No encajas, sencillamente no encajas ahí.
El sonido del televisor apenas era audible.
Lo suficientemente alto como para no encontrarse rodeado de un completo silencio. La maleta se encontraba en el suelo, sin haber sacado sus pertenencias aún. Yoochun estaba un poco pasivo, sin demasiadas imágenes en la cabeza, sin demasiados pensamientos que cruzaran en ese instante.
Pero por sobre todo, estaba un poco ido.
Perdido entre algunos recuerdos que vagamente se repasaban con astucia absorbiéndolo por todo lo vivido dentro del viaje. Los gritos, los reproches, las palabras hirientes y finalmente ese abrazo y las palabras de disculpas que por un momento sabían tan bien.
Soltó un suspiro, pequeño y tranquilizante. Colocando una almohada sobre su cabeza. Tratando de concentrarse en otra cosa, en evitar sentirse tan extraño. Y concentrarse en sus planes, en sus metas, en todo lo que estaba haciendo por estar junto a la persona que amaba.
Era cuestión de tiempo, Boa siempre lo decía, y él quería creer en esas palabras.
En que un día podría tomar su mano, mirar sus ojos y decir esas dos palabras que tan difícil le resultaban de pronunciar. Quería una oportunidad para decirlas sin mentiras de por medio, sin que supiera a mentira, sin que la sinceridad no abundara sus sentidos. Pero confundiera a esos ojos que nunca terminaban de entender cuan verdaderos eran sus sentimientos.
Cansado del camino que habían llevado sus pensamientos, Yoochun decidió ducharse.
Necesitaba comer algo, y tratar de parar esas emociones que se infiltraban cruelmente en su ser.
…
…
Boa esperó los tres minutos que le quedaban.
Mordió su labio inferior y miró el reflejo en el espejo. Su cabello húmedo por la ducha reciente, analizó sus facciones, su rostro libre de maquillaje. Y lo joven que era aún. Pensó en tantas cosas al mismo tiempo que se asustó. Pero sonrió, a pesar de todo sonrió, por que esa sensación a pesar de extraña era reconfortante.
Era un poco difícil de describir, pero aunque estaba asustada, al mismo tiempo las ansias la llenaban, la rodeaban de esperanzas e ideales, sueños y metas. Tantos cosas que podían venir al futuro. Las dudas habían empezado de la nada, y luego poco a poco se habían asentado.
Bajó un poco la mirada directo a sus manos, por un momento se quedó impávida. Pero luego suspiró, con una sonrisa emocionada en el rostro. Tapó su boca y miró la imagen que el espejo le devolvía. Era joven, pero también lo suficientemente adulta como para este momento.
—Oh, dios…
Justo en ese momento no hubo más dudas, no hubo intrigas, ni sospechas. Solo esas emociones que la albergaban y su mano viajó hasta su vientre. Radiante y llena de ilusiones.
…
…
—Claro es por ese pasillo, camine directo y ahí encontrara los balones de soccer.
La mujer asintió sonriente, y Changmin le devolvió el gesto con una sonrisa igual de amable. Siguió colocando en la percha los implementos deportivos que le quedaban pendientes y tarareó inconscientemente una canción que había escuchado en la radio esa mañana.
Era temprano aún, no tenían ni una hora desde que la tienda deportiva había abierta, y ya se encontraba particularmente llena, con varios clientes por los pasillos. Terminó de hacer su pequeña tarea y se irguió con orgullo, asegurándose que no faltara nada y sonrió.
—Por supuesto, ¿en qué puedo ayudarlo?
—Lo que pasa es que estoy buscando unos cascos para montar bicicleta.
—Oh, claro… Pues tenemos en diferentes modelos, como este por ejemplo.
La voz de Junsu lo hizo girar disimuladamente hacía la derecha, hacia el final del pasillo, donde Junsu, amable y cordial como siempre atendía a un joven. Mostrándole diferentes cascos que podrían quedarle, explicando un montón de cosas sin sentido.
Percibir a Junsu tan repleto de emoción y vida a pesar de que apenas ayer habían llegado de viaje lo hizo sonreír. Admirarlo durante un instante y observar detenidamente sus sonrisas, sus miradas, lo mucho que se empeñaba en hacer sentir bien al cliente a su lado.
—¿Changmin?
La voz masculina, muy cerca de él lo hizo girar.
—¿Eh?— Cerca. El rostro sonriente de aquel muchacho hizo que Changmin incluso hiciera la cabeza un poco hacía atrás. Su voz había cambiado mucho, era más masculina que antaño, mucho más grave y penetrante. —¿Minho?
…
…
—De acuerdo, entonces creo que me quedo con este, muchas gracias.
—No se preocupe, ha sido un placer. Puede pasar a caja para que le facturen el producto.
—Bien, gracias por todo.
Junsu asintió tranquilo mientras el muchacho se alejaba con el casco en mano. Inspiró hondamente y levantó un poco la cabeza. Changmin estaba a unos pasos de él. Sonriente, muy sonriente. Mucho más de lo que él lo había visto antes, y frente a Changmin estaba ese muchacho casi de la misma altura que Changmin, sonriendo tan tranquilo, que Junsu sintió algo pesado en su estómago.
—No lo puedo creer, ¿tú trabajando?
—Así es, no nos hemos visto hace mucho Minho. He madurado.
—Siempre fuiste muy maduro, Changmin. Solo un poco insufrible y cerrado para comprender que se debe comenzar desde abajo.
Minho se balanceó un poco en su lugar, con las manos escondidas en los bolsillos de su pantalón y una sonrisita burlona en los labios. De pronto los ojos de Changmin parecían brillar un poco más de lo normal. Aportando una conducta extraña, como si pretendiera contemplar y lograr ser contemplado de la misma forma.
Y sin embargo las sonrisas del otro muchacho, llamado Minho, tan solo eran casuales.
Junsu encontró interesante esa interacción, los gestos de Changmin y la manera en que discretamente jugaba con sus manos, como si intentara ocultar toda la emoción que lo embargaba de repente. Junsu entonces se percató que nunca había visto a Changmin verdaderamente feliz por algo. Y ahí estaba ese muchacho acaparando sonrisas infinitas, que Changmin difícilmente le había mostrado a él.
—Junsu, ¿has visto las rodilleras que compramos…?
Yunho arrugó un poco el entrecejo, terminando de bajar las escaleras y posando los ojos en el mismo lugar que Junsu los tenía. Ahí donde Changmin reía de repente, moviendo un poco la cabeza, acompañado por la risa del menor frente a él.
—¿Qué hace Minho por aquí?
—¿Minho? Oh, es el muchacho con el que Changmin está… No lo sé, ¿no es amigo tuyo hyung?
Yunho recién se percató que Junsu le había prestado atención. Y sonrió.
—No, es amigo de Changmin. Yo no lo he tramado mucho, pero es amigo de la familia y todo eso.
—Oh, ya veo.
Yunho palmeó discretamente el hombro de Junsu y caminó con pasividad hacía donde su hermano menor se encontraba.
—Hola, Minho.
—Oh, Yunho hyung. Buen día.
Junsu se encontró de pronto mirando de lejos esa pequeña interacción. La manera en que los tres conversaban y parecían recordar viejos tiempos. Tuvo incluso la oportunidad de analizar con cuidado al tal Minho. Su porte, sus gestos, sus sonrisas y la confianza que mantenía con Changmin.
Era obvio, Minho era amigo de la familia Jung, y seguramente venía de la misma categoría de niños ricos. De buena familia, inteligente, carismático y educado. Una idea repentina azotó su cabeza. Minho era perfecto para Changmin, parecía ser el único capaz de derrumbar barreras en Changmin y eso por si solo era un gran logro.
Otra vez ese malestar en el estómago, Junsu sacudió la cabeza y prefirió pensar en otra cosa. Él ni siquiera tenía que estar analizando con quien se veía bien o no Changmin, era su absoluto problema. Sonrió burlón ante las tonterías que estaban pasando por su cabeza, y decidió mejor concentrarse en terminar de ordenar las cosas que le faltaban.
…
…
Le estaban jalando el cabello con esa dichosa plancha.
Yoochun empezaba a molestarle. Luego vino el maquillaje, los labios, y el molesto flash que en este instante solo le provocaba dolor de cabeza. Trató de no reflejar el horroroso humor con el que se había levantado ese día. Y colocó las mejores expresiones que pudo expresar.
Su mente volaba en imágenes de Yunho y Jaejoong durante el fin de semana en la casa aquella, luego viajaban a ese encuentro extraño y sensual que Yunho y él había compartido, luego indebidamente se remontaban a ese estúpido beso que Jaejoong le había dado a Yunho y que Yunho imbécilmente había correspondido.
Bufó con molestia.
—Yoochun, ¿podrías al menos sonreír una vez?
—Quieres fotos sexys, no veo por que tengo que sonreír, eso cambiaría el concepto de las fotos.
El fotógrafo entrecerró los ojos. Y su excusa pareció funcionar por que el hombre no volvió a mencionar palabra al respecto. Yoochun pensó, que a veces había personas que no entendían por las buenas. Entonces, él tenía que encargarse de que entendieran.
…
…
La tarde había caído más pronto de lo esperado.
Para cuando Junsu pudo darse cuenta, uno de sus compañeros se encontraba ya cerrando la tienda, cerró el abrigo a su cuerpo y checó que no le faltara nada.
—Hola, disculpa ¿has visto a Changmin?
Cuando Junsu giró y la imagen sonriente de Minho fue lo primero que encontró, tuvo que admitir que de cerca el muchacho era un poco más imponente, así que solo sacudió un poco sus pensamientos y sonrió forzadamente.
—Debe estar por salir, ya estamos cerrando.
—Me alegro, pensé que llegaba tarde.
No fue muy difícil suponer que el chico se acercó a preguntarle al ver que llevaba el mismo uniforme que Changmin en la mañana. Estando un poco más cerca Junsu analizó sus facciones, esa piel adecuadamente suave, y esas manos que de cerca se veían tan bien.
Momentáneamente Junsu vio las suyas, y se dio cuenta que las suyas en cambio tenían varias marcas, no lucían igual de bien, incluso tenía un par de cicatrices, y seguramente su tacto a la piel de otra persona no era suave, como seguramente el de Minho si era.
—¡Minho!
Fue una visión completamente diferente a la que nunca había visto, Changmin se acercaba con una chaqueta puesta, una ropa costosa, igual a la que había llevado antes de entrar a trabajar, cuando recién lo conoció, llevaba el cabello meticulosamente peinado. Changmin brillaba en ese momento.
—Llegué a tiempo, así que cero reclamos Changmin.
—Lo sé, casi me dejan encerrado.
Changmin sonrió, asintiendo educadamente ante el otro muchacho que ya empezaba a cerrar por completo el local con su salida. Miró a Junsu y sonrió un poco, sin embargo no fue igual que cuando miraba a Minho, Junsu pudo darse cuenta de eso. Curioso, Junsu miró las manos de Changmin.
Eran igual a las de Minho, eran unas manos lindas.
Masculinas pero sin rastros de dureza, o alguna cicatriz. Junsu imaginó que el tacto de las manos de Changmin seguramente era muy placentero. Suave y agradable. Sus manos sin embargo eran todo lo contrario, probablemente provocarían alguna ligera raspadura.
En sus manos estaba la prueba fehaciente de sus múltiples trabajos. Y Junsu suspiró.
—Entonces, ¿es amigo tuyo?
—Si, es Kim Junsu. Junsu te presento a Choi Minho, un amigo de años. Casi desde que éramos niños. Junsu y yo nos conocemos desde que empecé a trabajar para Yunho.
Junsu sonrió ante el asentimiento de parte de Minho, analizando que en verdad era muy poco tiempo desde que conocía a Changmin. En verdad muy poco tiempo.
—Oh, ¿y por que no vienes con nosotros Junsu?
—¿Cómo?
Changmin habló claramente, y Junsu se sintió un poco incómodo.
—No lo creo, de seguro hace tiempo que no se ven y tendrán muchas cosas que hablar.
—No te preocupes, además yo también invité a alguien.
—¿A quien invitaste?
De pronto Changmin ya no lucía tan feliz como antes. Como si ese invitado que Minho había traído no estuviera en sus planes. Junsu pensó en que no ir sería lo mejor, pero del mismo modo, supo que tampoco debería dejar a Changmin solo.
—Es alguien quien quiero que conozcas, no seas anticipado. Entonces, ¿qué dices Junsu, nos acompañas?
—Yo, bueno…
—Vamos Junsu.
Cuando Changmin le sonrió, hablando con ese tono de resignación, a Junsu no le quedó más que aceptar y mirar disimuladamente a Shim, que ya no parecía brillar como antes.
…
…
Ajustó el audífono a su oído.
Captando casi de inmediato la melodiosa voz de Jaejoong.
—¿Yunho?
—Jae, ¿estás en el hotel? Estoy cerca y pensaba invitarte a cenar, ¿te parece?
Hubo un silencio, extraño y algo incómodo. Yunho solo concentró un rato en conducir y girar adecuadamente para poder continuar con su camino directo a Jaejoong.
—¿Estás seguro que quieres venir?
—Tenemos que hablar, Jae.
Ese instante. En el que la pequeña risa de Jaejoong fue audible, fue verdaderamente reconfortante, y por un momento los pensamientos de Yunho se desviaron hacía Yoochun, hacía esa risa efusiva de su mejor amigo. Teniendo que admitir, que le gustaba un poco más que la de Jaejoong.
—Tienes razón, tenemos un par de cosas que hablar. ¿Demoras?
—No creo, un par de minutos más solamente.
…
…
—Por supuesto, decano. Entonces mañana en la reunión planteamos el asunto de los alumnos becados. Creo que lo mejor para ellos sería realizar esta campaña. Hablamos mañana entonces.
Rain colgó el teléfono con una sonrisa complaciente en el rostro. Estiró un poco el cuerpo, dentro del estudio en su casa. Y observó a Boa entrar, con una pequeña sonrisa en el rostro y una repentina actitud extraña que tenía desde la noche anterior.
—Amor, ¿te parece si hoy salimos a cenar?
Boa sonó dulce. Con una expresión apacible, con esa petición a la que obviamente no podía negarse. Tomó las manos de su esposa y sonrió.
—Por supuesto si es lo que quieres. No hay problema.
—Gracias…
Y ese comportamiento algo pasivo en ella, lo extrañaba.
…
…
Jaejoong no era muy ordenado.
Tuvo que moverse con rapidez dentro de la habitación, medio arreglar un par de cosas. Y recoger otras cuantas, guardar un par y suspirar aliviado cuando se dio cuenta que la habitación no estaba tan desordenada. Se colocó velozmente una camisa adecuada, y aquel pantalón blanco que tanto le gustaba, se miró en el espejo una última vez y suspiró.
Estaba listo.
El timbre sonó y por instinto. Jaejoong dio un ligero respingo, volvió a respirar profundo y caminó hacía la puerta, con una sonrisa apenas notoria en el rostro, mientras empezaba a abrirla.
—¿Yoochun?
—Tú y yo tenemos que hablar.
Yoochun se abrió paso dentro de la habitación sin problema alguno, con esa expresión altanera, quitándose las gafas del rostro. Y mirándolo con cierto deje de superioridad que hizo a Jaejoong arrugar el entrecejo y olvidar por un rato la puerta mientras se cruzaba de brazos y caminaba hacía el muchacho apenas un paso.
—¿Qué es lo que quieres?
—Quiero que dejes en paz de Yunho, ¿no te da vergüenza? Yunho y yo tenemos una relación de años, y para ser amigo del lindo de Junsu, tú dejas mucho que desear.
Cada palabra fue masticada con desprecio, con prepotencia. Y era incluso particular la manera en la que Yoochun pronunciaba su nombre como si fuera un insulto. Jaejoong decidió que lo escucharía hasta el final, por que hoy mismo lo encararía y le diría que era un hipócrita por que él estaba al tanto de la aventurilla que mantenía con Boa.
—Escucha… Jaejoong. Hay muchas cosas que te pueden gustar de él, pero realmente no es más que un torpe, olvidadizo y muy difícil de convencer a la hora de perdonar. Es mi amigo, lo era antes de ser mi amante. Además, lo conozco a la perfección, él solo quiere jugar contigo. Quiere variar un poco.
Jaejoong bufó, rodando los ojos y viendo fijamente a Yoochun.
—¿Por qué crees que me voy a tragar toda esa parolata?
Yoochun sonrió, acercándose lentamente, con el sonido de cada uno de sus pasos sonando en la estancia. Jaejoong supuso que venía un golpe duro.
—¿Sabes por qué? Tal vez por que el día anterior a que lo besaras, justo mientras tú te divertías en la dichosa feria con los demás, Yunho y yo estábamos en una habitación disfrutando de…
—¡Eso todos lo supimos! Pero que lo tengas amarrado a la cama, no evito que correspondiera a mi beso.
Jaejoong sonrió, era una guerra y las armas eran esas hirientes palabras. Esas miradas profundas y seguras que atravesaban sus propios cuerpos.
—Mira, tú… No vas a alejar a Yunho de mi lado por que Rain cree que…
Yoochun de pronto se quedó mudo, impávido ante la verdad que había estado a punto de soltar, y Jaejoong enarcó una ceja. Confundido.
—¿Rain cree, qué?
—No te interesa, tú solo aléjate y ya.
—¿Y si no me da la gana?
—Eres realmente molesto, ¿sabías?
Peinó un mechón de su cabello y cuando la puerta se abrió tras Jaejoong, Yoochun únicamente acentuó su expresión molesta. —¡¿Qué diablos haces aquí, Yunho?!
Los ojos de Jung se desorbitaron por un momento.
—¡¿Qué demonios haces TU aquí, Yoochun?!
Jaejoong de pronto sintió que estaba siendo olímpicamente ignorado.
—Yoochun vino a quejarse y decirme que me alejara de ti.
Yunho miró inmediatamente a Yoochun, pero él solo levantó los hombros.
—Estoy en todo mi derecho.
—Jae, ve por tus cosas y salimos a cenar. Yoochun nos va a acompañar.
Jaejoong por un momento perdió la perspectiva, tal vez por que Yunho no lo había mirado un solo segundo mientras le hablaba. O tal vez por que en verdad le sorprendió el hecho de que Yoochun estaba incluido. Sin embargo optó por asentir e ir por sus cosas hacía donde estaba la cama.
Yunho caminó hasta Yoochun y su amigo solo rodó los ojos.
—No comiences con los reproches Yunho. Somos pareja, y si alguien se quiere meter en medio de nuestro amor, debo enfrentarlo y enseñarle que tu trasero es mío.
—¡Maldición, Yoochun! ¡Cállate!
Yoochun rió descaradamente en cuanto Yunho pasó una mano por su rostro.
—Creí que todo había quedado claro ayer, Chun.
—Si, y ayer tú dijiste que te alejarías de Jaejoong, pero evidentemente eso no ha pasado.
Yunho suspiró. Con un susurro en los labios.
—Pienso decirle la verdad a Jae.
—¡¿Qué?!
—Él de verdad… creo que me gusta Yoochun.
Todos los reclamos, bromas de mal gusto e improperios hacía Jaejoong murieron. Yoochun se sintió perdido un instante. Mirando el rostro de su mejor amigo y ese rostro algo avergonzado ante lo que había confesado.
—¿Vas a apoyarme?
Fue algo extraño. Una desazón en la boca de su estómago, un mal sabor de boca también. Pero el estúpido de Yunho estaba ahí, con su expresión de perrito mojado. Y Yoochun suspiró, contra todos sus principios, asintió, colocando una mano sobre el hombro de Yunho.
—Tú me has apoyado todo este tiempo con lo de Rain. Haré todo lo posible… también.
Esas palabras fueron difíciles de pronunciar, incluso la sonrisa que salió de sus labios no fue muy sincera que digamos. Pero Jaejoong apareció oportunamente por primera vez.
—Listo, vámonos.
Jaejoong se sentía incómodo, con la presencia de Yoochun ahí. Y Yoochun supuso que Boa no siempre tenía razón. Las cosas no estaban saliendo como ella lo había predicho.
…
…
Junsu decidió que había tomado una mala decisión al acompañarlos.
Se sentía incómodo y en parte un poco apenado por Changmin.
Lo miró de reojo, sentado junto a él en la sala de cine, con su codo apoyado en el brazo del asiento, con una expresión parca en el rostro, mientras Minho y Taemin del otro lado compartían palabras pequeñas y risas mientras comían un poco de canguil y bebían soda.
Lee Taemin, era al parecer la pareja de Minho. Y eso había tomado por sorpresa a Changmin. Puesto que había tenido previsto seguramente una salida para dos, y al final había terminado en una salida para cuatro. Oh, Junsu solo quería marcharse y pasar el mal rato y si era posible jalarse a Changmin para que no siguiera con esa expresión tan poco afable.
—¿Estás aburrido?
El pequeño susurro de Changmin lo tomó desprevenido, su mirada de reojo también.
—No es una buena película la verdad, y pues…
— Creo que me divertiría más solo contigo que en esta absurda salida de cuatro.
Changmin regresó su mirada a la pantalla y Junsu sonrió un poco. Hablando en susurros debido a las demás personas en la sala de cine.
—Ustedes me invitaron, así que no me achaques que no sea el alma de la fiesta.
—¿Fiesta? Esa es la peor salida para describir a ‘esto’
Junsu llevó una mano a su boca, tratando de aplacar la risa que pugnaba por salir de sus labios. Miró a Taemin y Minho que hablaban también y luego vio a Changmin. Él también los miraba. La mano de Shim se posó sobre la suya, y él casi da un salto de la impresión. Su corazón latió desprevenido.
—Vámonos de aquí, antes de que nos vean.
—¿…Qué?
No tuvo oportunidad de quejarse, ni siquiera para analizar que había sido esa aceleración ante el tacto de Changmin, por que el muchacho tan solo apretó su mano y aprovechando un momento de descuidado por parte de los otros dos se levanto un poco agachado y jaló de él, fuera de aquella sala de cine.
Y si, el tacto de Changmin era cálido, suave y muy reconfortante.
…
…
—De acuerdo, en un rato les traigo su orden.
El mesero se alejó con una sonrisa en el rostro, recogiendo nuevamente el menú. Jaejoong asintió amablemente, y en ese momento, Yunho aprovechó para enviarle una rápida mirada a Yoochun, cuando su amigo asintió, con aquella extraña mirada en el rostro. Yunho respiró profundo.
—Escucha, Jaejoong. Sé que esto podrá parecerte raro, pero quiero decirte la verdad por que es evidente que algo pasa entre nosotros y Yoochun ha accedido a que lo sepas.
—¿El qué?
Por un momento Jaejoong se preocupó, ¿Yunho iba a pedirle que se alejara de él?
—Yoochun no es gay. Es más nosotros ni siquiera somos parejas. Por más horrible que esto suene, él está saliendo con Boa, y pues… Rain estuvo a punto de descubrirlos, por eso se inventó todo este asunto de que es gay y que estamos saliendo, pero él en verdad… ama a Boa. Y no sé como termine toda esta historia entre ellos, pero yo no puedo evitar apoyarlo y ayudarlo, es mi amigo, mi mejor amigo.
Jaejoong lo notó, Yoochun se removió incómodo. Pero rápidamente retiró su mirada de él y miró a Yunho, notó también ese temblor en la voz de Jung al decir que Yunho amaba a Boa, pequeños detalles que podían pasar desapercibidos, pero que él en otra situación tomaría mucho en cuenta.
Sin embargo, justo ahora solo sonrió ampliamente, mirando a los ojos a Jung.
—Quiere decir… ¿que ustedes en verdad no tienen nada más que una amistad?
—Exactamente. Y pensé que sería bueno no sé, salir un poco, conocernos, ¿qué te parece?
Y el asqueroso momento cursi que Yoochun esperaba ocurrió, los ojos de Jaejoong parecieron incluso brillar ante aquello, Yunho sonrió como estúpido. Y las cúspide lo ridículo llegó cuando se tomaron de las manos. Yoochun solo se cruzó de brazos y torció un poco la boca en una mueca.
Desearía poder lanzarse un tiro con tal de no estar ahí.
…
…
—Tu amigo se va a molestar.
—¿Minho? Nah, no te preocupes, ese incluso a veces olvida que existo.
Junsu detectó cierto resentimiento en la voz del mayor y suspiró, aún se encontraban dentro del centro comercial. Y Changmin solo miraba aburrido los escaparates. Con un paso ligero, Junsu entonces tuvo idea, tomó del brazo a Changmin sin demasiada reticencia de su parte.
—¿Qué haces?
—¿Juegas video juegos?
—En mi casa, si. Lejos de las miradas de un montón de mocosos.
—Ah, por favor no seas aburrido.
El lugar estaba repleto de personas, especialmente adolescentes y niños, por instinto Changmin se pegó a Junsu y él solo negó un poco, divertido con las expresiones de Shim y su poca particularidad para convivir con niños.
—Ven, juguemos a matar zombies.
—Olvídalo.
—Tengo tarjeta, vamos.
Junsu sacó una colorida tarjeta de su billetera, una que seguramente era la que se utilizaba dentro de aquel lugar. Esperó un instante, mientras se acercaba a caja y recargaba la dichosa tarjeta. Miró el lugar, todavía infestado de niños a pesar de ser algo de noche y suspiró, convencería a Junsu de marcharse. No estaba de ánimos para jugar.
—Listo, vamos.
—No, Junsu espera, en realidad no…
Pero el muchacho parecía ajeno a su negativa. Caminó hasta una de las maquinas donde por fin estaba desocupada, tomó uno de los rifles y se lo extendió a Changmin, pasando también, la tarjeta por la hendidura.
—Solo piensan en el objetivo y quien quisieras dispararle justo ahora.
Changmin miró a Junsu, por un momento eso había sonado a doble sentido. Pero era imposible que Junsu fuera tan perceptivo. Era imposible que Junsu en un par de horas se diera cuenta de algo que él venía guardando estúpidamente desde hace años respecto a Minho.
La música que pretendía ser atemorizante comenzó y Junsu realizó los cambios necesarios. Changmin sonrió. Tenía que darle una oportunidad al juego, necesitaba des estresarse después de todo. Necesitaba sacar el sabor amargo de su boca, con respecto a su cita fallida.
El amor y él no iban de la mano definitivamente.
Pero Junsu, era buena compañía.
Y cuando el juego comenzó, tuvo que admitir que rió con ganas e inesperadamente se divirtió, aún más cuando vio a Junsu tan efusivo y dispuesto a ganarle.
…
…
—Entonces comprendí que siempre había sido Junsu el que me asustaba con esas tonterías.
—¡¿Cómo no pudiste darte cuenta?!
—¡No lo sé!
Jaejoong y Yunho rieron, caminando por la plaza cerca del restaurante.
Yoochun sabía que hace mucho debió haber emprendido la huida, tal vez llamar a Boa y todo eso. Pero algo le impedía dejar a esos dos solos, caminó un poco alejado, con las manos en los bolsillos y tratando de fingir que no les prestaba tanta atención, pero era difícil cuando esos dos destilaban miel.
Volvió a torcer los labios, y bufó.
—Dios… que alguien me mate por favor.
De pronto Jaejoong se detuvo, Yoochun pensó que lo habían escuchado. Pero al parecer no era debido a su suplica lamentable, sino que al parecer Kim había visto a algún conocido bajar de un taxi, justo a un par de metros de ellos.
—¿Hyun Joong?
La mueca extraña en el rostro de Jaejoong no solo sorprendió a Yunho sino también a Yoochun. El siempre sonriente y amable de Jaejoong caminó hasta el muchacho que terminaba de pagarle al taxista y los dejó un poco atrás.
—¡Jae! Por fin te encuentro, tengo como dos días buscándote por todo Corea.
—¿Se puede saber que haces aquí?
—¿Qué crees? Demorabas en llegar así que…
—Espera, ¡diablos!
Yoochun enarcó una ceja cuando vio a Jaejoong pasar una mano por su rostro en seña de exasperación, le pidió a Hyun Joong que esperara, y aquel muchacho con una gran sonrisa asintió.
—Yunho lo siento, debo marcharme. Gracias por todo Yoochun. Nos vemos.
Fue una despedida corta, demasiado seca también, Hyun Joong y Jaejoong subieron a un taxi casi inmediatamente, en medio de toda esa aura de secretismo que los rodeaba, y cuando Yunho giró hacia él. Yoochun solo afiló la mirada y giró molesto para poder buscar un taxi también.
Yunho se molestó ante aquello.
—¿Y ahora a ti que te pasa? ¿Por qué estás molesto?
—¡Por que tu etapa gay con Jaejoong me tiene harto!
Yoochun ni siquiera se molestó en disimular sus gritos, últimamente discutían todo el tiempo.
—¿De que demonios hablas?
—Oh, por favor. No finjas que no sabes a lo que me refiero si prácticamente se dicen el uno al otro con la mirada: ‘¡Quítame la ropa!’
—¡¿Qué?!
—Oh, Dios, esto es tan bizarro… ¿Por qué tengo que ser amigo de un idiota como tú?
—¡¿Quieres detenerte?!
Ocurrió de la nada, demasiado pronto para los pensamientos extraños que empezaban a llenar la mente de Yunho. Había agarrado el brazo de Yoochun con fuerza, haciéndolo girar y detenerse, con sus rostros cerca, no demasiado, pero si lo suficiente como para que sus ojos se encontraran y la discusión muriera justo ahí.
En esos ojos que de pronto se mantuvieron por mucho tiempo en los del otro, como si con aquello pudieran omitir las palabras que quedaban en el aire. Yunho sintió eso que no lograba sentir con Jaejoong. Ese vacío en el estómago, esos atrapantes ojos negros de su mejor amigo que lo volvían a envolver. Que producían un inconstante letargo.
Que convertía los segundos en minutos.
“¿Qué me pasa?”
Y esa pregunta en su mente quedó en el aire cuando Yoochun reaccionó finalmente, sacudiendo un poco su brazo y alejándose un paso, como si demasiadas cosas hubieran ocurrido en esos escasos segundos que parecieron horas, en ese cruce de miradas.
De pronto Yoochun ya no parecía molesto y Yunho tampoco.
—¿Te… llevo a casa?
—Si, gracias.
Escuetamente hablaron, apenas se habían mirado. Y camino al auto solo fue un poco más incómodo. Yunho lo sabía y Yoochun lo sospechaba. Algo había pasado ahí. Y cuando Yoochun miró disimuladamente a Yunho mientras conducía. Respiró profundo. Repitiendo inconscientemente la misma acción que Jung y haciéndose una pregunta que ni el mismo se podía contestar.
“¿Qué diablos acaba de pasar?”
…
…
Boa no había probado bocado de su cena. Rain se preocupó.
—Boa, ¿sucede algo?
La mujer alzó un poco el rostro. Rain rara vez la llamaba por su nombre, a menos que fuera algo serio o de vital importancia, entonces descubrió que seguramente estaba preocupado. Pero ella estaba nerviosa, no sabía como decírselo, las palabras se atoraban en la garganta y había una sensación extraña en su pecho.
—Si, solo déjame agarrar un poco de valor, por favor.
Rain asintió, dejando los cubiertos de lado, y estirando sus manos sobre la mesa, Boa miró esas manos de Rain, esas manos que siempre la sostenían, ese hombre que era su más grande apoyo, el amor de su vida, el hombre a quien había decidido entregarle su vida. Su esposo.
Miró su rostro y las lágrimas estuvieron a punto de salir. Apretó las manos de Rain.
El corazón le latía apresurado, y ese nudo en la garganta persistía.
—Rain… estoy embarazada.
Jihoon abrió los ojos, mucho. Apretó las manos de Boa, miró el rostro de ella y sintió un hueco en el estómago. Una alegría, un indescriptible sentimiento de querer abrazarla para no soltarla jamás. Y cuando la sorpresa inicial pasó, sin miramientos Rain se levantó de su lugar y caminó hasta ella, para abrazarla, para agradecerle, para gesticular toda esa felicidad que bullía en su interior.
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