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Arualthings

Crónicas de un Tonto Mejor Amigo cap 3

Esto es mucho con demasiado.



Changmin giró un poco su cabeza y levantó una ceja.



Con la camisa en sus manos, y mirándola como si fuera un objeto que no llegaba a su compresión. La miró de un lado a otro, girándola en todas las formas posibles. Torciendo un poco la boca. Esto no podía ser real. Miró a su hermano mayor y él solo sonreía alegre.



—¿Estás bromeando, Hyung?

—¿Eh? ¿Por qué lo dices?



Yunho se cruzó de brazos, arrimándose un poco en el escritorio y viendo a Changmin con esas expresiones de molestia mal contenidas en su rostro.



—Cuando te pedí un empleo no me refería a que me pusieras a vender tus artilugios deportivos.

—¿Tienes alguna experiencia, Changmin?



Él negó lentamente.



—¿Referencias?

—¡Tengo excelentes notas!

—Pero nada de experiencia, entonces comenzarás desde abajo.



Changmin dejó la camisa sobre el escritorio, con la molestia todavía más instaurada en su rostro.



—¡Eso es injusto! Soy tu hermano, pensé que me daría un empleo mejor como…

—¿Gerente?— Yunho sonrió divertido. —¿Estás demente? Por supuesto que no. Todavía eres muy joven. Ni siquiera conoces el negocio, mucho menos de ‘artilugios’ deportivos.



Yunho permanecía ahí, cruzado de brazos y con esa expresión determinada en el rostro. Era obvio, él no cambiaría de opinión y por lo visto Changmin tampoco.



—Pues entonces no me interesa, con permiso. Y no olvides la cena con nuestros padres mañana.



La puerta se cerró, con la salida altanera de Changmin. Y Yunho solo optó por suspirar. Sabía que su hermano era difícil, pero nunca dejaba de sorprenderse cuan inmaduro podía ser todavía.













—Han sido unos días de buenas ventas, ¿verdad Hyung?

—Así es, ha sido muy agotador.



Junsu sonrió levemente mientras acompañaba al menor a sacar la basura de la tienda hacía los contenedores. Usualmente antes de abrir el loca, era una costumbre que Yunho había impuesto y a los trabajadores parecía no molestarles. Junsu subió los pocos escalones para abrir el contenedor y estiró las manos para que su compañero le pasara uno de los tachos.



—…¿Qué es eso?



Justo antes de lanzar la basura, sus ojos enfocaron una pequeña tableta que debido al material del cual estaba envuelto logró llamar su atención. ¡Era el chocolate que él le había regalado a Changmin ayer! Sus ojos se abrieron en sobre manera y sin el menor reparo tomó el chocolate, no completamente sucio por la basura y bajó las escaleras.



—¡Oye! ¡¿Junsu dónde vas?!



Hizo caso omiso del grito de su amigo y caminó justo frente la tienda, había visto al muchacho entrar, seguramente a hablar con Yunho, y cuando lo vio abriendo la puerta de su auto, a Junsu no le importó que Changmin se viera incluso molesto.



—¡Hey, tú! ¡¡Hermano de Yunho Hyung!!



Changmin levantó la cabeza un, poco confundido por ese desastroso grito, y cuando vio al muchacho que dormía en horas de trabajo caminar hacía él. Solo juntó un poco más las cejas. Genial… Y el poco buen humor que le quedaba se iba hasta el fondo del pozo.



—¿Qué quieres?

—¡¿Cómo te atreviste?! ¡¡Votaste el chocolate que te regalé en agradecimiento!!



Lo vio mover el dichoso dulce en la mano, Shim de inmediato dibujó una mueca de asco en el rostro.



—¿Lo sacaste de la basura? …Que asco.

—¡Me importa un comino tu asco! ¡Debes ser más respetuoso con las cosas que te regalan!



Changmin bufó, con una sonrisa cruel en el rostro, arrimándose un poco en la puerta de su auto y jugando con las llaves en las manos.



—Deja de exagerar. ¿Cuánto te costó ese dulce? ¿Dos monedas? Por favor… Además me lo regalaste, yo podía hacer con él lo que me placiera.

—¡Eres un desconsiderado! ¡Mal agradecido, engreído! ¡¡No te pareces en nada a Yunho Hyung!



Junsu gritaba, y sinceramente a Changmin no le gustaba ni un poco que las personas se lo quedaran mirando de aquella manera, por eso decidió que lo mejor era marcharse, y cortar por lo sano con esa insulsa conversación a gritos.



—Eres un escandaloso desagradable. Déjame en paz.

—Pues… Tú… Tú… ¡¡Tú eres un caracol!!



De acuerdo, Changmin estaba dispuesto a subirse al carro y marcharse, pero el rebuscado insulto del mayor lo hizo girar y poner una mueca en sus facciones.



—¿Caracol? ¿Qué clase de insulto asqueroso es ese?

—¡Si, caracol! ¡¡Por arrastrado, lento y BABOSO!!



Probablemente Junsu no lo pensó. Por que cuando lanzó el chocolate completamente derretido sobre el auto de Changmin y este se estrelló sobre el rojo encendido y se regó por todas partes. El rostro de Kim solo reflejó terror, hasta el punto que luego de quedarse paralizado por unos segundos, sin ver a Changmin. Solo salió corriendo.



Incredulidad total. Changmin solo veía la masa café regarse por su costoso auto. Despidiendo el olor dulzón propio de cualquier chocolate. Apretó los puños con fuerza y soltó un pequeño grito de impotencia. ¡¿Cómo podía su hermano tener gente así trabajando para él?!



—¡¡Eres un imbécil Kim Junsu!!



Después de todo, la paciencia no era una virtud en Shim Changmin.













Boa intentó concentrarse en los estados de cuenta.



Pero finalmente claudicó, se quitó los lentes y masajeó un poco la parte superior de su nariz. Ahí donde se alojaba ese dolor estúpido que no era lo suficientemente fuerte como para alejarla del trabajo, pero tampoco era lo suficientemente débil como para dejarla concentrarse.



Usualmente se hubiera tomado un poco de te, y todo solucionado.



Pero si descansaba un poco su mente del trabajo, pensaba en Rain, en los malos entendidos que arrinconaban a su relación. Y cuando no era en él, pensaba en Yoochun, en todo lo que estaba haciendo por él y preguntándose si en verdad valía la pena. Y cuando no era en ninguno de los dos. Pensaba en Yunho, su buen amigo y todo lo que estaba haciendo por él.



Cuando se le acababan los tipos guapos en quien pensar. Regresaba a su estúpido trabajo sin terminar y que su jefe le pediría en cualquier momento. Volviendo todo un pequeño circulo abstracto que la mantenía con ese estúpido dolor de cabeza.



…La vida es tan difícil cuando hay tantas cosas en las que pensar.



—Necesito vacaciones… Sin hombres, ni esposo, ni amigo, ni amante. Ni nada. Yo sola.



Suspiró recostándose sobre el escritorio y cerró los ojos. Oh, como desearía tener a su lindo gatito en la oficina para así poder acariciarlo y fingir que no pasaba nada en realidad. Luego pensó que en la situación que se encontraban. Rain encontraría muy sospechoso que quisiera irse sola de vacaciones.



Y si lo ponía desde su perspectiva, ella también se lo pensaría dos veces antes de dejar que Rain se marchara de vacaciones solo. Gimió lánguidamente y se recostó un poco más en el escritorio. Necesita unas vacaciones urgente, sola, sin nadie que la atormentara.













Yunho permaneció sentado en aquel bloque.



Mirando a la distancia como Yoochun se movía hábilmente por el set. Sonriendo abiertamente, jugando con las frutas que le habían dado, comiendo un poco, mirando a la cámara. Con su peinado alborotado y tapando un poco su rostro. Con aquella ropa tan a la moda que cualquier adolescente envidiaría.



Cuando el director dio la orden de que Yoochun agarrara la soga que colgaba por la pared y fingiera que escalara. Yoochun miró con desconfianza al hombre, levantando una ceja y Yunho solo pudo reaccionar ante aquella expresión con una gran risa. Pero finalmente Yoochun accedió.



Todo el set estaba casi repleto, todos miraban a Yoochun trabajar, divertirse, posar, pelear con el director de vez en cuando por alguna pose extraña que no le gustaba. Pero esencialmente todo el mundo estaba ahí por él, por Park Yoochun y su indudable carisma y personalidad que dominaban el ambiente.



Incluso podía escuchar la música de fondo, le gustaban las reacciones de Yoochun, sus sonrisas, el carisma que parecía traspasar la cámara y le gustaba aún más lo afín que era con la cámara que se acercaba para grabarlo. Seguramente publicarían un tras cámara de la sesión de fotos.



Yoochun tomaba la cámara, levantaba su dedo índice y medio. Jugaba a dar besos y ser sexy y un poco torpe. Yoochun sencillamente sabía como enloquecer a las fans. Sabía como complacerlas, sabía perfectamente como hacer para que dijeran desde: “¡Que lindo!” hasta: “¡Que sexy!”



…Yoochun había nacido para estar frente a las cámaras, de eso no había duda.



Luego de un rato, cuando finalmente se dio la orden de dar todo por terminado. Yunho se dio un tiempo para esperar por Yoochun mientras se cambiaba de ropa. Moría de hambre y ya era tarde para la hora del almuerzo, pero Yoochun había insistido en que lo esperara y almorzaran juntos.



Pero estar a solas lo hacía pensar en tonterías.



Como el beso de la noche anterior; Había sido el momento más gay de toda su vida, pero cuando menos había sido con su mejor amigo. Extrañamente su cerebro había optado por borrar cualquier sensación de su mente. En realidad, a estas alturas en lo único que Yunho podía pensar era en lo lindo que era el gato de Boa y Rain y esos grandes y verdes ojos que lo miraban.



—Era tan lindo~.



Sonrió tontamente y pensó que sería lindo comprar un gato igual a ese, pero antes de que su idea en verdad tomar un camino serio. Yoochun apareció junto a él, con el cabello húmedo y un poco fastidiado. Seguramente venía peleando con alguien.



—¿Estás bien?

—No, el idiota Director dijo que debería colaborar más, pero que los editores harían maravillas para que mis fotos no salgan tan mal. ¿Puedes creer? ¿Qué le pasa? Mis fotos siempre son perfectas.



Yunho solo asintió, no sabía mucho del mundo de la moda, el maquillaje y las fotos. Pero sabía que Yoochun así sea enojado siempre se veía bien. Así que decidió ponerse de parte de él y empezar a caminar hacía auto.



—¡Demonios! Debí hacerle caso al cuarto amante de mi abuelita que me decía: “Hazte stripper Yoochun, que eso genera buen dinero y no es complicado.” Pero no ahí, voy yo queriendo hacer algo ‘decente’



El tono irónico que Yoochun uso en su última palabra lo hizo sonreír y negar levemente. Mientras Yoochun seguía quejándose del director que se había atrevido a ofenderlo de esa manera tan vil.



—Tus fotos van a salir genial, por que eres tú, no por que él pueda hacer ‘maravillas’

—Lo sé, Yunho.



—¿Entonces por que te quejas tanto?

—¡Por que me jode que crea que soy malo!



Era como un niño pequeño. Yunho encontró beneficioso que Yoochun no sacara al tema lo del beso. Por que sencillamente no sería algo cómodo de lo que hablar. Entró en el auto y pronto Yoochun lo imitó. La calma de una charla común y corriente lo hizo sentir mejor.



—Por cierto Yunho.

—¿Si?



Yoochun terminó de colocarse el cinturón y le sonrió.



—A pesar de no salir en mucho tiempo con alguien… ¡Dios! ¡Besas demasiado bien!



Y el momento pacífico de madurez había acabado. Yoochun es un imbécil sin lugar a dudas.















Changmin usualmente odia ir de compras.



Pero su madre había llamado. Claro… Changmin está de vacaciones, no está trabajando. De seguro no tiene nada mejor que hacer, entonces jodámoslo y mandémoslo de compras. Si, seguro eso era lo que pasaba por la cabeza de sus padres en estos momentos.



Bufó con algo de incomodidad. Es decir, el centro comercial estaba repleto de personas, tenía que comprar cosas inútiles. No había conseguido el trabajo con su ex hermano ¿Qué tan mal le podía ir hoy?



—Oh~ Mira… Ya llegaron esos chocolates.



Una chica de instituto agarró a una de sus amigas por el brazo y ambas se inclinaron sobre la vitrina para ver unos chocolates. El nombrar de ese dulce, lo puso de mal humor, todavía peor. Por que le recordó a Junsu y que tuvo que pasar como una media hora parado hasta que lavaran su carro. Le hizo perder tiempo.



Miró por instinto hacía el mismo lugar que las niñas y una de ellas suspiró.



—Lastima, son muy costosos. La mesada no me alcanza.

—Tienes razón, mejor vayamos rápido al cine.



Ellas se alejaron, permitiéndole a Changmin acercarse a la vitrina y observar la misma tableta envuelta en una pequeña caja roja, con el mismo cintillo y muy similar a la que Junsu le hubiera dado ayer. Sus ojos se agradaron. Era un chocolate costoso, mucho más costoso de lo que Changmin pagaría por un simple dulce.



Entonces supuso que Junsu lo debió haber comprado para alguien especial, o para algún momento en especial. Pero a cambio se lo había regalado a él en agradecimiento. Rodó los ojos, odiaba cuando se equivocaba y tenía que hacer algo lindo por alguien.



Bien, en realidad no había necesidad de hacer algo lindo por Junsu. No necesitaba que lo disculpara. No eran amigos ni nada por el estilo. Además Junsu había ensuciado su auto, estaban a manos. ¿No?



Ok, no. Igual Changmin sentía que había sido un idiota. Para alguien como Junsu adquirir un chocolate como este de seguro implicaba ahorrar y abstener de algunos juntos. Y aunque no lo pareciera, Changmin tenía consciencia, por que quizá ese chocolate era para alguien que lo valorara como tal. Y él solo lo había echado a la basura.



—Oh, demonios. Maldito Yunho que me contagia su estúpida bondad y asquerosa empatía.— Sacó el celular con rapidez. Marcó el número de su hermano mayor. Y él tranquilamente le contestó con un breve. ‘Habla rápido estoy conduciendo’ Changmin solo suspiró, ni siquiera debió haberle contestado. –Hyung, rápido. ¿A que hora termina la hora de Junsu?



—¿La hora de que?

—La hora del baño imagínate.

—¿Para que quieres saber la hora a la Junsu va al baño?



Changmin solo llevó una mano a su frente y bufó con molestia. ¿Yunho no sabía lo que era ser irónico?



—Hablo de su hora de salida, hyung.

—Oh… Pues a las cinco. ¿Por qu…?



Cortó la llamada, sin terminar de escuchar la pregunta de Yunho. Verificó en su billetera las tarjetas y sonrió. Su madre había escogido un mal momento para cederle a Changmin la tarjeta ilimitada. Por que ese día Changmin, necesitaba disculparse.













Yunho miró el celular. Changmin le había acortado.



Esa había sido la conversación más extraña que había tenido con su hermano menor, peor que la vez que a Changmin, le dio por preguntar por que estaba mal decir que era ‘Lesbiano’. Aplicando su lógica disparatada. El pequeño Changmin de siete años había llegado a la conclusión de que le gustaba una chica. Por tanto era ‘Lesbiano’



Fue una época difícil para Yunho como hermano mayor.



—En realidad no sé si preguntar o no… Pero, ¿Por qué Changmin quiere saber a que hora el lindo de Junsu va a al baño?

—¿El lindo de Junsu?

—Es lindo, no lo puedes negar.



Yunho solo dejó el celular sobre la mesa y optó por seguir comiendo un poco de pasta. Con una sonrisa bailándole en los labios por el comentario de su mejor amigo. De pronto notó que Yoochun había dejado de comer y miraba hacía la entrada del restaurante.



—¿Viste a alguien conocido?



Limpió un poco su boca y su amigo únicamente negó. Embelesado viendo a un muchacho de cabello negro que hablaba con uno de los meseros.



—Es solo que ese chico es muy lindo. ¿Cómo un chico puede ser tan lindo?

—Yoochun, es un chico.



—Pero es lindo.

—¿Por qué estamos teniendo esta conversación?



Yoochun levantó los hombros desinteresadamente. Volviendo a comer como si nada. Si había algo que Yunho había entendido hace mucho es que Yoochun admiraba la belleza. No importa si era un chico o una chica. A Yoochun le gustaban las cosas lindas y punto. Era como un niño de cinco años.



—Si, James. Al parecer el cliente dejó un mensaje con uno de los meseros. Al parecer tuvo que marcharse urgentemente por un problema personal. No me queda de otra más que regresar a la oficina… Estoy cansado por el viaje. Salí del aeropuerto corriendo para acá. Viajar desde San Diego hasta Seúl es agotador.



Yunho apenas escuchó la voz de un muchacho. Una voz muy particular. Había algo en esa voz que le agrado. No está muy seguro de que, pero oírlo hablar fue agradable. Cuando levantó la mirada el muchacho se había ataviado entre unos papeles que buscaba en su maleta y el celular en su oreja.



—Te llamo luego, no encuentro el contrato de… ¡Diablos!



Algunos papeles se esparcieron por el suelo. Y el muchacho solo colgó la llamada, con un bufido de frustración y agachándose para poder recogerlos. Yunho limpió su boca, y aprovechando que el desastre había ocurrido a unos metros de donde ellos se encontraban, decidió ayudar.



Podían haber muchas ‘malas’ cosas que a Yoochun le gustaría mal influenciar en Yunho, por ejemplo quitarle esa mala idea de ayudar a todo cuanto puede, por que a veces eso no es bueno. Por eso mientras llevaba el cubierto a su boca y vio a Yunho levantarse, caminando directo hacía ese muchacho de cabello oscuro que renegaba de su suerte en el piso, Yoochun solo pudo rodar los ojos.



Eso que pasó ahí. Fue el encuentro, por que el muchacho de cabello negro levantó la mirada en cuanto vio a Yunho acercarse y empezar a recoger a él. Sus ojos negros enfocaron a Yunho fijamente, como si la presencia de Jung le hubiera arrebatado el aire. Pero Yunho ni lo notó, por que solo sonrió amablemente.



—Mucho gusto, soy Jung Yunho.

—…Kim Jaejoong, igualmente mucho gusto.



Primeramente el tal Jaejoong pareció dudarlo un poco, pero al final solo sonrió y estrechó la mano que Yunho le ofrecía. Yoochun entonces levantó una ceja, llevando un pedazo de brócoli a la boca. Eso que estaba pasando entre esos dos no estaba bien.



La mirada de Jaejoong sobre Yunho… Era extraña. No le gustaba, ni un poquito.



Finalmente ambos se levantaron. Los meseros acudieron a preguntar si todo estaba bien. Y Yunho pareció tomar el control de la situación por que únicamente asintió, desentendiéndose de los empleados.



—¿Ha sido un mal día?

—Pésimo, mi cliente me dejo plantado y ni siquiera hay alguna mesa para poder almorzar. Aunque a esta hora, creo que ya es cenar.



Jaejoong volvió a sonreír. Yoochun lo identificó como el muchacho lindo que había visto hace un rato. Pero ahora que le sonreía tanto a Jung, ya no le parecía tan lindo.



—Oh, ¿ya no hay más mesas? Si quieres puedes almorzar con nosotros.

—¿En serio?

—No.



Yunho y Jaejoong lo miraron. Yoochun tarde se percató que había hablado demás y solo sonrió tontamente. Llevando un pequeño trozo de pescado a la boca.



—Solo bromeaba.



Fingió una sonrisa de la cual Jaejoong no se vio muy convencido, pero Yunho intervino, con una sonrisa amable en los labios.



—Él es Park Yoochun, mi mejor amigo.

—Mucho gusto, Kim Jaejoong. ¿Eres el modelo Micky Yoochun, verdad?



—Si. El mismo.

—Ya decía que tu cara se me hacía conocida.



Jaejoong terminó por sentarse junto a ellos, en la misma mesa. Y Yoochun por algún motivo no terminó de sentirse tan cómodo como Yunho que parecía haber establecido una buena relación con el extraño.



¿Acaso a Yunho no le habían enseñado que es malo hablar con desconocidos?



—Entonces… ¿En que trabajas Jaejoong?

—Soy relacionista público en una agencia de viajes. ¿Y tú?



—Yo manejo una tienda de artículos deportivos.

—Oh, eso suena genial.



Si… Era obvio. No le habían enseñado a Yunho a no hablar con extraños.













Junsu terminó su jornada laboral con una sonrisa en el rostro.



Pensó en que descansar no era una opción como cada día y que por tanto debía solo sonreír y llenarse de mucha energía. Su siguiente trabajo lo esperaba. Aunque este empezaba a las siete de la noche. Así que tenía un par de horas considerable antes de ir a hacerle de mesero en el bar de Wong.



Abrió su pequeño casillero como costumbre y tuvo que retroceder un paso cuando un montón de chocolates cayeron a sus pies. Junsu arrugó el entrecejo. El casillero estaba repleto de chocolates costosos. ¿Qué sucedía?



—Pensé que eso recompensaría haberme deshecho de tu chocolate.



Giró sorprendido. El hermano de su jefe permanecía arrimado en uno de los vestidores de la parte interna de los vestidores y Junsu solo respiró profundo.



—Una disculpa hubiera sido suficiente. ¿Tienes una idea de a cuantas personas privas de haber comprado este chocolate? No es muy común y muchos reúnen por mucho tiempo para comprar uno. Haber comprado tantos… ¡Muchos se quedaran con las ganas de comprar el suyo!



—¿Tú también esperaste mucho por comprarlo?



Junsu solo apretó los puños y desvió la mirada.



—…Si.

—¿Y por que me lo diste?

—¡Por que era en agradecimiento!



Changmin suspiró, por eso no le gustaba disculparse. Nunca salía como lo esperaba.



—Además, ¿qué pretendes que haga con tantos chocolates?

—Pues comerlos. ¿No te gustan acaso?

—¡¡¿Cómo pretendes que coma cerca de 100 chocolates?!!



Hubo un denso silencio, Junsu… Tenía un muy buen punto.













No estaba muy seguro del por que había terminado en estas.



Pero estaba haciendo algo que nunca antes había hecho. Caminaba junto a Junsu por un parque. Con una caja pequeña en las manos, Junsu sostenía otra. Y ambos se paseaban entre las personas con una sonrisa en el rostro. Bueno, Junsu sonreía, él hacía el intento.



—Que tenga un buen día.



Junsu amplió su sonrisa. Y sacó dos barras de chocolate. Extendiéndole una barra a la anciana y otra al que parecía ser su esposo. Los adultos sorprendidos solo asintieron y empezaron a comer el dulce con una sincera sonrisa en los labios.



Y así la pasaron el resto de la hora. Entregando chocolates a niños, adultos y jóvenes. A niños que trabajaban en la calle a escondidas a personas que parecían sin recursos, a chicos que parecían tristes. Changmin nunca había hecho esto en su vida. Pero, de repente… No le parecía tan malo.



Para cuando se dio cuenta sonreía. Incluso señalaba personas a las que podían acudir, luego ya caminaba por voluntad propia hacía cualquier persona. Bromeaba un poco con Junsu acerca de lo torpe que es. De pronto Changmin sintió algo que nunca había sentido.



Sintió el esfuerzo de ayudar a los demás y la gratificación de hacer algo bueno por los demás.



—Eso fue cansado.



Se sentó en una de las bancas del parque, con Junsu a su lado. Un poco cansado también, con la tarde ya cayendo y empezando a oscurecer. Changmin solo pudo suspirar y cerrar los ojos un poco. A pesar del cansancio se sentía muy bien. ¿No era eso extraño?



—No me gustan los dulces, pero curiosamente se me antojo uno justo ahora.



Se agachó para buscar un chocolate pero al encontrar la caja vacía bufó. Junsu solo rió.



—No puedo creer que se hayan acabado todos.

—No, todos.



Desde uno de sus bolsillos, Junsu sacó una única barra de chocolate y Changmin solo sonrió complacido con el solo hecho de mirarlo. Pronto Junsu abrió el chocolate y le extendió un pequeño pedazo a él. Changmin decidió tomarlo con cuidado.



—¿No es irónico? De haber tenido tantos chocolates, ahora tenemos que compartir uno.



Junsu asintió, mirando el cielo que empezaba a oscurecer.



—Pues dicen que las cosas más hermosas de la vida está en poder compartir nuestras pertenencias con los demás.



Hubo un corto silencio, Changmin miró a Junsu y sonrió. Por primera vez, hablando de esa forma. Junsu en realidad parecía una imagen a la que admirar.



—¿Sabes, Changmin? Deberías aceptar el trabajo que te propuso Yunho hyung. Es importante comenzar desde cero para apreciar el trabajo de los demás. Saber lo que cuesta, lo importante que es. Para ser un buen jefe, debes antes saber lo que es ser un trabajador, para saber lo que necesitamos para ser eficaces.



No estaba muy seguro de querer saber como es que Junsu sabía lo del trabajo, pero finalmente tenía razón y con un suspiro en los labios asintió.



—Si, tal vez tengas razón.

—Entonces, ¿Qué esperas?



—¿Eh?

—Vamos donde Yunho hyung. Todavía no es hora de cerrar la tienda.



Y antes de que pudiera reaccionar, o darse cuenta. Junsu lo jalaba del brazo. Caminando apresuradamente de seguro de regreso a la tienda deportiva. Ese tacto… Fue agradable.













Yoochun bufó por enésima vez.



Apoyado sobre el pequeño mesón mientras Yunho arreglaba un par de sus artículos deportivos y los revisaba que estuvieran en buen estado. Hubiera sido lo más normal del mundo si Yunho dejara de hablar de ese muchacho que habían conocido en el restaurante.



Situación que empezaba a ser… ¿Fastidiosa? ¿Incomoda?



—Es sorprendente que siendo tan joven viaje tanto.

—La juventud es lo que le permite viajar libremente.

—Si, Jaejoong es admirable.



Doceava vez, era la doceava vez que bufaba y ahora incluso reviraba los ojos. Fastidiado de que Yunho pareciera fastidiado con ese desconocido. Decidió girar y mirar hacía la entrada de la tienda y observó precisamente a Kim Jaejoong entrar, sus alertas despertaron.



—¡¡Yunho escóndete!! ¡El tal Jaejoong está aquí, de seguro es un acosador y te ha perseguido hasta acá! ¡Huye Yunho no quiero que pierdas esa virginidad!



Yoochun comenzó a empujarlo para que se agachara, pero Yunho solo se lo quitó de encima, con una mueca de fastidio.



—¿Qué diablos te pasa Yoochun? Pareces un maniático.



Entonces pasó, como si nada Yunho se acercó a Jaejoong con una sonrisa amable en el rostro mientras Kim se quitaba las gafas de sol. Yoochun solo torció un poco la boca.



—Hola de nuevo.



Jaejoong pareció sorprendido al verlo.



—¿Yunho? ¿No me digas que es tu tienda?

—Precisamente, ¿Qué te trae por acá?



—Visitar a mi hermano menor. Por un momento creí que me habías seguido.

—No eres tan apuesto Jaejoong.



El tono de broma que ambos usaron, la risa compartida. Yoochun se cruzó de brazos y bufó. “Idiotas…”



—¡Hyung! Changmin tiene algo que decirte.



Junsu llegó con Changmin, jalándolo del brazo con una confianza que sorprendió a todos. Por que Changmin odiaban que invadieran si espacio personal, aún más que cualquiera lo tocara. Pero antes de que alguien pudiera sacara a relucir aquello. Junsu miró a Jaejoong y sonrió. Soltando a Changmin.



—¿Jaejoong que haces aquí?

—Voy a estar unos días en Corea. ¿No te alegra verme?

—¿Cómo no me va a alegrar ver a mi hermano?



Jaejoong abrazó a Junsu y todos se paralizaron. Dos segundos después el grito al unisonó se esparció.



—¡¿HERMANOS?!



Fue un breve instante todos compartieron miradas sorprendidos mientras Jaejoong agarraba por la cintura a Junsu. Y Yoochun solo resopló ante la coincidencia.



—Tiene que ser cosa de sangre. Un hombre no puede ser lindo solo por que si.



Y Yunho solo codeó a su mejor amigo. Yoochun aún así, seguía pensando que la presencia de Jaejoong en su cómoda vida podía representarle muchos dolores de cabeza. Aún más por que Jaejoong parecía no cansarse de ver de esa forma a SU mejor amigo.



…Y eso solo lograba hacerlo sentir más incomodo de lo usual.

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