Doctor Kim Junsu cap 20

Caminó lentamente por el pasillo con sus carpetas a cuestas; el área de cuidados intensivos estaba como siempre, con gente corriendo de un lado para otro y los visitantes esperando expectantes respuestas por parte de los médicos. Acomodó la torre de carpetas como pudo contra su pecho tratando que ningún archivo tocara el piso y dobló hacia la zona de pediatría donde tenía que dejar algo a una enfermera. Mirando a su alrededor vio la pequeña oficina de las enfermeras que quedaban de guardia y sonrió aliviado.

-¡Shim Changmin!

Pensó que era alucinación suya. No conocía a ningún doctor por ese piso, él estaba en el segundo, en los consultorios. Sacudió la cabeza de lado a lado y caminó lo que faltaba hasta la oficina y dejó las carpetas en una mesa llena de indicaciones de otros doctores.

-¡Changminah!

Volteó para encontrarse con Kim Jaejoong. Estaba tan cambiado que casi no le reconocía; su cabello era un tono más claro, tenía otro corte y sus lentes de marco grueso. Lo miraba tan absorto en la inspección minuciosa de cada centímetro de su rostro que no notó el bebé que llevaba en brazos hasta que escuchó un gemido.

-Shhh, está bien… ¡Changmin! ¿Cómo estás?

-Ah, yo bien-señaló al bebé-¿es el tuyo?

-¿Esta lindura? No, es sólo un paciente-lo acurrucó en sus brazos mientras tarareaba una canción de cuna-Sungwoongie está en casa.

-Entiendo.

Miró sus carpetas olvidadas y sintió la urgencia de salir de ahí lo más rápido posible. No hablaba con otros colegas, no era tan sociable así. A Dong Wook le molestaba, le decía que estaba bien tratar a los otros colegas, hacer amistades, pero eso le parecía tan difícil…

-Bueno, te vi con tu novio la otra vez… Paseando por Apgujung-le guiñó un ojo, Changmin carraspeó sonrojado-¿Cuándo tendrás el tuyo?

-¿Eh?

-¿Tu bebé?

-¿Qué? Ah, no, hyung… Todavía no.

Rió nerviosamente y se rascó la nuca. La verdad era que no había pensado en eso hasta ahora, no lo tenía en mente. Sólo se ocupada de otros hombres, sólo eso. Era demasiado joven y Dong Wook… No tanto, pero ¡tampoco estaba viejo! Todavía estaban a tiempo de planear…

-Pero DEBES tener uno-le dijo sonriendo de oreja a oreja-Son, son… increíbles.

A Changmin le asustó su mirada que rebosaba brillo y esa sonrisa. Escuchaba muchas cosas de Kim Jaejoong en los almuerzos y por los pasillos del hospital, su pasión por su trabajo era lo más memorable y el amor que le tenía a su familia, aún así, sabía que la vida de los médicos era difícil. El trabajo se basaba en el tiempo que pasaran atendiendo pacientes y sus horas en guardia, debía de ser trabajo duro estar pendiente de la familia al mismo tiempo.

-Pensaremos en eso-le aseguró. Era posible, hasta podría ser una linda experiencia.

-Me tengo que ir y dejar a esta preciosura con su mami, nos vemos luego…

Lo observó hasta que se le perdió de vista y volvió a concentrarse en ordenar sus archivos antes de volver a su consultorio.

Kim Jaejoong es alguien interesante…

X

-Yunnie~

-¿Qué pasa, Boo?

-¡Tengo buenas noticias!-giró en su silla con rueditas por todo su escritorio hasta chocar contra la pequeña biblioteca donde guardaba sus libros de medicina. Atajó aterrorizado el celular contra su hombro y oreja y guardó los papeles que comenzaban a caer antes de concentrarse en la voz de Yunho.

-¿Ah, si?

-¡Conseguí niñera! Ahora no hay problema con Woongie. Comienzas a trabajar el lunes-dijo emocionado, tratando de calmarse y que su voz no se escuchara hasta afuera.

-¡Eso es genial! Pero, ¿es de fiar? No quiero dejar a Woongie con alguien incapaz y…

-Yah. ¿Me preguntas eso a MI? YO nunca le dejaría con una inexperta. Sulli es amiga de una de mis hermanas, además me dijo que muy buena.

-Sólo espero que sea una buena referencia. Tu hermana…

-¡Ey!-comenzó a reír imaginando la cara de sorpresa de Yunho ante su arrebato-Ella está perfectamente bien, confío en ella.

-Es lo que tú digas, Boo…

-Te llamo después… No… Nos vemos luego. Hoy salgo temprano.

-¿Qué hora es “temprano”?

Podía ver a través de Yunho y sintió la ansiedad en su voz.

-¿Las seis?-preguntó inseguro. Era viernes, podía escaparse antes no sin pagar el precio de atender unos minutos más el lunes, pero era un sacrificio posible. Y con Yunho trabajando al mismo tiempo que él sería más fácil cumplir sus horas de consultorio.

-Está bien…

-Teamobye.

Cerró su celular.

X

Los minutos pasaron rápido, demasiado rápido y cuando miró su reloj eran las seis en punto. Recogió las cosas que tenía que llevar a su casa para echarles una mirada, se despidió de su secretaria y en menos de veinte minutos estaba en su casa. Encontró a Yunho mojado de la cabeza a los pies, con la camiseta pegándose a su pecho y no ayudando en nada el hecho de que estaba transparente y marcando todo esos buenos lugares. Pero Sungwoong tenía que terminar de bañarse, luego cenar, dormirse y luego vendría la diversión.

Cuando finalmente el niño estaba durmiendo como un angelito sintió todo el stress cayéndole encima. Tenía que revisar un diagnóstico que había dejado para último momento y volverlo a revisar para no tener problemas después.

Yunho ya estaba en la cama cuando entró a la habitación; tenía puestos sus anteojos y leía un libro, su aire de intelectual siempre le fascinaba y se acurrucó contra él, apoyando la cabeza contra su pecho y leyendo fragmentos del libro.

-Pensé que querías jugar-le besó el cabello y la frente con ternura.

-Ya no… Estoy muerto.

-Entonces a dormir…

Asintió con los ojos cerrados y moviéndose hacia su lado y ablandó sus almohadas, las luces se apagaron y sintió un brazo de Yunho sobre su cintura y sus largas piernas enredándose con las suyas.

-¿Estás feliz porque vas a volver al trabajo?

-Tú parecías más feliz que yo y ahora me preguntas-le susurró contra el cuello.

-Todavía no me respondiste.

-Es porque no me dejas…-suspiró-sí, estoy feliz. Pero también fui feliz cuidando de nuestro bebé…

-No pude elegir al hombre más perfecto…-le dijo mirándole a los ojos y con la voz llena de puro afecto; se abrazó a él, escondiendo su rostro contra el amplio pecho de Yunho y aspiró hondo. A veces pensaba que era demasiado tener a Yunho, a su Woongie, pero se lo había ganado en la vida y lo merecía, a su corta edad se consideraba el hombre más afortunado del mundo.

-Sí, lo hiciste.

Durmió con una sonrisa dibujada en el rostro, mientras las manos de Yunho le acariciaban la espalda y le susurraba cosas al oído, simplemente era perfecto.

X

-¿Vas a venir esta noche?

Paseó por el departamento con el teléfono apoyado entre su oreja y hombro, recogiendo algunos papeles del piso. A Yoochun no lo veía más; algunas cosas en la universidad lo tenían bastante ocupado, y aunque a Junsu le encantaba que tomara su trabajo más seriamente no podía evitar extrañarlo. Estaba sólo y el departamento tan callado, se sentía inseguro sin Yoochun y sus tonterías de noche. Ya nadie le molestaba cuando cocinaba o cuando intentaba trabajar antes de dormir.

-No lo creo… Además ya ni me acordaba de cómo era mi depa.

Trató de reírse con él pero la risa le resultó tan fingida que se quedó callado escuchado la respiración de Yoochun. Tampoco quería ser exigente y pedirle que pasara la noche con él, simplemente preguntaba porque quería saber, era normal, no estaba siendo demasiado controlador…

-Entiendo…

-¿Su? Estoy cansado, ¿está bien? Ojalá pudiera ir ahí y estar contigo, pero no quiero o no puedo manejar tanto…

Pero si la sede de Seúl le quedaba a menos de veinte minutos, ¿Dónde estaba Yoochun? Dejó los papeles ordenados perfectamente sobre la mesa del living y apretó el teléfono.

-¿Dónde estás ahora?

-Estoy en la segunda sede… me llamaron a último momento…

-Entiendo… descansa.

La llamada termina antes de que Yoochun pueda agregar algo más, no quería molestarlo y sus celos comenzaban a carcomerlo. ¿O era inseguridad? Las últimas semanas sin verlo le estaban afectando el estilo de vida, el trabajo, pareciese como si todo girara alrededor del mayor. No quería desconfiar de Yoochun, en serio. Entonces no pensar demasiado era la solución, o hablar con él, alguna vez.

Respiró hondo, contó hasta treinta. Se acordó de las tontas ideas de Jaejoong.

”Tienes que tener un hijo. Ahora.”

Eran sus locuras, nada más. Jaejoong estaba desesperado por compartir sus vivencias de embarazado y su adicción por las compras, Junsu lo sabía. Pero si lo pensaba bien… No, no podía. No cuando estaba lleno de trabajo y le iba bien. Tener un hijo significaba tanto. Admiraba a Jaejoong y Yunho, de eso no tenía duda pero se le hacía tan difícil. Jaejoong no le contaba todo, era más bien reservado sobre algunas, y sólo algunas discusiones con Yunho, porque la mayoría era problemas comunes de pareja. Era conciente de cómo les cambiaría la vida al tener un hijo. Recordó a Jaejoong con los ojos hinchados de tanto llorar sólo porque Yunho le había dicho “no, no comerás eso” y sus arrebatos de rabia contra su esposo.

Más que nada no se sentía capaz. Era demasiado torpe con los niños, en cambio Jaejoong se desenvolvía demasiado bien, Yoochun igual… Sin embargo, la paciencia de Yoochun era limitada y eso lo asustaba; no era violento, para nada, pero cuando explotaba, explotaba en serio. Todo un día sin besos, acabaría en una noche llena de pasión sólo para liberar su frustración del todo el día. Eso tampoco era malo… Pero si tenían hijos necesitarían toda la paciencia del mundo.

Su celular vibró en la mesita del living y dejó de pensar en tonterías. No iba a embarazarse, no estaba en sus planes.

X

Miro sonriente el reflejo de su marido en el espejo. Traje Armani, listo. Cabello perfecto y arreglado por él mismo, listo. Corbata que casi caía al suelo y se arruinaba, listo. Sonrisa Colgate, listo. Era perfecto. Le pasó las manos por la espalda buscando alguna imperfección en el corte o la costura, pero era Armani y el confiaba su vida en esos trajes.

-Creo que voy a llorar…

-¿Por qué, Boo?

-No te imaginas cuanto me costó todo esto…

Yunho lo tomó por los brazos y le besó en la frente antes de abrazarlo por completo.

-¿Valió la pena?

-Sí, porque verte en traje me pone…

-Supongo que el “permiso de paternidad” llegó a su fin.

-Supongo…-susurró contra su pecho y lo miró-Lo harás tan bien.

-Soy el mejor.

Lo besó rápidamente en los labios y arregló su corbata. Le encantaba que Jaejoong le mirara de esa forma, sonrió para sí. Después de un año volvía a tener la confianza de siempre. Estaba listo para competir contra las otras empresas y ganar. Sí, la competencia y salir victorioso era lo suyo.

-Llegas a tener una secretaria…-le dijo Jaejoong mientras lo volvía abrazar y le tocaba el rostro con suavidad.

-No sé, Boo. Pero no te preocupes.

Tomó su maletín y besó a Sungwoong que seguía durmiendo entre almohadas en su cuna. Extrañaría al pequeñín en su primer día de trabajo después de esas prolongadas vacaciones. Era normal despertar para despedir a Jaejoong, hasta intentar prepararle el desayuno y después volver a la cama hasta que el bebé despertara, pero la rutina cambiaba repentinamente. Ya no lo vería despertar, ni le daría su leche, ni jugarían hasta la llegada del “papi”…

-Ya lo extraño…

-Aish, Yunnie-le empujó fuera de la casa hacia el auto que estaba estacionado y listo para ser usado-Despeja tu mente… Me quedaré hasta el mediodía, después que llegue Sulli me voy para el hospital. Lo verás a las seis, así que no te hagas drama.

Abrió la puerta del auto y echó su maletín adentro, había un juguete de Sungwoong en su asiento-Es una señal.

-Sí, que estás llegando tarde-dijo Jaejoong riendo y empujándolo dentro y en su asiento. Se acercó a él para darle un beso, uno inocente, nada de lenguas o sonidos indecentes pero Yunho lo sujetó de la mano y no lo soltó hasta que le faltó el aire-¿Te amo?

-Claro que sí-dijo sonriéndole de oreja a oreja-Y yo a ti.

Vio el rubor en las mejillas de su hombre y cerró la puerta, bajó las ventanas para verlo por última vez. Se veía como un dios frente a él, con el cabello recién peinado y su sonrisa tan pura y llena de felicidad, quería besarlo otra vez.

-Dame un besito.

-Bueno, pero sólo uno.

Sabía que recibiría su recompensa de noche y no exigió más, además estaba diez minutos tarde para la junta de bienvenida. Con la sensación de los labios de Jaejoong sobre los suyos manejó hasta la avenida y la zona de Apgujung, Sujetó el volante con fuerza, nervioso, después de tanto tiempo volvería a ver a ese buffet de abogados altaneros y mala gente. Al menos era afortunado de tener un adorable esposo y un hijo maravilloso.

Familia. Era en lo que pensaba en secreto, sin que Jaejoong supiera nada; quería tener más hijos. Adoraba a los niños, y con el nacimiento de SungWoong su amor sólo se había acrecentado y sus deseos de tener una familia numerosa también. Sabía que Jaejoong era un loco por los niños al igual que él, pero esos nueve meses de espera habían sido demasiado; Jaejoong demasiado sensible, ansioso, inseguro, irritable, llegó a un punto de no querer verlo en la casa después del trabajo. Era difícil, bastante. Pero esas cosas eran pasajeras y podía aguantarlas, después vendría toda la dicha y felicidad de ver a su bebé.

Pero era demasiado rápido para discutir ese tema con Jaejoong. Apenas comenzaba a trabajar, después de meses de quedarse con Sungwoong y su ritmo de día a día cambiaba. Sungwoon apenas cumpliría un año en septiembre… Qué rápido pasaba el tiempo, le asustaba. Paró frente a la señal de la luz roja y desentumeció sus dedos, se sentía viejo. ¡Viejo! Con apenas veinticinco años… Siguió su camino al cambio de luz y estacionó frente al edificio.

JY Ent. El edificio de su padre. El padre que al enterarse de su relación con Jaejoong lo desheredó al instante, que a diferencia de su madre lo apoyaba por completo. Recordó el dolor al escuchar el rechazo por parte de su padre, la comprensión de su madre, las peleas y todo lo que con eso se le vino encima. Era apenas un joven de dieciochos años al conocer a Jaejoong y su padre quería una nuera, no un yerno, le había amenazado. Dirigir la empresa o Jaejoong, él decidía. La decisión fue obvia. Después de eso se ganaba el pan con el sudor de su frente; su madre le había conseguido un puesto en la oficina pero aún así seguía en malos términos con su padre.

-Kim Jaejoong… Jung Jaejoong-susurró.

Tomó sus cosas y forzó esos pensamientos fuera de su cabeza. Era bueno, volver al trabajo.

X

-¿Y?

-Nada.

-¿Cómo que nada?-preguntó Jaejoong exasperado ante la mirada de muerto de Junsu y se cruzó de brazos para no zarandearlo y despertarlo un poco-Sos un zombie.

-Claro que no.

Volvió la vista a su comida y la removió un poco con su tenedor. La cafetería/restauran del hospital estaba lleno de internos y médicos de guardia, el ambiente estaba rebosante de alegría, o eso le parecía, con tantas risas y voces que resonaban en el salón.

-¿Vas a comer eso?

Jaejoong señaló su plato y al mirar la comida se le revolvió el estómago. Era una pérdida de dinero, no tenía apetito. Apartó el plato a un costado y bebió de una su jugo de naranja. Jaejoong lo miraba atento, casi con una sonrisa socarrona.

-¿Qué?-preguntó molesto.

-Te diré algo… Yoochun, ¿verdad?

-No. Nada que ver.

-Seguuuuuuro.

Era lunes. Odiaba los lunes, y el hecho de que no vio a Yoochun el fin de semana le molestaba aún más. Se sentía descuidado, Yoochun que lo mimaba tanto le había encaprichado con ciertas cosas. Acostumbraba a despedirlo con un beso, a enviarle mensajitos llenos de corazones y otras cosas, eso le ayudaba a comenzar bien la semana. Sin embargo, llamó a Yoochun el sábado, esperando una respuesta positiva y no el “Lo siento, Su. Estoy hecho polvo. Voy mañana…” Esperó hasta el domingo, muy muy muy impaciente y Yoochun no lo llamó en toda la mañana. Pensó que, bueno, dormiría hasta la tarde, pero cuando el reloj marcó las seis Junsu no se contuvo más. Le llamó, rogándole, exigiéndole que se vieran, sólo después del tono se dio cuenta que Yoochun tenía apagado el celular.

-A ver… Cuenta, cuenta.

-No te diré nada, hyung.

-Ey-se acercó a él inclinándose sobre la mesa-Te desahogarás contándome un poquito.

-Está bien-suspiró cansado, no quería recordar la penuria del fin se semana-No veo a Yoochun hace… ¿dos semanas? Ya ni me acuerdo.

-Vaya novio.

-Es un buen novio, sólo que está ocupado-trató de defenderlo y de meterse esas palabras en la cabeza.

-Demasiado diría yo-miró el techo pensando, a Junsu no le gustaba para nada esa expresión en su rostro. Jaejoong tramaba algo-Vamos a seguirlo.

-¡¿Qué?!

-¿Tiene demasiado trabajo? Bah, excusa barata. No sabes en qué andará…

Tragó duro y quiso pegarle. ¿Cómo se atrevía a decir eso de su Chun? Él no era capaz de engañarle, nunca. Agarró una servilleta de papel y comenzó a hacerla trizas con sus manos-No desconfío de él.

-Mmm. Como quieras. Pero se me hace sospechoso…

-Es porque eres un enfermo de los celos. Tú si eres capaz de perseguir a Yunho hasta su trabajo.

-Él está más enfermo que yo. Por cierto, buena idea. No sé con quién trabajará ahora.

X

-¿Sulli? ¿Todo bien? ¿Está dormido? Ah, ok. Está bien… Llegaré en treinta minutos. Bye.

Bajó del auto y guardó sus anteojos de lectura en el bolsillo de su chaqueta. Ya no tenía puesta su bata blanca, el uniforme del hospital. Unas cuantas personas se voltearon al verlo pasar, nadie podía ignorar a Kim Jaejoong y menos cuanto estaba vestido para matar mil. Sonrió al guardia de seguridad que no lo molestó al pasar las puertas del enorme edificio y se dirigió al ascensor.

Al llegar al piso donde quedaba la oficina de Yunho se sorprendió al no ver a ninguna secretaria o asistente preguntándole que necesitaba. El pequeño escritorio en el salón estaba vacío. Caminó despreocupado y golpeó la puerta antes de escuchar la voz de Yunho diciendo suavemente: “Adelante”

-Yunhoyah…

Se veía perfecto, como a la mañana. ¿Cómo Jaejoong se veía hecho polvo después del trabajo y Yunho parecía un dios? Arregló su cabello nervioso, se sentía demasiado informal en sus jeans y botas frente a Yunho de traje y sonrisa formidable.

-Boo.

El corazón se le derretía lentamente en el pecho, ¿acaso estaba hecho de chocolate? Sus piernas parecían gelatina mientras caminaba hacia él. Lo besó rápido en los labios y tomó asiento en la silla frente al escritorio.

-¿Qué haces aquí?

-Terminé más rápido de lo que esperaba-dijo sonriendo-Y pensé que sería bueno visitarte.

-Está bien. No me molestas para nada.

Miró por el ventanal, era enorme. Estaban en el décimo piso del edificio, los demás edificios se veían tan diminutos a lo lejos. Seguro que la vista era preciosa de noche.

-Este lugar es lindo… No tienes secretaria.

-¿Sólo por eso es lindo? Hyuna acaba de salir.

-¿Si tienes?

-Claro, Boo…

Se encogió en su silla y suspiró-No hay nada que pueda hacer.

De repente Yunho se levantó, se mantuvo hecho bolita en la silla para no lanzársele encima, y es que con ese traje no podía ni mirarlo, se veía tan bien. Observó como Yunho rodeó el escritorio y se detuvo frente a él, mirándolo.

-¿Q…?

-Te ves bien.

Le acarició la mejilla con una mano, Jaejoong cerró los ojos disfrutando del contacto con esos dedos tan suaves y se paró, le pasó los brazos alrededor del cuello.

-Sé cómo te ponen estas botas, querido.

Le besó el cuello y luego los labios, tentándolo. La cabeza le dio vueltas y se aferró aún más a él, pegando su cuerpo al del más alto, susurrando su nombre bajito.

-Hmm… Me encantas…

Trató de hablar entre besos pero el placer era demasiado, se sentía un adolescente en plena pubertad al reaccionar de tal forma con las caricias de Yunho. Sus manos bajaron hasta sus hombros, acariciando la espalda que tanto le encantaba, firme y ancha. No podía sentir mucho con toda la tela en el camino pero la sensación no era desagradable, ese traje era seda bajo sus dedos.

-Junsu lo hace todo el tiempo…

-¿Qué cosa?

-Tener sexo en el trabajo…

Lo besó nuevamente con más pasión, no podía resistirse, no podía negarle nada. Dejó sus labios a merced de Yunho mientras trataba de formar oraciones coherentes.

-El cree… que no me doy cuenta… pero-los labios de Yunho sobre su cuello, creando un camino hasta su omoplatos lo estaban matando-cuando… viene todo acelerado… es porque pasó algo…

-Mmm…

-Vamos a arruinar tu traje…

-No importa.

-¿No? Ah… Yunnie…

Cerró los ojos al sentir una mano sobre su entrepierna, masajeando lentamente, una de las mejores torturas para él. Y de un minuto al otro ya no tenía puestos los jeans, ahora estaban sueltos, a sus pies; luchó contra el cinturón de Yunho, ¡parecía que mientras más caras las cosas más difíciles eran de desprender! Una vez al escuchar el “click” supo que triunfó sobre el pedazo de cuero y rápidamente le bajó los pantalones negros.

-Estamos locos…

Se deshizo de sus boxers y de los de Yunho, el rubor se hizo presente en sus mejillas. Actuaba como un desesperado.

-Esto es mejor que tu consultorio…

Con un movimiento rápido lo tuvo contra el escritorio, la superficie dura y fría chocaba contra sus muslos, excitándolo aún más. Se sostuvo sobre sus brazos, abriendo las piernas y preparándose para lo que veía venir.

-No tengo lubricante.

-Está bien. No importa…

Yunho presionó contra él, lentamente fue llenándolo. Soportó el dolor, estaba acostumbrado y pronto volvió a respirar con normalidad. Yunho, siendo tan considerado le repartía besos aquí y allá esperando su orden.

-Ya…

No sabía cuanto lo necesitaba hasta que Yunho empujó contra él, con tanta fuerza que hasta algunas cosas cayeron del escritorio. Echó la cabeza atrás, suspirando con el éxtasis que sentía en ese momento.

-Ngg… Yunho… !

Yunho tomó una de sus piernas y la posicionó sobre su hombro, empujando contra él con más fuerza y más rápido, veía blanco. El placer era tal que le dolía todo el cuerpo, quería gritar. La respiración entrecortada de Yunho chocaba contra su oído, mandándole temblores de la cabeza a los pies, contrayéndose en su lugar, tratando de aguantar un poco más.

-Boo… no… no podré más…

Buscó sus labios con la torpeza de un borracho y gimió en su boca, contándole que él también estaba al límite.

-Yun… ¡Yunho!

Se corrió con tal fuerza que todo su cuerpo de estremeció, de pies a cabeza sentía el orgasmo en su ser. Se dejó caer contra el pecho de Yunho y apoyó la cabeza en su hombro, él también estaba bajando del cielo. Tocó la camisa blanca que Yunho tenía puesta y notó unas pequeñas manchas, gritó ahogado.

-¡No! Ensucié tu camisa más linda…

-Valió la pena, Boo…

Le susurró al oído, sonriendo ante el las ocurrencias de su ángel.