Apagó las luces de la cocina y subió las escaleras. Era una de las pocas veces que cenaba solo; Jaejoong no estaba enojado con él, se lo había dicho, pero si estaba sentido. Yunho no tenía derecho de tratarlo mal ni aunque estuviera tan presionado, ese no era el acuerdo. Esos años de matrimonio habían estado demasiado bien como para que cualquier estupidez arruinara todo, las cosas no serían así.
Abrió la puerta de la habitación con cuidado de no hacer ruido, a toda costa tenía que evitar despertar al bebé o a Jaejoong, años de convivir con Jaejoong le enseñaron a no despertarlo nunca.
Despacio, muy despacio se acercó a la cama. Jaejoong le daba la espalda, y aparentemente Sung Woong dormía en su cuna, porque no veía al pequeño ni en medio de la cama ni cerca de Jaejoong.
-¿Yunnie?
El mayor dio media vuelta hacia la luz que se filtraba por la puerta que Yunho había dejado entreabierta, levantó las sábanas invitándolo a su lado. El cansancio se notaba en el rostro de su esposo y lo único que deseaba en ese momento borrarle esa horrenda expresión del rostro; Yunho apartó a un costado los juguetes del bebé antes de meterse a la cama, ¿Cómo lograba Jaejoong dormir en medio de todos esos peluches?
-Vuelve a dormir-acarició el cabello de Jaejoong de forma amorosa y besó su frente-Estás cansado…
Su corazón pegó un salto; ¿Cómo pudo atreverse a dudar de sus sentimientos? Si la cosa más evidente del mundo era que amaba a Yunho y a su hijo por sobre todas las cosas. Ese Sung Hyun era cosa del pasado, algo olvidado que había estado escondido entre los confines de su retorcida mente de pediatra.
-Yunnie, quiero decirte algo.
Atrajo a Jaejoong hacía sí y éste se recostó por el pecho de Yunho, y como siempre, los brazos del menor se enredaron por su anatomía. Tomó una bocanada de aire antes de seguir, internamente rezaba que todo saliera bien.
-¿Recuerdas la conferencia? Bueno, Sung Hyun estará ahí, Yunnie…
-¿Choi Sung Hyun?
Jaejoong asintió. A Yunho se le hizo un nudo en la garganta; recordaba a Sung Hyun, claro que sí. Algunas veces había sido una amenaza, en la época que era novio de Jaejoong. Pensaba que el tipo había desaparecido, porque en los últimos años no sabía nada de él; hasta que un día escuchó uno de sus colegas que Choi Sung Hyun trabajaba en Japón. No era una amenaza, ¿O sí? Quería ahorrarle a Jaejoong los escándalos en esa conferencia.
-Maldito…
Yunho lo dijo bajito, pero a Jaejoong le hizo eco en la mente. Así que lo recordaba, y bastante. Ese tono de voz no le gustaba para nada, lo asustaba, pero de cierta forma le encantaba, Yunho sobre protector era lo mejor, pero con sus límites.
-Shh… No lo veo hace tiempo… ¿Estás de acuerdo que vaya?
-Claro. Es por tu trabajo.
No había resultado tan mal; Jaejoong suspiro hondo y cerró los ojos. De repente, sintió la urgencia de compensarlo. Lo amaba tanto.
-Yunnie… ¿Hace cuanto no hacemos el amor?
La pregunta lo sorprendió bastante, por no decir que le cayó como balde de agua fría; de forma instantánea se lo erizó la piel. Su mano se posó en la espalda de Jaejoong y acarició con delicadeza esa estúpida tela que cubría la cremosa piel de su esposo. ¿Para que se inventaron los pijamas?
-Hace tanto que ni me acuerdo.
Presionó su boca contra la sien de Jaejoong esperando que el mayor se acercara más para probar esos labios que extrañaba tanto; ¿Cómo pudo descuidarlo tanto? Eso es algo que desde ahora en más no existiría.
Las manos de Jaejoong imitan a un gato en el pecho de Yunho, sabe que sus arañazos son letales y su recompensa ese gemido que dejaba los labios de su amado. Y por dios, que estaría mintiendo si no extrañaba esas sensaciones que le producían los ágiles dedos de Yunho.
-Yu…Yunnie…
Lo calló con un beso; no sabía por qué extraña razón sentía esa urgencia de volver a tomar a Jaejoong. Bueno, sí, estaba desesperado, pero no podía esperar un momento más.
-Jae, por dios…
Lo conocía demasiado bien como para hacerle trizas el pijama, Jae amaba sus pijamas, y cualquier cosa que le quedara bien. No quería arriesgarse así que con delicadeza jaló de la tela.
-Quítate esto.
Mientras Jaejoong se encargaba de su remera Yunho lo despojó de los pantalones dejándolo solo en bóxers; se tomó su tiempo para admirar a esa belleza. Parecía increíble, pero Yunho pensaba que el embarazo sólo había embellecido más a su Boo; de eso no quedaba ni rastro.
Paseó sus dedos por los músculos del abdomen de Jaejoong antes de intentar algo; tentar a su esposo no era su fuerte, no tenía las fuerzas para hacerlo “sufrir”, y tampoco quería recibir un buen golpe o hacerlo enojar.
Besó el cuello de Jaejoong y fue repartiendo pequeños chupetones por toda la piel, lamiendo cuando se le daba la gana y cuidando de no dejar marcas porque seguro Jaejoong lo mataría. Sintió las manos de Jaejoong a sus costados y acariciando donde alcanzara, evadiendo, como siempre, el lugar donde más necesitaba que lo acariciaran. Él si lo tentaba.
-Mmm, Boo… No seas malo.
Jaejoong rió y se dejó caer de nuevo en su almohada, Yunho lo miró sorprendido.
-¿Por qué ríes? ¡Esto es serio!
-Perdón-dijo intentado de controlar sus risitas-Es tu expresión.
Yunho gruñó y se cubrió la cabeza con su almohada.
-Arruinaste la atmosfera.
-Yunnie, es sólo que… ¡Esto lo podemos hacer mañana! Estoy cansado.
Apartó la almohada y lo miró por unos segundos. ¿Qué tipo de dominado era? Jaejoong era todo un manipulador.
Le besó la frente y luego los labios-Está bien. Buenas noches.
X
-Junsuah…
Se desplomó en el sofá de su departamento, y siguió a Junsu con la mirada. El pato estaba llevando las bolsas del supermercado a la cocina, eran casi las dos de la tarde pero Junsu insistía en cocinar algo. “Comes demasiada basura, no te hará bien al corazón”, le había dicho antes de salir para el supermercado.
-Mi corazón está perfecto-bufó. Necesitaba encontrar una forma de llamar la atención de Junsu. Miró a su costado, ahí estaba la pila de exámenes que lo tocaba corregir, eso significaría una pérdida total de tiempo con Junsu, pero trabajo era trabajo.
-Chunnie, ven a ayudarme.
Eso era música para sus oídos. Las hojas de exámenes quedaron olvidadas en su maletín.
-¿Qué necesitas?
Todo pensamiento coherente desapareció al ver a su doctorcito con ese delantal rosa y un paquete de arroz en la mano. ¿De donde apareció ese delantal tan sexy? Sexy ya era obra de su imaginación pero esa tela hacía toda la justicia enmarcando el cuerpo de su Junsu.
-Mmm, ¿Dónde guardas las ollas?
-¿Ollas?
Junsu volteó hacia él, Yoochun murió.
-Sí, ¿Tienes?
-Ahora mismo tengo otras cosas…
-Aish, no puede ser…
Se mordió el labio y dejó el arroz en la mesada de la cocina. ¿Entonces como cocinaría? Se agachó para rebuscar entre esas alacenas debajo del lavadero; era obvio que no tenía idea de lo que le estaba haciendo a Yoochun.
Yoochun llegó a la conclusión que a Junsu todo le sentaba bien, desde la bata de médico hasta ese delantal rosado.
-Subaby… Ya no tengo hambre.
-Claro que tienes, te quejaste todo el camino.
Yoochun se recostó por la heladera y se cruzó de brazos; eso no podía negarlo, pero Su le daba otras ideas. Quizás después del almuerzo…
-¡Pero Yoochun, tienes que comer algo!
-Yo quiero comer otras cosas-dijo con la voz más sexy que tenía. Junsu tembló de pies a cabeza y fingió no prestarle atención.
-Yoochun, no intentes nada.
Iba a ser una de sus pocas advertencias; Yoochun podía, pocas veces, no entender nada y actuar como tonto, revoloteando a su alrededor. Lo volvía loco, lo desesperaba pero sobre todo le entraban unas ganas de asesinarlo en el momento.
Resignado a su mala suerte, Yoochun abrió la heladera y sacó la botella de agua; solo gracias a Junsu la heladera tenía un poco de “verde” como él le decía a los vegetales, y gracias a Junsu no le importaba comer una lechuguita.
-Está bien. No tienes que ponerte agresivo… Pero… ¿Sabías que un hombre normal necesita… liberarse cada 72 horas?
-Claro que se eso, Chunnie, soy doctor-abrió el grifo y lavó uno de los locotes que tenía pensado agregar al bulgogi-Pero el tema es que tú no eres un “hombre normal”
X
Sonrió cuando Yoochun se ofreció, de una forma demasiado amable, a lavar los platos; el Park planeaba algo, era obvio. No le quitó los ojos de encima mientras el mayor terminaba de, aparte de lavar los vasos, secarlos.
-Yoochunnie~
Se acercó a Yoochun sigilosamente y besó su hombro, era lo más cercano que tenía debido a su baja estatura; sabía que ahora no tenía vuelta atrás y que Yoochun se pondría como loco.
-¿Hmm, que pasa?
-Que comí demasiado bulgogi y ahora quiero dormir-dijo y se colgó del brazo de Yoochun.
Yoochun volteó para encontrarse frente a frente con Junsu; le dio un besito en la mejilla antes de posar sus manos en la cintura de éste, inhaló profundamente antes de hablar.
-Si quieres vamos a descansar. Son las…-miró su reloj-casi las cinco.
-Linda hora para dormir-la frase desbordaba sarcasmo. Se alejó de Yoochun y suspiró; estaba más que cansado, se encontraba exhausto y nada de lo que hiciera Yoochun podría revitalizarlo.
-Puedes descansar, no es muy tarde… Su…
-Está bien, solo si tú también vienes.
X
Yunho se recostó en el umbral de la puerta y sonrió.
-¿Es posible armar tus maletas y cuidar de Sung Woong?
Jaejoong tenia al bebé en un brazo, con el otro organizaba sus ropas; que no eran precisamente batas de doctor, el llevaba un vestuario variado al Japón. Dejó a Sung Woong en la cama y dobló algunas camisas; de paso organizaba la ropa de Yunho.
-Aparentemente sí.
-Papi~
Yunho se sentó al lado de Sung Woong y comenzó a distraer el bebé. Los juguetes ya no estaban en la cama, en cambio ahora el sommier estaba cubierto de ropas de Jaejoong, y algunas de Sung Woong.
-¿Te ayudo?
-Nah, tú no puedes doblar algo para salvar tu vida. Lo único que quiero es que cargues las maletas en el aeropuerto.
-Ja, ese es mi trabajo.
Sung Woong rió y mordió la mano de Yunho. Hasta el bebé sabía lo mucho que detestaba su papá hacer las maletas.
-¡Ouch!-exclamó Yunho mientras se sobaba la mano, una marca roja acababa de aparecer-Bueno, ¿Qué pasa? ¿Tiene hambre?
Jaejoong soltó un suspiro-Yo no sé. ¿Podrías bajar y prepararle algo?
Pudo sentir la rabia contenida en el tono de voz del mayor; seguro estaba así por el viaje, pero conociéndolo… Hasta el mínimo detalle a veces lo sacaba de quicio. A Jaejoong había que conocerlo bien o sino era intratable.
-Está bien, amor-agregó lo último sabiendo que quizás eso lo tranquilizaría un poco.
Tomó al bebé en brazos y antes de cerrar la puerta agregó:-Sabes... Te extrañaremos un montón.
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