Amistad Olvidada, Santo Pecado - Epílogo

13 de diciembre:

Hizo bastante frío esa mañana, pero aquello no fue impedimento para que Junsu y Changmin se vieran todo el día, riendo y planificando en el jardín cómo sería la fiesta que celebrarían en dos días más.

Cuando la mujer, la madre de Junsu, los había llamado para comer, ambos se levantaron. Changmin miró hacia afuera, con nostalgia. Ningún auto. Rió, recordando su pasado, y cuando Junsu le preguntó qué le pasaba, negó con la cabeza, entrando ambos a su hogar.


14 de Diciembre:

Al igual que esa vez, hizo bastante calor, en gran contraste con el día anterior. Continuaron haciendo los preparativos para la fiesta de cumpleaños de Junsu. Cumpliría 19 años. Ambos sonrieron enormemente, pensando en cuándo había sido la última vez que habían celebrado un cumpleaños.

- Ya había olvidado el sentimiento - había reído Junsu con un intenso brillo en sus ojos y su mano en su pecho. Changmin había reído con él, y sin que nadie lo notara, depositó un rápido beso en sus labios.

Una vez más, no había ningún auto afuera.



15 de Diciembre:

Junsu no dejaba de saltar emocionado, como un niño pequeño, repitiendo que era su cumpleaños una vez más. Le contó contentísimo que sus padres lo habían despertado con un pastel y una enorme caja.

- ¿Y qué traía esa caja? - había preguntado Changmin, y Junsu lo tomó del brazo, corriendo con él hasta su habitación.

Un montón de gatos hacían estragos en su habitación, y Junsu comenzó a reír enternecido al verlos. - ¿No son hermosos? ¡Son mi regalo! Ese de ahí es Leo, y él se llamará Tigger, ya sabes, por sus rayas. Él es Leon, y ese otro se llama Bakira - dio pequeñitos saltitos emocionados, y Changmin rió con él.

Recordó esa mañana hacía seis años. Junsu le había contado que desearía tener un gato de mascota, pero sus padres no se lo habían permitido.

Esa mañana, sus padres le habían regalado todos esos.

- ¡Es el mejor cumpleaños de mi vida!

Changmin miró por la ventana una última vez, comprobando que no hubiera nada extraño afuera. Junsu notó la mirada de Changmin, y se le acercó, abrazándolo por atrás.

- No hay nadie allá abajo, Min - sonrió, suspirando - Y si lo hubiera, ya estoy lo suficientemente grande como para saber que no debo subirme a autos de extraños - rió, y Changmin rió con él. Se giró y rodeó su rostro con sus manos.
- Tienes razón - acercó su rostro - Feliz cumpleaños, Junsu... - susurró y depositó un suave beso en sus labios.

Se recostaron sobre la cama de Junsu. Este rodeó el cuello del  más alto con sus brazos. Changmin se ubicó entre sus piernas, sin dejar de besarlo.

Cada beso que el menor le daba era más exquisito que el anterior.

- ¡Junsu, bebé! ¡Llegaron tus tíos! - se abrió la puerta de la habitación, dejando ver a la madre de Junsu, quien, al verlos así, en esa posición, guardó silencio en seguida. Junsu entró en pánico.
- ¡Mamá! N-no es lo que... - se sonrojó y le dio un empujón a Changmin, alejándolo, pues este ni siquiera se había movido. La mujer  comenzó a reír a carcajadas.
- ¡No tienes por qué asustarse, Susu! - le quitó importancia  al asunto - ¡Changminnie ya me lo contó todo! Ahora arréglate que debes ir a ver a tus tíos, dejen esas cosas para la noche - le sonrió y dejó la habitación. Junsu miró fijamente a la puerta, el rojo cubriendo cada centímetro de su rostro.
- Ya escuchaste a la jefa, a la noche continuaremos - rió coqueto y Junsu le dio un golpe en el hombro.

Y ningún auto blanco se apareció esa tarde, como aquella vez. Ni monjas locas, ni acólitos ni oraciones. Eso ya no era lo suyo. Ahora, su vida había comenzado otra vez. Todo gracias a Changmin.

Y claro. Si alguno de ustedes se pregunta qué fue de toda esa gente... El internado se había terminado. Cada uno de los alumnos había sido regresado a su respectivo hogar. Las monjas habían sido acusadas de ser cómplices de todo el maltrato, ¿Y la directora? Oh, no podían evitar reír al pensar en ella. Al parecer su Dios no había sido tan bueno en el juicio que decidiría su condena.

Al fin y al cabo... Quizás Dios no era tan malo como Changmin creía.