Detrás del espejo
“Al fin puedo estar tranquilo”. Pensó Yunho sentado en su diván, viendo el cielo de oscuro ópalo a través de las franjas que quedaban entre las cortinas.
Había pasado lo que no quería pensar: Changmin lo había rechazado. Se sentía tonto, ¿por qué había tratado de alcanzar la mano del otro, no había razón? Ni que fueran novios o algo así, solamente se había expuesto y había dado pie a que Changmin hiciera directamente lo que hasta el momento había insinuado nada más. No lo había dejado tocarlo en el karaoke y se había alejado fríamente en la camioneta (había sentido una punzada encendida cuando lo había visto guardar la mano en el bolsillo); también cuando a la hora de la cena lo había mirado, el menor se había limitado a dirigirle una mirada indiferente y a voltear hacia el otro lado, dejándolo ahí con una estúpida sonrisa pintada. ¿Cuál era su problema? Habían estado bien en la tarde, ¿por qué de repente esa actitud? Era un poco desesperante.
Aunque en el fondo sentía que había algo extraño, una pieza mal vista, puesta en el lugar equivocado. Si lo pensaba ahora, todo había sido muy raro. Primero el menor se había mostrado rejego, después algo dispuesto y luego demasiado. Fuera lo que fuera, no se rendiría, no iba a perder ni a dejar que lo manejara.
Inhaló hondo con trabajo, la posición no ayudaba a que la respiración fuera clara, pero sus pies se sentían tan bien apoyados en el suave diván que no quería moverse. Sí, muchas veces lo había pensado: el ángulo de su cuerpo recargado en el cómodo respaldo, estirar las piernas, curveándose éstas sutilmente, amoldándose a la forma del diván (¿o el diván se amoldaba a sus piernas?) .No tenía importancia si en los costados quedaba espacio libre pero insuficiente para que cupiera alguien más, para estar de dos, uno tenía que estar arriba. ¿Algo más sugestivo que su propio cuerpo relajado, medio hundido en el asiento y otro alguien pendiendo encima? Le llegaría entonces la delicada estela de su calor; un poco más cerca y pleno el aroma incentivante de la piel ajena: crudo y sensual; más cerca aún y el rumor del aliento interrumpido, la sutil caricia de esa lengua lamiendo sus labios, el peso de ese otro cuerpo balanceándose, haciendo temblar a su semejante, bajando lentamente, subiendo un poco para hacerlo sentir y volver a caer, presionándose. Esa cabeza acunada en la unión de su cuello; la lengua aterciopelada agitándolo con su cálida caricia; cabello fino rozándole la mejilla y cosquilleando. En un descuido, los labios unidos con una familiar y valorado sello. Después, ese cuerpo acomodándose contra el suyo, alcanzando puntos sensibles, algunos a propósito, otros sin querer… No habría más, sería el reducido espacio del mueble lo que los llevaría a unirse, no las pulsiones corporales, no el ornado deseo adhiriéndose, no el repentino frío que haría desear calor…
Esa boca separándose lentamente, dando paso a un dulce rostro, a sus ojos profundos encontrándose…
¡No! ¡Qué berrinche! ¿Por qué querer hacer todo tan complicado? ¿Y por qué, por qué él justamente? Tan arisco, tan cortante, ¿por qué no alguien más tierno, como Junsu, o más cariñoso, como Jaejoong? No, tenía que ser el esquivo Changmin.
Sí, sabía que podía pasar algo así cuando comenzó el juego, sólo que no se había detenido lo suficiente a pensar que aceptar a Changmin sería entregarse gustoso a la tortura y a un universo de porqués y ahora qué le pasa. Claro, no siempre para mal, le había dado algunas buenas sorpresas, pero siempre siendo descolocado bruscamente.
Desgastante… Intoxicante. Era completamente consciente de que el suyo era un gusto autodestructivo: sabía que las cosas era difíciles pero no lo dejaría; aún deseaba beber dulce veneno de la boca de su Changmin.
~ o ~
“Hace falta algo: ¿flexibilidad, fluidez, qué?”- pensaba mirándose en el espejo. Los pasos para su solo lo tenían de cabeza: algo no acababa de convencerlo.
De pronto la luz: sentimientos, concentración.
Inhaló hondo bajando sus brazos con pesadumbre. Exhaló y se repuso, devolviéndose la mirada fieramente a través del espejo. Sonó la música en su cabeza y empezó todo de nuevo, poco apoco, más lento de lo normal, concentrándose en el ángulo de su cuerpo, en la figura de sus brazos, la posición y la movilidad de sus piernas, hasta su gesto. Ese ritmo mezclado con el gusto en una sensación vaporosa, manando de su cuerpo llenos de una sensualidad secreta que sólo compartía con su doble del otro lado; la efervescencia de su pasión cosquilleando por debajo de la piel, estallando.
Moverse, mirarse, sentirse mientras algo indescriptible se apropiaba de él, fluido como una cascada; gestos furtivos escapándose, dejando ver por momentos lo que sentía, transmitiendo su ser sin disponerlo.
Una mirada sobre sí. ¿Qué importaba? El remolino girando sobre las cambiantes líneas de su cuerpo. Ser tocado por el cristalino contacto de ojos ferales.
Insistentes pupilas.
Corte brutal.
Un silencio inefable.
Se miró agotado en el espejo.
Encontró a alguien más.
Contacto visual indirecto a través de la pulida superficie, pero hiriente igual: pasión, deseo, llameando, buscándolo.
Miró rápido: tenía el rostro empapado, igual el cuello, los brazos…
“¡Suficiente!”. Se inclinó para tomar su botella de agua y se desprendió del espejo sin siquiera mirar directamente al menor, cortando de golpe los pasos que se dirigían hacia él.
~ o ~
Abrumado sin razón aparente, perseguía sus pasos, los cuales iban más rápidos que él por la banqueta adoquinada, forrada de rojiza hojarasca, haciendo crujir las hojas tiesas.
Sacó las manos de las bolsas pensando que si se caía lo haría como costal, sin siquiera poder detenerse con ellas. Rió bajo imaginándose rodando por la calle, siendo mirado por un montón de personas, ¿y si hasta salía en la prensa? Senda vergüenza pasaría. Changmin vería el encabezado y se reiría sin piedad de él. No. Hacía tiempo que ya no se llevaban así. A lo mejor era su culpa, después de todo el había iniciado ese enredo al no poder controlar sus pulsiones. Se mordió los labios, movió la cabeza, como si quitarse el fleco de la frente le fuera ayudar a aclararse, y resopló.
Ya fuera por gusto o por orgullo, no se arrepentía.
Además, ¿qué había sido aquello que se había mostrado reflejado en el espejo? Ese gesto salvaje y sensual que se había conectado con sus ojos, queriendo arrastrarlo. Lo había evadido pero honestamente no podía olvidarlo, se repetía constantemente con distintos carices, creía encontrar algo nuevo cada vez que se le venía a la mente, revolviéndose como las ilusiones de un caleidoscopio para terminar rompiéndose en trozos aún más finos y clavándose en los poros de su piel volátil. Francamente le complacía pensar que Changmin lo deseaba intensamente. ¿Demasiada vanidad?
Respiró hondo al encontrarse ya frente a su casa de nuevo. Sacó sus llaves del abrigo y abrió la puerta, o al menos lo intentó. Esa méndiga llave que nada más no mandaba a duplicar y que lo hacía pasar esos ratos. ¿Por qué siempre se la pasaba haciendo otras cosas y no recordaba lo de la llave hasta que se encontraba metiéndola y sacándola desesperado mientras empujaba y jalaba la puerta?
Se detuvo a respirar un momento. La mano le dolía de tanto forzar, estaba llena de marcas, y él seguía afuera.
Lo intentó de nuevo, tratando de censurar la absurda y dolorosa esperanza, concentrándose y… nada. Pateó la puerta con furia y bufó.
Se giró resoplando a mirar la calle desierta para despejarse.
-Hubieras tocado el timbre- le dijo una voz neutra desde el marco de la dichosa puerta.
“¡Fantástico! ¡Así o más humillante!”.
-Gracias- farfulló entrando a la casa con aire molesto, sin voltear a mirarlo.
-Oye- lo llamó Changmin-, tus llaves.
“¡Demonios!”.
-Ah- las tomó tratando de disimular su vergüenza con un gesto de irritación y fue a guardar sus oniguiris en el refri. La verdad se le habían quitado las ganas de comer con todo ese embrollo y la mirada inexpresiva de Changmin encima de él no ayudaba para nada.
No podía soportarlo, era tan incómodo, taaan molesto…
-¡Qué! – preguntó en un tono más violento de lo que pretendía, sin embargo Changmin no pareció mutarse.
-Nada, sólo que no entiendo cómo es que dejas que esas cosas te amarguen tanto- dijo el menor simplemente, caminando hacia él pesadamente con una mano en la bolsa, mirando el piso.
Yunho bufó. No estaba de humor para platicas de asertividad y esa clase de basura. Cerró el refri de un portazo y trató de salir del pequeño espacio que quedaba entre la estufa y la barra desayunadora, chocando su hombro con el de Changmin, pero antes de que pudiera hacerlo, éste tomó su muñeca y lo jaló bruscamente, haciéndolo chocar contra el mueble y acorralándolo de inmediato.
De repente ya no hubo vergüenza ni enojo ni nada, su mente se convirtió en un cristal blanco completamente liso. Changmin lo estaba besando y él era una transparente e inmóvil tabla que no alcanzaba a reaccionar.
La consciencia fue llegando lentamente con el vaho del aliento de Changmin contra su labio inferior, con el roce lento de esos tibios labios aprisionándolo.
“Ahora sí, ¿no?”.
Tomó a Changmin por los hombros y lo apartó violentamente. Lo impresionó la mirada que le fue devuelta: llameando con ira, con despecho, con pasión… Una fracción fue atrapado por ese remolino de azogue y al siguiente estaba cercado nuevamente, como clavado con estacas, impedido por la lengua del otro lamiendo su cuello descaradamente, por los dientes calvándose en su piel blanda, por su propia vulnerabilidad abierta en un gemido que se estrelló contra las vitrinas sin que él pudiera hacer nada más que escucharlo incrédulo.
De golpe le llegó el hecho de estar cercado, el fuerte pecho contra el suyo, haciendo arder una sensual vulnerabilidad en su cuerpo entero, el sendero de su clavícula regado de agua bendita, la zanja de su ingle invadido por dedos empapados de lujuria que se fueron moviendo lentamente, rozándolo con deleitosa calma, haciendo presión en él.
Ajeno a su cabeza, su cuerpo burbujeaba con los tempranos asomos de su lujuria vibrando. Se encendía fácilmente al contacto de Changmin, y en menos de un segundo su cabeza inundada se olvidó de todo para entregar su conciencia plena a la percepción del otro. Sin pena alguna ahora siguió el juego, respondiendo al beso de forma errática, desesperada, vertiendo todas las emociones viciadas de una sola vez, sorprendiéndose al sentirlas de regreso, reflejándose y repitiendo las del otro de nuevo en un juego de espejos, haciéndolo perder la ubicación; dónde estaba, si arriba o abajo, si deseaba o era deseado eran preguntas que no podía ni formular, todo se reducía al mínimo espacio que quedaba entre ellos y a al capelo carmesí que se tejía rápidamente alrededor de ambos. El calor hastiante mas insuficiente, la presión contra su cuerpo, ese sabor y ese aroma intoxicantes lo empapaban.
Beodo de furor metió la mano por debajo de la ropa sin preámbulo, masajeó sus nalgas y lo atrajo más hacia sí con violencia. Lava hirviente se agolpó en su centro, percibiendo sensible a su igual, pero no fue suficiente, quería sentirlo plenamente, quería el roce vivo de sus piernas, quería tocarlo con su piel desnuda, sentir la caliente palpitación de su deseo, sentir la caliente libido palpitar contra su cuerpo y compartir el frenesí de su unión, envueltos en aterciopeladas llamas.
Sus manos subieron ansiosas por la espalda del otro y lo apretó más inútilmente contra sí, mas sólo sintió la frustración de la ley de la impenetrabilidad astillarlo. Igualmente el otro recorría insistentemente su figura, buscando algo imposible, ambos no lograban más que avivar su sed del otro intentando apagarla.
Changmin lo besaba salvajemente, lamiendo sus labios, mordiéndolos, robándose su aliento, pero era beber agua de mar. Sus cuerpos se buscaban, se presionaban extasiados, hundidos en un ritmo circular que no los llevaba a ninguna parte más que a repetir una y otra vez el contorno del laberinto.
Changmin se separó de su boca y bajó por su cuello, libando ansioso, haciéndolo temblar, dándole un momento para pensar. Estaban encerrados en esa trana sofocante. Su camisa siendo desabotonada con presteza. ¿Sólo quedaría esa solución? Yemas de lumbre aprisionando los capullos cerrados en su pecho terroso, sobándolos con dureza. ¿Sólo quedaba dejar que su placer se desbocara y salir del laberinto por el mismo centro? Húmedos labios sustituyendo las huellas y cerrándose sobre ellos, regándolos de cálido rocío. Ahogó un gemido en su garganta al sentir ese toque embalsamar su composición y la leve caricia de esos dientes que se contenían de marcar una dentella, sin poder acallar la ronca nota esta vez.
Changmin ascendió de nuevo hacia su clavícula, dejándolo deseoso.
Yunho quería escucharlo también. Dejó caer un dedo a través de su columna con toda la lentitud y la delicadeza que le permitió su estado febril y bajó hasta detenerse en el coxis, deleitándose con el brusco estremecimiento que provocó; curveó entonces el sentido, delineando la cadera y bajando por sus ingles hacia ese punto ardiente; lo tomó en su mano y sus oídos fueron regalados con un exquisito jadeo que se expandió en una fina telaraña eléctrica. Al tocarlo se tocaba a él mismo también, tan cerca se encontraban el uno del otro. Era tan delicioso cometer ese pecado.
Aprovechó el momentáneo descuido de Changmin para tomar el control: se fue contra él libando la línea de su garganta y lo empujó con fuerza hacia la alacena, haciendo temblar las tazas. El tintineante rumor de trozos regados. Ninguno prestó atención. Ahora lo tenía debajo. Puso una pierna entre las del otro y presionó el centro con su muslo. Un espasmo y un almibarado jadeo llenaron su gusto, manteniéndolo ajeno al peligroso rumor que se acercaba. Atraído, volvió a esa boca deseada, pozo de agua plateada que le devolvía exacto su reflejo. Sus labios henchidos, demasiado sensibles ya, entrecerrándose en un juego embriagante contra los del menor. Sus manos trémulas recorriendo la perlada espalda, aquellas otras acariciando sus costados, quitándole las últimas sobras de su cordura.
Uno, dos, tres, cuatro pisadas en el último escalón.
-Perdón- musitó Junsu al pie.
-Háganlo donde no los vean- reclamó Jaejoong entre molesto y perturbado y retrocedió, llevándose a Junsu con él de regreso.
Yunho cerró los ojos incómodo, sin creer que hubiera podido pasar eso.
Las comisuras de los labios de Changmin apenas y se curvearon con satisfacción.
El tiempo se congeló hasta que las pisadas se extinguieron. Yunho soltó entonces su agarre y se fue a su cuarto sin voltear, demasiado desconcertado y abrumado como para preocuparse por la reacción de Changmin. Entonces la sonrisa de éste se difuminó en la dolorosa estela de turbación que el mayor iba dejando tras de sí.
D: sorprendidos D: es genial, lo amo, me tienes al borde todo el tiempo x.x terrible dramático y desesperante x.x !! Dios!
ResponderEliminarwoaah duele duele mucho!! x.x -rolea a Yunho- maldita!!
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