Otra noche, otro letargo interminable mientras el sol me obliga a dormir. La relación entre el Sol y yo no es muy buena, yo no me acerco a él durante el día y el no me molesta durante la noche, es un trato justo considerando mi labor principal que es matar. Me hundo en mi cama, cierro las ventanas usando el control remoto que controla todo en este departamento. La tecnología es lo mejor de ser inmortal, puedes disfrutarla de verdad, valorarla porque las cosas en el mundo no siempre fueron así. Cierro los ojos y duermo, para entonces ya nadie puede despertarme, si me vieran dirían que estoy muerto, no respiro, mi corazón no late y carezco de color, pero no, simplemente estoy durmiendo.
A penas se oculta el sol, mi cuerpo vuelve a reaccionar con el mismo deseo de beber que la noche anterior. Me ducho con agua tibia, no es que mi cuerpo necesite ser lavado, simplemente me encanta la sensación que me aporta el agua cayendo suavemente por mi piel dura y fría. Me miro al espejo, me pongo mi mejor tenida, pantalón negro ajustado, camisa de seda roja y una chaqueta negra de gamuza. Hoy deseo bailar, busco en mi convertible un bar de buena pinta. Encuentro uno, bastante elegante y digno de mí. Le entrego mis llaves al chico de la portería y le ordeno que lo estacione entregándole una generosa propina. Ingreso al bar, iluminado con luces de muchos colores y música fuerte, son ideal para encontrar un poco de diversión. Centro mi mirada en alguien especial. Un chico de no más de veintitrés años, bailando con la camisa abierta sobre un taburete. Se mueve sensual, la música lo guía y no teme cometer errores ante los ojos que le observan que no son pocos. Me siento en una mesa cerca a él, por alguna tonta razón quiero que él me vea. Pero me ignora completamente, atrae a las mujeres que le lanzan billetes y las acaricia sin temor a sobrepasarse, es más a ellas les encanta. Me rió divertido por la escena, mujeres incluso acompañadas por sus parejas parecen olvidarse de ellos atraídos por el joven muchacho de cabello oscuro, con cuerpo esculpido. Me pregunto si trabajará aquí, siento curiosidad por saber quién es. Le ordeno un martini seco al camarero y pregunto por el nombre del joven. “Aquí le llaman Shin, pero ese no es su verdadero nombre”, me aclara. Medito sobre la respuesta, “por qué no dará su verdadero nombre”, “teme ser reconocido en la calle”, “talvez es estudiante y quiere cuidar su reputación”. Me sorprendo a mi mismo deseando saber cosas sobre él. Esto era nuevo, yo interesado por un humano, casi había olvidado la última vez que me interese. Pero no dejaría que eso me volviera suceder, bastante había sufrido aquella vez.
Me entregan mi pedido y finjo que bebo mi martini, lo sigo mirando y entonces ocurre, él me mira. Al principio voltea, pero sus ojos vuelven a mí y luego me sonríe. Comienza a moverse aún más sensual, “Intentas seducirme”, pienso, si supieras el grave error que estas cometiendo. Termina la música, recoge su dinero y se dirige a la barra, exige una cerveza y luego te acercas a mí.
- Hola –me saludas, extrañamente me siento emocionado.
- Hola –te respondo con mi típica voz, pareces sorprendido.
- Cuando te vi, creí que eras mujer –me dices sentándote frente a mí, yo sonrió, no era la primera vez.
- Y como mujer, ¿te parecí atractiva? –te ruborizas y no contestas – o debo pensar que como hombre te resulto aún más atractivo –sonrió.
- ¿Y qué hace un tipo como tú en este lugar? –me preguntas evadiéndome.
- ¿Un tipo como yo?, podrías ser un poco más específico –te miró, en verdad eres muy hermoso.
- Se ve que eres un hombre con dinero, y este lugar, bueno, es para gente de clase un poco más baja –bebió su cerveza, y con ese movimiento pude ver aquella vena dueña de mi pecado.
- ¿Y qué te hace pensar eso? –quise saber, estaba divertido con la platica.
- Tu ropa, tu peinado, ese anillo –miré mi mano y sonreí- se ve que es un anillo de oro muy fino.
- Y antiguo también –agregué.
- ¿Un regalo?
- Si, me lo dio alguien muy especial –dije recordando el día en el que me abandonó Antus dejando su anillo preferido sobre mi mano – que hay de ti, ¿Qué haces tú en este lugar?
- Trabajo aquí. No es el mejor lugar para hacerlo, pero tengo que pagar mi carrera –dices y volvió a beber, probablemente era incapaz de ver el efecto que provocaba en mí ver su cuello al descubierto.
- ¿Y que estudias? –me miró y luego sonrió, incluso se sonrojó, porque vi como la sangre subió hasta sus mejillas dándole un delicioso tono rojo.
- Estudio danza, quiero ser un gran bailarín.
- De eso no hay duda –volvió a sonreír, qué criatura más adorable pienso – y… ¿Cuánto cobras por baile?
- ¿Cuánto estás dispuesto a pagar?
- Depende del baile, si me gusta puedo ser muy generoso.
Rió una última vez y luego se subió a mi mesa sorprendiéndome. Hizo una seña al tipo de la música y de los parlantes sonaron las notas de una canción suave, pero penetrante. Su cuerpo se mueve, realmente sabía bailar. Me excité al instante, mi miembro que siempre esta duro, en este momento exigía cierta atención que yo no era capaz de proporcionarle, ya que sólo sentimos el placer cuando penetramos a alguien con el roce caliente de una piel humana, o por lo menos un placer más vivo. Entre inmortales la cosa es diferente, nos volcamos más a la sangre que al acto mismo, eso lo hace más complicado aún. Sin embargo, aquí estoy, delirando frente a un humano ingenuo, incapaz de saber que mi mente traza las miles de formas de poseerlo y claro del momento en el que probaré su exquisito elixir de vida. Se mueve frente a mí, sus caderas a la altura de mi rostro son una provocación casi mortal. Saco del bolsillo de mi pantalón mi billetera, tomo el primer billete sin importarme su valor. Al ver tu rostro, veo que te sorprendiste por el valor del dinero en tu pantalón y te arrodillas delante de mi acercas tu rostro y me besas en la mejilla. Que absurda idea, ahora que has probado mi esencia no podrás huir de mí, me miras aturdido y sin que yo te lo pida me besas. Tus labios calientes por la sangre circulando en ellos, me pone tenso, “es momento de irme”, pienso y te alejo, te sonrió ocultando astutamente mis colmillos, eso sólo se aprende con los años. Estás sorprendido, acaricio tu cuello y me marcho. Te doy la posibilidad de salir ileso de nuestro encuentro, porque me has dado un poco de diversión. Espero mi auto en la salida del bar, me entregan mis llaves y me dispongo a marchar. Entonces me detiene un hombre en una moto deportiva, sonrió sabiendo que eres tú, “tonto pequeño humano, pudiste salvarte de esta”.
Te sigo por calles nuevas, este barrio no es mi especialidad. Llegamos a una residencial antigua, te bajas y me pides que te siga. Subimos escaleras, tú delante de mi mostrándome el camino. Llegamos al tercer piso, departamento B 31. Abres la puerta te miró y me invitas a pasar, otro gran error. Es un departamento pequeño, pero para un soltero estudiante esta bien. Analizo tus fotografías, tu madre es hermosa, ya veo de dónde sacaste tu atractivo físico. Pero hay otra mujer, no parece ser un familiar.
- ¿Tú novia? –pregunto, estas parado mirándome confundido e indeciso, seguro que ya ni siquiera sabes porqué me trajiste.
- Lo fue –tu respuesta parece entristecerte, me acerco a ti como un depredador.
- ¿Y qué quieres hacer? –te tomo de la cintura, no opones resistencia, cómo si pudieras.
- Por lo general no me gustan los hombres –me aclaras, pero puedo sentir cómo palpita tu corazón, me deseas.
- ¿Cuál es tu nombre real? –eso si me interesaba.
- Yunho –un nombre ideal para ti, mi hermoso hombre.
- Soy Jae, y esta noche te haré mío.
No te dejo reaccionar, te beso con desesperación y con una rapidez sobrenatural, sin medir mi velocidad o mi fuerza te arrastro hacia tu habitación. Te recuesto sobre la cama, tu pecho se mueve con rapidez, si, estas excitado y eso me fascina. Te quito la camisa y los pantalones, tu ropa interior deja ver un miembro perfecto, duro y listo para recibir mis caricias. Amar a un hombre siendo un inmortal es uno de mis mayores placeres. Te quito tú última prenda, intentas cubrirte, pero no te doy oportunidad, tomo tu miembro y lo meto en mi boca para saborearte. Me encanta sentir el olor de un hombre, su sabor, y su olor son cosas que como inmortal pierdes. Me abro el pantalón, estas confundido y temeroso, “Tranquilo”, te susurro al oído y tú te estremeces. Te masturbo para así lograr que ese delicioso líquido salado me ayude a lubricarte. Te escucho gemir, que delicioso sonido, me incentiva y me calienta a pensar de que mi cuerpo sigue frío. Te besó en el cuello, hundo mis dientes para probar un poco de tú sangre, no es mi intención matarte hoy. Gimes me atraes a tu cuerpo, abrazándote a mi espalda con desesperación. Te penetro, y que sorpresa, eres virgen. Un murmullo de dolor se escapa de tus labios, te vuelvo a morder y dejo que mi esencia te lleve al placer. Me muevo dentro de ti, perdido en mi propia lujuria. Vibras entre mis brazos alzando tus piernas para que yo logre entrar más profundamente en ti, gimes y tu pieza hace ecos de ellos. Sigo lamiendo tu cuello, tu sangre es deliciosa, y tus pequeños fragmentos de recuerdos pasados me dan aún más placer. Siento como tu espalda se contorsiona anunciando la pronta llegada de un orgasmo, y me apresuro a alcanzar el mío también. Te embisto una, dos y tres veces antes de que por fin sienta como la sensación del orgasmo me cubre por completo. Tu miembro explota, expulsando la exquisita esencia de tu cuerpo. Cubres mi vientre con tu semen y pareces avergonzado buscando algo con qué limpiarme, entonces te beso una vez más para que te relajes. Saco mi miembro de ti, te quejas asombrado de que aún este duro. Te sonrió y me levanto limpiándome con tus sábanas. Me subo el pantalón y te miró, tu cuerpo es perfecto, te cubres con las frazadas, confundido por lo ocurrido.
- Adiós –te lanzó un beso y me dispongo a marcharme.
- No te vayas –corres hacia mi y me abrazas por detrás- quédate conmigo.
- Pequeño –suspiro- no te preocupes, volveré a ti cuando te necesite.
Me suelto con delicadeza y cruzo tú última puerta, “Ha sido genial”, te susurro.
Camino de regreso a mi auto y me apresuro a llegar a mi departamento y ocultarme del maldito Sol. Me recuesto sobre mi cama, y disfruto de la sensación placentera de haberle hecho el amor a un hombre hermoso. Pienso en tus recuerdos, perdiste a tu novia en un accidente y desde entonces sólo has estado con otras mujeres por placer. Es triste tu existencia vacía, casi tan triste como la mía…
Antes de cerrar mis ojos, siento la esencia de un inmortal cerca de mí. A unos kilómetros de mi departamento. Un osado inmortal nacido aproximadamente hace quince años que no teme ser descubierto por mí. Es extraño que no sienta temor de mí, parece incluso casi absurdo. Cierro mis ojos sabiendo que a la siguiente noche le buscaría.
A penas se oculta el sol, mi cuerpo vuelve a reaccionar con el mismo deseo de beber que la noche anterior. Me ducho con agua tibia, no es que mi cuerpo necesite ser lavado, simplemente me encanta la sensación que me aporta el agua cayendo suavemente por mi piel dura y fría. Me miro al espejo, me pongo mi mejor tenida, pantalón negro ajustado, camisa de seda roja y una chaqueta negra de gamuza. Hoy deseo bailar, busco en mi convertible un bar de buena pinta. Encuentro uno, bastante elegante y digno de mí. Le entrego mis llaves al chico de la portería y le ordeno que lo estacione entregándole una generosa propina. Ingreso al bar, iluminado con luces de muchos colores y música fuerte, son ideal para encontrar un poco de diversión. Centro mi mirada en alguien especial. Un chico de no más de veintitrés años, bailando con la camisa abierta sobre un taburete. Se mueve sensual, la música lo guía y no teme cometer errores ante los ojos que le observan que no son pocos. Me siento en una mesa cerca a él, por alguna tonta razón quiero que él me vea. Pero me ignora completamente, atrae a las mujeres que le lanzan billetes y las acaricia sin temor a sobrepasarse, es más a ellas les encanta. Me rió divertido por la escena, mujeres incluso acompañadas por sus parejas parecen olvidarse de ellos atraídos por el joven muchacho de cabello oscuro, con cuerpo esculpido. Me pregunto si trabajará aquí, siento curiosidad por saber quién es. Le ordeno un martini seco al camarero y pregunto por el nombre del joven. “Aquí le llaman Shin, pero ese no es su verdadero nombre”, me aclara. Medito sobre la respuesta, “por qué no dará su verdadero nombre”, “teme ser reconocido en la calle”, “talvez es estudiante y quiere cuidar su reputación”. Me sorprendo a mi mismo deseando saber cosas sobre él. Esto era nuevo, yo interesado por un humano, casi había olvidado la última vez que me interese. Pero no dejaría que eso me volviera suceder, bastante había sufrido aquella vez.
Me entregan mi pedido y finjo que bebo mi martini, lo sigo mirando y entonces ocurre, él me mira. Al principio voltea, pero sus ojos vuelven a mí y luego me sonríe. Comienza a moverse aún más sensual, “Intentas seducirme”, pienso, si supieras el grave error que estas cometiendo. Termina la música, recoge su dinero y se dirige a la barra, exige una cerveza y luego te acercas a mí.
- Hola –me saludas, extrañamente me siento emocionado.
- Hola –te respondo con mi típica voz, pareces sorprendido.
- Cuando te vi, creí que eras mujer –me dices sentándote frente a mí, yo sonrió, no era la primera vez.
- Y como mujer, ¿te parecí atractiva? –te ruborizas y no contestas – o debo pensar que como hombre te resulto aún más atractivo –sonrió.
- ¿Y qué hace un tipo como tú en este lugar? –me preguntas evadiéndome.
- ¿Un tipo como yo?, podrías ser un poco más específico –te miró, en verdad eres muy hermoso.
- Se ve que eres un hombre con dinero, y este lugar, bueno, es para gente de clase un poco más baja –bebió su cerveza, y con ese movimiento pude ver aquella vena dueña de mi pecado.
- ¿Y qué te hace pensar eso? –quise saber, estaba divertido con la platica.
- Tu ropa, tu peinado, ese anillo –miré mi mano y sonreí- se ve que es un anillo de oro muy fino.
- Y antiguo también –agregué.
- ¿Un regalo?
- Si, me lo dio alguien muy especial –dije recordando el día en el que me abandonó Antus dejando su anillo preferido sobre mi mano – que hay de ti, ¿Qué haces tú en este lugar?
- Trabajo aquí. No es el mejor lugar para hacerlo, pero tengo que pagar mi carrera –dices y volvió a beber, probablemente era incapaz de ver el efecto que provocaba en mí ver su cuello al descubierto.
- ¿Y que estudias? –me miró y luego sonrió, incluso se sonrojó, porque vi como la sangre subió hasta sus mejillas dándole un delicioso tono rojo.
- Estudio danza, quiero ser un gran bailarín.
- De eso no hay duda –volvió a sonreír, qué criatura más adorable pienso – y… ¿Cuánto cobras por baile?
- ¿Cuánto estás dispuesto a pagar?
- Depende del baile, si me gusta puedo ser muy generoso.
Rió una última vez y luego se subió a mi mesa sorprendiéndome. Hizo una seña al tipo de la música y de los parlantes sonaron las notas de una canción suave, pero penetrante. Su cuerpo se mueve, realmente sabía bailar. Me excité al instante, mi miembro que siempre esta duro, en este momento exigía cierta atención que yo no era capaz de proporcionarle, ya que sólo sentimos el placer cuando penetramos a alguien con el roce caliente de una piel humana, o por lo menos un placer más vivo. Entre inmortales la cosa es diferente, nos volcamos más a la sangre que al acto mismo, eso lo hace más complicado aún. Sin embargo, aquí estoy, delirando frente a un humano ingenuo, incapaz de saber que mi mente traza las miles de formas de poseerlo y claro del momento en el que probaré su exquisito elixir de vida. Se mueve frente a mí, sus caderas a la altura de mi rostro son una provocación casi mortal. Saco del bolsillo de mi pantalón mi billetera, tomo el primer billete sin importarme su valor. Al ver tu rostro, veo que te sorprendiste por el valor del dinero en tu pantalón y te arrodillas delante de mi acercas tu rostro y me besas en la mejilla. Que absurda idea, ahora que has probado mi esencia no podrás huir de mí, me miras aturdido y sin que yo te lo pida me besas. Tus labios calientes por la sangre circulando en ellos, me pone tenso, “es momento de irme”, pienso y te alejo, te sonrió ocultando astutamente mis colmillos, eso sólo se aprende con los años. Estás sorprendido, acaricio tu cuello y me marcho. Te doy la posibilidad de salir ileso de nuestro encuentro, porque me has dado un poco de diversión. Espero mi auto en la salida del bar, me entregan mis llaves y me dispongo a marchar. Entonces me detiene un hombre en una moto deportiva, sonrió sabiendo que eres tú, “tonto pequeño humano, pudiste salvarte de esta”.
Te sigo por calles nuevas, este barrio no es mi especialidad. Llegamos a una residencial antigua, te bajas y me pides que te siga. Subimos escaleras, tú delante de mi mostrándome el camino. Llegamos al tercer piso, departamento B 31. Abres la puerta te miró y me invitas a pasar, otro gran error. Es un departamento pequeño, pero para un soltero estudiante esta bien. Analizo tus fotografías, tu madre es hermosa, ya veo de dónde sacaste tu atractivo físico. Pero hay otra mujer, no parece ser un familiar.
- ¿Tú novia? –pregunto, estas parado mirándome confundido e indeciso, seguro que ya ni siquiera sabes porqué me trajiste.
- Lo fue –tu respuesta parece entristecerte, me acerco a ti como un depredador.
- ¿Y qué quieres hacer? –te tomo de la cintura, no opones resistencia, cómo si pudieras.
- Por lo general no me gustan los hombres –me aclaras, pero puedo sentir cómo palpita tu corazón, me deseas.
- ¿Cuál es tu nombre real? –eso si me interesaba.
- Yunho –un nombre ideal para ti, mi hermoso hombre.
- Soy Jae, y esta noche te haré mío.
No te dejo reaccionar, te beso con desesperación y con una rapidez sobrenatural, sin medir mi velocidad o mi fuerza te arrastro hacia tu habitación. Te recuesto sobre la cama, tu pecho se mueve con rapidez, si, estas excitado y eso me fascina. Te quito la camisa y los pantalones, tu ropa interior deja ver un miembro perfecto, duro y listo para recibir mis caricias. Amar a un hombre siendo un inmortal es uno de mis mayores placeres. Te quito tú última prenda, intentas cubrirte, pero no te doy oportunidad, tomo tu miembro y lo meto en mi boca para saborearte. Me encanta sentir el olor de un hombre, su sabor, y su olor son cosas que como inmortal pierdes. Me abro el pantalón, estas confundido y temeroso, “Tranquilo”, te susurro al oído y tú te estremeces. Te masturbo para así lograr que ese delicioso líquido salado me ayude a lubricarte. Te escucho gemir, que delicioso sonido, me incentiva y me calienta a pensar de que mi cuerpo sigue frío. Te besó en el cuello, hundo mis dientes para probar un poco de tú sangre, no es mi intención matarte hoy. Gimes me atraes a tu cuerpo, abrazándote a mi espalda con desesperación. Te penetro, y que sorpresa, eres virgen. Un murmullo de dolor se escapa de tus labios, te vuelvo a morder y dejo que mi esencia te lleve al placer. Me muevo dentro de ti, perdido en mi propia lujuria. Vibras entre mis brazos alzando tus piernas para que yo logre entrar más profundamente en ti, gimes y tu pieza hace ecos de ellos. Sigo lamiendo tu cuello, tu sangre es deliciosa, y tus pequeños fragmentos de recuerdos pasados me dan aún más placer. Siento como tu espalda se contorsiona anunciando la pronta llegada de un orgasmo, y me apresuro a alcanzar el mío también. Te embisto una, dos y tres veces antes de que por fin sienta como la sensación del orgasmo me cubre por completo. Tu miembro explota, expulsando la exquisita esencia de tu cuerpo. Cubres mi vientre con tu semen y pareces avergonzado buscando algo con qué limpiarme, entonces te beso una vez más para que te relajes. Saco mi miembro de ti, te quejas asombrado de que aún este duro. Te sonrió y me levanto limpiándome con tus sábanas. Me subo el pantalón y te miró, tu cuerpo es perfecto, te cubres con las frazadas, confundido por lo ocurrido.
- Adiós –te lanzó un beso y me dispongo a marcharme.
- No te vayas –corres hacia mi y me abrazas por detrás- quédate conmigo.
- Pequeño –suspiro- no te preocupes, volveré a ti cuando te necesite.
Me suelto con delicadeza y cruzo tú última puerta, “Ha sido genial”, te susurro.
Camino de regreso a mi auto y me apresuro a llegar a mi departamento y ocultarme del maldito Sol. Me recuesto sobre mi cama, y disfruto de la sensación placentera de haberle hecho el amor a un hombre hermoso. Pienso en tus recuerdos, perdiste a tu novia en un accidente y desde entonces sólo has estado con otras mujeres por placer. Es triste tu existencia vacía, casi tan triste como la mía…
Antes de cerrar mis ojos, siento la esencia de un inmortal cerca de mí. A unos kilómetros de mi departamento. Un osado inmortal nacido aproximadamente hace quince años que no teme ser descubierto por mí. Es extraño que no sienta temor de mí, parece incluso casi absurdo. Cierro mis ojos sabiendo que a la siguiente noche le buscaría.
siiii jae es seme!!!!! esta buenisimo ...
ResponderEliminarahhh O__O
ResponderEliminarsiiiii vuelve a mi cuando me necesites o cuando te de la ganaaa!!!! *¬*
como he envidiado a yunho, por dios X-X
jae penetrando?!!! es algo diferente y suena interesante *w*
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