Enemigo capitulo 2

Después de eso,
Después de que la noche oscura terminó,
Ya era demasiado tarde para rehusarse.
Era demasiado tarde para dejar de amarte.

Marguerite Duras

Salgo de nuestra pieza y te veo allí, una figura larga y solitaria, acurrucado en un sofá demasiado pequeño para ti. Llámalo instinto, o como quieras, pero al despertarme supe que no estabas en la pieza, con los demás. Supe que hoy, como tantas otras veces, no puedes conciliar el sueño, ahogado en tus propios sentimientos. Y no puedo evitar acercarme, sigiloso, como un ladrón, y robarme un poco del aire que respiras, un poco del calor que emanas, aún con tu cuerpo descubierto y tus pies descalzos. Tu mejilla se siente suave y cálida, una invitación que lamentablemente mi mano no puede rechazar.

Te acaricio, y soy el peor de todos. El más ruin de los villanos. Pero en estos momentos, mientras duermes y no puedes verme, decido que quizás me permita ser un villano por un minuto más. Te beso, casi imperceptible, apenas como una mariposa aterrizando sobre un pómulo, un párpado, tu nariz… y debo detenerme antes de perder la razón por completo y arriesgarme a besar esos labios.

Siempre me han gustado tus labios. Creo que más de una vez te lo he dicho. También me gusta tu perfil, delicado pero varonil, y tus ojos asimétricos que se vuelven vida, fuego y emoción cada vez que algún sentimiento te inunda. Sé que varias veces me he reído de ti, pero en realidad creo que tus ojos son maravillosos. Y tu cuerpo, claro, terso y firme que tiene algo que me hace querer recorrerlo entero, conocerlo como nadie, y a la vez salir corriendo, lejos de ti, por miedo a hacerte algo de lo cual me podría arrepentir.

Eres hermoso. Todo en ti es hermoso, y por eso me alejo de ti, contemplándote desde una distancia más prudente. Odio tener que medirme tanto, tener que controlar cada uno de mis impulsos, pero si te tengo cerca, no tengo otra opción. Y sólo con observarte, mientras no puedes darte cuenta, debería conformarme.

Sé que soy tu primer amor. Llámalo ego o delirio, como quieras, pero sé que es verdad. Te conozco, me he dedicado a conocerlos a todos, y sé que me amas. Espero que dejes de hacer eso… espero que dejes de amarme. Espero que dejes de torturarte, tratando de averiguar qué hiciste mal, por qué terminamos así. Que dejes de esperar que pase algo.

No dejaré que nada pase entre nosotros, lo prometo.

¿Qué me dirías si te dijera estas mismas palabras en este mismo momento? ¿Y qué piensas de mí actualmente? ¿Piensas que soy un traidor? ¿Falso? ¿Despiadado? ¿Piensas tal vez que en realidad estoy hecho de hielo y piedra, tal y como pensabas la primera vez que me conociste, y que no hice más que jugar un papel otorgado por quienes actualmente dirigen nuestra vida? Eso estaría bien por mí. Incluso no me molestaría que me odiases. Eso sería mejor a que supieras la verdad.

La verdad es que hay veces en que no deseo nada más que correr, dejarlo todo y correr hacia ti, suplicándote perdón, comprensión… Pero no puedo, no debo, y quizás a lo mejor ni siquiera quiero. Porque la verdad es que te quiero, te quiero como a pocas personas he querido, te quiero alegre y enojado, triste o aburrido. Te quiero en tus glorias y en tus decadencias, desde lejos y con disimulo. Te quiero más de lo que revelo, pero menos de lo que te mereces. Y me siento culpable por no poder hacer algo más, algo más que tenerte este cariño mediocre, algo más que darte un pedazo de mi corazón a escondidas, sin que te des cuenta. Pero no puedo, ¿Sabes por qué?

Porque soy de todos y de nadie a la vez. Porque soy tuyo, soy del resto del grupo, soy de las fans, soy de SM Entertainment, soy de mi familia y soy de mi mismo. Y a la vez no tengo dueño.

Porque no sé lo que es pertenecer a alguien en especial. Porque hasta la gente que se supone que nunca, jamás debería abandonarte, incluso tus padres, llega a hacerlo. Créeme, tengo experiencia en este tema. Me aterra ser abandonado, o peor aún, abandonarte.

Porque no sé hasta donde llegue mi devoción, mi deseo, mis ganas.

Porque le temo al sufrimiento.

Porque a nadie en este mundo quiero tanto como a mí mismo.

Es el peor de los sentimientos, aún más cuando pienso en esto mientras observo tu cuerpo tenso y desprotegido, dándome la amarga impresión de un animal herido. Pero es verdad. Porque lo que más deseo en este mundo no es tenerte en mis brazos, todos y cada uno de los días del año hasta mi muerte, no es reclamarte como mío, no es poder ser tuyo. Lo que más deseo es ser feliz, a toda costa.

Y sé que si sigo mis impulsos, si mi instinto le gana a mi razón, sé que si te hago mío, tarde o temprano algo saldrá mal.

Siempre hay algo que sale mal.

Y sufrirás, sé que lo harás. Sufrirás, porque aunque trates de parecer distante y en control de todo, no eres más que un niño confundido. La mayor parte del tiempo no sabes como tratar a la gente, y a veces la gente (me incluyo) no sabe como tratarte a ti, y eso no puede acabar en más que en confusión y desdicha. Un desastre. Porque no importa cuantos años hayas vivido, con cuanta gente te hayas relacionado ni cuantos libros hayas leído al respecto, el amor es algo misterioso y frustrante para ti. Sé que es así. Lo puedo ver, oler, sentir. Lo escucho en tus latidos agitados, en tu respiración entrecortada. Lo siento en la punta de mi lengua, tu sabor, tu esencia que sabe a conflictos y a frustración. A miedo y a culpa. A deseo y a orgullo herido.

Por eso, prefiero alejarme. Porque la propia intensidad de mi deseo, de mi fervor, de mis ansiedades y de mis dudas me aterroriza, tanto como me aterroriza el saber que me amas. Me alejo, esperando que tú también lo hagas, para salvar nuestras vidas. Para no seguir cayendo en este pozo que sin duda alguna tendrá un fondo de rocas afiladas y agua congelada. Arranco de ti porque todo el sufrimiento que tú sientas, yo lo sentiré con aún mayor intensidad. Y eso no me dejará ser feliz, jamás.

Pero tú no entiendes.
Ojala lo hicieras.

Me alejo porque sé que soy tu primer amor, y que si algún día llegases a perderme, no podrías soportarlo.

Sufrirás, tratando de volver a lo que antes considerabas la normalidad, tratando con todas tus fuerzas de disimular. Acá no ha pasado nada. Pero por dentro te sentirás humillado, abandonado, traicionado. Destruido. Y yo seré el único testigo, el único real espectador de la muerte de tus ilusiones. Pero te aseguro que el dolor que sentirás será un leve pinchazo, una leve comezón, en comparación al mío si es que tú llegas a abandonarme. Porque me juré, una y otra vez, que jamás dejaría que nadie, nunca más, me abandonara. Con mis padres biológicos ya tuve suficiente, y aunque diga y diga y vuelva a decir que todo está bien, que no me duele, no es cierto. Esas cosas no se olvidan. Jamás podré olvidar lo traicionero que es el hombre y lo volátil que es el amor. Crees que tu amor es eterno, inquebrantable, que todo saldrá bien, hasta que sin darte cuenta, estás hiriendo a quien decías amar. El amor es así. Las personas son así.

¿Y quién me asegura que tu amor es eterno? ¿Podrías mirarme a los ojos y decir que tu amor solo morirá cuando tú lo hagas? ¿Y podría yo hacer lo mismo contigo?

Nada dura para siempre, aún cuando tu corazón te quiera hacer a entender a gritos que no habrá nunca nada más fuerte, nada más importante que esto. Mi corazón me lo grita a veces, ¿sabes? Y sin que me de cuenta, mis ojos buscan los tuyos y les transmiten el mensaje que mi corazón le manda al tuyo.

¿Haz logrado decodificar los mensajes? Espero que no.

Espero, de verdad, que todo esto se acabe pronto. Que como aparecieron, desaparezcan todos estos sentimientos. Me encantaría que tus ojos dejaran de reflejaran tu decepción, tu tristeza, cada vez que me miras, y que en tu corazón no quede nada de todo lo que un día sentiste por mí. Al menos así la culpa se aminoraría un poco, y las esperanzas decaerían.
Y yo podría arreglármelas con eso, porque después de todo, mi corazón ha endurecido su cuero. Quedarían las cicatrices, no lo dudo, pero podría sobrevivir. Incluso podría llegar a ser completamente feliz. Y que se jodan todos aquellos que dicen que más vale haberlo intentado y haber fallado que nunca haberlo intentado. No quiero arriesgarme a herirte, a arruinar tu futuro. Porque cada vez que te miro, veo un futuro prometedor. Veo un hombre exitoso, con una vida plena. Una carrera gratificante, una esposa igual de perfecta que tú, y una descendencia que llevará tu legado hacia las futuras generaciones. El eterno orgullo de tus padres.

Cada vez que te veo, siento que estás hecho para grandes cosas. No para estar conmigo, para vivir con miedo, con vergüenza. No quiero ni imaginarme un futuro en donde tus padres te desconozcan como a su propio hijo, en donde te sientas abandonado, en donde veas que lo único que tienes es a mí. No sería ni suficiente ni justo para ti. Y si yo puedo evitar que esa injusticia no pase, créeme que lo haré. Y sé que, al fin y al cabo, yo también estaré bien, en el lugar que me corresponde. Yo, sin más grandes ambiciones que la música y el entretenimiento, viviendo de mi voz y de mi imagen hasta ya no poder más, compartiendo mis días con alguien al que quiera, pero al que no tema herir. No será justo para esa persona tampoco, pero bueno, ¿Qué es justo hoy en día?

Por supuesto, no pienso romper nuestra amistad. Ni contigo ni con el resto de la banda, excepto si ustedes así lo desean, pero tendrás más amigos, amigos más adecuados, ad-hoc a tu estilo de vida y a lo que tú eres. Y quizás, por esas cosas del destino, hasta llegue a desaparecer de tu vida por completo, quedando de mí sólo un recuerdo enterrado en tu memoria, al cual sólo desempolvarás de vez en cuando para suspirar aliviado por lo que nunca fue entre nosotros. Y eso estaría bien también.

Eso estaría bien.

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