistentemente, pues habiendo roto la dura barrera y viendo más de cerca al herido nerd, supo que debía ser trasladado a la enfermería y el histérico HeeChul no podía pensar claramente como para pedir eso “¡Trae tu mujeriego trasero aquí si no quieres verme enfadado!”
“¿Ah?” el acostumbrado chico de originales sombreros, apareció en mitad del círculo sin su acostumbrada prenda, luciendo un poco excitado y muy rojo “¿Joongie?”
“Llévalo a la enfermería, necesita atención” escuetamente señaló al nerd y luego el ala oeste del inmenso colegio, donde se encontraba el policlínico con la correspondiente enfermera.
“¿Qué? ¿Yo?” Park YooChun se auto-señaló con los pulgares, algo descolocado por las palabras que salieron de la boca de su mejor amigo, pero por la mirada que le dedicó era mejor no replicar a su orden “No puedo solo” declaró luego de sopesar las condiciones “Es más alto que yo”
“¿Y eso qué?”
“¡Ahhhh! ¡Yunnie-ah!” HeeChul miró con profundo odio al Park y su falta de ganas para ayudarlo. Se levantó rojo de furia y con un dedo tenso y acusador, señaló al millonario que, aprovechando un JaeJoong algo alterado, había conseguido pasarle un brazo por los estrechos hombros, consiguiendo que los rumores desperdigados por toda la escuela, fueran un poco más creíbles.
“No se apunta con el dedo, infeliz” SiWon tomó el índice y lo ladeó para que quedara mirando al suelo, sin embargo el pelinaranja, frunciendo los labios con fuerza, volvió a señalarlo. Ahora, justo entre sus cejas.
“Ayuda a Park” sus palabras salieron en voz baja, más bien duras, como si tuviera que hacer un esfuerzo inhumano para poder decirlas.
“¿QUÉ?”
“Lo que oíst--”
“Hazlo SiWonnie” sonrió el rubio, agitando sus pestañas al más alto que, algo embobado, asintió con la cabeza.
YooChun se acercó al caído y lo tomó por debajo de los hombros, alzándolo sin mucho problema, cuando Sonrisas tomó sus largas piernas. Haciendo un gesto con su mentón, YooChun le indicó que comenzaran a caminar, mientras con la mirada intentaba fulminar al millonario que seguía en su séptima nube debido al apodo cariñoso que le había dado JaeJoong para convencerlo a realizar aquello.
HeeChul pasó todo el camino rezongando entre dientes, a la par que sujetaba la cabeza de YunHo, para que su cuello no se viera forzado a sujetar aquel peso muerto. Le preocupaba demasiado que aquel golpe pudiera tener consecuencias en su YunYunnie, además, como si fuera poco, él tenía gran parte de culpa, ya que por pelear con su mayor enemigo, lo había dejado unos segundos que fueron fatales debido a su condición.
No se demoraron más de cinco minutos en llegar a la enfermería, JaeJoong abriéndoles la puerta y dándoles instrucciones para que pasaran con cuidado y no golpearan en ningún lugar al inconsciente.
SiWon dejó su agarre, cuando lo vio sobre la camilla, casi tan pálido como las blancas mantas de la cama, pero encogiéndose de hombros no le dio importancia. Un nerd más, un nerd menos...
“¿Chicos?” una regordeta mujer apareció por la puerta que comunicaba la salita de enfermos con la oficina de la asistenta “¿qué ocurre aquí?” le echó una rápida mirada a YunHo, no prestando mucha importancia a él y queriendo darse media vuelta para seguir leyendo la revista de modas sobre su escritorio “Tsk tsk... déjenlo ahí, ya despertará”
JaeJoong supo que el calor que sentía no era porque SiWon lo tenía tomado de la cintura con firmeza, sino que de rabia creada por la incompetencia de aquella mujer. Quiso gritarle, pero su lengua era un nudo de palabras que se negaba a disolverse por más que quisiera.
“¡ES INCREIBLE!” gritó el pelinaranja sacudiendo los brazos, logrando su cometido que era retener a la enorme mujer “YunHo vino por la mañana y tenía el cuarto cerrado. Viene ahora porque está desmayado y... ¡¿no hará nada?!”
“Abro la enfermería a las 9:45 am” se excusó la mujer poniendo mala cara ante las acusaciones del hombrecito “Antes de eso, el que se golpea o se daña, pues se lo calla” rió ante su propia rima, recibiendo una mirada de muerte del popular rubio que se despegó del millonario con sólo un codazo en las costillas, que logró hacer reír suavemente al chico Park.
“Me sorprende...” comenzó JaeJoong arqueando una ceja elegantemente ante la mirada de pez fuera del agua de la enfermera “hasta que punto llega la incompetencia de algunas personas”
“Sí usted no revisa a mi amigo en este instante me encargaré de que la demanden” siguió el cuento el ocurrente pelinaranja.
“Exacto. Por incompetencia laboral”
“Negligencia médica”
“Inhumanidad”
“Falta de tacto”
“Por tener la enfermería como un chiquero”
“También por no llevar un aseo diario”
“Por sobrepeso”
“iuuuu! >.< por llevar ese cabello”
“Wah! Es cierto. Nadie debería andarse paseando por la calle con algo así”
“¿No sabe que existen los salones de belleza?”
“¿A cuál vas tu?” se mostró interesado JaeJoong sintiéndose mucho más liberado cuando la derrotada asistenta comenzó a hacer su trabajo en el dañado Jung YunHo.
“Al de mi tía DaBin. Tiene de todos los colores que pasen por tu cabeza. Lo mejor es que si no los tiene, los prepara” emocionado HeeChul habló varios minutos de las bellas cosas que su tía podía lograr hacer: desde estrambóticos cortes de cabello hasta ricos masajes con aceites de todo el mundo.
“Quizás algún día podría ir” el popular rubio le alcanzó una hoja de papel rosa de su pequeña libretita “¿Te importaría anotar la dirección?”
“Awww~ Claro que no” sonriente, el pelinaranja escribió unas cuantas cosas.
“Podemos ir juntos algún día” propuso Jae sonriente. Ambos lanzaron un gritito excitado y se sonrieron brillantemente ocultando sus muecas de niña tras sus manos. Notando de pronto con quién era que estaban trazando planes, ambos dejaron de reír para ponerse serios otra vez y entrecerrar los ojos, desafiándose con la mirada.
“Ten” el más alto le tiró la libretita rosa con fuerza “Mi tía no atiende peces por si acaso” advirtió burlón “Tampoco pollitos a medio teñir”
“Ya veremos eso” elegante como siempre, el popular guardó su agenda en su rosa bolso volteándose hacia su mejor amigo que lo esperaba en la puerta “Vayámonos Micky, nada más tenemos que hacer aquí” agitando su cabello sedoso por última vez, frente al envidioso pelinaranja, cerró la puerta de la enfermería y caminó par a par junto a sorprendido YooChun, que aún no creía los espectáculos que podía llegar a montar Kim JaeJoong.
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