The one

Titulo: The one
Autora: nïn@
Extencion: Oneshot
Parejas: YooSu
Género: Slash
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Yoochun rozó el paquete con los ojos cerrados.
No quería abrirlo, no quería hacerlo, era mucho mejor la dulce duda y la esperanza; pero Junsu seguía allí, mirándolo con ojos expectantes y las mejillas un poco rojas, deseoso de que el mayor abriera su regalo de cumpleaños.

Porque aquella vez, su regalo no se había hundido en el barco que lo traía desde África, ni se había quemado con el gran incendio de Seoul, ni se lo había comido Harang.

No.

Aquella vez tenía un regalo que ofrecerle a su compañero, por primera vez en cinco años podría sonreírle mientras el otro se sonrojara un poco, feliz de que se hubiera acordado de él.
Y sonrió. Sonrió al ver las dudas de Yoochun, jugueteando con el papel de embalar, con sus manos temblorosas rompiendo con cuidado por fin aquel papel de corazoncitos que Junsu había escogido con vergüenza.

-¿Seguro… Qué no es nada malo?- Preguntó al fin, dejando un momento los dedos quietos, sujetando el paquete con fuerza.

Junsu rió con aquellas carcajadas estridentes tan suyas.

-Al menos… Eso espero- Y Yoochun volvió a la tarea, rompiendo con casi furia el papel que pronto cayó a sus pies.

Para quedarse petrificado. Quiso reír, pero se aguantó, no; aquello no era una broma.

Levantó la mirada clavándola en un Junsu de repente estaba nervioso y sonrojado, muy muy avergonzado.

-Yo… Pensé que te gustaría- Susurró mordiéndose el labio y es que de repente su genial idea le parecía mucho más tonta y las ganas de ver el rostro de Yoochun cuando abriera su regalo se habían convertido en deseos de fundirse.

Debería haberle comprado unos zapatos como Jaejoong o un nuevo ipod como Yunho… Incluso el libro de Changmin le parecía mejor idea ahora.

Pero sus pensamientos se congelaron también al sentir un roce suave sobre sus labios.

-Es… El mejor regalo que me han hecho nunca, Su…- Y aquel apodo cariñoso hizo que todo su cuerpo temblara.

-Entonces… ¿Me perdonas?- Y Yoochun casi sonrió al escucharlo rogar con esa voz aguda sintiendo como la rabia de haberlo visto bailando con aquella chica tan pegados en la última fiesta desaparecía rápidamente volviéndose sólo ternura y lo miró conmovido regalándole un beso más en el que el pequeño se entregó; enredando sus dedos y acariciando el pelo negro y despeinado que ahora llevaba Micky.

Y así pasaron la tarde, besándose en silencio, rogando porque los otros se marcharan del piso y les dieran un poco de intimidad, pero relajados al saber que por fin todo volvía a estar bien entre ellos; susurrándose palabras cariñosas y regalándose sonrisas tímidas y felices, como si aquella fuera su primera vez; siento en todo momento observados por un peluche delfín, que tenía un gran corazón rojo, con un nombre escrito, que sin duda había sido brodado a mano

Yoochun.

Y Micky besó una última vez los dedos magullados del pequeño, tapados por tiritas que ahora descansaba respirando acompasadamente sobre su pecho.

Fin