Miradas prologo

En la sala de ensayos del local ‘Jump Up’ de Seúl, un día más Changmin afinaba su guitarra, y entre esa soledad era capaz de trasmitir lo que vivía en su día a día mediante composiciones y letras, liberandose de todas y cada una de sus preocupaciones. Sentado en un pequeño taburete tocaba acordes una y otra vez para unirlos a sus pensamientos.

Era un día especialmente triste, pero la verdad es que no se salía de la normalidad de su día a día. Comenzó a tocar y a componer haciendo que pocos minutos después una canción reflejara cada uno de sus sentimientos. Solamente podía sentir paz en esos momentos cuando junto a su guitarra día a día iba a la misma sala a cantar libremente, para poder, aunque sólo fuera con su música, liberarse de todos sus males. Para él era insoportable volver a casa después de la universidad, vivir el panorama de su familia día tras día le derrotaba de una manera tan grande que quería poner fin a todo ello tan solo en un instante, preguntandose todavía porque sus padres no aceptaban que quisiera dedicarse al mundo de la música y no hacer una carrera de abogado como años atrás su padre había logrado. Por eso día tras día a las 7:30 de la tarde su verdadera felicidad comenzaba cuando junto a su guitarra iba a Jump Up.

A esa misma hora un chico llamado Yunho salía después de hacer lo que más le gustaba en su vida, bailar. Esto le hacía sentir libre, olvidarse de todos los males, borrar de su mente una vida dedicada a dar placer a personas que odiaba y ni siquiera podía mirar a la cara. Parecía un chico que siempre estaba triste, que nunca había encontrado un motivo para ser feliz pero aquello hacía que por un momento, aunque fueran sólo unos minutos, se sintiera feliz de verdad. Lo triste es que tenía la obligación de hacer todo aquello para ayudar en lo que fuera a su familia. Su hermana tenía una enfermedad desde hacía muchos años y por desgracia su madre, sola por la perdida de su marido, no podía hacerse cargo de todos los gastos familiares.

‘Esto es por Yui, esto es por Yui, esto es por Yui...’ se decía Yunho una y otra vez así mismo para intentar aliviar el mal que le hacía dedicarse a esa vida. Al menos le quedaba la consolación de que todo estaba sirviendo de algo.

Un día cualquiera cuando Yunho salía del local se encontró con Changmin que en ese momento se dirigía a su sala para empezar a tocar. Le llamo la atención la cara de tristeza que tenía ese chico, era como si se hubiera mirado a su propio espejo. Tan solo una mirada entre los dos provocó que el tiempo se parara durante unos pequeños segundos, mientras el proseguía su camino. Sus miradas parecían haber conectado de repente pero sin más los dos continuaron con su camino... esa noche... esa misma noche comenzó su historia.

En algún lugar de Seúl.

- Pequeño Yunho, pareces distraído, no me gusta que estés así – decía una voz- ya que vine para estar contigo, deberías de hacerme más caso.

- Cállate, tu a mí no me conoces, no eres quien para decirme como estoy o dejo de estar – respondió Yunho de forma brusca.

El hombre al oír estas palabras con tono de enfado dió una bofetada a Yunho, lo empotró contra la pared de delante de la cama y prosiguió con lo que cada jueves desde hacía 1 año hacía. A Yunho no le producía ningun placer que ese hombre le besara y le tocara por todas partes, ni siquiera se excitaba cuando las manos de este tocaban su miembro sin parar. No sentía nada, tan solo quería cerrar los ojos y esperar a que al final quedara satisfecho para así poder abandonar esa cama. En esos momentos no sabía porque pero la mirada de aquel chico le hizo calmarse y por primera vez en mucho tiempo mientras estaba con un hombre que no deseaba consiguió sonréir.

En casa de Changmin.

Después de un largo camino a casa, ya que no le gustaba darse prisas, entro por la puerta para ir directo hacía su habitación y dejar su guitarra sobre la cama. Después se cambió la ropa y fué hacía el salón donde su madre, como hacía siempre, le había dejado preparada la cena. Gracias a esos gestos Changmin podía sentirse algo mejor, pero todo eso acababa cuando empezaban a meterse por medio de sus cosas personales, tal y cómo iban a hacer de nuevo en esa cena.
- ¡Changmin! ¿cómo puedes ser tan injusto? – decía el padre de este.

- Injusto... ¡INJUSTO!, queréis elegir mi vida, queréis que siga tus pasos, ni siquiera os preocupáis por donde estoy o que es lo que hago al cabo del día, vosotros soys los injustos – Changmin se levnató de la mesa dando un golpe a esta para ir a coger su abrigo y salir de casa.

- ¡Esta bien! Vete a tocar esa guitarra que lo único que hará es llevarte directo a la ruina – le gritó su padre justo antes de salir de casa.

Con un portazo tras de sí Changmin se dirigió al local, una vez más había discutido con sus padres, deseaba irse de allí cuanto antes, estaba decidido a dejar la universidad y a trabajar para poder pagarse su propio piso. Su enfado era tan grande que a cada paso que daba se podía notar la frustración que llevaba por dentro. Simplemente quería llegar al local, sentarse en su pequeño taburete y tocar...

Nunca habría esperado que al llegar allí un mensaje en la pizarra blanca que había en la parte delantera de la sala le cambiaría la vida para siempre...

‘Chico desconocido... hoy llegas tarde, yo... tengo que irme, me gusta como tocas, nunca pierdas esa mirada que te caracteriza, solo... sigue así ¿vale?’

- ¿Entonces si que se fijó en mí? – y Changmin no pudo evitar sonreír, recordando esos segundos en los que se cruzaron el uno con el otro.

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