Sin alas que protejan: Capitulo 14

~Capitulo 14~

Changmin se detuvo frente a su casa, dudaba en entrar pero tenía que hacerlo. Los golpes de la noche anterior en su espalda ya no dolían tanto y la herida de su mejilla había cicatrizado. Abrió la puerta despacio, su corazón estaba que estallaba.
-¿Donde demonios estabas?- Preguntó su madre nada más entró.
Ella tenía una vasillo con una bebida color avellana en él en su mano. Estaba en bata de dormir y parecía que se había desvelado.
-...-
-¿Estabas con ese?-
-...- Changmin mantenía la cabeza agachada.
-¡Contéstame!- Gritó.
Changmin no hablaba.
-Escúchame bien- Se acercó. -Te prohíbo que vuelvas a ver a ese degenerado, si no me obedeces te vas a arrepentir-
Sería por que su madre estaba ebria o por que era enserio que le odiaba, pero esas palabras contra él, su hijo, le habían dolido. ¿Qué clase de padre habla de venganza contra su propio hijo?.
-¿Me escuchaste?- Le sujeto fuertemente del hombro.
Asintió nervioso.
-Ahora, lárgate-
Changmin subió rápido las escaleras y se encerró en su cuarto. Tomó ropa limpia y se dio un rápido baño, mientras se quitaba la camiseta, sin querer vio aquellas marcas de azotes que su padre le propinó, eran tan claras y se remarcaban demasiado, otra vez un nudo se le formó en la garganta.
Acabando de arreglarse bajó.
-Me voy- Dijo a secas.
-Alto- Habló su madre. -Tu padre y yo decidimos tomar medidas extremas-
-¿Medidas extremas?-
-De ahora en adelante él te va a llevar a la escuela y yo te recogeré- Dijo. -Tu padre te espera en el coche-
Changmin se resigno a escuchar eso... es decir... su padre lo iba a llevar, cada mañana. Eso era malo, sabía que era capaz de molestarlo en el trayecto. Salió y se detuvo frente al coche, no lo pensó dos veces y se subió en los asientos traseros.
Mantenía la mirada en el suelo, sus manos heladas moviéndose desesperadamente, solo quería llegar pronto. Su padre no hablaba, solo se concentraba en manejar. Ya estaba muy cerca de la universidad, se sintió aliviado y la temperatura de sus manos regresó a la normalidad. Se sintió afortunado, no intentó ni hizo nada que le molestara, pero eso fue hoy, todavía quedaba semana.
Al llegar al aula le sorprendió tanto ver a Karina sentada a un lado de su asiento. Se aproximó y se sentó tratando de disimular la curiosidad de ver a la peli-castaña tan cerca.
-Hola, Changmin- Le habló apenada, o eso parecía.
Changmin le observó y, por pura educación, él también le contestó.
-Hola-
-¿Sabes?- Agachó por unos instantes la mirada y después le miró de nuevo. -He estado pensando y es verdad lo que dices, ya no debemos de seguir peleados se siente horrible, llevamos mucho tiempo de amigos para... bueno, hablo mucho. Mi punto es que quiero que volvamos a ser amigos- Terminó de hablar.
-No lo sé- Respondió. -¿Me vas a aceptar como soy?-
-Por supuesto, mira, se que actué mal, me sobrepasé pero te aseguro que no volverá a pasar- Dijo. -Solo amigos. ¿De acuerdo?- Terminó estirando su mano esperando una respuesta positiva.
-...- Changmin dudó, pero las palabras de aquella chica le parecieron sinceras y tal parece que estaba arrepentida. -De acuerdo- Sonrió levemente y le correspondió de igual forma con su mano.
Aquella chica le miró y en su rostro se dibujo una sonrisa, sus ojos se clavaron directamente en los de Changmin, cosa que intrigó a este ultimo.
Las clases comenzaron, todo transcurriría normal pero con la diferencia de que, ahora que volvía a tener la amistad de Karina, no se le harían tan pesados los días.
El receso llegó, Karina y él salieron a comprar comida y después se sentaron en unas escaleras.
Karina vio a Jaejoong aproximarse...
-¿Sabes, Changmin?- Su tono parecía triste. -Estos días que estuvimos sin cruzar una palabra me deprimí- Unas pequeñas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. -Pensé que ya no volvería a hablarte jamás-
-Ay Karina...- Le preocupó.
-Changmin por favor, déjame abrazarte-
El chico no le había dado una respuesta cuando esta ya había rodeado su cuello con sus brazos hundiendo su cabeza en uno de los hombros de Changmin, este no tuvo opción que corresponderle.
El rubio los vio y lo que sus ojos le mostraban lo llenaron de un enojo mal interpretado: celos. Se aproximó hasta ellos separando a la chica bruscamente.
-¿Y ahora que demonios te traes?- Le dijo sujetándola fuertemente del brazo que la comenzaba a lastimar.
-¡¿Qué te pasa, imbécil?! ¡Suéltame!- Reclamó enojada.
-¿Porqué tienes que meterte en lo que no te importa, he?- Le dijo enfurecido.
-¡Jaejoong, por favor suéltala!- Le separó.
-Pero Min, ella...-
-Ella no me estaba asiendo nada, lo me abrazaba- Le respondió. -Y no me llames “Min”. Recuerda; tú y yo ya no somos nada.
-Suéltala y vete, por favor- Dijo.
Jae la soltó de su agarre con enfado y se fue.
-¿Estas bien?-
-Si, no te preocupes- Le respondió. -...Pero ¿es cierto?-
-¿Qué cosa?-
-¿Ya no estas con...- Se abstuvo a decirle cualquier insultó. -...con Jaejoong?-
El chico bajó un poco la cabeza ante la pregunta.
-...No-
-¿Porqué?. Digo, si no es molesta la pregunta-
-...- Pensó. -Cosas sin importancia-
-Vamos, estoy segura que no es así- Dijo. -¿Te puedo ayudar en algo?-
-¿He? Es que...-
-¿Qué pasa? ¿No confías en mi?-
-No es eso, es solo que no quiero hablar de eso-
-Entiendo. Solo recuerda que aquí tienes una amiga en la que puedes confiar-
-Gracias- Sonrió.
La chica le volvió a abrazar, esta vez dibujó una maliciosa sonrisa en su rostro.
Karina Kwon sabía perfectamente la situación de Changmin, de buena fuente sabía que él ya no estaba con el tal Jaejoong, momento oportuno para ganarse de nueva cuenta la confianza del chico. También sabía la causa de la separación, sabía que Changmin lo había encontrado drogándose en el baño. Su plan ahora era que se olvidara por completo del rubio para tenerlo solo para ella. La primera cosa de dos ya estaba hecha, pero sabía que la segunda iba a ser la más difícil.
La hora de salida llegó, Changmin se despidió de Karina, subió al auto de su madre y, como lo hizo en el de su padre, este subió en los asientos traseros del coche.
-Hoy tendré que salir, Changmin- Dijo.
-Siempre lo haces- Respondió serio.
-Dame tus llaves- Ignoró aquel comentario.
-¿Para qué?-
-Solo dame las malditas llaves-
Changmin no tuvo más remedio que obedecer, extendió la mano y la mujer se las arrebató. Tras esto el chico se recargó más en el asiento e intentó distraerse mirando por la ventana. Notó algo curioso mientras miraba; las tiendas, los locales, las casas, casi todo estaban adornados con un motivo especial. “Es cierto, pronto será navidad” pensó.
Llegando a su casa subió directo a su habitación, dejó con pesadez la mochila en el suelo y se tiró en su cama, el frío ya comenzaba a ser más irresistible. Escuchó como su madre cerraba todo en la planta de abajo, finalmente escuchó como salia de aquella casa.
Pronto se preguntó por que su celular no había sonado en todo el santo día, lo buscó, no lo encontró. Bajó a la sala y tomó el teléfono para marcar su numero personal, comenzó a sonar.
-¿Diga?-
-...¿Jaejoong?- Reconoció la voz. -¿Qué demonios haces con mi celular?-
-Lo olvidaste anoche que estuviste aquí-
-Como sea- Suspiró. -¿Me lo puedes devolver?-
-Claro-
-¿Podrías traerlo a mi casa?-
-...........No-
-¡¿Porqué no?!- Reclamó.
-...Por que no tengo ganas de salir-
-No seas... Yo no puedo salir, estoy encerrado-
-Pues lo siento mucho-
-¡Jaejoong!-
-Ven por él, digo si quieres-
-Ya sé- Se le ocurrió una idea. -Llévamelo mañana a la escuela-
-............No-
-¡Jaejoong, Por favor!- Volvió a reclamar con enfado.
-Ven tú a mi casa por él.- Colgó en seco.
Changmin también colgó la bocina del teléfono con rabia. ¿Ahora que iba hacer? No iba a recuperar su celular a menos que fuera a la casa del rubio, aparte estaba encerrado.
Pensando en lo que podía hacer de pronto lo recordó, en la habitación de sus padres hay otro juego de llaves, solo es cuestión de buscar bien, cosa que no le resultó muy difícil ya que las encontró y desesperado bajó a abrir la puerta de entrada y la de el portón. Salió corriendo no sin antes fijarse si era seguro salir. Tenía que hacer todo rápido, no quería problemas con sus padres.
Llegó. Tocó el timbre y un ruido avisó que el cancel se abrió automáticamente. La puerta de aquella inmensa casa se abrió y el chico fue recibido por una mujer de edad no muy avanzada.
-¿Viene a ver al joven Jaejoong, cierto?-
-...Sí- Se preguntaba como sabía eso, “¿Acaso les dijo que venía?” Pensó. Cosa que se le hacía totalmente ilógica ya que él no dijo nada sobre ir a verle.
-Pase por favor- Indicó. -El joven lo espera en su habitación-
Changmin asintió y comenzó a subir uno a uno los grandes escalones. El pasillo estaba algo oscuro, solo la puerta abierta de la habitación del mayor dejaba que se colara algo de la luz del día. Entró. La habitación estaba vacía, ni un solo rastro del rubio, buscó su celular que no tardó en localizarlo, estaba sobre la cama de Jae. Ahora que tenía lo suyo se dispuso a irse...
-¿Vas a algún lado?- Jaejoong cerró la puerta posicionándose sobre esta.
-Me voy, ya tengo lo que me pertenece-
-Tú no te vas- Dijo serio.
-¿De qué hablas?-
-¿Acaso ya te hartaste de mí?- Se burló.
-¿Qué?-
El mayor se acercó más a Changmin, ahora la luz que se colaba en la habitación estaba sobre él y eso pudo ver el estado en que se encontraba.
-¿Jaejoong?- Dijo. -¿Estas... Estas drogado?-
-¿Y que si lo estoy?- Se defendió. -Es cosa que a ti no te importa-
-Será mejor que me vaya-
Changmin caminó a la salida pero fue detenido por el mayor y regresado de un empujón.
-¡Te dije que no te vas!- Gritó enojado.
-Jaejoong, por favor déjame i...-
-¡Cállate!- Ordenó. -Ya te dije que de aquí no te mueves-
-Entonces gritaré-
-Hazlo si quieres. Ni Yunho ni Junsu ni mucho menos mi padre están y los empleados no te van a poner atención-
-¿Qué es lo que quieres?- Dijo ya asustado.
-Lo más simple- Dijo. -Quiero saber que demonios hay entre tú y la tal Karina. ¿Qué acaso me han estado viendo la cara de idiota?-
-Jaejoong, estas mal- Dijo más asustado. -Karina me pidió que volviéramos a ser amigos, de ante mano tú sabes que no me interesan las mujeres- De pronto lo comprendió todo. -Un segundo... ¿Estas celoso?-
-Tsk...- Se llevó una mano a la frente y quiso reír. -¿En verdad crees que soy estúpido?- Le ignoró
-Por favor, Jae... no estas razonando-
-Claro... ¿Y por qué estoy drogado no voy a ser coherente en lo que digo o hago, no?- Dijo. -Pues déjame decirte que estoy más que consciente y seguro de lo que digo...- Se aproximó demasiado al menor y lo tomó violentamente del brazo y de la cintura. -...y lo que hago- Lo puso de espaldas contra él y lo aprisiono en la pared. -Eres mio, Changmin. ¿Me escuchaste?-
-¿Qué?- Preguntó y no pudo contener más el llanto.
Jaejoong trataba de quitarle los estorbosos pantalones hasta que lo logró, lo mismo hizo con su ropa interior. Devoraba a besos el cuello de su presa.
-Por fav...- El mayor le tapo la boca.
Hecho saliva entre sus dedos y los dirigió a la entrada del menor.
Changmin se sentía morir, sabía lo que pasaría. Cerró los ojos fuertemente. Sintió el erecto miembro del mayor rozando su trasero y tratando de penetrarlo. Cuando por fin entró en él el dolor era el peor, cada embestida que daba era un martirio, su llanto se hizo más fuerte e intentó detenerlo pero fue en vano ya que el mayor, con el brazo que le quedaba libre, sujetó sus manos. Los jadeos que soltaba le recordaban tanto a los de su padre que no pudo evitar sentir asco.
Otra vez. Otra vez estaba siendo violado, solo que esta vez no era el repugnante hombre que solía llamar “padre” sino que esta vez era un hombre que él amaba mucho que, estando bajos los efectos de la droga, no daba medida a sus actos. Todo terminó, el mayor acabó dentro de él. Su respiración era agitada.
El mayor vio como aquel muchacho se resbalaba por la pared hasta llegar al suelo, le miró y después cayó en la cuenta de lo que había hecho.
-¿Que demo...- Se hincó junto a él. -¿Changmin?-
-...-
-¡Dios! ¿Qué hice?- Se dijo aterrado. “¿Qué demonios hice?”.
¿A esto lo habían conducido sus celos?, es decir, había lastimado a la persona que más amaba.
-Changmin...- Acarició sus cabellos.
-¡No me toques!- Sus manos apartaron las suyas.
-Minnie- Le intentó abrazar. -Perdóname yo no que...-
-¡Te digo que no me toques!-
-Minnie, por favor perdóname- Jaejoong no pudo aguantar más el llanto.
Changmin se puso de pie recargándose en la pared. Caminó ignorando la presencia del otro y, con trabajos, logró bajar hasta el vestíbulo de aquella inmensa casa.
-¿Changmin?- Le detuvo. -¿A donde vas?-
El mencionado abrió la puerta pero el otro la cerró de nuevo.
-Por favor...- Le suplico.
-Déjame ir- Dijo calmado. -No quiero tener problemas-
-¿Tener problemas?- Dijo intrigado.
-Solo quiero irme- Abrió la puerta de nueva cuenta.
Jaejoong le vio alejarse, se sentía tan mal, había lastimado a quien amaba y su “tranquilidad” hacia con él lo hacía sentirse aún peor.
...
Ya había pasado una larga semana de lo ocurrido. Ultima semana que había pasado monótona para el joven Changmin. De su casa a la escuela, a cargo de su padre, y de la escuela a su casa, a cargo de su madre.
También siempre era encontrarse con Jaejoong, cuando iba a clases, y pedirle... más bien... suplicarle por su perdón pero siempre recibía rechazo por parte del menor.
Algo curioso era que las noticias acerca de enfrentamientos a mano armada habían crecido, todas afirmaban la droga como la causa.
Por su parte, a Karina le estaba resultando más fácil hacer que Changmin olvidara a Jae ya que él mismo estaba “poniendo de su parte”. Siempre que veía al rubio cerca era la oportunidad perfecta de ponerse cariñosa con su amigo.
Una mañana ese esquema se rompió...
Ese día su madre le aviso fríamente, como siempre, que el desayuno estaba listo. Al momento de probar el primer bocado unas increíbles ganas de vomitar se apoderaron de él que no pudo evitar, se apresuró a llegar al baño. Se sentía fatal; tembloroso, sin fuerzas y hasta pálido estaba. Ese día decidió no ir a clases. Pensaba que era una simple infección o el inicio de una gripe común y corriente que sería normal con aquel frío clima.
De pronto pensó en una nueva posibilidad. Se sentó al borde de su cama y frunció el ceño, esperaba estar muy equivocado en lo que pensaba. Era ya pasada del medio día cuando bajó a asegurarse de que no había nadie, entonces tomó las llaves y salió a la farmacia más cercana.
Llegó y pidió al encargado lo que necesitaba, pagó y salió de ahí a paso rápido hacia su casa, entró con cautela. Se dirigió directo al baño, una vez seguidas las instrucciones esperó. Pasado el tiempo señalado tomó aquel aparatejo empuñándolo en su mano miedoso de ver el resultado. Salió de ahí dirigiéndose a su habitación, todavía tenía miedo de ver si la respuesta era negativa... o positiva.
Era ahora o nunca, tenía que saber, en este momento no importaban las consecuencias, pero si la respuesta era positiva tenía que enfrentar a la realidad.
...
Han regresaba a casa, no hizo nada de ruido al entrar, ni siquiera al abrir la puerta lo que la desconcertó ya que ella juraba haber cerrado con las vueltas necesarias aquellas cerraduras. A menos que haya sido su esposo, idea que descartó ya que él salió antes que ella y no regresaba si no hasta comenzada la noche, solo había una explicación posible.
Subió despacio aquellas escaleras, si ese muchacho no se encontraba en la casa recibiría un duro castigo.
...
Changmin cerró sus ojos, acercó el aparato para poder apreciar mejor el resultado y abrió su mano dejando ver el resultado, lentamente volvió a abrir los ojos. El resultado marcaba así: | |
Se tapó la boca con una de sus manos, la angustia y preocupación se dispararon. Sabía lo que significaba eso, era decir la verdad y, como ya lo había pensado, a la realidad.
-¿Changmin?-
Aquella voz jamás sonó tan tortuosa. El chico se giró hacía el lugar de donde provenía el llamado y en el trayecto escondió aquella prueba.
-¿Qué escondes?- La mujer le había visto.
-...-
-¡No te quedes cayado!- Se aproximó a él enojada. -¡Dime que escondes!- Forcejeó con él hasta que le logró quitar aquel aparato. Lo miró detalladamente.
El silencio se hizo presente.
-Esto... Dime que no es verdad- Dijo aún enojada.
El chico la miraba y las ganas de llorar volvieron más fuertes.
-¡Por favor dime que no es cierto!-
-...- Giró la cabeza evadiendo cada reclamo.
-Tsk...- Renegó. -¡¿COMO PUEDES SER TAN IDIOTA?!- Gritó.
Lágrimas muy finas resbalaron por el rostro de Changmin.
-¡Nada arreglas con llorar!- Le regaño. Suspiró tratando de relajarse. -Cuando tu padre regrese decidiremos...-
-¡No, por favor no le digas nada!- Interrumpió asustado.
-¿Porqué no?- Dijo. -¡Él es el único que sabe como ponerte en tu lugar!-
La señora Han salió de aquel lugar con aquel aparato entre sus manos y cerró la puerta dejando a su hijo aprisionado en su propia propia habitación.
Changmin reaccionó ante aquel acto e intentó abrir la puerta.
-¡Por favor! ¡Mamá, no le digas! ¡No le digas!- Gritaba y golpeaba la puerta. Las fuerzas se le iban agotando y solo podía llorar ahogadamente. -No lo digas...- Decía casi como un susurro. Se fue resbalando por la lisa puerta de madera hasta caer hincado en el suelo.
Intentó pedir ayuda por el único medio disponible en ese momento, su teléfono celular, lo tomó e intentó llamar a la primera persona que se le vino a la mente que también es el padre de su bebé, Jaejoong. Pero para su infortunio la llamada no salió, la razón fue que el crédito se había agotado. En su desesperación, lo intentó varías veces sin éxito alguno. Estaba deshecho, ahora sabía que no había ninguna esperanza de ayuda. Tenía que resignarse. Estaba sentado en una esquina de su cama recargado a la pared y con sus brazos sobre su vientre.
Estaba anocheciendo, eso indicaba que su padre regresaría pronto y lo hizo, su coche entró a la casa y escuchó sonido a sonido lo que pasaba, el entrar a la casa y escuchar hablar a aquellos dos discutiendo sobre algo que él ya sabe por que es el protagonista de aquella discusión.
De pronto los escuchó subir...
-¡Ahora verá!- Escuchó gritar a su padre.
Su corazón se aceleró, su cuerpo se puso helado. Las llaves abriendo aquella puerta solo le hicieron pensar lo peor. Cerró los ojos fuertemente y se tragó las ganas insaciables de llorar.
Solo sintió como sus cabellos eran jalados bruscamente, como era lanzado al suelo con furia, el dolor que eso le provocó y aquellos gritos que eran insultos dirigidos hacía él.
Aquellos punta pie que su padre le propinaba mientras su madre enfermamente observaba. No supo cuantos de esos fueron, Changmin solo se concentraba en aferrar las manos a su vientre, trataba de defender a la criatura que tenía en su interior. Seguía con los ojos cerrados, ni siquiera los abrió para ver como al toser salían manchas color carmesí de su boca. Tampoco se dio cuenta en que momento perdió el conocimiento.
...
Abrió despacio sus ojos y se dio cuenta instantáneamente donde estaba, era un cuarto de hospital, no había duda. Una bolsa de suero con una larga manguera que terminaba en su mano izquierda lo terminó de convencer.
-Minnie- Dijo una voz de mujer. -¿Como te encuentras pequeño?- Dijo preocupada.
-Doctora...- La reconoció de inmediato. Se intentó levantar.
-No, no, no- Nanchung le calmó volviéndolo a recostar. -Tranquilo, todavía estas débil-
-Doctora...- Habló con esfuerzos. -...Ayúdeme por favor, estoy esperando un bebé, no quiero que nada malo...-
-Minnie...- Le interrumpió con tono de tener un nudo en la garganta. Negó con la cabeza -...Lo perdiste-
-...- No podía creer lo que acababa de escuchar. -...¿Qué?...- Sus ojos se llenaron de lágrimas. -No... no es cierto... no-
La doctora Nanchung le abrazó y se conmovió tanto ver a Changmin así que finas gotas comenzaron a caer resbalando por su delicado y fino rostro.

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