El corazón de un alma destrozada.
- Changmin, ¿dónde vas? – su madre le agarró fuerte antes de que hiciera una locura.
- Yeonhoon está aquí...
- Ya lo he visto, ahora mismo iré a decirle que se vaya – la mirada de su madre fué más que seria.
- No, quiero saber que hace aquí – Changmin le cogió la mano – no te preocupes, estaré bien.
Y como un estúpido adolescente pensó una forma de hacer hablar a Yeonhoon para ver con que intentaciones venía. Por más que le hubiera pasado y hubiera tropezado con la misma piedra, Changmin nunca fué consciente del daño que se hacía así mismo con ese maldito juego que ya había empezado días atrás. Pero una vez más deseaba estar seguro de ese amor que tanto había intentado olvidar sin ningún resultado, su corazón latia con rapidez pero era momento de ser valiente y de afrontar todo como debería de haber hecho tiempo atrás.
- Estás aquí, llevo rato buscándote – dijo Changmin nada más entrar en la sala más encondida de la casa, lugar donde Yeonhoon había ido para calmarse.
Este se giró con rapidez y se quedó completamente paralizado sin apenas saber que decir o hacer, pero tenía que ser valiente y cumplir con el plan que se había propuesto en su interior. Necesitaba destrozar el corazón de Changmin por completo, hacer que se olvidara de él y le odiara hasta tal punto que se fuera lejos de allí, así que tenía que aprovechar esta oportunidad como nunca.
Cambió su semblante a más seriedad para evitar que el joven se pudiera dar cuenta, lo que no sabía Yeonhoon es que el mismo Changmin iba a dar pie a que esa conversación surgiera tal y como era necesario.
- ¿Para qué Changmin? – preguntó de forma seria.
- Quería estar un rato contigo, esta fiesta es muy aburrida... creo que no la debería de hacer celebrado, tan sólo... me preguntaba que si has venido – Changmin se acercó de forma seductora a su ex novio.
- Ni en broma te imagines cosas que no van a pasar – Yeonhoon apartó con una de sus manos a Changmin – sólo vine para traerte las cosas que me habías dejado.
- No sabes lo que iba a decir...
- Oh si que lo se Changmin – su exnovio se acercó a él con destreza – tu siempre has querido que nos vayamos a vivir juntos, que vivieramos como una pareja, nos olvidaramos de todo e hicieramos nuestra vida y aún lo quieres... Quieres algo que jamás va a pasar.
- Pero... – por última vez, Changmin había tenido la pequeña esperanza de poder llevar a Yeonhoon a su terreno, aunque menos mal que no había sido tan estúpido como para creerse aquello.
- Pero nada Changmin, hazte a la idea de una vez. Coge todas tus cosas y marchate para siempre, no quiero verte por aquí – Yeonhoon subió un poco más su tono de voz logrando enfadar por completo a Changmin.
- Siempre has sido un completo egoista, ¿sabes lo que te digo? – el joven se quitó el reloj que tiempo atrás Yeonhoon le había regalado – toma esto, no tiene ningún valor para mí.
- Nunca debería de haberlo tenido, así me habrías ahorrado problemas.
Mientras ambos discutían detrás de aquella puerta se escondía alguien, escuchando atentamente lo que ambos estaban diciendo. Los chicos no eran conscientes y siguieron reprochándose tantas cosas que incluso era dificil de imaginar que poco tiempo atrás se amaran con locura, aunque en realidad seguían haciendolo.
- Eres odioso Yeonhoon, me has engañado durante todos estos años y yo he sido tan estúpido que te creí sinceramente – Changmin se dió la vuelta y puso sus manos sobre su cabeza - ¿sabes qué? Ahora mismo debería de destruír toda tu vida...
- No serás capaz – maldiciendose por dentro Yeonhoon se puso nervioso al ver como Changmin se podría comportar. Tal vez su plan no estuviera hecho a la perfección.
- ¿Que no seré capaz? Es lo que te mereces maldita sea, debería de ir a esa maldita revista y contar todo sobre tí ¡Podría destruír toda tu vida! Maldita sea...
Todo se estaba yendo de las manos, mientras Yeonhoon miraba la espalda de su ex novio, dió un paso, cerrando sus puños intentando reprimir lo que ahora su corazón estaba sintiendo. Por todos los Dioses iría a abrazarlo ahora mismo y a contarle toda la verdad, pedirle que se fueran lejos, que en realidad le amaba y que quería que estuvieran juntos. Pero no podía hacerlo, no podía porque sabía perfectamente que su propio padre sería capaz de matarlo con sus manos, sin importarle su propia felicidad.
Changmin no hacía más que gritar y decir cosas casi sin sentido, estaba tan enfadado que dió un puñetazo a la pared de aquella habítación y después se quedó apoyado en esta. Y entonces dijo las palabras que le iban a llevar hasta su muerte...
- Yeonhoon, vas a sufrir la vergüenza de haberme hecho esto, sufrirás el desprecio de todos, así como me has hecho sufrir a mí.
Y en ese momento, justo antes de quedar frente a frente con Yeonhoon se abrió la puerta de aquella habitación. Lo único que Changmin pudo ver, antes de que se girara del todo, fué un arma que se disparó contra él... en tres ocasiones, dejándolo completamente moribundo en el suelo.
Para cuando Yeonhoon pudo reaccionar, el joven ya estaba perdiendo mucha sangre, incluso por su boca al no poder hacer nada más que toser. Yeonhoon fué con rapidez hacía donde estaba Changmin para cogerlo entre sus brazos, después giró su cabeza para descubrir a la persona que había disparado al joven, ya sin ser consciente de quien había a su alrededor.
Yeonmin sonrió orgulloso por lo que acaba de hacer, después guardó su pistola en uno de los bolsillos de sus pantalones y con arrogancia miró a su hermano.
- Idiota, si hubieras sido más inteligente todo esto no habría pasado.
- ¡Hijo de puta! ¿Qué coño has hecho? Pero por... ¿por qué? – Yeonhoon no hacía más que gritar mientras por sus ojos caían unas lágrimas tan amargas que pudo sentir como le quemaban el corazón.
- Que ¿por qué? Padre y yo no vamos a permitir que destruyas toda nuestra vida por tu inconsciencia – justo después, Yeonmin fué a coger algunas cosas que había por aquella sala para simular que todo se había tratado de un robo.
Changmin yacía ya casi sin vida entre los brazos de Yeonhoon, apenas podía respirar y cada vez salía más sangre de sus labios. Una lágrima se resbaló por su mejilla mientras Yeonhoon no hacía más que acariciarle la cara, de la manera más amorosa que hubiera podido hacer nunca.
- Yo... agg – Changmin quería decírselo, decirle que lo amaba a pesar de todo. Pero aún así con todo el esfuerzo del mundo no era capaz de hablar. Toda su mente comenzó a nublarse y a tornarse en un color blanco, sabiendo que en pocos segundos iba a marcharse de allí para siempre.
- Deberías de darte prisa, si te descubren será nuestro fín y no voy a permitir que eso pase – con desprecio, Yeonmin terminó de coger varias cosas, rompió la ventana de aquel despacho y se marchó de allí procurando que nadie lo viera.
- Changmin... – Yeonhoon no hacía más que llorar mientras veía como la vida del joven se escapaba sin poder hacer nada - ¡Maldita sea! Al final... has conseguido que te mate...
Y justo en ese momento, Changmin cerró sus ojos para siempre, su respiración acabó y su cabeza cayó hacía un lado mientras Yeonhoon lo abrazaba con más fuerza que antes. Llorando sin parar, notando como el amor de su vida poco a poco se volvía aún más frío y como lo había perdido en apenas unos segundos, por su incompetencia y no haber dado lo que un novio tendría que haber entregado por amor.
- Si desde un principio hubieras aceptado que no nos podíamos marchar juntos ¡IDIOTA, IDIOTA, IDIOTA!
El miedo inhundó su corazón, besó en los labios a Changmin esperando una respuesta que sabía que ya no iba a poder obtener, una de sus lágrimas cayeron en sus fríos labios y poco después, dejando con suavidad el cuerpo ya completamente muerto de Changmin, se marchó lejos de ese lugar.
16 de Octubre de 2010 – En la fiesta.
Todos los recuerdos ahora se habían puesto en orden. Su propio asesinato volvió a repetirse en su mente, pero Taegong era aún incapaz de recordar que su asesinato no fué cometido por Yeonhoon, sino por su hermano Yeonmin. Abrió los ojos y vió que estaba tumbado en un sofá y junto a él estaba Yunho.
Este último había podido percibir los sueños de Taegong. Una vez más se adentró en Yeonhoon para ver la verdad de todo aquello. Miró su muñeca y fué consciente de que ese era el reloj que años atrás su alma antepasada había regalado a Changmin, el reloj causante de que pudiera averiguar toda la verdad. Su corazón latía con una rapidez impresionante, era como si hubiera vivido en sus propias carnes lo que había pasado más de 50 años atrás.
Taegong se incorporó y su cabeza volvió a dolerle de una forma increíble.
“¿Ves? Te dije que había sido Yunho” – le dijo aquella voz – su alma fué la que te asesinó, y por más que haya querido cambiar sería capaz de hacerte lo mismo. Sino... ¿por qué llevaría ese reloj al que tanto cariño le había tenido”.
Movió su cabeza intentando no escuchar aquella voz, pero aquello iba a resultar imposible, su alma maldita estaba poseyendo por completo su cuerpo. Controlando cada uno de sus organos, su sangre, su ser de una manera destructiva. Se levantó de aquel sofá y practicamente se encaró con su novio.
- ¿De dónde has sacado ese reloj? – le preguntó mientras lo señalaba.
- Lo encontré en la cabaña de Gapyeong – Yunho miró aquel reloj aún sin poder creer lo que estaba pasando – pero ¿qué más da?
“Míralo Changmin, ¿es que no ves que te está engañando? – aquella voz continuó taladrando la cabeza de Taegong y por más que le llamara Changmin el no quería convertirse de nuevo en aquella persona del pasado. Pero le tenía tan controlado que creyó que se estaba volviendo completamente loco y que iba a llegar incluso, a cometer alguna locura.
Con una fuerza increible fué capaz de coger del cuello a Yunho y llevarlo contra una pared para estamparlo en esta. Sus ojos se tornaron incluso diferentes y su novio supo desde ese momento que Taegong estaba siendo controlado por otra alma que no era la suya.
- He visto lo que me hiciste... – comenzó a susurrar con odio Taegong - ¡Maldito asesino!
- Tae... Taegong – Yunho apenas podía pronunciar palabra – suéltame, sabes que yo no fuí, lo... lo has visto.
- Hijo de puta, no quieras engañarme otra vez – con toda su fuerza, Taegong tiró a Yunho al otro lado de la sala.
Aquella sala, le daba dolor de cabeza. Yunho miró al su alrededor mientras se alejaba de un enloquecido Taegong y pudo observar como se trataba del mismo despacho donde Changmin había muerto. Ese maldito lugar le iba a llevar a él mismo a la muerte sino era capaz de hacer entrar en razón a Taegong.
- ¡Escúchame! – gritó Yunho - ¿de verdad eres capaz de creer que yo te haría daño?
- Ya me lo hiciste, ¿por qué no ibas a hacerlo de nuevo? – respondió Taegong mientras se acercaba de nuevo a Yunho.
- Por qué... – entonces fué capaz de levantarse y salir corriendo de allí a la vez que Taegong le perseguía.
Todo el mundo en aquella fiesta no fué consciente de lo que estaba pasando, incluso cuando salieron corriendo apenas se dieron cuenta. Yunho se desabrochó un poco su corbata mientras corría hacía fuera del edificio. En cambio Taegong no necesitaba de nada para poder alcanzarle.
“Taegong corre, corre y mátalo. Sólo conseguiras ser libre si lo matas”.
- ¡¡Cállate!!
El chico cogió su cabeza entre sus manos mientras intentaba correr pero a la vez salir de aquella locura, algo ya completamente imposible. Y sin darse cuenta apenas unos segundos después consiguió parar la carrera de Yunho.
Este sonrió al haber conseguido sacar a Taegong de aquella casa maldita, seguramente en la calle lograría hacerle entrar en razón. Y entonces, aquella voz taladró tambien su cabeza.
“Por más que quieras escapar Yunho, estás muerto...”.
Aquella punzada de dolor le llevó casi por completo al suelo, pero tenía que ser fuerte y salvar su amor. Tenía que hacer ver a Taegong, Changmin o quien quisiera que fuera, que su amor era de verdad y que su alma podía ser salvada sin necesidad de cometer una locura. Yunho se acercó despacio a Taegong y atrapó su cara con las manos para después sonreírle.
- Taegong mírame, yo no podría hacerte daño... nunca.
- No, no, no – Taegong no hacía más que mover la cabeza – fuíste tú, ¿por qué ibas a llevar encima lo que más había querido?
- ¿Este reloj? Te dije que lo había encontrado, y créeme que no te miento.
Entonces Yunho besó a Taegong en los labios, los ojos de este se abrieron de repente cuando con aquel besó pudo ver de nuevo el momento en que fué asesinado. Descubrió mientras miraba a Yeonhoon y discutía con él como alguien entraba en aquel despacho, Yeonmin... el mismísimo hermano pequeño de Yeonhoon. Aquel chico que siempre le había envidiado, incluso en su época de Universidad. Taegong se separó sorprendido de los labios de Yunho y comenzó a toser, sintió como una punzada de dolor se le venía al vientre y cayó de rodillas al suelo. Todos estos meses había creído algo que no era verdad, intentando acabar con la vida de la única que lo había amado de verdad, matar a Yunho había sido su única misión, y todo aquello había sido una mentira.
- ¿Por que...? ¡¿Por qué?! – el grito que lanzó al aire hizo que sintiera aún más dolor – fué Yeonmin, no Yeonhoon... he, he escuchado su voz en mi mente. La he escuchado y él...
- El te amaba – Yunho se acercó de nuevo a él para ayudarle a levantarse y mirarle a los ojos – el te amaba tanto... al igual que lo hago yo, mi vida.
- Yo... yo, entonces ¿por qué?
“¡Te dije que acabaras con Yunho, era lo único que tenías que hacer estúpido. Ahora, los dos vais a morir y vengaré mi alma para siempre” – aquella voz escondída bajo el alma de Changmin pudo ser escuchada ahora por ambos chicos.
Justo después de aquello mientras Taegong intentaba lograr incorporarse del todo y poder andar, un coche a toda velocidad se acercó a ellos. Un coche donde no había nadie en su interior, y Yunho que fué el único que le vió acercarse pudo observar como por un momento aparecía Changmin en su interior para después volver a desvanecerse.
- Si tengo que salvarle así – Yunho sonrió – entonces lo haré.
Taegong apenas fué capaz de escucharle cuando sintió que Yunho le empujaba tirándolo hacía la acera. Y su novio le volvió a sonreír con esos maravillosos labios que tan loco le habían vuelto desde el principio, le miró a los ojos con la mirada más sincera que nadie le podía haber dedicado jamás. Sintió como en su corazón suspiraba un maravilloso te amo que sería capaz de ser eterno.
Y en sus ojos, Taegong vió como aquel coche se avalanzaba sobre Yunho haciéndole volar por los aires para después dejar caer su cuerpo casi moribundo contra el suelo.
Se levantó a toda prisa para ír a su lado, mientras sintió un aire cálido en su interior que jamás había experimentado. Era, era cómo si su verdadera alma estuviera volviendo a su ser y toda la bondad que había conocido se instalara de nuevo en su cuerpo, pero sus piernas no le permitieron llegar hasta Yunho, y cómo si nada, el cuerpo de Taegong desapareció de aquellas calles mientras él mismo observaba como se elevaba al mismisimo cielo.
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