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Arualthings

Juego de niños cap 8

Prohibido tocar

Yunho se estiró bostezando a sus anchas. Después encogió los pies y se hizo bolita, mimado por la comodidad del futón. Todavía envuelto por jirones de sueños, se regodeó en los recuerdos de antes de haberse ido a acostar. Cómo había logrado dormir tan bien después de lo que había sucedido era un misterio sin sentido, sin embargo, ahora se le venían las imágenes como una colorida cascada que le llenaba el cuerpo de toques y estremecimientos. Tragó saliva despacio, con el sabor de esa boca aún presente, con el fantasma de ese cuerpo encima del suyo haciéndolo querer más.  

Se subió la playera y echó un vistazo, varias amapolas sembradas por la boca de Changmin adornaban su torso y vinieron a su mente ese suave cabello rozándolo, la tibia respiración sobre su piel; esos dedos tocándolo, encendiendo su sensibilidad, esa mirada impenetrable, casi burlona que lo atravesaba mientras sus manos y su boca jugaban con su fruición. Y yuxtapuesta, aquella pura que proyectaba el goce que manaba por cada poro.

Casi inconscientemente alcanzó las marcas con sus dedos y su cuerpo se estremeció deseando. ¿Por qué tan de repente se sentía tan falto y ansioso? No, no quería seguir sintiendo esto, no debía permitirlo. Pero, si Changmin había sido tan complaciente, a lo mejor era porque también quería…

Se quedó un rato más rodando entre las cobijas tratando de evadir aquello, pero al ver que era inútil se levantó, se lavó la cara, incapaz de mirarse en el espejo, acaso temiendo encontrar algo distinto en su rostro, y bajó a la cocina.

Como de costumbre lo recibieron voces.

-Va a ser el festival del fuego en Kyoto, ¿por qué no vamos?- le decía Yoochun a Junsu.

-¡Hasta Kyoto! Qué flojera, además pensaba decirle a Changmin que si quería que lo acompañara, me había dicho que iba a comprar unos libros- Junsu volteó a ver discretamente a Yunho.

-Eh- se desconcertó Yoochun-. ¿Por eso no quieres ir conmigo? Puede ir con quien sea- Se giró-. Yunho, ¿vas a hacer algo hoy? ¿Por qué no vas con Changmin por sus libros?

Yunho alzó la vista confundido, a pesar de que había escuchado todo, al ser introducido de esa manera y con esa petición, se había quedado en blanco.

-¿Que quién va a ir a qué con quién?- interrumpió un adormilado Jaejoong mientras bajaba los últimos escalones.

-Nada, que Yoochun está loco, quiere ir a Kyoto. Imagínate- desvió Junsu.

-¿Qué tiene? Podría ser buena idea, ese festival es muy popular y dicen que se ve muy bonito. Además, si se van en Hikari hacen dos horas nada más- alentó Yunho.

Junsu esbozó una pequeña sonrisa y miró a Yoochun evaluadoramente.

-Bueno, si te animas me dices, mientras vamos a desayunar- exclamó Yoochun poniéndose de pie y yéndose a la cocina con Jaejoong.

Yunho fue a revisar el refrigerador.

-Pásame un pudín de té verde, ¿no?- le pidió Junsu.

-Sólo queda uno y ya es mío- bromeó.

-Eres tan cruel- le fue dirigida una mirada de reproche.

-Es broma, ten- cedió a pesar de sus ganas de comérselo.

-Ahí hay helado de maccha- agregó Jaejoong para su consuelo- ¿Qué quieren desayunar?

-Un cuernito de jamón- pidió Yoochun.

-Yo también- segundó Yunho.

-Yo nada, gracias, ya desayuné con Changmin- dejó salir Junsu como quien no quiere la cosa.

Yunho sintió que algo le rascaba el estómago.

-¿Te levantaste temprano?- le preguntó Yoochun incrédulo.

-Changmin me despertó echándoseme encima- declaró mirando de reojo al líder.

-Entonces supongo que no va a querer desayunar tampoco- infirió Jaejoong con voz extraña.

-¿Y si le preparas uno por si acaso? Si no lo quiere me lo como yo- abogó Yunho.

Jaejoong le dirigió una mirada apagada. ¿Había dicho algo que le molestara o por qué lo veía así?

-Que sean dos, si no quiere, el otro me lo como yo- dijo Yoochun rompiendo la tensión.- Entonces, ¿qué? ¿Vamos a Kyoto?

-¿Tú no quieres ir a algún lado?- le cuestionó Jaejoong a Yunho en tono amortiguado.

Dudó. Sentía la negativa temblar en su boca, sin querer salir, como si temiera decepcionar al otro, quien miraba atentamente la tabla parar cortar, sin encararlo.

-Pues…

-Buenos días- saludó Changmin secamente.

Arena carmesí se espolvoreó por el cuerpo de Yunho.

Todos le respondieron animados menos Jaejoong, quien balbuceó las palabras más para el cuchillo que temblaba ligeramente en su mano. Changmin lo ignoró y se dirigió a Yunho.

-Hyung, tengo tu chamarra desde el otro día, te la doy de una vez para que no se me olvide, ven- dijo y fue de regreso a su cuarto sin siquiera voltear la cabeza.

Yunho lo siguió sin pensar. Se veía tan confiado, tan atractivo aunque sólo trajera un pantalón de algodón que usaba para dormir y una camiseta. Veía sus brazos fuertes balanceándose seguros; las líneas de su cuello a contraluz y la nuca descubierta que invitaba a sus labios rozarla; la cintura que pedía ser rodeada…

-Pasa- ordenó suavemente Changmin abriendo la puerta de su recámara y yéndose directamente al ropero.

Yunho echó un vistazo a la cama hecha ya. ¿Qué pensamientos habrían envuelto esos edredones en la noche, qué sentimientos, Changmin habría recordado eso mientras yacía cómodo ahí?

De repente se puso nervioso, y aún más cuando Max le hizo una seña para que lo siguiera al armario. La luz estaba apagada y el pálido amanecer apenas alcanzaba a entrar en él. Changmin pasaba los ganchos buscando. Atrapado con él en esa tétricamente acogedora atmósfera comenzó a sentir el calor manar de su cuerpo, queriendo alcanzar el de aquél otro plantado tan cerca. Se lamió los labios indeciso. Quizá podría acercarse y abrazarlo sin problemas, sentirlo plenamente sin que el otro se opusiera, como la noche anterior pero… ¿En verdad lo dejaría hacerlo? Tal vez sólo lo había dejado por la apuesta. Aunque, ¿y después? Él mismo se había ofrecido a ayudarlo a terminar, y lo había hecho de una manera tan exquisita… Recordó nítidamente su boca atrapando, marcando su carne, sus manos vivas regalándole placer…

Se pensó acercándose con pasos firmes, envolviendo su cintura, besando su cuello. Ese aroma penetrando en él, envenenándolo divinamente; el peso de ese cuerpo recargándose sobre su pecho y esas manos tomando sus muñecas dejándole saber que podía continuar. Changmin girándose luego para unir sus labios y poder probar una vez más ese sabor que lo deleitaba y lo perseguía. Sentir esas manos en su nuca, acariciando su cabello, acercándolo para profundizar el beso, temblar y compartir con el otro la caricia de la aterciopelada semioscuridad.

-Toma- dijo Changmin extendiéndole algo, cortando sus pensamientos de repente.

Inconsciente de su sonrojo y más que confundido, recibió lo que le daba.

-¿Qué es?- preguntó tontamente.

-Es tu chamarra, se te olvidó esa vez en el vestidor- explicó Max serio.

-¡Eh!- se sorprendió. Changmin esbozó una sonrisa que conjuntaba picardía y desprecio- Oye- comenzó sin pensar-, ¿que querías ir a comprar libros?

- Sí, ¿qué tiene?

- Si quieres voy contigo… Es que Junsu va a ir a no sé dónde con Yoochun- completó al ver la cara de comprensión del menor.

-Tengo flojera- exclamó Changmin desganado y salió del ropero-. Deja me baño y te digo, ¿sí?- lo escuchó decir y agradeció que no pudiera ver su sonrisa.

~ o ~

Caminando entre las calles con Changmin a su lado se había preguntado si había sido buena idea meterse en eso. ¿Para qué se había colado exactamente? Habían platicado más o menos cómodamente de asuntos más triviales que de costumbre, aunque al menos podía decir que habían hablado mucho más que en los últimos días. Si tan sólo pudiera sacar de su cabeza esas estampas malditas de un Changmin sensual y complaciente que se reproducían constantemente en su cabeza y pudiera concentrarse en lo que estaba haciendo, así fuera solamente caminar u hojear una revista, todo sería más sencillo.

Volteó a ver discretamente a Changmin, quien revisaba unos libros en el pasillo contiguo., aumentando su ansiedad con su gesto distante, esa barrera que constantemente impedía saber qué pensaba. Quería saber qué había en su cabeza, cómo se sentía, si estaba nervioso como él, si pensaba que pasaría algo…

“¡Basta!”.

-¿Tú no quieres ir a ver nada?- le preguntó el otro de momento.

-No, está bien… ¿Ya escogiste?

-Sí- respondió mostrándole unos libros-. ¿No vas a llevar algo?

-No- contestó con naturalidad. Francamente, no tenía ni la menor idea de lo que había estado ojeando. Lo dobló y lo puso en su lugar pero… ¡Qué vergüenza! Había tenido la revista al revés todo el tiempo. Se volvió a ver si Changmin se había dado cuenta. Éste sólo le dirigió una pequeña y burlona sonrisa.

-Bueno, entonces, ¿a dónde vamos ahora?- insistió el menor.

-¿Y si vamos un rato al karaoke? Y ahí pedimos chucherías para comer.-Sugirió.

-Bien.

-¿Conoces algún lugar por acá?

-Claro-afirmó Changmin riéndose con gracia.

Le agradó el gesto, lo hacía ver relajado y agradable, y también lo hacía sentirse más a gusto a él mismo.

Caminaron unas cuantas calles y entraron a pedir un cuarto. Les tocó uno amplio (tomando en cuenta que sólo eran dos), con un sillón modular muy cómodo y una pantalla grande.

Ya acomodados, se pusieron a hojear el menú.

-Hay que pedir unas papas. Son el cinco, cero, tres, siete.-dijo Changmin.

-¿Qué quieres tomar?- preguntó mientras apuntaba la orden en la pantalla.

-Mm… Tequila sunrise, ¿o será muy temprano para beber?

-No- se apuró a decir Yunho- Yo también quiero algo así. A ver… Cinco, uno, dos, dos… Y el tuyo… Ajá.

-Y otra cosa que quieras pedir.

-Unos aros de calamar y unos takoyaki. ¿Ya escogiste una canción?

Esperaba que sí, él no quería ser el primero en cantar. ¿Desde cuándo le cohibía?

Después de poco rato llegó su orden e intercalaron canciones con comida y tragos.

En un punto ciego, quizá por la mezcla de alcohol y la atmósfera o algo así, después de que Changmin cantara Un myung, se sintió con valor para escoger Michiyuki.

Comenzó a cantar, su voz tersa cuadraba a la perfección con la suave melodía. Sus gestos al entonar también eran suaves, no podía evitarlo. Y aunque no pensara que esa canción era cursi, él sí que empezó a sentirse cursi de momento.

優しさより深い場所で触れ合うのは痛みだけ。二人を結んで下さい。
Más que ternura, el tocarnos profundamente, es sólo dolor. Átanos juntos, por favor.

Sintió los ojos de Changmin sobre sí por un momento y lo sobrecogió de nuevo esa sensación de intimidad. Se volteó a mirarlo y sus ojos se encontraron. Un fuerte cosquilleo lo hizo temblar pero continuó.

寂しさを知る為に出会うのだと 口つけを交わすまで知らなくて。それでも今君と会えた喜びに震えている。
Encontrarnos para conocer a soledad. Sin hacerlo hasta haber intercambiado un beso. Aún así tiemblo de dicha por estar contigo ahora.

Changmin se lamió los labios y la concentración lo abandonó olvidando el ritmo de la canción. Incapaz de seguirla, sólo le quedó reírse de su error.

-No te preocupes- lo consoló Changmin, inclinándose hacia él muerto de la risa.

De repente habían quedado demasiado cerca. El corazón le dio un vuelco al percibir su aliento tibio impregnarse como brisa sobre sus labios. Embelesado, siguió el rastro hasta capturar la dulce fragancia y selló el beso. A lo lejos alcanzaba a escuchar la melodía que no había parado, pero eso no importaba, sólo existía ese tacto terso y agradable, la textura de esa lengua que probaba su boca, esos brazos enredándose detrás de su espalda como ortigas, atándolo. Él dejó sus manos libres subir la playera del otro y regodearse en la piel de su cadera, de su cintura tibia. Con sólo eso su cuerpo vibraba complacido.

No sabía si era el alcohol o que se estaba acostumbrando al otro, pero se encontraba curiosamente relajado, recorriendo esa piel adorada como un camino de años, reconociendo su textura a detalle.

Changmin acurrucó la cabeza en la unión de su cuello y lo besó lenta y profundamente, proyectando aros cálidos en su plexo, haciendo manar voz ronca de su garganta. Con la mente impedida se dejó deleitar.

No, no debía dejarse llevar pero… Esa boca tibia, deliciosa, la sensación de tenerlo contra sí. Lo deseaba, no podía negarlo y tratar de contenerse sería una absurda tortura cuando el otro también se mostraba dispuesto. ¿Por qué no complacerse?

Sin recato comenzó a abrirse paso entre la ropa, con prisa por deshacerse de ella. Changmin no se quedó atrás, también comenzó a jalonear su ropa, quitándosela bruscamente.

El deseo concentrado se desbordó de golpe, inundando su cuerpo de sangre encendida que bombeaba por el contacto de la piel, las manos temblando de rubíes llamas comenzaron a subir la playera de su compañero. Enardecido con la momentánea visión de ese férreo pecho, se apresuró a marcarlo con sus manos, percibiendo con minucia la textura y los bordes, grabándolos en su memoria ornados de gusto. Entonces lo empujó bruscamente, tendiéndolo en el sillón y se dejó caer. No pudo contener un sonoro jadeo cuando por inercia su pelvis se presionó contra la del otro y fue plenamente consciente de la firmeza de su pasión.

Simplemente se sentía tan bien tenerlo debajo de suyo y sentir los trozos aterciopelados de voz inconstante llegar claros a sus oídos, el pecho abierto a la presión del suyo, la boca semi-abierta esperándolo, recibiéndolo cabalmente con una caricia dulce, áspera, frenética, parecida a la de él. Y mientras bebía ese elixir tan esperado, acariciaba los fuertes brazos y bajaba por la firme cintura, sin detener un momento el vaivén que unía su cadera a la del otro; candentes chispas se abrían por toda su composición, idénticas como un reflejo a las que se expandían debajo. Sentir cómo la pasión del otro se iba avivando bajo ese ritmo en espiral le proveía un placer que lo hacía ser más exigente. Mordió con más saña los labios, la carne expuesta del cuello, empujó su pecho como si quisiera atravesarlo.

Las venenosas ortigas se enredaron de nuevo en su espalda, bajando por debajo de la ropa y atrapando sus nalgas: un gemido se detuvo en su garganta y fue finalmente liberado por la presión de esas manos que lo atrajeron rudamente a la arqueada cadera de Changmin, uniendo su enhiesta concupiscencia, mostrándole el sonoro reflejo de su reacción. Una de esas manos se infiltró después por sus muslos y los sobó por la parte interna, casi alcanzando la unión, torturándolo, llamando indeseables jadeos. Se lamió los labios contemplando el luengo cuello, la línea sólida de su barbilla, las mejillas ligeramente sonrojadas y esa mirada cristalina que apenas dejaba entrever lujuria. De nuevo el brusco encuentro de su cadera y la presión en su glúteos, otro gemido, intenso ocre; una sonrisa, ¿cachonda, burlona?

-¿Estás muy caliente, verdad, Hyung?- preguntó con voz ronca- No te contengas, tòcate… Tócate para mí- terminó cerca de su oreja con voz aún más baja e increíblemente sensual.

Una voluptuosa serpiente de fuego se acurrucó en su abdomen, irradiando un calor embriagante hasta el más ínfimo rincón de su ser. Inmediatamente lo sintió alzarse, empujándolo para que se recargara en el respaldo del sillón, posicionándose arriba ahora. Derramando libídine esencia, alcanzó su cuello y lo sorbió delicadamente para terminar haciéndolo con aprehensión. Yunho sentía como si halara sus venas para beber hasta la última gota de su sangre, que entregaría encantado por tan gratificante sensación. Se quedó inmóvil disfrutando también de la presión de esa mano que descendía, rozando su pecho, su vientre, y comenzaba a desabrochar su pantalón, pasando después sobre su ropa interior con descaro.

-Hazlo- le instó colocándole la mano sobre ese punto hirviente y Yunho, dócil comenzó a acariciarse por encima de la tela, llenando su propio cuerpo de espasmos, jirones de nubes.

Mientras, las manos de Changmin siguieron su camino, arrastrando su pantalón con ellas, papando lascivamente los muslos que iban quedando al descubierto; los dedos enterrándose en sus ingles. Su mirada se posaba claramente sobre él, haciéndolo sentir más excitado, llevándolo a meter la mano en su ropa tratando de apaciguar su palpitante deseo.

Esos ya venerados labios cubrieron las huellas que habían dejado los dedos y un espasmo más violento se dispersó por todo él. Mórbida impresiones entintaron la perceptiva piel de sus carrillos, de su cadera y su costado… Exhaló, deseoso de que tomaran el lugar de su propia mano. A cambio, recibió la caricia en sus pezones y la razón se evaporó poco a poco al roce de esa lengua divina que los cubría de ardiente rocío. Jadeó lenta y profundamente, y aceleró su ritmo, arqueándose ansioso, deleitándose con el roce de su cima contra la niebla del vientre del otro.

Changmin le tomó la otra mano y la puso sobre su pecho, inconscientemente, Yunho pellizcó uno de los bermejos botones que clamaban por atención, al tiempo que cálidos besos y ligeras mordidas eran depositados en su cuello y su clavícula para después ser completamente abandonados.

-Changmin- musitó con voz quebrada, sin detener su propia caricia.

-¿Qué pasa?- preguntó el otro con una insinuante sonrisa-, ¿no quieres ver?- y se arrodilló sobre el sillón desabrochándose los pantalones y bajándolos un poco, dejando ver menos de la mitad de sus muslos, los cuales acarició con un ritmo lento y provocativo, acercándose peligrosamente a su centro de vez en cuando. Después, una de sus manos ascendió despacio por su tronco, pintando lenes curvas de un extremo a otro con trémulos toques que despuntaban en provocativos jadeos, hasta alcanzar encendidas frutas rosadas, oprimiéndolas suavemente hasta teñirlas de rojo. Metió a mano en la liga de su ropa interior y trabajó ahí con visible firmeza, convirtiéndose esos jadeos en gemidos ahogados.

-Yunho…- murmuró mordiéndose el labio inferior.

Esa voz empapada de sensualidad reverberó candente en el interior de su cuerpo y empezó a tocarse con mayor vehemencia, queriendo alcanzar un punto más alto, incapaz de despegar la vista de Changmin, sintiéndose cercado por el vaivén de ese cuerpo encendido, el esculpido torso rociado de preciosas perlas líquidas, la cabeza echada hacia atrás en un gesto entregado y el erótico gesto que revelaba el delicioso placer que le proveía el tocarse a sí mismo.

-Déjame hacerlo- pidió.

Se hizo hacia adelante, pero Changmin lo alejó con una mano sobre su pecho mientras negaba con la cabeza, y luego la dirigió hacia su boca. Yunho, perdido, libó sus dedos sin dudar, soltando una leve queja cuando lo dejaron para seguir deleitando a su dueño.

Qué deseable se veía. Cuánto había querido tenerlo así, igual que aquél día que lo había encontrado placiéndose en la regadera, y ahora estaba ahí, pleno a su vista sin que pudiera alcanzarlo, acariciándose para que lo contemplara y se hundiera en la voluptuosa tortura de verlo gozar, de escucharlo decir su nombre entre enraizados jadeos deseando ser realmente quien lo tocaba, que esos dedos ágiles se movieran por su cuerpo y ajumarse en el calor salvaje que manaba de ese cuerpo.

Sus ojos se encontraron y la poca lucidez que le quedaba se licuó con los colores de la habitación, con el sofocante calor y el deseo contradictorio que exudaba su cuerpo, mezclados con el fuerte agarre de su mano en un candor rápido y maravilloso. Ya no le importaba escuchar su propia voz destrozada por el placer, sólo esa figura erótica, la voz ajena impregnada de cicuta y el alivio de su propio cuerpo vibrante, que alcanzó el punto más alto finalmente y quedó desequilibrado en un tembloroso borde de silencio.

Quebró su endeble soporte el rumor de un delicioso gemido, fruto de la vorágine que se desataba en el cuerpo de Changmin, cuya abrasadora ráfaga lo sacó de esa vacía calma. Extasiado escuchó, miró, saboreó la rendición de ese cuerpo que lo había alcanzado rápidamente y que se tendió derruido, ornamentado con su propia esencia caliente. Quería probarla. Se levantó de súbito y fue contra su abdomen. Lo llenó el gusto amargo del otro y se sintió colmado.
~ o ~

Miraba distraído la alfombra de la camioneta, inmerso involuntariamente en ese silencio impuesto por el menor. Era la primera vez que tenían que soportar la mutua presencia después de un encuentro de ese tipo y lo encontraba algo incómodo dada la actitud de su acompañante, quien actuaba como si nada hubiese pasado, como si no estuviera ahí siquiera, pero así era Changmin de por sí, en un instante se comportaba cortante sin que hubiera una razón aparente.

Recargó el brazo en la puerta, apoyando su cabeza en su puño, y miró de reojo a su compañero. Éste contemplaba el paisaje con un gesto limpio, completamente indiferente a lo que sucedía dentro o fuera. ¿Cómo podían ser aquél afable y sensual la misma persona que éste frío y serio? Quizá era la misma contradicción la que lo hacía tan deseable, la que lo hacía querer amarrarlo a él.

Yunho se mordió el labio inferior mientras evaluaba, y finalmente tendió su mano para alcanzar los delgados dedos del otro, pero Changmin le dirigió apenas una álgida mirada y se alejó del toque, guardando su mano en la bolsa del abrigo.

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