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Arualthings

Our Love is True cap 8

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¿CITA?




La casa del mayor de los chicos seguía en completo silencio, desde que Junsu y Yoochun hubieran dejado el lugar los dos chicos restantes no dejaban de caminar de un lado para otro, es que si querían que pasara algo, pero bueno en realidad esa no había sido una buena reacción, o ¿sí?
El más preocupado de los dos chicos era JaeJoong, es que el sabia como era su amigo y lo frágil que se ponía cuando de Yoochun se trataba, no como que el otro no supiera de su amigo, pero vamos, Yoochun es un chico fuerte que puede resistir un par de golpecitos de la vida, en cambio Junsu aun que pudiera soportarlos, Jae sabía que eso le afectaba mucho.

-creo que hemos metido la pata YunHo –dijo Jae un poco preocupado por la expresión que había tenido Junsu cuando se había despedido de ellos

-eso no lo sabemos boo, además si se hubieran peleado no creo que se hubieran besado –dijo el chico

-no debimos de haber visto aquello –seguía preocupado el mayor –si no hubieras sido tan terco en ir a mi habitación no hubiésemos tenido que pasar por aquella escena

-¿y qué tiene de malo eso boo? Solo los vimos besándose, ni que los hubiésemos visto haciendo el amor –dijo el chico algo molesto por la forma tan seria en que Jae se tomaba las cosas

-si… bueno en realidad eso no es lo que me preocupa, lo malo es que después ya no hayamos visto que paso –eso causo una gran sonrisa en los labios de YunHo

-¿no se suponía que te sentías mal por haber visto el beso?... ¿entonces como ahora dices que te hubiese gustado ver lo que había pasado hasta el final? –decía molestando al rubio

-bueno… si nos enteramos del chisme, me hubiese gustado enterarme de este completo, además como ya te dije, por la expresión que tenia Junsu cuando vino a despedirse algo me dice que las cosas se complicaron, lucia tan triste

-pero entiende boo, es algo difícil, no solo para tu amigo sino también para Chunnie, es obvio que los dos necesitan un poco de tiempo para asimilar todo lo que les está pasando, es como yo, yo también necesite algo de tiempo para aceptar que… -callo al instante

-¿”que” qué? –pregunto Jae curioso

-que eres especial para mí, eres importante y me di cuenta de eso –dijo el chico después de pensárselo por un instante

-supongo –dijo el mayor algo triste, honestamente esperaba que le dijera otra cosa

-bueno ¿qué te parece si continuamos con lo que íbamos a hacer? –dijo el chico subiéndose encima de Jae

En ese momento se encontraban en la estancia de la casa, las caricias habían comenzado a incrementarse, los besos llegaban a todo el cuerpo ajeno. El calor de estos comenzaba a subir y su temperatura ya era casi inaguantable. Jae gemía inconscientemente al sentir aquellas manos recorrer su cuerpo por un sinfín de sensibles lugares.
Aun seguían vestidos. YunHo intentaba quitar aquella estorbosa prenda del cuerpo del rubio. La camisa de Jae estaba siendo empujada asía arriba de su cuerpo, dejando parte de su pecho al descubierto. Los labios de YunHo no podían esperar demasiado así que al instante comenzó a besar aquella parte del cuerpo de su boo, que le fascinaba. Los dos estaban tan prendados en aquellas sensaciones. Los dos estaban casi olvidando de que estaban en la sala de la casa de JaeJoong.
Y si no hubiese sido por que los gritos se escuchaban desde de puerta principal, los dos chicos habrían sido descubiertos en aquellas condiciones.
Rápidamente acomodaron sus ropas sentándose en el sofá como era debido, Los dos tenían las respiraciones agitadas y sus mejillas estaban más encendidas que una veladora. Sus labios rojos por la intensidad de sus besos y aquellos despeinados cabellos pasaron desapercibidos para la familia de JaeJoong.




La calle se asía cada vez larga, estaba corriendo rápidamente, pero por alguna extraña razón no llegaba a ningún lado. Pero no era así, la casa de JaeJoong no se encontraba muy lejos de la suya, está asustado, estaba llorando, y es que últimamente eso era de lo más normal para él. ¿Por qué lloraba? Porque estaba asustado, le asustaba sufrir, le asustaba hacer sufrir, no quería repetir la historia.
Cuando creyó que ya no podría seguir mas, cuando sus ojos ya no podían más que ver sus propias lagrimas, asiendo borrosa su vista, llego a casa, después de limpiarse el agua de su rostro pudo ver las grandes puertas de la mansión, el guardia le había abierto rápidamente, normalmente el chico siempre los saludaba, pero en aquella ocasión simplemente corrió a un lugar donde pudiera estar tranquilo. Ni siquiera espero a que el chofer llegara para entregarle las llaves, salió del carro rápidamente y siguió su camino.

Los empleados de la casa lo veían algo extrañados, Junsu no era de los chicos que lloraban, o que no les saludaba, simplemente aquel chico que había pasado corriendo no era su señorito aducido y amable.
Ni siquiera quería entrar a su habitación, el castaño solo paso por la cocina para poder salir al invernadero de su mansión, el lugar era hermoso y de cierta forma buscaba que con eso le diera algo de tranquilidad.

Algunas horas habían pasado, el chico lograba relajarse, pero después de que eso pasaba los recuerdos del engaño de Yoochun volvían a su mente, es que de verdad no sabía que creer ahora, de verdad quería volver con el joven, quería ir en ese mismo instante y decirle que lo perdonaba, que lo amaba y que no podía seguir viviendo sin él, quería gritar que aria cualquier cosa que él le mandara, que podía tomar su cuerpo, que no lo dejara nunca más, nunca más…

El silencio de la mansión era aterrador, en eso momentos era cuando mas solo se sentía, pero entonces como en los viejos tiempos ahí estaba, ahí estaba…

-¿Junsu? –el joven se había acercado al chico que parecía no lucir muy bien

-… JunHo… -este se sorprendió un poco por la presencia del mayor, pero el estado en el que se encontraba no le permitió reaccionar de alguna otra forma

-Junsu… ¿Qué es lo que te pasa? –Las lágrimas del chico eran como unas flechas que atravesaban su corazón, unas muy dolorosas flechas –Junsu por favor dime ¿Qué es lo que tienes?

La vergüenza de verlo a los ojos desapareció, desapareció toda aquella marca que predecía a la confusión, se sentía tan angustioso, sentía que necesitaba de alguien, no le importo ni siquiera terminar en los brazos de aquel chico al que asía poco no podía ni ver por aquel pasado que lo atormentaba, necesitaba de aquellos brazos protectores que una vez lo habían envuelto volvieran hacerlo, necesitaba de aquel perfume que le indicaba que las cosas estarían bien, lo necesitaba. Sentía que si no le tenía un segundo más se desmoronaría, que se partiría en dos y que todo su mundo se acabaría.

Esos ojos tristes y esas lagrimas que el mismo se había propuesto a sanar asía ya tanto tiempo, asía ya tanto cuando el chico no había llegado a casa y al salir a buscarlo lo encontró en aquel parque llorando, aquel parque en el que tantas veces habían jugado de niños. Se suponía que nadie lo aria sufrir más, se suponía que él no lloraría, que sería fuerte por los dos, que nunca le abandonaría. Pero que había hecho, había sido tan egoísta y le había dejado, lo lastimo, lo lastimaron.

Sus ojos tristes demostrándole que no había sido el único que sufrió, que no era el único que seguía sufriendo, demostrándole que hasta las personas más fuertes lloran, que hasta las personas más valientes lo asían. Su hermano era así, JunHo siempre había sido su sostén, aquel que lo defendía cuando los niños más grandes lo molestaban, aquel que se peleaba cuando alguien intentaba robarle sus carritos o sus muñecos, ese que una vez casi se ahoga en aquel rio cuando su perrito había caído a él, pero lo salvo, a pesar del peligro que representaba se arriesgo. Siempre era así, siempre estaban juntos, siempre unidos, ¿Qué había cambiado?

Era su niño, su tesoro mas preciado, siempre lo cuidaba y le había fallado, lo lastimo tanto, y se lastimo a él, pero duele, duele que cuando una de las personas más preciadas no te entienden, no te creen, o incluso te gritan. Pero lo que duele más es estar sin esa persona, por que Junsu era su vida, aquel que le alegraba el día, aquel que tenia cada ocurrencia y al final siempre terminaba en tantos problemas, aquel con la sonrisa más hermosa de todo el mundo, podía curar su dolor, podía sanar cualquier herida con esa cándida sonrisa, no quería verlo así, no quería que sufriera, no podría evitarle todo el tiempo los golpes que da la vida, pero de el corría cuenta que nunca estaría solo, que siempre los superarían como los hermanos mas unidos, como lo que eran los hermanos Kim.

El rostro del pequeño descansaba en su pecho mientras sus brazos lo sostenían como si fuera a perderlo, como si se aferrara a la vida. Sus manos sosteniendo la cintura del pequeño y respirando aquel aroma que tanto lo diferenciaba, aquel dulce aroma durazno. Sus ojos estaban cansados, su garganta estaba agotada, sus corazones estaban siendo sanados, una nueva etapa de la vida que ya había sido superada, comenzando así un nuevo amanecer para los dos, uno del que pudieran disfrutar sin arrepentimientos, uno que les de los más grandes placeres que la vida puede otorgar. Harían bien las cosas en esta ocasión, no volverían a fallar…

Sus ojos rojos y cansados de tanto llorar, la cabeza comenzaba a dolerle y ese gran dolor en su pecho estaba desapareciendo a cada paso que sentía los brazos de su hermano apretarle bien, ni el hecho de que se podían asfixiar les importaba, simplemente nada importaba en ese momento, más que decirse con aquel cariño, todo lo que no se habían podido decir en esta larga y dolorosa semana, la peor de sus vidas.

Cuando por fin las lagrimas cesaron de los ojitos cansados de Junsu, el mayor pudo dejarle para poder preguntar con mas calma que era lo que le pasaba, porque tenía que haber una razón de su llanto, y él sabía que no era precisamente por su pelea, ni por la escuela, era algo mas allá de todo aquello, algo que tenía que detener en ese mismo instante, antes de que el tesoro que había cuidado durante toda su vida sufriera mas.
Pero ¿tenía que arruinar el momento?... se sentía bien ahora que podía solucionar todos sus problemas y dificultades, igual podía esperar unas horas o hasta mañana para preguntar por su estado emocional.

Se separaron y sin necesidad de ninguna palabra los dos entraron a la casa con unas sonrisas complacidas por su ahora “reconciliación”.
Al entrar su mamá se les quedo viendo un poco preocupada, pero después de ver el semblante que los dos jóvenes traían no hizo falta decir nada, ni preguntar una sola cosa. Ella conocía a sus dos hijos favoritos y sabían muy bien cuando las cosas estaban bien, y cuando se tenía que preocupar. Supongo que ese es el poder que todas las madres tienen sobre sus hijos, tienen el don de saber si las cosas están bien o no.

-tengo hambre –por fin había pronunciado el menor de los hermanos

-si yo también –respondió el otro con la misma sonrisa –hey! Vieja! Tenemos hambre así que queremos algo bien rico –la señora sonrió nuevamente desde que sus dos soles se habían peleado, Junsu se sorprendió al ver a su mamacita linda en el lugar

-¿Cómo que vieja?... JunHo eres un maleducado, esas costumbres no las tomaste de mi, ni de esta casa

-ya ma’ lo único que queremos es comer, que no ves que esto lo tenemos que celebrar – volvió a hablar el mayor de los hermanos con la misma sonrisa superior que sabia molestaba a su progenitora

-se supone que ese maldito colegio te tiene que enseñar a ser educado, me doy cuenta de que las cosas no cambia, yo que soy su madre, ¿Qué le pasa a esta gente? –murmuraba la señora dirigiéndose a la cocina de la enorme mansión

-como te quejas ma’ –sonrieron los dos jóvenes ante los comentarios de su mamá

El mayor sostenía a su hermano, el chico aun estaba algo atontado por las horas que había durado hincado en aquel lugar, además de la cantidad increíble de lágrimas que había derramado. Salieron del hermoso lugar lleno de plantas, como su nombre bien lo decía era un invernadero. La señora caminaba delante de los dos jóvenes, al llegar a la cocina y en lugar de mandar a sus dos bebes a descansar, la madre de estos los puso a ayudarle con la rica comida que seguro prepararían.


Y por primera vez en tantos años lo había comprendido, por primera vez en esos diecisiete años había comprendido que Junsu ya no era un niño, entendía que en su mente ahora ya habían más cosas aparte de jugar futbol, aparte de pasar tiempo con el jugando juegos de videos, entendía que su niño ya había crecido y que el ya no podía hacer nada, pero también entendía que nunca le dejaría, que a pesar de que su cuerpo y sus pensamientos cambiaran, el nunca le dejaría solo, el no se rendiría y nunca lo abandonaría, que siempre estaría ahí para poder ser aquel hombro en el cual el pequeño pudiese llorar, nunca lo abandonaría, nuca…


Y de esa simple manera la relación de hermanos volvió a ser la misma de siempre, incluso se sentían más maduros en aquel instante, más preparados para los problemas de la vida, o cualquier tipo de cosas que pudiesen venir.




El tiempo había pasado rápido, Changmin y Kazuya todo el día habían estado disfrutando y riendo como hacía mucho no lo asía. Después de la película los dos jóvenes habían decidido ir a algún restaurante, el estomago del moreno estaba replicando desde la mitad de aquella entretenida película la cual se había estrenado ese mismo día. Kazuya conocía un sin fin de buenos lugares a los que podían ir, en ese ocasión eligieron un restaurante de comida Mexicana, y es que con lo que al menor le encantaba el picante no pudo evitar preguntar por algún buen lugar que el otro conociera.

Al instante en el que cruzaron la puerta un delicioso aroma llego a sus sentidos. El lugar estaba casi vació, cosa por la cual Kame agradeció. Las mesas de madera y las paredes de aquel ladrillo rustico asían ver el lugar glamuroso y elegante. Los meseros bien vestidos con aquellos uniformes negros con blanco, mientras que en la cocina se podía observar como toda aquella gente se movía rápidamente para poder complacer a los pocos clientes que en ese momento se encontraban.
Al entrar uno de los meseros los llevo hasta la mesa que les tocaría. Los chicos caminaban detrás de el, el menor aun anonadado por aquel delicioso aroma que había vuelto loco sus sentidos. Kame ya había visitado ese lugar más de una ocasión así que el chico no estaba sorprendido, solo sonreía al ver la cara del menor.

Después de que el joven tomo la orden de los dos chicos, este se fue asía la cocina para poder llevarla a cabo. Kame era de los chicos que nunca se quedaba callado, pero en aquella ocasión y de una manera por demás extraña no había dicho palabra alguna. Y es que con solo ver el rostro del chico la respiración era algo que no recordabas, se te olvida incluso tu propio nombre. Aquella mirada de alegría al ver la comida llegar y aquellas manos inquietas que se movían rápida y desesperadamente.

-ah... jeje lo siento, espero a que traigan tu plato –dijo el joven al notar que el otro chico aun no tenia su comida

-no es necesario Min –sonrió

-claro que lo es, no quiero que pienses que soy un maleducado –dijo firmemente el menor

-jajaja “que lindo” –pensó Kame al descubrir aquella parte tan educada del menor

-bueno, además no es como que no pueda aguantar “soporta, soporta, solo un poco más” –pensaba el chico al ver como aquel vapor salía de su comida calentita y el que no podía ni darle una probadita

-pues eso no es lo que me ha dicho Junsu de ti, según sus palabras exactas eres un barril sin fondo –rio el chico al recordar todo el drama que había hecho su amigo, cuando le pregunto acerca del moreno que tenia frente

-no le creas, es Junsu que no se aguanta de molestar a los chicos tan cutes como yo “maldito nalgón” –y si hubiera estado con otra persona no le hubiese importado comenzar un drama acerca de lo mentiroso que era ese pequeño nalgón

-jajaja, y… -el mayor estaba algo dudoso, sentía que preguntar algo como aquello era ir demasiado rápido –y…

-¿y? –repitió el chico al ver tan dudoso al japonés

-bueno… Changmin yo sé que es algo pronto y que incluso que soy un chico extraño, pero esto es algo de lo que estoy cien por ciento seguro, tu eres un chico súper interesante y siento que tenemos buena química, desde que te vi me caíste bien, y la verdad siento que yo también te caigo bien a ti, no se tal vez me equivoque, pero eso no me importa, si algo que he aprendido con el tiempo es nunca dejar pasar las oportunidades que te da la vida, yo se que ahora tengo una que la verdad no pienso dejar pasar, y si lo sé, tal vez tu no sientas lo mismo pero está bien, con que me des una pequeña oportunidad yo seré el chico más feliz del mundo…

-aquí esta su platillo –tan inspirado que estaba y aquel mesero guapo tenía que llegar y arruinarle el momento

-gracias ^^ -dijo Min que por fin podía comenzar con sus sacrosantos alimentos

-TT______TT –si que tenía mala suerte –“¿Por qué a mí?”

-ok… itadakimasu –dijo el chico llevando la comida a su boca al instante

-T_T

-¿Qué pasa? –Pregunto inocentemente el chico – ¿no te gusta lo que te han traído? –distraído como él quiere

-no es eso, es solo que he olvidado lo que te iba a decir –termino el chico

Changmin, no era que no le importara o que fuera un descortés, pero de verdad quería comer aquel delicioso platillo que le había traído. Su estomago ya le estaba rugiendo desde asía mucho y no esperaría ni un minuto más. Eso en realidad no le había molestado a Kame, sabía que el chico no lo hacía con mala intención, de hecho creía que era un tonto al no poder decir algo tan fácil como me gustas, o… ¿creo que me gustas? En ese momento algo hizo click en la cabeza de su amigo, ¿estaba seguro que Changmin le gustaba?, o era simple atracción física. Le fascinaba estar con él, le encantaba su forma de ser. El chico era modestamente perfecto. Pero hasta a aquel punto el mayor entendió que lo que sentía aun no era amor, lo quería, de eso no cavia duda, pero Changmin no era de los chicos que merecieran sufrir, o simplemente ser un remplazo. En ese momento recordó lo que hasta hace poco sentía por aquel chico, aquel que nunca supo lo que en su corazón se encontraba.

La comida había pasado increíble, siempre era muy divertido observar a Changmin y darse cuenta de su amor por la comida. “genial, algo más que se dé el” y es que si alguien sabia que para conquistar a un chico se tenía que conocer el terreno así como estudiarlo, ese era Kamenashi Kazuya. El mismo de un momento a otro comenzó a amar de la misma forma aquella comida, no sabía la razón pero el solo hecho de que para Min fuera buena, asía que también fuera buena para él, y no que no le gustara la comida mexicana, pero el siempre había sido un chico al que le gusta cuidar su figura, y con tantas delicias de aquella comida cualquiera podría perder el autocontrol y subir algunos kilitos.

Después de hora y media, el mayor lo único que hacía era ver como el pequeño devoraba el tercer placo de aquella tentadora comida. “como puede tener ese cuerpo” pensaba el mayor al darse cuenta que el cuerpo de Min era completamente perfecto, para nada parecía ser de los chicos tragoncitos.

-Min –dijo tímidamente –Min… -volvía a repetir

-eh? –el menor se dio cuenta de aquel el joven le estaba hablando después de casi treinta segundos –dime –dijo terminando lo último de su plato

-no crees que sería mejor que nos fuéramos, digo… ya hemos durado mucho aquí y… -decía nerviosamente, no quería que el joven se molestara con él, por interrumpir su sacrosanta comida

-claro, la verdad hubiese sido mejor que me dijeras antes jajaja, es que a veces pierdo la conciencia con la comida –dijo sonriendo –bueno, ahora si no te molesta iré al baño –se levanto el chico

-claro –le sonrió

En el baño el menor se lavaba los dientes, el chico conocía su manía de estar comiendo a cada momento, así que siempre llevaba con él un cepillo y un pequeño dentífrico que eran demasiado cómodos ya que eran como una miniatura. Terminando de hacer lo que hizo tiro los artefactos en el bote de la basura y por fin salieron para poder seguir con su cita. “¿cita?” le parecía de locos pensar que estaba en una cita con aquel joven. No habían pasado muchos meses desde que había tenido su ultima relación y le parecía extraño comenzar con una tan rápido. Pero en ese momento no había lugar para caras tristes, sonrió antes de tomar el brazo de Kame y como buen caballero que era, pago la cuenta. Los chicos salieron muy felices de aquel lugar, como dicen, barriga llena, corazón contento. Y esa frase le quedaba a la perfección al pequeño Minnie que no podía vivir sin su adorada comida, pero como ya lo había dicho era un punto bueno, tomaría clases de comida y de esa forma podrá llegar más fácilmente al chico.

No habían planeado muy bien las cosas, Kame por la experiencia de la otra noche, sabía que no era buena idea ir a un antro, tenía que pensar en un lugar divertido y que fuera del agrado para el joven, claro que también le gustara a él. Su cabeza casi explotaba, él y Changmin solo caminaban por una de las calles de Seoul, pero el pequeño para nada estaba aburrido, le parecía que aquel silencio, y aquella atmosfera era simplemente perfecta, se sentía como en el pasado. Por otro lado, el cerebro del mayor casi explota, estaba a punto de rendirse, pero entonces recordó un buen lugar, uno al que solía ir cuando era pequeño o con algunos amigos.

-Min –dijo tiernamente interrumpiendo la tranquilidad del moreno – ¿te gustaría ir a algún lugar? –pregunto tiernamente

-claro, ¿A dónde quieres ir? –sin duda el castaño era de lo más amable y simpático

-es una sorpresa, ven vamos –el mayor jalo al pequeño rápidamente para que así pudieran llegar pronto

Caminaron un poco, después de eso subieron al subterráneo y por ultimo subieron una pequeña colina, demasiado pequeña para ser exactos. Min aun no sabía a dónde lo llevaba el chico, eso y que además no conocía mucho la ciudad, cuando era más pequeño casi no salía y si lo hacía era a lugares cercanos. Una gran sonrisa se formo en su rostro al ver el lugar al que el chico le había llevado, sin duda aquel joven le caía de maravilla.

-el parque de diversiones ¿eh? –seguía sonriendo

-sip, pero en realidad me gustaría que fuéramos a la pista de patinaje, quiero patinar Min –unos lindos pucheros se formaron en su rostro, si Min, vamos a patinar, pensó el menor

-ok, bueno vamos



Todos los miembros de la familia se quedaron callados, todos incluso las hermanas del rubio habían guardado silencio. Y si no fuera porque todos desconocían que el chico era gay, sin duda sabrían con facilidad lo que los dos habían estado asiendo hasta asía unos segundos. La mamá del joven se quedo quieta, lo único que pensaba era que aquel joven era sin duda con chico muy distinguido, se veía elegante. El papa del joven simplemente paso de largo, camino hasta donde su hijo y espero a que estos se levantaran de donde estaban. Jae y YunHo seguían algo nervios, casi habían sido descubiertos y sentían que todo su cuerpo llevaba evidencia de aquello.

-ah –los dos jóvenes se levantaron –papa él es Jung YunHo, es un amigo de la escuela –dijo Jae respetuosamente

-mucho gusto señor, es un placer conocerlo –saludo el joven

-el gusto es mio señor Jung, mi hijo nos había mensionado acerca de usted –el señor tenía el seno fruncido, ¿razón? Quién sabe, simplemente había un instinto de padre que lograba que aquel chico no le agradara del todo

-el me a hablado mucho de ustedes –sonrió el joven, las mujeres detrás del señor Kim estaban anonadadas, el chico era sumamente apuesto que incluso la señora Kim había suspirado

-bueno, las jovencitas que se encuentran acá son mis hijas, y mi esposa –después de una presentación informal la señora les había preguntado por la comida, Jae le dijo que estaba a punto de comer, que ya casi habían terminado de prepararla.

Las tres jovencitas no dejaban de ver a YunHo, fueron a “ayudar” a su hermano con la comida, por razones de agradarle a ese apuesto chico que permanecía sentado en uno de los sofás junto con los señores Kim que no dejaban de hacerle preguntas. Jae estaba de lo más asustado, era como si estuvieran analizando al mayor, incluso parecía como aquellos días cuando las chicas llevan a sus novios a casa para que conozca a la familia, y sentía que si YunHo no pasaba aquella prueba seria el final de su relación. Aquello pensamientos lo hacían sonreír, se sentía increíble pensar que tal vez después de la aprobación de sus padres los dos terminarían casándose.

-¿en qué piensas Jae?... pareces estúpido riéndote así –menciono una de su hermanas

-ya cállense –pro ni eso podía quitarle su felicidad

-oie, Jae –le hablo una de las chicas –tu amigo… ¿tiene novia? –pregunto la chica algo apenada

-cierto Jae, ese chico tan guapo ¿tiene novia?... vamos dinos –hablaron las otras dos chicas

-pues… no tiene –un brillo apareció en los rostros de todas las chicas

-pero está pretendiendo a alguien –soltó el chico antes de que fuera muy tarde –además es muy joven para ustedes, ustedes ya tan muy viejitas

-claro que no, además eso no importa, ese chico está muy bueno –le molestaba que dijeran eso, como podían hablar así de su YunHo, SU Yunnie

-pues ya les dije, el está pretendiendo a alguien, y esta súper enamorado de esa persona, incluso ya ha pensado en pedirle que viva con el –decía el chico molesto, no le importaba mentir con que nadie se metiera con su YunHo

-¿enserio? –preguntaron las tres chicas decepcionadas

-sip, así que no les recomiendo que se ilusionen, el no tiene ojos para nadie más que para esa persona –termino antes de salir con algunos platos asía el comedor -listo, la comida ya esta lista

Los señores se levantaron de donde estaban, caminaron hasta la cocina para poder ayudar a poner la mesa. YunHo camino detrás de ellos, pero la señora Kim le pidió que esperara, que él era invitado así que no tenía que molestarse.

-¿Qué te han dicho YunHo? –pregunto el mayor de los chicos acercándose al moreno

-solo me han preguntado acerca de mi familia, del porque vivo solo con un amigo y de tu comportamiento en la escuela –sonrió el joven

-¿sobre mi? –Se sorprendió el otro -¿y qué les dijiste?

-les dije que eras el chico más caliente de toda la escuela –el rubio para de golpe

-les dijiste que yo era… ¿caliente? –el chico enrojeció

-sip, les dije que eras el mejor en la cama, y que te habían hecho muy rico –ahora si al chico le iba a dar algo si YunHo no se callaba, era tan penoso pensar en aquellas cosas, claro que sabía que el moreno solo estaba jugando con él, pro aun así sus comentarios le provocaban algo de temperatura

-malo TT__TT

-jajaja…

-muy bien jovencitos, pues vamos a comer, joven Jung, vera que mi hijo cocina de maravilla –presumió la señora a su adorado ángel

-le creo señora, pro eso de joven Jung me suena algo muy formal, solo llámeme YunHo –sonreía tiernamente

-aahhyyy, mira que mono eres niño, ¿Por qué no te casas con una de mis hijas? –dijo la mujer jalándole su cachetito

-mujer!!!

-mama!!

Los dos hombres de la familia se habían puesto celosos, claro que por diferentes razones, uno por que simplemente no quería perder a sus adoradas mujercitas, y el otro simplemente porque Jung YunHo era suyo, suyo, suyo y solo suyo. YunHo por otra parte no sabía cómo ponerse, feliz porque Jae se mostrara de aquella manera con él, y por otra parte se sentía asustado por la mirada desafiante del señor Kim.

-jajaja, bueno ya chicos, ahora si vamos a comer

De aquella manera todos se sentaron en el lugar que les correspondía, Jae fue el único que decidió saltarse un lugar y sentarse junto a su Yunnie, los cuales de vez en cuando jugaban por debajo del mantel, desde tocarse las piernas, hasta usar aquellas manitas lindas para molestar al otro chico. Por suerte en ninguna de aquellas ocasiones la familia Kim se dio cuenta. Los dos jóvenes no asían más que reír y los demás se preguntaban que era tan gracioso para ocasionar aquello.


Esa tarde los chicos se la habían pasado juntos, querían sentir aquella tranquilidad que ahora volvían a tener. Sin saber exactamente como todos sus miedos habían desaparecido, y no como que ya no los tuviera, pero entonces llego a la conclusión de que estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua. Pondría a Yoochun a prueba, no permitiría que lo lastimaran otra vez, esta vez lo aria bien. En cuando a Jin, que era con el que aun no se hablaba, tendría que quitarse aquella vergüenza y pensar en aquel sexy profesor como en su amigo, como en aquel chico simpático que conoció hace meses.

-Junsu –decía el chico abrazando a su hermanito

-dime… -contestaba este con una sonrisa

-perdón –dijo tristemente

-perdóname tu, tenias razón en preocuparte por mí, es solo que…

-lo sé, fue mi culpa, no debí de haber actuado de aquella manera, fue un poco infantil de mi parte, además ni siquiera sabía la razón o el motivo de aquello, yo… fue un tonto

-si lo se jaja… pero ahora está bien, tú me perdonas y yo te perdono, solo te pido que le demos una oportunidad a Jin, recordé parte de lo que paso esa ocasión, y la verdad es que también fue mi culpa, de hecho fue más mi culpa que la de el…

-¿de qué hablas?

-el había llevado las bebidas, pero yo fue el que me sobrepase, además fui yo quien lo beso y el que comenzó aquello –dijo apenado –perdón…

-está bien Su… pero… si tú fuiste quien inicio aquello, eso quiere decir que tu eres… Junsu… ¿te gustan los chicos? –el menor se congelo -¿Junsu?...

-yo… perdón… -dijo apenado, no quería decirlo abiertamente, pero tal vez esa disculpa ayudaba en algo
-está bien Su, jajaja de hecho es un gran alivio –espera… el menor no había entendido exactamente lo que su hermano le había intentado decir –jaja vamos a seguir jugando –de aquella manera los hicieron lo que había dicho



Sin duda estaba completamente decidido a recuperar el amor de su pequeño ángel, de su pequeño travieso. Después de recuperar su celular el chico había decidido pasar aquellas imágenes a la computadora y borrarlas de aquel aparato. Tenía que ver cuales quería y cuáles no, así que las revisaba detenidamente, mala idea Park Yoochun. Las fotos que le había sacado a su pequeño con aquellos disfraces que solía comprar en una tienda de un amigo. Su cuerpo comenzaba a tomar una alta temperatura, el rostro de Junsu era increíble, en ocasiones con aquella expresión seductora, y otras tantas aun con los pucheros quejándose de que era un pervertido. Los recuerdos lo invadieron rápidamente, ya no podía pensar en otra cosa que no fuera el cuerpo de su niño, la forma de su trasero, su espalda, su pecho, sus telillas las cuales ya había tenido el privilegio de tocar y besar, su miembro que igual solo había probado con la boca, aquella parte de la cual recordaba a la perfección su sabor, el mas delicioso que nunca haya probado.

Su temperatura estaba aumentando, se estaba excitando, sentía como su miembro comenzaba a despertar, y como este había comenzado a doler. Estar viendo a Junsu en su mente y mas a parte estar viendo aquellas fotografías que corroboraban lo que a su cochina imaginación se le ocurría, eran suficiente motivo para ponerlo de aquella manera.
Bueno era obvio que no saldría en busca de alguna chica, y es que no quería arruinar la situación con Junsu, eso y que simplemente no se le antojaba nadie más que su pequeño nalgón. Dejando la computadora a un lado, el chico comenzó a desabotonar su pantalón; se sentía algo inmaduro el estar asiendo eso, hacia tantos que no lo hacía y ahora Junsu lo había llevado hasta aquella situación. Después de que su mente fue dominada por el deseo carnal que en aquel momento tenia, el chico comenzó a masajear su propio sexo, lo hacía rápidamente ya que estaba por completo apenado, solo quería llegar e imaginar que aquel que le hacía todo aquello era su adorado niño.

Su mano se movía descontroladamente, mientras que la otra se mantenía en una esquina del escritorio intentando controlar sus impulsos, intentando no salir corriendo, ir a la casa de Junsu, y simplemente hacerle el amor, hacerlo suyo como siempre debía de haber sido, como tenía que ser.
Un orgasmo no tan placentero se presento, bueno no negaba que si era bueno masturbarse, pero es que no podía comparar aquello con lo que estaba seguro sentiría con su nalgón, con su niño.

-aaafff –se escucho un suspiro desde la estancia

Yoochun comenzó a abotonar su pantalón nuevamente, mientras que limpiaba su mano con algo de papel que se encontraba en el lugar, después de eso salió de su habitación con dirección al baño para poder lavarse el rastro de su desesperación.
YunHo vio como el chico había caminado rápidamente, no le pregunto nada ya que su día con Jae le había dejado agotado, sin duda le había caído muy bien su familia, se sentía como… como una familia, precisamente, era como estar rodeado de personas importantes, personas que no solo se unían a ti por los lazos de sangre, sino que también eran tus amigos; claro que no era como que no se llevara con un hermana, la niña era una persona muy simpática, pero sin duda había una gran diferencia con la familia de Jae, le agradaba eso.

Sintió como Yoochun se sentaba en uno de los sofás de la sala, los dos parecían en otro mundo, se miraban tristemente y como si no tuvieran nada de qué hablar seguían observándose detenidamente. De esa manera pasaron los minutos, YunHo pensaba en ese maldito sentimiento que lo embargaba desde asía días, ¿Por qué tenía que sentirse de esa manera con Jae?... ¿Por qué tenía que agradarle su familia?... se sentía confundido, pero ya no quería pensar en eso, ya no quería ser esclavo de sus propios pensamientos. Yoochun por otra parte simplemente pensaba en como actuaria el lunes en la escuela, como vería a los ojos a Junsu y le daría a entender que estaba ahí, claro eso sin que se asustara. Así pensando, pensando, y pensando, el chico recordó algo que había pasado en la casa de JaeJoong. Era cierto, no había atendido ese asunto y ahora tenía que hacerlo.
Se sentó correctamente en el sofá, y comenzó a ver al moreno con una mirada por demás penetrante, YunHo lo noto después de casi un minuto, se puso de la misma manera que el otro joven y sus miradas se perdieron. El mayor veía como un reclamo, uno muy próximo.

-asi que te gusta como baila mi Junsu –dijo el pelinegro con un tono no muy contento

-pues sí, baila de maravilla –contesto el mayor

-pero no creo que eso haya sido en lo único que te fijases Jung YunHo, -aun más profunda su voz -¿o si?

-para que te miento amigo, la verdad es que si me fije en los atributos del joven, si tan solo de estar parado sin hacer nada se ve genial, ahora imagínatelo bailando y con aquellos movimientos tan sexys, sin duda me encantaría que entrara a nuestro club de baile, seria grandiosos tenerlo en la mima clase –si, se notaba que lo decía para hacerlo rabiar

-te creo amigo, pero lo malo es que el no es una de esas presas que te puedes conseguir por ahí –comento el chico

-quien sabe, tal vez Jae no sea suficiente y necesite de alguien más –dijo retándolo

-maldición Jung YunHo, si tocas a Junsu, te juro que te mato… -dijo seriamente

-ya, ya… sabes que solo estoy bromeando, si está bien bueno tu chico, pero la verdad es que con Jae apenas si puedo, si vieras lo goloso que es –su voz picara ya no sonó tan molesta para Yoochun

-mas te vale maldito, porque a mí no… ya olvídalo –estaba a punto de decirle que no le importaría seducir a Jae, pero es que si le importaba, no quería hacerlo y sentía que de tan solo decirlo, ya estaba pecando

-si bueno, como sea… ¿ya comiste? –pregunto el moreno, después de todo eran amigos y que se trataran de aquella manera no quería decir que no se tomaran en serio la salud del otro

-no… -dijo volviendo a acostarse en el sofá

-pido una pizza… yo ya comí, así que pediré una pequeña –se dirigió al teléfono

-ok…


Después de recoger todas las cosas de la mesa, y de despedir a su Yunnie, Jae había decidido regresar al sofá, claro que en esta ocasión solito y sin esas caricias en su cuerpo. Sus hermanas estaban casi encima de el preguntándole cosas acerca del guapo y educado chico que había venido a visitarlos. Todas estaban encantadas con el joven, Jae por otro lado estaba completamente fastidiado, quería decirles que era suyo, y que así seria siempre, que no le gustaba que sus hermanas se fijaran en su chico, en su novio. Aun que, si analizaba el asunto, él y YunHo aun no tenían nada, es decir que el otro aun no le había pedido que fueran novios, amantes, pareja, o como le quisiera decir, eso volvió a ponerlo algo triste, pero en esta ocasión prefería no pensar tanto en eso y solamente vivir aquello tan hermoso que ahora tenía con el menor.

Los chicos caminaban apresurados por el gran parque de diversiones, se habían detenido como a diez puestos de comida de los cuales Kame tuvo que sacar al menor casi arrastrando, no permitiéndole que siguiera comiendo, no quería que por eso se fuera a vomitar o hasta a enfermar, lo que no sabía es que con el paso de los años el menor de los chicos había entrenado su estomago y fortalecido.
Y cuando al mayor se le antojo un conejito de felpa enorme que se encontraba en un jugo del lugar, el moreno no tuvo más remedio que intentar ganarlo por el chico, pero como odiaba ese tipo de juegos le parecían una forma de violencia, pero no quería arruinar la cita, así que simplemente se dedico a disparar, y curiosamente no fallo en ninguno de los tiros, incluso el estaba sorprendido, el dueño del negocio tuvo que darle ese lindo conejito y así con una sonrisa siguieron su camino.

Estaba a punto de oscurecer, Kame caminaba rápidamente ya que el lugar al que quería ir estaba hasta la otra esquina del enorme parque y con tantas paradas que habían hecho temía que no pudiesen llegar. El otro chico simplemente se dejaba guiar, ya estaba algo cansado, sus piernas comenzaban a doler, pero la verdad quería complacer al chico e ir al lugar que planeaba.
Y asi, después de unos minutos más, por fin habían llegado a la enorme pista de hielo, Kame sonrió triunfador, pero cuando estaban a punto de entrar uno de los guardias los detuvo.

-lo siento jovencitos, pero esto está cerrado –dijo el hombre con una expresión que no les agrado a los dos chicos

-¿Cómo que está cerrado? –pronuncio algo decepcionado el mayor

-así es, las gradas están en mal estado y no queremos que alguien se vaya a lastimar

-pero nosotros no pasaremos a las gradas, solo queremos patinar un momento, le juro que ni nos acercaremos a un metro de distancia –intentaba rogar el moreno

-está bien Min, podemos venir otro día –resignado el chico intentaba calmar a su compañero

-pero es que hemos caminado tanto y todo eso solo para venir a patinar, y ahora usted nos dice que no podemos, que le pasa, además ya le dijimos, no nos acercaremos a las gradas, así que sea amable y dejenos pasar –algo molesto el chico

-ya les dije que no jovencitos…

No, no se puso al tú por tú con el guardia de seguridad, pero con una sola llamada a su no muy agradable padre, fue suficiente para que este convenciera a las personas del parque de diversiones de que les permitieran el paso, y es que con lo influyente que era el señor Shim, nadie quería meterse con él. Otra cosa que el chico tuvo que omitir, fue el hecho de que estaba en una cita con un chico, o algo por el estilo que no estaba muy seguro de eso, por lo menos no en el sentido romántica, ya que ese seria simplemente su fin.

Kame estaba como un niño, y es que el simple hecho de ver la pista de hielo le asía ponerse de aquella manera, recordar las cosas que asía con sus amigos de Japón cuando nevaba en navidad, o lo simple de respirar ese aire y saber que ahí estaba el menor para darle de alguna manera calor, sin duda ese había sido una de sus citas aun que extraña, más feliz.

Los chicos eran vigilados por el guardia que asía unos momentos pasara una vergüenza y una gran regañísa por parte de sus jefes, pero los chicos entendían que era el trabajo de este, y no tenía la culpa de eso.
Se pusieron los patines y sin esperar más el mayor comenzó a patinar en el hermoso lugar, Changmin no sabía qué hacer, nunca había intentado siquiera aprender a patinar, y aquel ambiente tan frio no era nada bueno para su naricita que cada vez sentía se enrojecía mas.
Después de observar un poco los torpes pasos del menor, Kame no tuvo más que tomarlo de la mano y comenzar a moverlo por todo el lugar, algo bueno para el ya que tenía la oportunidad de tocar su cálida mano que curiosamente estaba sudando ligeramente.

-de presa Min –decía el chico emocionado

-me voy a caer, esto… no se patinar –decía con pucheros que desaparecían por el miedo de caer y golpear su pobre potito

-yo te enseñare… ven vamos

De aquella manera, y después de muchas caídas que no solo fueron para el menor de los chicos, sino que también al mayor que por estarlo ayudando terminaba en el suelo junto con este, los chicos habían terminado recostados en el frio hielo con las respiraciones agitadas. Las risas también se hicieron presentes, después de todo era un acto por demás divertido y cada vez Changmin le agarraba la onda a ese asunto.
Los dos chicos no permanecían demasiado en el frio piso de hielo, ya que no querían terminar resfriados, pero estaban por demás agotados y las piernas ya les dolían de sobremanera. Aun que el chico ya podía patinar sin ayuda de nadie, claro no tan bien como el mayor, pero al fin de cuentas sin caerse, el japonés lo seguía sosteniendo de la mano, y es que la cálida mano de Changmin se sentía de maravilla.

-Kame –hablo el moreno –creo que será mejor que regresemos a casa –miraba su reloj, el cual ya apuntaba las diez en punto

-… -se entristeció –tienes razón Min, es solo que esta tan simpático el día

-tienes razón, me la he pasado de maravilla, pero si no llegas a tu casa tal vez tus padres se molesten, creo que será mejor que salgamos, jajaja… además el guardia ya a de estar cansado de vigilarnos –lo tomo fuerte de la mano, y lo dirigió hasta donde pudieran quitarse los patines

-Min… -hablo el chico

-dime –pregunto el chico poniéndose ahora sus zapatos

-… -se lo pensaban demasiado, pero es que no podía imaginarse de que manera reaccionaria el chico ante su confesión

-eh?

-nada, démonos prisa –así los dos chicos salieron del lugar, agradeciendo al joven que ya parecía algo cansado

Los dos chicos subieron al auto del mayor de los chicos, iban algo callados pero aun así tenían una sonrisa en sus rostros que con nada podían quitarse. Sin duda uno de los mejores días, por lo menos después de hacia tanto.
Changmin fue dejado en su departamento, y casi al instante el otro chico se retiro. El menor subió hasta su apartamento aun con ese buen sabor de boca. Pero entonces antes de la puerta se abriera, a su mente llegaron aquellos mismos recuerdos de su pasado, aquellos que le atormentaban y que en ocasiones prefería no tener.


¡¡Min!!... date prisa niño, eres un lento

Porque frases como esas le dolían intensamente, llegaban hasta lo más profundo de su corazón y siempre lo mataban día a día, asiendo que la culpa, el odio, la tristeza… todos aquellos sentimientos que le embargaban y que le dolían se intensificaran…


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