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Arualthings

Marionette cap 4

El primer diario

El clima no pintaba un buen día ya que todo el tiempo estuvo nublado y por la tarde comenzó a lloviznar un poco, las hojas de los árboles, de los arbustos parecía que tuvieran cristales por las gotas que sostenían suavemente en sus verdes y vivos pétalos. El pasto hacia un pequeño chirrido por todo aquel que pisara sobre él, los truenos se hacían presentes iluminando las nubes que chocaban entre sí. Aunque apenas iban a dar las tres de la tarde, parecía más las siete u ocho de la noche; el viento soplaba suavemente, pero su tacto era tan frío para la piel humana, en especial para Yoochun, quien después de una larga caminata por fin había llegado a esa vieja y lúgubre carpa.

Su cuerpo temblaba, aun tenía la sensación de que alguien lo observaba o tocaba su hombro, el sabor amargo en su boca no se iba, presentía que volvería a ver aquel payaso. Y nuevamente como en su sueño, se encontraba parado frente aquella enorme carpa; todo estaba cambiado y comenzó a mirar todo con detalle, pensó que sería igual de aterrador que su sueño. Pero no era así, era aún mucho peor.

El paisaje parecía haberse erosionado, alrededor estaban árboles muertos y detrás de ellos unos con pocas hojas, seguidos de otros ya mas vivos como en todo el bosque, junto a la enorme carpa de circo la cual estaba muy gastada y rasgada, manchada de lodo, tierra, llena de polvo y telarañas que se divisaban por las gotas de agua de la lluvia; existían unas jaulas deterioradas que por obra del viento hacían un chirrido que erizaba la piel hasta del mas valiente, llena de barrotes oxidados y decorados en mal estado sin pintura ya muy viejos. De igual manera con el movimiento de la brisa hacia que se ondulara de manera brusca la lona donde no estaba sujeta, aquella que estaba desgarrada por los bordes. Una luz se diviso dentro de aquel lugar, parecía ser aquel Pierrot haciendo que esa pequeña luz con forma humana asustara a Yoochun, de tal manera que pego un grito y se aferro a aquella pala que llevaba.

Respiro hondo y se quito la capucha dejando que la lluvia que había avanzado mas lo mojara por completo. Llevaba un quintero para iluminar su camino, aunque por el agua parecía ser inútil ahí, una pala para ver si podía desenterrar algo del pasado y una maleta pequeña para guardar todo lo que encontrase.

-¡S-s-soy yo!- dijo tartamudeando, dirigiéndose a esa luz blanca –He… decidido ayudarte- pobre, estaba tan nervioso que no sabia si temblaba por el frío o por el miedo de ver como esa luz blanca se acercaba lentamente.

Dio unos pasos hacia delante, escuchando como el pasto mojado junto con la lluvia rozaban sus zapatos, cuando estuvo a punto de entrar, la luz blanca desapareció, en su lugar una música de feria comenzó a sonarse, con cascabeles, acordeones, triángulos de metal, tambores y arpas se identificaban y era lo que más sonido abarcaba de esa tétrica melodía.

El pelinegro trago saliva y al estar dentro prendió el quintero iluminando su camino percatándose que todo estaba hecho un desastre. Pedazos de madera y barrotes oxidados estaban en el suelo, lleno de tierra y polvo. Con su tenue luz el moreno pudo divisar que la madera de las gradas donde el público se sentaba estaba roto pues la humedad hizo que la madera se pudriera por todos esos años sin usarse.

En el centro había un enorme círculo que se delimitaba el escenario y el publico por madera finamente cortada, tenía triángulos de colores azul, rojo y amarillo pero su mal estado hacían que esos colores se apagaran. Dentro del escenario un pequeño estrado que al parecer era para el anfitrión.

Existía un pestilente olor de madera vieja con tierra mojada pero el problema no era ese, si no que también habían ratas habitando ahí. Yoochun solo las brincaba para que estas no lo tocaran y mordieran; pobre eran tantas que su pala no era suficiente para alejarlas.

-Creí que nunca vendrías - se escucho una voz muy tímida cuando Yoochun seguía espantando a las ratas, lastima, pues él resulto ser el asustado al escuchar esa misteriosa voz.

Se giro y vio a ese Pierrot el cual era como si estuviese vivo, lo curioso es que no tenía puesto su traje con el que había soñado; traía puesto una camisa blanca percudida, que se encontraba entre abierta como si alguien lo hubiera jalado rompiendo así los primeros botones; le quedaba muy grande y las mangas las tenía dobladas hasta los codos. Usaba un pantalón de tela muy delgada de color café, los tirantes del pantalón los traía colgando en las caderas que llegaban hasta sus rodillas, ese pantalón parecía quedarle muy corto pues llegaba a la mitad de su pantorrilla; sus zapatos estaban rotos y muy gastados.

Yoochun seguía mirándolo y se acerco a comprobar si podía tocarlo pero su mano lo atravesó como si no existiese ahí, asustado por no obtener lo que quería solo se alejo dando un paso en falso cayendo sobre la madera del suelo, lastimándose la espalda pues se escucho como tronaba algo de ella.

-Lo que estas buscando esta en la enorme caja- Susurro y como el viento desapareció.

-¿Qué… fue eso?- Trataba de reincorporase pero realmente se había lastimado, cuando por fin recupero la compostura, comenzó a buscar con su quintero una caja… tardo minutos, inclusive horas para encontrarla hasta que la hayo. Se encontraba detrás de la enorme carpa, donde estaban los vestidores; por desgracia tenía un enorme candado.

-Ni modo… a golpearla- cuando estuvo a punto de pegarle al candado con la pala para romperlo, este se abrió de golpe cayendo sobre la tierra. Se asusto tanto que sus pupilas se dilataron mientras que su respiración se acelero de un golpe.

“Moriré de un infarto…. tranquilo Yoochun, tranquilo… si el quesera lastimarte ya lo habría hecho”

Cuando se calmo se coloco de rodillas y de las esquinas sujeto la tapa de la enorme caja de madera y la abrió despacio escuchándose un escalofriante chirrido de las bisagras. Tomo el quintero para ver que era lo que tenía dentro y noto que había muchos papeles dentro de él, todos ellos con propaganda del circo, boletos ya muy viejos, fotografías de todos los actores del circo hasta que encontró una del difunto.

-Jaejoong…- dijo suavemente al tomar aquella vieja fotografía entre sus manos de tono sepia, el pelinegro de cabello corto se mostraba como Yoochun lo había visto horas atrás.

Guardo la fotografía de él, unos papeles del circo y un fajo de cartas que estaban al fondo, pero cual fue su sorpresa al ver que el soporte se escuchaba hueco, eso llamo mas su atención sacando todo lo que tenia por dentro, toda la basura que al menos no lo serviría al moreno intrigado. Cuando se percato que en una esquina había un pequeño hueco, metió un dedo y levanto aquella plataforma falsa se encontró en el centro con un pequeño encuadernado de piel, unas hojas mal acomodadas y viejas y una llave de bronce con un decorado muy exquisito y detallista.

-¿Qué será esto?- cuando estuvo a punto de hojearlo y leer su interior, un enorme rayo cayó muy cerca del lago haciendo que se iluminara por unos instantes, cosa que volvió a aterrar al pelinegro, pues cuando se ilumino la carpa, pudo ver extrañas sombras detrás de ella, moviéndose lentamente y acercándose mas. Fue cuando el sonido del trueno tapo sus oídos e hizo vibrar el suelo donde se encontraba. Horrorizado y con la piel erizada, tomo el pequeño libro junto con la llave y salio corriendo de ahí, nuevamente tropezándose en su camino con varas y piedras, por fortuna no se cayo a pesar de que la lluvia se hizo mas intensa.

Al llegar a casa, tuvo la fortuna de que no existiera ni un alma en ese momento. Subió a su habitación, se quito todo lo que traía y guardo bajo la cama aquella bolsa con todas las cosas que había encontrado. Cansado de su inesperado escape y totalmente congelado decidió tomarse un delicioso baño de agua caliente. Los vidrios se empañaron por el calor y poco después la habitación estaba llena de vapor.

El moreno de cabello largo, entro a la tina dejando escapar un leve gemido del placer al sentir algo tan calido en sus pies, se acomodo sentándose en la esquina de la mueble blanco que en sus bordes comenzaba a calentarse y cerró los ojos disfrutando de un placentero baño.

“Yunho…”

Se ruborizo de nuevo al pensar en aquel apuesto hombre con el que había chocado y mas aun se había avergonzado de si mismo al pensar de nuevo esa escena que se repetía, como una pegajosa melodía.

“Oh….Yunho” escuchaba en su cabeza aquellos gemidos placenteros del excitado arlequín y aunque el no quisiera también se estaba excitando, recordaba como las caricias del castaño desgarraban la piel en un éxtasis que el arlequín no podía controlar; su cuerpo era totalmente para él y respondía por cada acción y movimiento de su amado.

-Ah… Yu… Yunho- dijo entre un gemido el pelinegro mientras comenzaba a estimularse con sus manos, las bajaba suavemente sobre su cuerpo, metiendo las manos bajo el agua que comenzaba a ponerse un poco turbia por el calor; tomo su miembro y comenzó a estimularse. Él no sabía por que lo hacia, pero le gustaba, quería mas… le encanto esa escena de cómo Yunho devoraba por completo a Jaejoong, haciéndolo suyo una y otra, otra y otra vez. Sentía envidia por el Pierrot siendo poco después rabia al no tenerlo; por su cabeza fugazmente paso “querer ser él” quería probar que se sentía.

Fue entonces que cuando entre abrió los ojos y se dio cuenta de lo que estaba haciendo, se asusto por sentir ese sentimiento. Levantándose de golpe de aquella tina.

“¿Pe…pero que estoy haciendo?” –se pregunto a si mismo mientras respiraba algo agitado –“¿Por qué lo hice?... estoy mal… debo… debo de estar cansado... Si solo es eso, cansancio”-

Temeroso por lo que había hecho minutos antes y confundido de sus sentimientos pues realmente le había gustado prefirió indagar lo que había encontrado en esa enorme caja. Al salir de bañarse y ponerse ropa más cómoda, cerró su habitación con seguro y saco la bolsa con todos los papeles.

Comenzó a leerlos detenidamente, la mayoría era solo propaganda y cosas sin importancia; como bitácoras de cuando se enfermaba un artista o cuantas funciones realizaban, tenía funciones por todos los rincones de Europa y Asia.

-¡Vaya!… Jaejoong nunca falto a ninguna función- Cuando termino de leerla, la dejo a un lado de él en su escritorio y tomo aquel fajo de cartas, era demasiado grueso y muy pesado. La pereza le gano y decidió dejarlo para el final. Tomo aquel libro de mal estado, con las hojas muy mal acomodadas y eso se veía desde su portada, cuando lo abrió noto que unas hojas estaban rotas e inconclusas pero lo que traía el libro era algo mas interesante.

-Es…. ¡es su diario!- impactado, comenzó a buscar algo de relevancia, pues todo lo demás contaba de lo que había hecho y gente que había conocido. Hojas que estaban solo llenas a la mitad. Al encontrar el nombre de su amante los días duraban más de cuatro páginas.

Y así Yoochun tendría que desvelarse para poder entender los sentimientos del arlequín.

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