Colores

Titulo: Colores
Autora: nïn@
Parejas: Yoosu
Género: Slash
Extensión: Oneshot
Sumario: ¿Cómo es el rosa Yoochun ah?
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Junsu era el mundo de Yoochun.
Era sus mañanas llenas de pereza, era sus tardes llenas de paseos tranquilos a algún lado que oliese a intimidad.
Era todas y cada una de sus noches entre sábanas arrugadas que terminaban en el suelo.

Había sido Yunho quién los había presentado.
Junsu. El nuevo niño prodigio. Un niño de diecisiete años que cantaba como los ángeles a pesar de no poder ver.

Y aquello había asustado un poco a Yoochun al principio.
¿Cómo se suponía que iba a entenderse con él si le habían robado la mirada? Porque ese era el medio con el que la mayoría de las veces se expresaba todo.
El miedo; la incomprensión; la diversión; el arrepentimiento; el amor.

Pero aquello había durado poco. Quizás hasta que Junsu había tomado por primera vez su mano para cruzar una calle.
Tal vez mucho antes.
Porque cada uno de esos contactos valía por mil miradas y cada una de sus palabras por un millón de estas.
Su risa… Su risa no podía contarse.

Aquello había sucedido en agosto.
En octubre se había declarado y en noviembre ya estaban saliendo.

Junsu también se había asustado al principio.
Tal vez porque se había resignado a vivir sin esa parte de una vida normal, sin una pareja; tal vez porque siempre había creído que nadie podría enamorarse de él.
Y seguía sonriendo bobamente cada vez que su madre le llamaba porque lo reclamaban en el teléfono, seguía sonrojándose cada vez que Yoochun le tomaba de la mano o lo besaba en público.

En febrero ya vivían juntos.

Y ni siquiera podía explicar porque parecía que de repente le habían nacido mil mariposas en el estómago, porque por primera vez no había sentido miedo de ir a un lugar desconocido, a una casa desconocida.
Porque Yoochun iba a estar con él.
Porque ese iba a ser su hogar.

Suspiró dando media vuelta en la cama y chocando contra el cuerpo semidesnudo de Yoochun.
¿Qué más daba no poder verlo?
Lo conocía de memoria. Cada uno de esos pliegues, cada uno de sus músculos, cada uno de sus rincones.

Yoochun rió al sentir esas cosquillas en su abdomen dando media vuelta para quedar frente a frente con el pequeño y suspirando sobre su nariz.

-¿Tan temprano y ya despierto?- Junsu también rió.

-No quiero desaprovechar el día- Susurró escondiendo esa sonrisa algo maligna y suspirando al sentir los labios del mayor contra su cuello -Chunnie…- Y el mayor sólo pudo susurrar un suave “mmhh” contra su cuello -Jaejoong dijo que nuestra relación era rosa… ¿Cómo es el rosa?- Y Yoochun no supo que decir esta vez.

…

Habían pasado tres días.
Tres días de besos y abrazos y mañanas compartidas y noches de hacer el amor.
Pero la inquietud parecía crecer en el estómago del menor.
Jamás había necesitado ver. Tal vez las cosas hubiesen sido más fáciles, pero nunca había creído que realmente le faltara una parte importante de su vida.
Hasta ahora.

Y quería saberlo.
Por primera vez necesitaba conocer algo que simplemente, escapaba de sus manos.
Se dejó caer contra el brazo del sofá suspirando pesadamente.
Si tan solo…

-¡Susu!- Levantó la cabeza sonriendo casi instantáneamente al escuchar esa voz que lo llamaba algo apremiante -¿Qué hacías?- Pero ni siquiera le dio tiempo a responder porque casi de inmediato estaba de pie siendo arrastrado por ese agarre suave de su mano.

Escuchó como la puerta se cerraba a sus espaldas y como Yoochun lo llevaba hasta el coche.
Escuchaba cada una de las risitas débiles de su novio y todas aquellas negativas cada vez que le preguntaba donde iban.

Y después ese olor a mar. A libertado. A sal. A playa.
Su pelo se removía con suavidad y la voz de Yoochun se mezclaba suavemente con el murmullo de las olas del mar.

-Esto es el azul- Susurró y Junsu ya sentía los ojos húmedos.
De nuevo esa mano tomó la suya con suavidad, travesaron el vestíbulo y subieron a lo que parecía un ascensor.
Y no sabía dónde estaban, pero sinceramente; no le importaba.
Porque estaba con Yoochun y confiaba en él.

Escuchó como abría la puerta y casi instantáneamente el aroma a lirio lo envolvió por completo.
La suave brisa seguía meciendo su pelo con suavidad, pero esta vez no se colaba olor a sal por ningún lado.
Solo a limpio. A limpio y a suavidad.
Se sentó en las sábanas de algo que parecían seda y la mano de Yoochun seguía presionando la suya cuando tras un beso en la mejilla le aseguró que aquello era el blanco.

Y la primera lágrima ya había dejado un rastro algo húmedo sobre su mejilla derecha que el mayor besó abrazándolo poco después.

-Junsu ah…- Aquel suspiró sobre su cuello le erizó el vello de la nuca.

-¿Qué?- Y casi podía perderse en el aliento de Yoochun. Sintió esa mano viajar hasta su trasero y de repente sus mejillas volvían a arder con casi furia.

-Esto es el rojo- Rió contra sus labios y Junsu sonrió también sintiendo como toda su piel iba encendiéndose poco a poco.
Como parecía que ya no había nada más allí que ellos dos.
Como el rojo lo absorbía todo de un modo aplastante.


…


Había dormido todo el viaje de vuelta a casa.
Probablemente porque Yoochun le había robado el sueño toda la noche anterior, tal vez porque el ronroneo del coche y la suave música de la radio parecían la nana perfecta para dejarse arrastrar por el cansancio acumulado.

Probablemente ese fuera el motivo por el que no sintió como Yoochun lo cargaba al llegar al parking del edificio hasta que ya estuvieron en su propio rellano.

-Buenos días-

-Hola- Sonrió frotándose un poco los ojos, una costumbre algo inútil que Yoochun adoraba para abrazarse con un poco más de fuerza a su cuello después.

-Estamos en casa- Y sonrió al sentir ese olor del ambientador que siempre usaban mezclado con sus propias olores y el aroma de ese pastel que había comprado como postre y que habían dejado olvidad encima de la encimera antes de irse con prisas.
Bostezó un poco sonoramente antes de sentir como también el abrazo de Yoochun se volvía un poco más cálido.

-Es esto- Y por un momento no estuvo muy seguro de sobre lo que su novio le estaba hablando -Esto es el rosa-.

FIN