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Love Song


Título: Love Song
Autor: Misuzu Black
Pareja: YunJae
Género: Slash, Lime
Extensión: Oneshot.

Estábamos tan felices, la vida nos sonreía, y nosotros, le sonreíamos a todos y en todos lados, parecía que no hubiese nada que nos pudiera arrebatar esa felicidad, nada, absolutamente nada… pero… que equivocado estaba.
“Habías preparado todo con total anticipación. Siempre fuiste muy romántico y caballeroso, por eso, no me sorprendí al entrar en aquel lugar, realmente un sueño a la vista de todos. Una pequeña casa a la orilla del mar, en una zona bastante exclusiva, eso era lo que estabas buscando un lugar solo para nosotros dos.
– Boo – me susurraste al oído mientras me abrazabas por la espalda – ¿Te he dicho ya cuanto te amo? – sonreí ante tus dulces palabras – Te amo mi JaeBoo.
– Te amo – respondí, dándome vuelta para pasar mis manos por tu cuello y atrapar tus labios, tan suaves, tan dulces, tan embriagantes, tan tuyos.
– Deberías darte una ducha. El viaje fue extenuante hasta aquí – me dices jalándome suavemente por un brazo. – Prepararé el baño para ti.
– ¿Por qué no mejor nos bañamos juntos? – te sugerí con una sonrisa coqueta, un poco ladina que sé que te gusta tanto. Pase mi lengua por mis labios mientras te miraba de forma insinuante.
– Boo… para – me dices cuando comienzo a atacar tus labios de nueva cuenta – detén… – me suplicas, pero no estoy dispuesto a hacerlo. Tu boca es adictiva. Tú eres mi droga.
Al final terminaste cediendo. Entre besos y jadeos, me hiciste tuyo una vez más, dentro de esas estrechas paredes que generaban una acústica, que aunque lo negaras, se escuchaba genial. Nuestros gemidos amplificados de nivel. ¡Qué excitante es esto!
Cuando desperté estaba en la cama, cubierto con una ligera sábana blanca. Supongo que no estaba entre tus planes hacer el amor en el baño, pero eso es lo que más te gusta de mi, mi naturalidad.
Me removí con pereza, viendo a través de la ventana que la noche nos había alcanzado. Me enfurruño conmigo mismo por no aprovechar bien nuestro tiempo. Eres un hombre muy ocupado, tomaste un fin de semana para pasarlo conmigo y yo, yo terminé durmiendo la mayor parte del primer día por la vigorosa actividad.
Hallo una pequeña nota sobre la mesita de noche. “Salí por la cena” reza. Sonrío porque a pesar de que trajimos despensa para que pudiera saciar tu estómago y tus ganas con el sabor de  mi comida, preferiste dejarme dormir e ir a buscar algo, me prometo a mí mismo recompensarte mañana. Tomo una camisa de suave seda, me pregunto, a tú tacto ¿Qué será más suave, mi piel o la seda? Con esa idea bajo las escaleras, esperando que hayas regresado, pero la oscuridad de la habitación me dice que no es así.
Mientras sigo caminando en busca del apagador, una tenue luz ambarina se cuela por las ventanas. Sé que no eres tú, pues la carretera está al otro lado. Curioso me acerco y no puedo evitar soltar un gritito de admiración, llevando mis manos a mi nariz y boca.
Sobre la playa una serie de velas acomodadas en diferentes posiciones, sin formar ninguna figura concreta son la fuente de iluminación del lugar, como fondo el océano de un ligero color lila oscuro hasta tornarse negro como la noche. Puedo escuchar las olas y sentir la brisa del mar, todo es perfecto, pues incluso una mesa elegantemente adornada se halla al centro de la decoración.
– ¿Sorprendido? – tu voz saca mi mirada de la asombrosa vista que has preparado para mí. ‘Sí’ quiero decirte, pero las palabras no me salen, solo atino a morder mi labio mientras bajo la mirada un poco sonrojado por todo esto. – Ven – me susurras, tomando mi mano y conduciéndome al centro.
La cena, espléndida, transcurre entre una y otra cosa, entre charlas de amigos, bromas juguetonas y unos cuantos te amos por parte de ambos. De un momento a otro mientras reía por algún mal chiste, te quedaste callado, solo observándome; mi risa paro al instante, tu mirada era confusa, entre indecisa y temerosa.
– ¿Q-qué sucede Yunho-ah? – inquieto. Jamás había visto esa mirada en ti, y, por alguna razón, me siento ansioso, hasta vulnerable.
– Yo – carraspeaste – yo estaba pensando que es hora de terminar este noviazgo – tú voz sonaba segura, al igual que tus ojos. ¿Me estas tomando el pelo verdad? Trato de esbozar una sonrisa, pero mis sentimientos me traicionan y las lágrimas comienzan a asomarse en mis ojos. – ¡No lo malinterpretes! – dices asustado, viendo mi reacción. – No supe cómo expresarme – te levantas y corres a mi lado, estrechándome fuertemente entre tus brazos, calmando al instante los espasmos que empezaban a surgir por mi cuerpo. Sujetas mi mentón, de forma que tus ojos encuentran a los míos. – Yo jamás me alejaría de ti – me dices. – Yo… – no había notado que estabas con una rodilla en el suelo, uno de tus pulgares se encargaba de limpiar las lágrimas que lograron escapar por tus anteriores palabras. – Yo quiero terminar este paso para avanzar uno más en nuestra relación – tu voz nerviosa y tu mano temblando, hace que mi corazón tamborilee. – No sé lo que me has hecho, me has hechizado de tal manera que ahora se me hace imposible dejarte ir. Quizá es la mirada en tus ojos o la forma en que bailas, tal vez la forma en la que cocinas o el dulce aroma que tu piel desprende – mis ojos seguramente brillaban con la esperanza de que continuaras, para escuchar lo que por tanto tiempo he querido escuchar. –  Jaejoong, ¿quisieras casarte conmigo?”

Aquella noche fue de las más felices en mi vida. Yunho, los momentos más felices fueron aquellos que pase a tú lado. ¿Por qué el destino fue tan cruel con nosotros? Nos amábamos, no existía mejor palabra para describir nuestra relación que… Amor. Tus ojos, mis ojos, tus manos, mis manos, todo encajaba perfectamente, cada pequeña acción iba encaminada a mostrarnos ese  cariño que nos profesábamos. No le hacíamos mal a nadie, entonces ¿por qué? Jamás dejaré de preguntármelo.

“Faltaban unos días para que la celebración se llevara a cabo. Nuestro gozo era tanto que incluso los desconocidos, al pasar por nuestro lado, sonreían deseándonos más felicidad de la que ya teníamos.
Regresábamos de un largo viaje. Habíamos estado visitando tanto a tus familiares como a los míos. No es que no los fuésemos a ver el día de la boda, pero queríamos saludarlos antes, pues ese día sería nuestro día, solos tu y yo. Nos presentábamos como la futura pareja que florecería, y aprovechábamos la oportunidad de convivir con algunos parientes que hace mucho no veíamos.
La sinuosa carretera se perfilaba estrecha y amenazante, pero no me preocupaba ya que tú eres muy prudente al manejar, aunque el asfalto mojado, la niebla y solo nosotros en el camino, me inquietaba. Sujetaste mi mano sin dejar de mirar al frente, me conoces tan bien que notaste que me encontraba intranquilo. Por una fracción de segundo me miraste y sonreíste. La seguridad de tu sonrisa me hizo devolverte una igual.
En una curva pronunciada, unas luces deslumbrando se acercaban peligrosamente a nosotros a una gran velocidad, el sonido de llantas derrapando y un fuerte golpe, los vidrios reventando. Solo el sonido de tu voz llamándome es lo que permanece.
– ¡Jaejoong! ¡Sujétate! – me dijiste antes de que cerrara los ojos y sentir cómo vamos rodando, directamente hacia el precipicio.
En el momento en que recobré la conciencia estaba a unos metros del auto. Por el movimiento, mi cinturón de seguridad se rompió arrojándome lejos de ti. Sentía como algo cálido me recorría la frente y terminaba por nublar mis ojos. Con desesperación lo aparte con un brazo, mire hacia todos lados, esperando encontrarte. Mallugado como estaba, me moví lo más rápido que pude, buscándote. Tropecé  varias veces, quizá en una de esas fue donde me lastimé más, pero no me importaba, lo único que deseaba era verte bien.
A lo lejos puede ver el otro auto, también desecho pero con muchísimo menos daños que los que nosotros sufríamos. Otro vehículo curioso se detuvo, tal vez fue él quien llamó a los primeros auxilios. No lo sé.
Cuando por fin te hallé mi corazón se detuvo. El verte de esa manera desgarró mi alma. Corrí hacia ti, estabas atorado en la puerta del auto, con el cinturón enredado de mala manera sobre tu cuello.
Sangre.
Mucha sangre. Los vidrios habían cortado tus músculos, la lámina había despedazado tu pierna derecha,  te encontrabas muy mal, pero vivo. Corrí hacia ti, como pude te saque de ese sitio, a pesar de que gritabas, debía alejarte de ahí, el olor a gasolina se mezclaba con el de la sangre, y unos pequeños cortos eléctricos me indicaban que no era seguro que permanecieras ahí hasta esperar al auxilio.
Me miraste. Por tus ojos color chocolate se escurrían sendas lágrimas. ¿Por qué lloras amor? ¿Te duele? Duele mucho. Sostuve tu cabeza entre mis brazos.
– Aguanta amor, aguanta. La ayuda viene en camino – te dije sin dejar de mirarte, rezando por que así fuera.
– J-a-e-e – intentaste decirme algo, pero tu boca escupió una alarmante cantidad de sangre.
– No, no digas nada – apresuré a decirte – Pronto estarás bien – rogaba porque así fuera. Una fina lluvia comenzó a caer sobre nosotros. A lo lejos el sonido característico de las ambulancias me daba esperanza.
– JaeBoo – susurraste tan débil que apenas fue un murmullo – Te-e amo – ahora yo lloraba tanto como tú.
– Te amo, te amo, te amo – te bese, sintiendo el sabor metálico de la sangre colarse a través de mis labios – no, me abandones, no me dejes… por favor… no me dejes…”

Por más que  roge que no te fueras de mi lado, al final, me dejaste… ¿Qué voy a hacer sin ti Yunho-ah?
Dijeron que el conductor del otro auto se hallaba en estado de ebriedad, y que a pesar de estar un poco grave sobreviviría. El peritaje indicaba que nuestro carro había girado de tal manera que la mayor parte del golpe fue de tu lado, que eso inhabilito la bolsa de aire, provocando que el volante apretara tu pecho, rompiendo varias de tus costillas, las cuales perforaron tus pulmones. Eso y un millón más de fracturas y contusiones que decían que tenías.
Al final solo son palabrería que trata de explicar la situación… una donde tú ya no estabas más…
En el funeral, no solté ninguna lágrima. No me explicaba como habíamos llegado a tal situación, esperaba que todo esto fuera una broma, una muy pesada, y que aparecieras detrás de toda esa gente con un gran ramo de rosas, de esas que me gustan tanto. Pero todos se acercaban, decían cosas que no entendía con una cara de tristeza fingida. Ellos mentían ¿verdad? Aún espero que entres por esa puerta con tu clásico andar elegante y tu sonrisa matadora.
Sin embargo, tú no vendrás más… así te llame gritando, tú ya no estás a mi lado…

….

Changmin ha estado acompañándome el día de hoy, ellos se turnan para cuidarme, al parecer piensan que cometeré alguna imprudencia sí me quedo solo en casa. Escucho el DING-DONG del timbre, no hago el mínimo esfuerzo por moverme, llevo escondido bajo mis sábanas alrededor de un par de semanas, tal vez más, no sé, es difícil contar el tiempo. Sin ti ya nada importa...
– Jae – oigo que me hablan – Jae – me mueven ligeramente el hombro, pero no deseo nada, solo quedarme aquí – Jae, alguien ha venido a verte – dicen. Mi corazón da un brinco porque pienso que eres tú, que por fin has decidido dejar esta cruel broma y ahora estás aquí para estrecharme entre tus brazos, lo sé, porque te conozco, sé que no puedes estar mucho tiempo sin mí, así como yo sin ti.
– Hijo – me dicen. Grande fue mi chasco al descubrir que no eras tú, sino una mujer mayor, a la que reconozco como tu madre. Saludo por cortesía, sé que ella sufre tanto como yo, y el solo hecho de recordarte hace que mis ojos se aguaden una vez más. ¿Existe algún límite para las lágrimas?
Con cuidado ella coloca una caja sobre la mesa, me dice palabras de consuelo, que sé que ni a ella le sirven en este momento. Realmente es admirable, es tan fuerte aún en esta situación, se parece tanto a ti, mejor dicho, tú eras tan parecido a ella.

….

Es muy tarde, pero no puedo dormir, necesito de tu esencia para sentirme tranquilo. Los chicos duermen acurrucados junto a mí, pero me he escabullido de ellos. Esa caja que tu madre trajo esta tarde, me ha estado llamando silenciosamente, como si quisiera que la abriera para descubrir sus secretos, tus secretos…
Llevo observándola un par de horas, el frío de la madrugada me cala los huesos, aunque no estoy seguro de si es el clima o es la falta de tu presencia. Lentamente alargo mi brazo, temeroso de lo que pueda encontrar ahí, pero anhelando algo que sea tuyo, logro destaparla. Dentro hallo tus pertenencias, tus más valiosos tesoros. Recuerdo la postal de aquel lugar en las montañas al que fuimos, fue el primer lugar que visitamos como pareja, sonrío inconscientemente. Encuentro también un dulce en forma de osito, te lo regalé hace mucho, mucho tiempo, siempre pensé que lo habías comido, pero al parecer lo atesoraste. Entre fotos y varios de los regalos que te dí, encuentro tu libreta de notas, solías escribir anécdotas para que después sirvieran como anotaciones para alguna canción.
Mientras reviso esa libreta, mis ojos se llenan de brillo, jamás dejaste que la viera, más que lo que querías mostrarme de ella, sin embargo ahora me empapo con su contenido, la mayoría habla de mí, de tú y yo juntos. Una leve sonrisa se asoma en mi sombrío rostro, en definitiva, solo tú puedes hacerme feliz. Una hoja se escapa del cuadernillo, cayendo suavemente al suelo, llamando mi atención.
Lo recuerdo.

“Estabas sentado en el alfeizar de la ventana, el sol se colaba por el vitral, bañándote de un color dorado luminoso, realmente parecías un dios. Sonrío ante tal comparación. Me acerco, cuidando de no hacer ruido. Pareces muy abstraído entre tus pensamientos que ni siquiera notas que estoy detrás de ti, sigues mirando a la  ventana. Noto sobre tu regazo un cuadernillo con una hoja suelta en blanco, no, no totalmente en blanco. Por curiosidad observo por encima de tu hombro.
Te amo
Amo lo que muestras y lo que ocultas,
Amo lo tienes en tu loca cabeza.
Tenía tanto miedo de amar, pero cuando te ví
De alguna manera mis dudas desaparecieron de repente.

– ¡Oh! ¡Boo! ¡Estás aquí! – dijiste sorprendido, asustándome por hablarme tan de repente. Al percatarte que estaba leyendo, de manera discreta lo escondiste de mi vista.
– Humm – hago un pequeño puchero al no ser capaz de leer más.
– Ven – con un brazo me arrastras hasta tu regazo, me estrechas entre tus brazos, depositas un beso en mis labios y sonríes. Tan embelesado estoy contigo que ni siquiera noto tus negras intenciones. Una sonrisa traviesa cruza por tus labios, pero es demasiado tarde para mí escapar. Tus dedos apresan mis costillas, haciendo que me retuerza de cosquillas.
– B-ba-bas-ta Yun-hoo – trato de decir entre carcajadas, pero tú ríes casi tan fuerte como yo.
Después de un rato decides apiadarte de mi pobre estomago, que ya me dolía de tanto reír. A pesar de haberme retorcido sobre tu regazo, jamás me soltaste, por lo que aún me encuentro en el pequeño espacio entre tus brazos.
– Yunnie – digo con voz melosa, después de haberme calmado un poco.
– Mmm – respondes, acomodando mi cabello por detrás de mi oreja.
– Yunnie – digo de nuevo, me intriga el  ver lo que me escondes – ¿Qué es eso que escribías?
– Mi diario – respondes sin inmutarte. Te miro acusadoramente dándote a entender que sé que no es cierto, pues tú no llevas diario. – Ok – accedes al verte acorralado. – No es un diario en sí, es más bien es un cuaderno de anotaciones.
– ¿Anotaciones? – pregunto aún más curioso.
– Si – asientes tocándome la punta de la nariz. – Algunas son frases que escucho por ahí, comentarios sobre alguna estrofa de una canción en específico, o sencillas anécdotas que no quisiera olvidar.
– ¿Por qué esa hoja estaba suelta entonces? – me miras detenidamente, como dudando que responder.
– Porque escribía una canción – dices algo avergonzado. Nunca te has considerado como un buen escritor, escribes alguna que otra estrofa que no te llega a complacer del todo, por eso siempre pides la opinión de Yoochun o la mía.
– ¿Una canción?
– Si – desvías un poco la mirada y rascas tu nuca, por tu comportamiento debo decir que sé que escondes algo más.
– ¿Qué clase de canción? Muéstramela – exijo.
– No – dices de manera firme. Es la primera vez que me niegas tan rotundamente algo, hace que mi corazón sienta un frío. Hago un puchero por instinto y tus ojos se ablandan – Lo siento Boo – me aprietas fuertemente – No puedo mostrártelo.
– ¿Por qué?
– Porque es especial. – ¿Especial? ¡Yo soy especial! ¡Soy único! ¿Por qué escribes una canción que no quieres mostrarme? Acaso… – No. No es lo que te estás imaginando – dices cortando el hilo de mis pensamientos. – Esta canción es… es para ti – dices en un tímido susurro. Abro los ojos en sorpresa, porque ahora mi corazón brinca de alegría. – Yo… yo quiero plasmar todo lo que siento por ti en esta canción – te miro sin decir nada, esperando a que continúes, con una ilusión aún  más grande por escucharla. – Quiero que todo el mundo entienda a través de su letra y melodía lo mucho que te amo.
Con aquellas simples palabras me haces llorar, con cada pequeña acción que realizas haces que me enamore más del hombre que eres. Yunho bendigo el día en que el destino te puso en mi camino y más el momento en que decidiste fijarte en mí, siendo que millares mueren por ti. Sentirme tan afortunado de tener tu amor es lo más maravilloso que me ha pasado.
– Por eso quiero que esperes hasta que esté completa – dices acercando tu nariz a la mía, sobándolas ligeramente – Quiero que este sea nuestro regalo de bodas, que sea el primer vals que bailemos como esposos, nuestra canción.
– Yunho te amo – digo para después unirnos en un casto beso.
– También te amo Jaejoong.”

Por mis mejillas nuevamente las lagrimas corren, el dolor en mi pecho hace que el aire comience a faltarme tanto como tú me haces falta. Lloré y lloré hasta que la mañana llego, hasta que mi desgarrada alma cedió al cansancio.
Desperté entre las sábanas y almohadones de mi habitación, supongo que alguno de los chicos me trajo hasta aquí. Sobre mi pecho, llevo firmemente sujeta una pequeña libreta, tú libreta. Me levanto con una decisión. Después de mucho tiempo, por fin salgo de mi habitación, me dirijo a la cocina, donde sé que están los demás.
Al llegar ahí, sin hacer ruido, observo sus caras afligidas, llenas de desesperación e impotencia por no poder hacer nada, más que estar a mi lado y esperar a que el tiempo me de consuelo. Lo siento chicos, siento haberlos preocupado demasiado.
– Jae – dice suavemente Yoochun al mirarme en la puerta. Los otros dos, alzan la vista, abriendo los ojos grandemente al verme de pie. Yo solo trato de hacer una mueca, en un vago intento de sonreír. Debo suponer que al final fue una sonrisa por los brillantes ojos de Su, quien corre a colgarse de mi cuello. Desgraciadamente para ambos, mi cuerpo no se ha alimentado correctamente, de por sí era delgado, ahora lo estaba mucho más, lo que, consecuentemente nos llevó a ambos al suelo.
– ¡Su! ¡Pato inútil! – escucho que le recrimina Changmin mientras soy levantado por él. No había notado lo mucho que Min había crecido, me alzó tan fácilmente como si de una pluma se tratara.
– Lo siento, lo siento – Su se disculpaba de manera graciosa, como siempre ha sido él, una risa sale de mi rostro, lo que hace a Su intentar colgarse a mí de nuevo, pero sin lograrlo ya que Min me ha cubierto con todo su cuerpo.
– Yo… – mi voz, después de mucho de no ser usada más que para gritar de dolor, sale como un ronco susurro, incluso me duele un poco la garganta. – Yo deseo hacer un viaje – digo con dificultad.
Los tres me miran incrédulos, para después mirarse entre ellos cómplicemente, tanteando entre ellos las probabilidades de que fuera real y de que no lo usara para dañarme en el camino.
– Quiero ir a las montañas – digo, mi voz se va haciendo más audible. Ellos se miran una vez más, no muy seguros de la idea ni de cómo decírmelo. Pero este es un viaje que necesito hacer, por ti, por ellos, por mí.
– Jae – Yoochun se acerca a mí dudoso, como temiendo que me dé un ataque con sus palabras – ¿Estás seguro? – coloca un brazo sobre mí, sé que me entiende, no por nada es mi Soulmate.
– Sí – respondo, sujetando con más fuerza ese cuadernillo que aún llevo entre mis brazos.

Con solo esa palabra llena de fuerza y seguridad es que nos alistamos a emprender un viaje, más bien, a pasar una temporada en las montañas, aquellas donde fuimos por primera vez como pareja.
Al llegar a aquel lugar el fresco aroma de los árboles inundó mis fosas nasales. El aire se sentía ligeramente frío, siendo que estábamos en verano, la época perfecta para apreciar la belleza natural que frente a nosotros se erigía.
De la parada del autobús, teníamos que caminar un poco más hasta la posada donde nos hospedaríamos por un tiempo. El sol matutino empapaba a las montañas, donde la bruma se levantaba poco a poco. Tomé mi mochila, dándole la espalda a aquel paisaje, seguro de encontrar uno mejor comencé a caminar cuesta arriba para llegar al alberge y descansar un poco.
Dos amables viejecillos nos dieron la bienvenida. Les recordaba, recordaba toda aquello con detalle, pues ese era el mismo lugar donde tú y yo nos alojamos. Llámalo masoquismo, pero me gustaba estar en partes donde tenía recuerdos contigo, pues de esta manera te sentía a mi lado, más aún en este lugar.

“– Boo – me llamaste, estirabas tu mano para que la tomara. El paisaje era como esos de una postal. Sonreí al tomar tu mano – ¿No es hermoso?
– Lo es – dije. Me encontraba un poco cansado, después de todo la altura era considerable y el llevar caminando varias horas hacía que mi cuerpo bufara por falta de aire. Tenía el típico dolor por debajo de la costilla, señal que estaba exhausto y que gozaba de una pésima condición física. Tú en cambio estabas ahí, de pie, mirando alternadamente al paisaje y a mí, tu tranquila respiración y sonrisa me daban a entender que estabas tan fresco como una lechuga.
– ¿Sabes por qué escogí este lugar? – apretaste mi mano un poco más sin llegar a lastimarme. Negué con la cabeza. La verdad era que sí me cuestione un poco el por qué de este lugar, yo hubiese preferido la playa, pero por alguna desconocida razón optaste por las montañas. – Sé que querías ir a la costa a disfrutar del sol y del mar, pero ¿sabes Jae? Elegí este lugar por estar más cerca del cielo.
Miraste hacia la bóveda azulada que se cernía sobre nosotros, su color tan claro y puro, con las blancas nubes algodonadas formando figuras tan cerca que las sentía al alcance de mi mano. Si Yunho, es como un lugar cercano al paraíso.
– ¡AMO A JAEJOONG! – gritaste sin previo aviso al cielo, haciéndome brincar en el acto. – Quiero que el cielo y todo el planeta se entere que tú eres mi todo – sonreíste, me tomaste con ambas manos por las mejillas y bésate mis labios.”

Sí esta es la zona que creías más cercano al cielo, entonces es lo más cercano que estoy a ti. Por eso elegí este lugar.
Llevamos varios días aquí. Los primeros los pasamos acomodando nuestras cosas, ubicándonos en el área y limpiando. No había tenido mucho tiempo para pensar, los chicos insistían en que debería descansar, que mi cuerpo no se encontraba en condiciones y no sé qué otras cosas, pero me negué a seguir siendo un vegetal ambulante, por eso cada noche terminaba exhausto.
Cuando al fin terminamos con las tareas, me dispuse a tomar el cuadernillo, un lápiz y un pequeño chal que recubriera mis hombros por la tarde, sí bien, era medio día quería pasar lo que restaba del día fuera, caminando, oliendo el perfume de las flores, viendo las nubes rodar de un lado al otro, escuchar el canto de los pájaros y el murmullo de los arroyos, y claro, por supuesto, pensar en ti.
– ¿A dónde vas? – Min preguntó detrás de mí.
– Saldré a caminar – me miro inseguro de dejarme ir solo, por un momento lo vi dispuesto a acompañarme – Min – le dije – Esto es algo que tengo que hacer solo – arrugo un poco su ceño, pero no dijo nada, aún así estaba esperando una explicación. Cuando decidí que quería venir a este lugar ellos solo me siguieron, no preguntaron ni hablaron, solo esperaban que les dijera el por qué de las cosas cuando yo estuviera listo para hablar. Detrás de Min, Chun y Su miraban atentos a la conversación. Les diría, se los debía. – Este lugar es especial, tanto en mi corazón como lo fue una vez en el de Yunho – apretuje en mi pecho su libreta. – Él me dijo que le gustaba este lugar por ser cercano al cielo. Sí él lo creía yo también lo creo…
– Jae, esto solo te hace daño – oí decir consoladoramente a Yoochun.
– Esto – dije mostrándoles la libreta entre mis manos – Esto son las anotaciones de Yunho. Y esto – saque dentro del cuadernillo una hoja suelta para mostrárselas – es una canción, nuestra canción – me miraron confundidos. – Yunho estaba escribiendo esta canción para mí, como regalo de bodas, como primer vals – explique – Él quería que todos sintieran su amor por mí. Yo… yo voy a terminar esa canción. Sé que no será lo mismo, pero mi amor por él es tan grande como el que él sentía por mí. Sé que puedo… yo…

Ninguno dijo nada, han pasado varios días desde aquello, a veces camino por veredas que mi mente recuerda a tu lado, otras solo recorría nuevos caminos, desfrutando del paisaje. Algunas ocasiones los muchachos me acompañan, unas caminan a mi lado, otras mantienen una distancia prudente. Es conforme el ánimo que me encuentre. Aunque agradezco infinitamente su compañía, prefiero caminar solo. Sentarme y leer una y otra vez las cortas líneas plasmadas en esa hoja.

Te amo

No fue fácil para mí,
encontrar las palabras para una melodía,
Me conoces en realidad, sabes que tan mal puedo rimar.
Tenía tanto miedo de amar, pero cuando te vi
de alguna manera mis dudas desaparecieron de repente.

Releía los versos que habías escrito, podía apreciar en la hoja, el bosquejo que era, una y otra vez habías  garabateado y borrado, tanto que la superficie estaba desgastada. Pero yo, no quería escribir en algún otro lado, quería continuar plasmando lo que teníamos en esa misma hoja.
Al principio comenzaba a sentirme un poco frustrado por no saber que palabras utilizar, estaba seguro de que me amabas, pero tú eras gentil y caballeroso, nada que ver con mi alocada mente. Éramos el complemento el uno del otro, como el yin y el yang, tan diferentes y a la vez tan parecidos. Pasamos por muchos momentos juntos, tomados de la mano, me mostraste un mundo completamente diferente.

Al conocerte mi vida cambio,
volteaste mi mundo con un solo mirar.
Cuando miro las estrellas,
siento que a su lado tú brillas más.

El estar a tú lado era completamente mágico, era como el retumbar de los fuegos artificiales. Así eras tú a mis ojos, dentro de un mundo oscuro, donde a veces las estrellas se reflejaban con poca intensidad, tu presencia es como esas flores llenas de luz, sonido y color. Con solo verte, con solo pensarte, mi sonrisa aparece naturalmente, mi corazón vibra, cada tamborileo parece decir “Yun-ho, Yun-ho” en un rintintín constante.
Miro al cielo y respiro profundo ese aire puro. Siento la brisa acariciar mis cabellos, mientras la hierba se balancea armoniosamente. Una paz inunda completamente mi ser, una que hace mucho no me visitaba.
– JaeBoo… – un susurro en mi oído hace que mi corazón se paralice, volteo hacia un lado y hacia el otro. Me levanto del lugar donde estoy y recorro con la mirada mis alrededores. Nadie, no hay nadie en este paraje más que yo. Por un momento pude jurar que…
Sacudo mi cabeza, mientras el nudo en mi garganta se va formando, cada vez más tenso. Cierro los ojos y las lágrimas se escurren de nuevo, no puedo evitar pensar que eras tú…

Me pregunto si las cosas saldrán bien,
pero te miro
y en mi corazón no existen dudas.
Sabes que estaré contigo hasta el final.
Con solo ver tus ojos me conmociono,
cada palabra tuya resuena en mis oídos,
como las olas en el mar.

Recuerdo que cuando te conocí te pavoneabas por ahí como el gran macho que decías ser, y aunque lo eras, me causaba gracia el ver tu actuar. Yo era muy conocido por ser un “príncipe de hielo”, o eso decía la gente, la verdad era que ninguno se tomaba la molestia de acercarse un poco a mí y descubrir el por qué de mi gélida personalidad, la cual al final solo era una fachada para ocultar mi tímido y frágil corazón, pues en este mundo casi criminal te defiendes o te devoran, siempre lo vi así, hasta que te conocí.
Me mostraste lo que mi alma no podía ver, me enseñaste lo que es la amistad, la sensación de un roce, la calidez de unos brazos, el valor de una promesa, de una u otra forma todo tu ser ejercía una fuerza gravitacional sobre mí,  le revelaste a mis labios la forma en la que un beso se da, pero más que eso, le enseñaste a mi vacio corazón lo que es el amor…

Hay momentos en los que no sé si es real,
no sé si lo que yo siento es normal.
Nunca imaginé ser tan feliz.

Cuando el sol se va, y sientes vacío en tu corazón,
toma mi mano, anda no tengas miedo,
Yo te amo, te he esperado por tantos años.

A tu lado el tiempo transcurría rápido y lento a la vez, no sabría explicarlo, mis ojos trataban de retener todo el mundo que tú me mostrabas, los cálidos colores otoñales, los dulces aromas navideños, los escandalosos sonidos primaverales y la suave brizna veraniega. ¿Cuánto tiempo pasé a tu lado? ¿Mucho o poco?  Cual sea que fuere, ahora siento que no fue nada. Que no tuve suficiente tiempo para demostrarte lo mucho que eras para mí. Que jamás hubiese soltado tu mano, que te hubiera, no, que te adoraré por el resto de mis días.
– Yunho-ah ¿aún recuerdas tu promesa? – dije al viento. – Prometiste estar a mi lado siempre…
– Siempre a tu lado… Jaejoong… – el susurro del viento me respondió.

Amo lo que muestras y lo que ocultas,
amo lo que tienes en tu loca cabeza.
Amo todo lo que tú representas.

Tomaré tu mano eternamente
Querido no tengas miedo, pues yo te amo
Y te amaré por mil años más.

– Yunho-ah – susurro al viento. Estaba sentado sobre aquella ladera donde me siento más cercano a ti, aquella donde escucho que el viento murmulla mi nombre como el sonido de tu suave voz. – Yunho, llevo aquí un tiempo. He terminado de escribir la canción, pero sabes, aún no encuentro las notas perfectas, por más que busco no las hallo. Dime, amor, mi amor…
Todos los días iba a ese lugar, me sentaba a esperar que el rumor del viento trajera tu bella voz de nuevo a mis oídos, no me importaba que solo fuera mi imaginación y mis enormes deseos por volver a verte, no, todo eso era irrelevante. Según los chicos el estar ahí me había dado consuelo, dicen que mi aspecto esta mejor, y la verdad Yunho, es que aquí te siento a mi lado, no quisiera marcharme, pero como todos dicen, debo continuar mi vida, vivir por mí y por ti. Yunho, no prometo que me enamoraré de nuevo, pero intentaré ser lo más feliz que pueda, pues solo tú eres mi verdadera felicidad.
– Yunho te amo…
En ese momento, todo sonido cesó, el canto de las aves, el rumor del viento entre los árboles, el correr burbujeante de los arroyos cercanos, nada, todo en absoluta calma, tan silencioso que parecía abrumador, aplastante a mis oídos, pero extrañamente no sentí miedo. Era como si mi alma estuviera esperando por algo.
Hasta que ocurrió…
Suaves notas traídas por la brisa, comenzaron a resonar en mis tímpanos, tan dulces y pacíficas, que generaban en mí cálidas ondas de confort, como la sensación de estar entre tus brazos. La melodía parecía provenir de todas partes y a la vez solo dentro de mí. Cerré los ojos, sin buscar explicación lógica, pues mi corazón sabía que ese eras tú. Me deje envolver por la música, por un momento pude jurar que aspiré tu aroma de nuevo, sin embargo, permanecí con los párpados cerrados, temiendo que si los abría todo ese encanto se esfumaría, y no estaba seguro de poder seguir sin terminar de escuchar lo bella de la armonía. Esta sonó una y otra vez en mis oídos hasta que se quedo grabada en mi memoria, y, aunque solo hubiese sonado una vez, igual se quedaría plantada en mi cabeza como un código genético, pero ella se escucho hasta que mi corazón se sintió en paz.
– ¿Tu lo has hecho, verdad Yunho? – sonrió al cielo, cuando por fin la música dejo de sonar y abrí los ojos. Sin pensarlo dos veces, tomo la hoja en la que he estado escribiendo, esa que era también tu borrador, y comienzo a apuntar cada nota que en mi cabeza aún resuena. – Esto es lo que le faltaba a la canción – digo.
Levanto la mirada y por el rabillo del ojo observo que hay alguien junto a mí. Me sonríe, jamás había visto más hermosa sonrisa. Le correspondo. No tengo miedo pues sé quién es. Su mano se acerca a mí y desacomoda mis cabellos suavemente. Todo mi cuerpo se estremece al reconocer ese cálido toque.
– Yunho, mi Yunho…

….

Sin faltar cada día, después de aquella tarde, volvía al mismo prado donde lo vi, pero su imagen no reapareció frente a mí, sin embargo, a pesar de tener la canción finalizada sentía que no estaría completa hasta que la tocase para ti. En ese lugar todo era tranquilo, extrañamente lleno de paz, sin las necesidades mundanas del mundo “civilizado”. En ese pedazo de cielo, me encontraba sereno, aunque esto no duraría para siempre, debía volver a la ciudad y retomar mi vida, una a la que le temía más que a nada. No me sentía frustrado, ni triste, el vacio que anidaba en mi corazón no se sentía tan pesado como al principio, pero aún calaba. Sonreía más a menudo, comía sin saltarme ninguna comida, porque te lo prometí, viviría. Pero, eso no quita el hecho de que me hagas falta. Te extraño, te añoro demasiado.
Buscando entre los salones de la posada, halle una vieja sala de música polvorienta que solo contenía instrumentos tradicionales, ninguno de los cuales sabía tocar. La curiosidad me llevó a sostener las cuerdas de una vieja cítara. Doce cuerdas de seda tendidas sobre doce puentes móviles aguardaban para ser tocadas, para dejar su melodía inundar el ambiente. Imaginé que su tacto sería cortante, pero era suave, incluso la resonancia que hizo la cuerda vibró por el lugar, produciendo un sonido claro y delicado, dándole vida de nuevo. Sonreí ante eso, el rumor producido por la nota me recordó a algunos que en mi mente dejaste ver.
Lo tenía, ese era el sonido que trataría de emular para ti, pues en ese lugar no contaba con un las notas de un suave piano para ayudarme. Desgraciadamente el destino parecía ir en contra de mí una vez más. Al ser una vieja sala, también le habían dado algún otro uso, ya que todos los instrumentos se encontraban apilados unos sobre otros en los laterales de la habitación. Por lo que al jalar la cítara de doce cuerdas, me percaté que ésta se encontraba debajo de una monumental estructura. Un set de dieciséis campanas de bronce de diferente grosor, montadas  en dos hileras sobre una estructura de sólida madera decorada, atrapaba a la vieja cítara.
Torcí la boca en señal de desaprobación, aquella cosa pesaba demasiado, no bastaba con que las campanas fueran de gruesas a más delgadas, pero debía de temer a las grandes, se veían bastante amenazantes, ni tampoco la pesada madera decorada, seguramente roble, colocaba sus patas sobre unos pilares de acero en forma de león, los cuales se veían aún más pesados que la estructura misma; pero ni eso, lo que me preocupaba era que sobre la madera decorada, sobresalían unas puntiagudas ornamentaciones, debido a su altura y a la capa de mugre que las recubría no podía asegurar si eran de madera o metal. ¿Qué clase de persona adorna de esa manera un instrumento? Aunque eso no me impediría sacar el laúd de ese lugar. Tocaría para Yunho, cantaría nuestra canción para él.

….

Al final les pedí a los chicos que cantaran para nosotros. Imagino que debe gustarles mucho ya que Su no deja de llorar, su voz se escucha entre-cortada por las veces que se le rompe a causa del llanto. Changmin tiene una voz privilegiada, a pesar de que hoy se le escucha un poco ronca, muerde sus labios a cada tanto, tan fuerte que siento que se hará sangrar en cualquier momento. Yoochun, él no canta, solo se dedica a tocar las suaves notas en un piano, por sus mejillas corren sendas lágrimas que van a parar a sus manos que se mecen suaves sobre las teclas, para dejar sonar la hermosa melodía que tú y yo compusimos.
– Yunho, es hermosa – tú sonríes y tomas mi mano, apretándola un poco. Te devuelvo la sonrisa, y miramos al frente de nuevo.
A un costado de nuestros amigos, se encuentra una fotografía en un gran marco, en ella estamos los dos, abrazados, sonriendo felices. Mientras ellos cantan aquella canción que le mostrará al mundo nuestro amor, nuestro eterno amor.
– Yunho-ah, te amo…

FIN~ 

3 Comentarios:

  1. una historia muy bella pero también muy triste porque tenia que morir yunho todo por ese maldito borracho a ese lo hubieran matado no a yunho pobre jj como sufrió yo pensé que el se iba a quitar la vida para estar con yunho por que el amor que se tenían era muy grande que sufrí mucho leyendo esta historia muy linda pero muy triste

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  2. Anónimo6/09/2013

    lacRimoso y triste fic
    dioxxx si me falto un pelo para llorar
    como magdalena
    no lo podia creer
    es demasiado hermoso
    y la redaccion ni se diga, esta perfecto
    la forma en la Que describe los sentimientos de JJ
    a la escritora la felicito de corazon por su
    trabajo y preocupacion en cada detalle
    valoro mucho eso, cuAndo leo un fic y creo que habla tambien de la seriedad que la escritura tiene con la historia y con las lectoras
    gracias a la escritora por tan hermoso shot
    y gracias a LALA por actuAlizar continuamente
    k-ede
    pd; AMO EL YUNJAE
    Y FELIZ YUNJAE` DAY
    YA SON 6 AÑOS!!!!
    SE VIENE MAS
    YJ4EVER

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  3. minato-chan =D6/12/2013

    .......Porque!!!! omooo no puedo parar de llorar!!!........aigooo no es justooo!!! awaaa no puedo ni escribir!!! solo se que me matooo este fic!!! Dios que fuerte!!! y pense que leyendo esto me sentiria mejor! ......T_____T mi hermoso YunJae!!! u.u

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