Idilio.
Si alguna vez le hubieran preguntado a Changmin por el amor.
Él tan solo hubiera reído. Aún ahora duda del concepto exacto para aquella palabra.
Está sumido en el éxtasis absoluto de su piel desnuda bajo aquella fina sabana, de su propia piel rozando aquella piel caliente del cuerpo perteneciente a Minho, de sus piernas entreveradas bajo las sabanas.
El cuerpo de Minho se ha aferrado al suyo con fuerza, a Changmin le duele mucho el brazo, especialmente por que Minho ha optado por estabilizar un poco el peso de su cabeza en su brazo, pero Changmin no se mueve. Por que le gusta ver el perfil de Minho.
Tranquilo, pacífico… Minho parece un niño, tan desprovisto de maldad que es hasta inverosímil, ¿podría ser esto lo que llaman amor?
Ese sentimiento maravilloso de observar su rostro y sentir que puede permanecer así por horas, de su desnudes completa absorbiendo el alma entera de ambos. Olvidando donde comienza la humanidad de uno y donde termina la del otro.
Quizá no lo es, pero Changmin siente que está muy cerca de saber el significado de esas cuatro e inconstantes letras formando una sola palabra, que ha taladrado la mente de poetas, músicos, literatos y demás. Changmin siente que está a punto de descubrir lo que significa el Amor.
La yema de sus dedos pasan por el rostro de Minho, y él se mueve un poco, soltando un quejido casi insonoro, mientras pasa un brazo sobre el estómago de Changmin, abrazándose a su cuerpo. Bloqueando en el mayor las posibilidades de querer levantarse.
Está jugando con fuego…
Si Heechul lo viera o supiera de esta situación sin duda se lo echaría en cara; Y la mente de Changmin divaga en que no lo está haciendo solo por su investigación. Ya ni siquiera le importa haber roto tantas reglas involucrándose con Minho.
Dios sabe que daría lo que fuera por huir, de la mano de Minho, donde nadie los conozca y empezar desde cero. Pero Minho no dejaría así de fácil su vida de comodidades y él no abandonaría tan fácilmente todo por lo que ha trabajado por tantos años.
Esa es la realidad, no un sueño de amor. Esa es su realidad.
Su amor no es tan fuerte. ¡Ellos ni siquiera saben si están enamorados!
Así que mientras tanto ambos están apegados a la realidad. Ninguno lo dice. Pero ambos lo saben. No pueden dejar su mundo ahora, por que sencillamente no hay nada seguro tras ese mundo que podrían emprender tomados de las manos.
Y Changmin mira el rostro de Minho absorto en su expresión pacífica y el peso que ahora siente en su estómago, por que esta cayendo bajo las redes de ese niño que molesto, lo deja botado en mitad de la nada, pero Changmin no piensa demostrárselo. No piensa perder.
Cuando Minho lo deje de lado, Changmin no mostrara emoción alguna. Por que sabe las reglas del juego con respecto a Kim Minho.
Pero que no lo demuestre, no implica que no sienta deseos de llorar por su amor no correspondido, que su corazón se siente herido y que probablemente desee volver con él si se lo pidiera. La situación es que, Changmin es fuerte y tiene dignidad. No lo demostrará, el día que Minho lo dejé de lado, cual juguete usado, el no demostrará dolor.
Pero esa madures no evita que interiormente sienta deseos patéticos por ese posible amor no correspondido.
Y mientras tanto, espera que ese día no llegue, al menos. No tan pronto.
…
…
Un puñal, no, es más bien como una estaca.
Que entra dolorosamente en su pecho, con fuerza, rompiendo pliegues de su retorcida alma que clama por una sola persona, perteneciente a un amor que no puede ser. Por que es su hermano, y Yoochun vendería su alma al diablo si pudiera para que aquello cambiara.
Por que sabe que es incorrecto y de una manera u otra lo que cambia es cuando Junsu se aleja. Y marca distancia. Por que Yoochun sabe, que lo que Junsu lo hace, lo hace por que es lo correcto, por que debe hacerlo, y no por que lo desea.
Yoochun sabe también que cada uno de sus respiros va intrigantemente rodeando a su hermano menor, pero entonces su alma se condena, por ese dolor punzante en su interior. Es un sentimiento ambivalente.
Por que cuando Junsu dormía entre sus brazos era como una paz que lo integraba y lo abrazaba por completo. Pero al mismo tiempo llegaba ese sentimiento de culpa. Luego cerraba los ojos, hundía el rostro en el cabello de Junsu y entonces todo volvía a la calma.
Pero era como un cáncer en sus primeras etapas, la idea de poseerlo te mataba, pero no podías sentirlo, no podías percibirlo. Es así, y aunque intentes evitarlo iba consumiéndote por dentro.
Por eso esa noche, la misma en la que Junsu le comunicó que mañana se iría. Yoochun caminó por los pasillos de su casa, casi en puntillas para no ser escuchado. Y llegar a la que ahora era la habitación de Junsu fue sencillo. Cerrar la puerta y contemplarlo dormido fue regocijante.
Por que hace mucho que no veía a Junsu dormir.
Y la paz de Junsu, producía paz en él mismo.
Respiró profundo, Yoochun en realidad no estaba muy seguro de lo había ido a hacer. Pero la idea de que Junsu se marchara de la casa, que pusiera a la distancia entre ellos, le taladraba la mente. Por que no lo iba a detener.
Pero tampoco quería que su último recuerdo fuera aquel beso contra las escaleras, cuando él estaba más ebrio que consciente.
Entonces más seguro, se subió a la cama. Sobre el cuerpo de Junsu y con sus piernas abiertas para poder tener a Junsu entre ellas. Con su cabello cayendo sobre el rostro del menor, picando en su nariz juguetonamente.
La primera reacción de Junsu fue arrugar un poco la nariz, luego rió bajito ante las cosquillas que las puntas del cabello de Yoochun le provocaban. Y Yoochun sonrió con escucharlo reír, por que era complaciente para su ser.
—Yoochun… no molestes… quiero dormir…
El tono juguetón en las palabras de Junsu lo hicieron sonreír, por que Junsu se alejaría, tal vez lo dejaría de lado, pero en el fondo Junsu seguía clamándolo en sueños. Y eso le hacía pensar a Yoochun que al menos no estaba tan perdido.
—Junsu… Despierta.
Y como si fuera una orden, Junsu abrió los ojos, ante el eco producido por su voz, y sorprendido por que en verdad fuera Yoochun quien estaba sobre él, con su rostro cerca al suyo y su cabello jugando contra su rostro.
—¡Yo…Yoochun!— Y las manos de Junsu se posaron sobre el pecho de su hermano mayor, con sus ojos muy abiertos. Tratando de alejarlo. Aunque en realidad no estuviera usando suficiente fuerza. –Aléjate…
—No, escúchame.
—NO, Yoochun. Ya basta.
Intentaba aplicar más fuerza, pero Yoochun no se movía. Planeaba no hacerlo en realidad. Ni siquiera cuando Junsu empezó a mover las piernas, intentando que al menos se quitara de encima.
—Yoochun por favor…
—¡Junsu escucha!
Las manos de Yoochun se posaron en los hombros de Junsu, hundiéndolo con fuerza contra la cama. Haciendo que lo mirara a lo ojos y se calmara, o que al menos dejara de moverse tan frenéticamente.
—Te amo, y este sentimiento que tengo por ti es lo único bueno en mí. Sin él solo soy una basura que odia a su familia. Por qué tú más que nadie sabe, que esta familia es solo apariencia. Ni siquiera nos soportamos entre nosotros.
Las expresiones en el rostro de Junsu empezaron a relajarse, con sus ojos fijos en los de su hermano. Escuchando cada palabra que salía de su boca.
—De alguna manera nosotros somos lo único que bueno que hay en esta familia. A pesar de ser en una manera retorcida. Por que somos los únicos que sabemos al menos lo que es el amor. Si quieres irte yo no voy a detenerte, pero al menos déjame guardar un último recuerdo de ti.
Junsu suspiró, con sus manos apretando con fuerza la camisa de su hermano. Con una que hacía temblar sus puños, que lograba que Yoochun hubiera dejado de respirar unos segundos a expensas de lo que Junsu haría.
Pero él solo se elevó un poco, para poder pegar su rostro al pecho de Yoochun y luego deslizar sus manos por aquel torso, abrazándolo con fuerza, intentando con aquello que Yoochun perdiera la fuerza en sus brazos y se pegara a su cuerpo. Completamente sobre él.
—No me quiero ir Chunie… Pero es lo que tenemos que hacer. Esto no está bien.
—Vámonos, Su. Vámonos muy lejos dónde nadie sepa que somos hermanos y…
—No es así de fácil.
Lentamente, las palabras de Junsu sonaron tan lentamente, como una aseveración. Yoochun solo pegó su rostro al de Junsu. Completamente sobre su cuerpo. Sin ninguna distancia que los separara.
—No quieres intentarlo, que es diferente.
Junsu lo abrazó más fuerte.
¿Le faltaba valor? ¿Era eso?
Él no podía asegurarlo con totalidad, pero entre los brazos de Yoochun, volvía a sentir que estaba bien, y esa distancia de tiempo que habían estado. Junsu no sabía como los sobrellavaría cuando se marchara.
—Te amo, Yoochun.
El susurro de esas palabras sonaron a despedida, Yoochun lo comprendió de inmediato. Volvió a levantarse un poco, hasta que los labios de Junsu estuvieron a sus ojos, ligeramente entre abiertos. Y sus ojos lo perforaban intensamente.
La unión de sus bocas llegó de manera lenta, como si apenas se estuvieran conociendo y descubriendo mutuamente. Yoochun dejó que el tacto de su mano viajara hasta el rostro de Junsu, a esa mejilla suave y cálida.
Por que pronto Junsu hizo uso de su fuerza, encerró en sus manos la fuerte espalda de Yoochun, apretó con cuidado los músculos de él. Con sus bocas aún jugando entre sus labios. Como si todo pronto fuera a estar bien.
Y la mano de Yoochun fue la primera en hacer contacto con el cuerpo de Junsu, por que esa mano que se escurrió bajo la camisa de algodón de su hermano, provocó que el cuerpo de Junsu diera un pequeña salto ante el tacto ajeno.
Sus ojos se cerraron, con fuerza, despegando sus labios. En un sonido hueco de sus bocas anhelando otro poco de contacto, con el aire de sus pulmones entremezclándose bajo la oscuridad de esa habitación.
—Lo juro Yoochun, así me case, tenga o no tenga hijos. Así envejezca a lado de otra persona… Este amor, nunca desaparecerá. Y quizá esté condenado por que no habrá nada que calme este vacío…
Cuando Junsu empezó a sollozar bajamente. Yoochun tomó la decisión entre una noche de pasión, o dormir entre los brazos de la persona que amaba. Mitigando apenas un poco lo difícil que sería.
Yoochun decidió dormir abrazado a Junsu.
Por que más allá de querer estar con él, Yoochun deseaba que no amaneciera, por qué luego de que sus cuerpos se unían por completo. El clima post orgasmo era provocado por el abrazo compartido que sentía.
Junsu no se quejó, solo se abrazó a él, con más fuerza que antes, Yoochun entonces logró acostarse, con el cuerpo de Junsu a un lado del suyo. Con su brazo rodeando el cuerpo de su hermano, besando su frente y cerrando los ojos.
Con ese vacío en su pecho, con el temor de abrir los ojos y ver que había amanecido.
Entrelazó sus manos con las pequeñas de Junsu y soltó un suspiro antes de caer dormido, ante el cansancio más mental que físico.
…
…
Esa maña, Kibum optó por no ir a clases.
Se concentró en advertirle al chofer que no abriera la boca con respecto a eso, y lo encaminara más bien a una cafetería del centro donde Doengsu lo había citado. El muchacho decía tener ya suficiente información.
Y con los días que habían pasado, suponía que era cierto.
Kibum bebió un poco de café. De ese delicioso y recién preparado que se te impregna hasta en la piel y te hace recordar el olor prácticamente todo el día. De ese que es ridículamente costoso, pero que para él no es un problema pagar.
Diviso a Doengsu a unos metros, bajando de un modesto auto, mirando de un lado. Seguramente buscándolo con la mirada, pero Kibum no se iba a mover hasta que el muchacho no lo encontrara.
El muchacho de anteojos lo ubicó luego de unos segundos. Con su caminar disperso y seguro, con la sonrisa bailarina en sus labios en cuanto se sentó frente a él, dejando sobre la mesa un pequeño sobre manila.
—Tal y como imaginaba del perfecto Kim Kibum, ¿era necesario citarnos en la cafetería más cara del centro?
—Yo pago, así que puedes pedir lo que quieras.
Si fue un insulto o no, Doengsu prefirió ignorarlo, con un resoplido molesto que levantó un par de mechones de su cabello.
—No, gracias. En realidad con el desayuno de mamá es suficiente. Ella cocina delicioso y para mí no es una molestia comerlo luego del esfuerzo que hace cada mañana al levantarse temprano. El poder amor o algo así.
Para Kibum fue difícil refutar aquello, en especial cuando lo único que su madre hacía con sus manos era maquillarse, y eso ni siquiera toda las veces. Así que si fue un insulto o no él tampoco refuto, pero supo claramente que eso había sido un contra ataque por su comentario anterior.
—De todas formas, ¿tienes lo que te pedí?
Doengsu cambió su sonrisa por una confiada, repleta de prepotencia que le hizo creer a Key que en verdad no se había equivocado al elegirlo.
—Me pediste que siguiera a dos personajes muy… particulares.
—¿Qué averiguaste?
—Bien, comencemos. Recuerda solamente que yo no soy un investigador, solo me encargo de sus momentos actuales.— Kibum solo agito un poco su mano, pidiéndole que continuara. –Changmin es el mayor. No entiendo muy bien que sucede con él. Por que aparentemente es chofer en la casa de tu vecino y sin embargo vive con muchos lujos en un departamento, en una zona muy costosa.
—Continúa, eso ya lo sospechaba.
—Changmin visita también a menudo una editorial muy importante. Y si no fuera por que trabaja de chofer te diría que trabaja en la editorial como periodista, editorialista o algo por estilo, por el tipo de vida que lleva.
Doengsu parecía muy concentrado leyendo y pasando las fotos en su celular táctil. Key había dejado de lado su café, concentrado en las fotografías impresas que el muchacho le había extendido en aquel sobre manila.
—Lo que corresponde a Minho, es un muchacho con una vida muy… ¿interesante? Sale con un sujeto que trabaja para la compañía de su padre, un compañero de clases y un chico de otro instituto. Eso sin contar con que mira excesivamente a Changmin.
Key en ese instante se alegró de no haber visto a Minho últimamente, a pesar de que Doengsu callaba cuando se trataba de su trabajo, él no podía permitirse un golpe tan bajo a su orgullo. Y las varias imágenes de Minho mirando distraídamente a Changmin revolvieron su estómago.
Por que Minho a nadie, jamás había mirado de esa forma.
Y sus sospechas empezaban a tomar forma.
—¿Algo más?
—Solo eso podría decirte. Aunque lo del tal Changmin sigue intrigándome. Si tiene dinero, ¿Por qué trabaja como chofer? Incluso me tomé el atrevimiento de hacer un par de preguntas casuales. De esas que cualquiera suelta sin problema. Y él está muy bien asegurado, buen puesto, gana bien y prestigio… Entonces, ¿por qué trabaja como chofer?
Doengsu parecía verdaderamente intrigado con aquello, dejando el celular sobre la mesa y tanteando con sus dedos sobre la mesa. Key sospechaba la razón, pero no podía asegurarlo, y mucho menos consultarlo con un casi desconocido como Doengsu.
—Muy bien, eso no te incumbe. Aquí lo prometido, solo recuerda. Que tú y yo jamás hemos cruzado palabras.
Extendió un pequeño sobre en dirección a su compañero de instituto y él solo sonrió adecuadamente, sin demasiadas expresiones, afirmando la seguridad que tenía en él cuando guardó el sobre en su maleta sin tomarse la molestia de contar el dinero dentro.
—Un placer hacer negocios contigo, Kibum.
Cuando el muchacho se levantó y se fue. Key no está muy seguro la verdad. Se distrajo mirando las fotografías que Doengsu le había entregado y pensó, que ya que no iría a clases esa mañana, entonces haría algo productivo. Como conseguir aliados que lo beneficiaran.
…
…
Minkih es una mujer sencilla.
Que lucha actualmente con todo aquello que es la confusión y de algún modo la pobre alegría de saber que no se encuentra tan involucrada con aquello.
Cuando Junsu, uno de los jóvenes de la mansión, anunció que se mudaría ese día. Casi nadie pareció reaccionar demasiado, excepto Boa y OhDae obviamente. No era de extrañarse cuando aquella familia era particularmente distante.
Sin embargo Minkih sabía desde un inicio que aquello sería un dolor que consumiría a uno de los hermanos mayores en un dolor inevitable. Sin embargo Yoochun no mostró demasiado sus emociones. Y en el fondo, Minkih suponía que aquello era lo mejor.
Aunque pensar en lo mucho que esos dos se angustiaban la hacían sentir una irremediable empatía. De dolor y pena por aquellos dos hermanos. Por eso, cuando abre la puerta de la habitación del joven Junsu para avisarle de la llegada de Kangtae. Minkih ni si quiera se asombra.
Ambos hermanos duermen abrazados en la cama, con una expresión tranquila, con sus respiraciones suaves, una lucha interna se desarrolla en ella, por que debe levantarlos y al mismo tiempo es como si ese amor que los rodea fuera tan verdadero, que es lamentable que sea incorrecto.
Impotencia, eso es lo que ella siente en esos instantes.
Por eso cierra la puerta con cuidado, sacude un poco el brazo de Yoochun y él empieza a abrir los ojos con dificultad, con la luz del sol incomodándolo lo suficiente.
—¿Qué?
—Señor, abajo está el joven Kangtae. Ha venido por el joven Junsu.
Pronto, a pesar de ser tan temprano y que apenas sus sentidos estén despertándose, Yoochun arruga el entrecejo. Pero aquello apenas dura unos segundos, por que sus cejas bajan y mueve sus labios sin demasiada efusividad.
—Dile que Junsu baja en unos minutos.
—De acuerdo.
Ella sale, con el mínimo ruido posible, mirando de soslayo, la manera en que Yoochun contempla el rostro adormilado de su hermano menor. Con una veneración que le demuestra que el amor ella no lo conocía, hasta que vio esa mirada en Yoochun.
Por que esos dos, pueden ser igual de despreciables a la hora de tratar a su madrastra, pero ahora que conoce su verdad. Esas miradas que contempla en aquellos ojos. Es algo indescriptible, endiable y mortificante al mismo tiempo.
Minkih no es una santa, pero no necesita serlo, para saber que ese dolor es más una herida profunda. Que una salvación.
…
…
—Junsu…
Con cortos besos en su frente, Yoochun levanta a Junsu esa mañana. Y aunque en los primeros momentos, Junsu parecía endeble a su llamada. Finalmente abre los ojos, con una sonrisa en los labios. Con un corto beso de regalo de despedida.
Y Yoochun se siente débil. Viendo su rostro aniñado a pesar de los años.
Lo acaricia con cuidado y contempla ese rostro así de cerca. Puede que lo continué viendo, que lo continúe abrazando. Pero sabe que no lo volverá a tener así de cerca. Y un pequeño suspiro sale de sus labios. Antes de besar su frente una última vez.
—Kangtae espera por ti abajo. Es hora de irte, Junsu.
Y la sonrisa desaparece, Junsu asiente contrariado, disminuyendo la fuerza con la que sus brazos aprietan el cuerpo de su hermano. Sintiendo el cuerpo de Yoochun abandonando la cama, sin miradas, sin palabras.
—…Cuídate mucho, por favor.
Resignado, Yoochun abandona la habitación de Junsu. Con esas últimas palabras de sus labios. Y últimamente ha sido estúpidamente débil. Últimamente ha llorado demasiado. Pero este día será el último.
Hoy será la última vez que llorara y desbaratara su alma ante el dolor. Por eso se encierra en su habitación y cae de rodillas al suelo, tapando su rostro y con las lágrimas borbotando tan constantemente que le produce un dolor de cabeza de inmediato.
Su alma está debilitada y en su cuerpo pronto repercutirá.
Pero justo en ese momento no le importa.
Por que hoy, solo hoy, quiere desgastar esas lágrimas por él. Que el dolor perforé en su alma y orgullo. Solo hoy va a ser débil, por última vez. Por que ya mañana, amanecerá y el ocaso en su vida, algún día será solo un recuerdo.
…O al menos quiere creer que será así.
…
…
Jaejoong siente su cabello siendo jalado con fuerza.
Alisan su cabello, pero es el estilo que le han pedido en esta ocasión. Apenas resiste su cabeza, por que esa mujer está siendo muy poco profesional. Es agresiva, pero Jaejoong no se va a poner a pelear con ella.
Será sencillo hablará con uno de sus amigos, y esa mujer no volverá a trabajar en ninguna empresa por lo que le resta de vida. Nadie, maltrata a Kim Jaejoong y la forma en que jala su cabello al plancharlo empieza a doler en verdad.
—Oí que tu boda está muy cerca, hyung.
Cuando uno de los nuevos modelos se sienta a su lado, ojeando una revista en la que él es la portada. Jaejoong solo rueda los ojos.
—Así es, pronto te llegará la invitación, no te preocupes.
—No lo decía por eso, hyung. Pero gracias. Yoona en verdad es una mujer hermosa.
Jaejoong muerde sus labios, acallando un corto ‘Quédatela entonces’ que luchar por evocar de sus labios con fuerza. Pero el muchacho parece concentrado en leer la revista y la peinadora por fin deja en paz a su cabello, susurrando un corto ‘Listo’
Para Jaejoong esa mujer a quedado en segundo plano, especialmente cuando ve a Yunho entrar por la puerta principal, vestido como cada día, con aquel traje elegante y costoso.
—Te estaba buscando, ¿tienes un minuto Jae?
No es como si quisiera lucir ansioso. Pero todo esa gente lo vuelve loco, así que prefiere levantarse cuanto antes y seguir a Yunho hacía los corredores dónde poca gente pasa.
Yunho entonces pone una cara algo extraña, como si le costara hablar, como si las palabras se le atoraran en la garganta y no tuviera el valor para decirlas.
—Yunho estoy a quince minutos de una sesión de fotos. Así que si no piensas hablar mejor voy a vestirme por que el director es muy…
—Te quiero.
Lo congeló. Yunho y sus estúpidas palabras lo congelaron por completo.
Su alma, pensamiento y ser entero.
Jaejoong se vio desprovisto de palabras con la que responder, en especial por qué Yunho tenía una mirada anhelante reflejada en los ojos. Y Jaejoong no terminaba de entender de donde había venido aquella confesión.
No lo comprendía, el día anterior habían discutido, tan tortuosamente que todo había sido reclamos y amenazas. Jaejoong no podía entender a Yunho. Y no quería creer que estaba jugando bien sus cartas.
Por que estaba harto de que su cabeza pensara tanto cuando se trataba de él, aunque siempre había sido así.
—¿Qué has dicho?
—Lo que oíste. Es tortuoso, angustiante… Es por eso que te alejo, ya no quiero verte… Por que no quiero terminar enamorándome de ti.
Era complicado decir que Jaejoong no tuvo la inevitable necesidad de decirle que si se lo pedía, cancelaría su boda por él. Pero Jaejoong sabía tan bien, que Yunho era tan hipócrita como su supuesta confesión de amor.
—La verdad, no te creo.
—Allá tú. Solo quería cumplir con decírtelo… Por lo menos antes de que te cases.
Y Jaejoong en ese momento, no pudo plantear correctamente el momento en el que su compromiso había sido tan corto que ya estaba tan cerca de su boda. En especial cuando vio a Yunho empezar a marcharse, con una mano pasando por su rostro.
Pero Jaejoong se mantuvo quieto, no intentó detenerlo y lo dejó marchar. Por que sobre todas las cosas. Jaejoong conocía muy bien a Yunho. Y ese amor obsesivo que tenía por él no lo cegaba.
Yunho no amaba, no a él al menos.
Y mientras eso no sucediera, se encargaría de destruir de a poco a aquella persona que era lo más cercano al amor, que Yunho tenía. Bae Yoona.
…
…
—Esto de faltar se te está volviendo una mala costumbre.
Minho rió divertido, mordiendo un poco del helado en sus manos y extendiéndoselo a Changmin quien solo comió un poco, muy cerca del cuerpo de Minho. Ambos dentro del auto que supuestamente llevaría a Minho a clases.
—Debería volver a clases luego de dejarte en el instituto, no me puedo quedar contigo.
Cuando escuchó las palabras de Changmin, Minho inmediatamente jugó con un puchero en sus labios, aprovechando que el mayor estaba sentado junto a él, subió las piernas al asiento y las colocó sobre las de él.
—Inventa que te mandé a hacer un encargo o algo así. Hoy quiero pasar todo el día contigo.
Volvió a comer un poco de helado y repitió el proceso extendiéndoselo a Changmin. Una sonrisa surcó en sus labios. Cuando Changmin apartó el helado y atacó a sus labios. Como un cosquilleo agradable en su estómago y sus labios ansiosos recibieron a los del mayor.
Por que había descubierto que ese cosquilleo agradable que comenzaba en su estómago se extendía a su pecho y lo hacía latir de una manera impresionante. Minho recordó entonces que ese cosquilleo le pasaba siempre que se encontraba en los primeros besos de una relación.
Lo pregunta que lo atacó fue, ¿cuánto duraría ese cosquilleo en su interior?
Su otra mano viajó al cuello de Changmin, dejándose caer conscientemente en el asiento del auto, con el cuerpo de Changmin casi sobre el suyo. El cosquilleo en su pecho aumentó y pareció asentarse cómodamente en él. Como si quisiera permanecer ahí.
Y a Minho no le molestó.
—Mira que eres un niño precoz, Minho.
—Soy de todo menos un niño. Creí habértelo demostrado ayer.
Changmin solo rodó los ojos, mordiendo finalmente el poco helado que quedaba en aquel cono, escuchando la pequeña risa de Minho. Cuando se decidió por un poco de aquel cono de helado, y lo sostuvo en su boca, Minho se encargó de morder del otro lado.
Con el dulce sabor en sus bocas, una vez que aquel dulce desapareció. Estacionados frente a una pequeña saliente. Minho abrazó a Changmin y lo pegó a su cuerpo. Con ese beso compartido que le recordaba lo mucho que le gustaba besar a Changmin y lo incómodo que era saber que eso de verdad le agradaba demasiado.
—Vamos a la playa.
—¿Qué?
Changmin se reincorporó, y Minho lo miró sorprendido. Era él, el de las ideas locas. No Changmin, pero el mayor solo le regaló un corto beso. Pasándose al frente para poder encender el auto y Minho lo siguió de inmediato.
—¿Cómo que a la playa?
—¿Has ido a la playa alguna vez sin estar repleto de lujos?— Minho no tuvo oportunidad de responder, por que Changmin inmediatamente colocó una enorme sonrisa en los labios. Entusiasmado con la idea. –Apuesto que ni siquiera has caminado tranquilamente por el malecón.
—Pues no… Está muy lejos de nuestra casa en la playa y…
—Entonces hoy caminaremos por el malecón, compraremos muchas cosas baratas. Y comeremos en uno de esos puestos cerca del mar.
Minho arrugó un poco la nariz, no muy convencido de cómo quería impresionarlo con aquello, pero accedió, solo por qué la sonrisa en esos labios valía la pena. Y por supuesto por que Changmin le regaló otro de esos besos que te quitan un poquito de alma, justo antes de empezar a conducir.
…
…
Yoona se colocó las gafas una vez vio a Yunho caminar hasta su auto.
Él subió sin hacer mucho ruido, sin mediar palabras, colocándose el cinturón de seguridad casi de inmediato. Justo a las afueras del set donde Jaejoong realizaba sus fotos el día de hoy. Así que Yoona solo arrancó casi de inmediato.
—Por tu cara, obviamente no funcionó. Te dije que no funcionaría, Jaejoong no es ningún imbécil.
—Claro que sé que no es ningún imbécil, por lo mismo idear este plan nos ha costado tanto tiempo.
—La culpa es tuya.— Yoona apretó el volante en sus manos, girando demasiado fuerte en una esquina. –Te dije que te anduvieras con cuidado, que se daría cuenta. Pero no, ahí vas con tus arranques de ‘no lo soporto’ si ya te has acostado con él, ¿qué trabajo puede representar besarlo cuantas veces a él le de la gana? Además Jaejoong no es ningún tipo horrible. Por algo es uno de los hombres más deseados del país y el mejor modelo del momento.
Yunho solo bufó ante las palabras de la mujer. Con su codo apoyado en el alfeizar de la ventana del auto. Odiando que le recordaran sus errores.
—Pensé que entendías todo lo que este plan involucraba. Ni yo que soy su prometida me ando con tantas ridiculeces como no querer besarlo. ¿Qué diablos sucede en verdad?
—No sucede nada, Yoona. Solo que son tantos años que… Ya me estoy hartando.
Aunque quería continuar, Yoona decidió mejor concentrarse en conducir y arrugar un poco más el entrecejo.
—¿Qué piensas hacer ahora?
—No lo sé, pensaré en eso en el camino. Pero mientras debes casarte con él. Tienes que hacerlo no me importa cómo.
—Jaejoong y yo nos vamos a casar. Eso no lo dudes y mientras yo cumpla con mi parte tu debes dedicarte a lo tuyo o todo se vendrá abajo, y eso mi querido Jung Yunho no puede pasar.
—Y no pasará, ¿quieres dejar la histeria?
Pocas veces Yunho se había atrevido a dirigirse a Yoona con ese tono de fastidio. Por eso ella solo volvió a callar, acelerando un poco más en convicción de que no era lo más adecuado pelear.
—Debemos llegar a Busán cuanto antes, ¿ya hablaste con el alcalde?
Yunho regresó su mirada a Yoona y asintió.
—Ya tengo la cita, solo nos tenemos que reunir y todo solucionado.
—Te dejo en el aeropuerto y me regreso inmediatamente, quedé con Jaejoong de almorzar para que vea las invitaciones y esa misma tarde las enviáramos.
Yoona apretó un poco más el volante y sonrió.
—¿Sabías que quiere hacerlo todo discreto disque para evitar la prensa?
—Me tiene sin cuidado, por mí pueden casarse en las vegas y así evitan tanto problema y es más rápido. Pero allá tú y tu fantasía de casarte de blanco.
La mujer rió en esta ocasión.
—Oh, vamos Yunho… No me mates la ilusión de toda chica por llegar toda linda de blanco. Además, ¿no será todo muy divertido y bizarro cuando tú me lleves al altar y me entregues a Jaejoong?
Yunho rodó los ojos, removiéndose incómodo en su asiento.
En realidad, la idea le desagradaba totalmente, pero prefirió callar.
…
…
Cerca de la una de la tarde, Kim Junsu había abandonado la mansión.
Yoochun no había salido de su habitación en toda la mañana, y había expresado con algo de agresividad que nadie se atreviera a molestarlo ni para comer. Así que los empleados ese día habían sentido más que nunca una tensión apoderarse del lugar.
Minkih subió las escaleras, con varias mantas entre las manos, dispuesta a dejarlas en la habitación principal, e iba tocar la puerta de la habitación, cuando descubrió que esta estaba abierta y dentro la señora Boa sollozaba lo más silenciosamente que podía.
Minkih sintió pena por ella, por la incomoda vida que llevaba dentro de aquella mansión. Minkih a veces no estaba muy segura de todo ese amor que esa joven mujer expresaba por el señor OhDae, pero en esos temas ella prefería no intervenir.
Boa observaba un portarretrato en sus manos.
Estaba por marcharse cuando alcanzó a divisar la imagen de un bebé, uno muy pequeño. Sus ojos se abrieron en demasía… ¿Boa tenía un hijo? La mujer miraba con tristeza la fotografía. Acariciando a ratos el rostro del menor.
Minkih tuvo que llevar una mano a su boca, aún más cuando Boa soltó un pequeño murmullo que llegó hasta sus oídos y la paralizó.
—Tengo encontrarte, si OhDae no me quiere decir donde estás, te buscaré a como de lugar. Él no es una buena persona, me engañó por que no quiere tener hijos… Pero eso no se quedará así hijo, te lo prometo.
Retrocedió instintivamente, y temió por que ese ligero paso hubiera llegado a oídos de la señora de la casa, pero afortunadamente no fue así. Entonces, Minkih bajó lo más rápido que pudo, apretando las mantas contra su cuerpo y corriendo hacía la cocina, dónde pudiera calmar la impresión que ese tono siseante en la voz de la mujer le había provocado.
Por que había sonado tan peligrosa.
Que su cuerpo entero había sufrido escalofríos, aún cuando ella no estaba internamente involucrada. Y beber agua fue lo primero que hizo al llegar.
…
…
La idea no había sido tan descabellada, Minho tenía que admitirlo.
No se preocupó demasiado cuando Changmin se ofreció a pagar todo lo de ese día, por que supuso que según el plan no sería nada demasiado costoso, pero si sorprendió un poco cuando Changmin decidió que compraran un poco de ropa más de acuerdo a la situación.
Aunque la ropa resultó asombrosamente económica, aún así intentó pagar, con tarjeta. Y Changmin se rió un buen rato de él. Por que resultaba que en aquellas cabañas del malecón difícilmente aceptaban billetes grandes. Y lo acusó injustamente de ‘niño rico’
Minho solo hizo un puchero y Changmin pagó todo lo del día de hoy.
Le agradaba el sombrero que Changmin había comprado y lograba quitárselo a ratos, pero Changmin se lo quitaba también. Y se había vuelto más bien un juego extraño entre los dos.
Y tal como se lo había propuesto Changmin había comprado muchas cosas baratas, anillos, cadenas, incluso hasta caracoles, pequeños cofres. Muchas cosas que hacían sentir a Minho como en una juguetería.
Y había probado de esos jugos de frutas que vendía un tipo en una carretilla, de pequeño su padre le había prohibido comprar esas cosas, pero Changmin admitía que eran buenos, que los había bebido toda su vida y nada le había aceptado.
—Oh, vamos Minho, deja de ser tan niño rico.
—¡No lo soy! Solo soy precavido…
Tomó el vaso colorido entre sus manos y mientras Changmin bebía el suyo desde el sorbete, Minho dio un par de suspiros antes de atreverse. El sabor dulce y extraño, por que nunca había probado algo así lo hizo sonreír y tomar mucho, demasiado rápido.
—Auch… mi cerebro.
—Si, eso te pasa la cada vez que bebes demasiado rápido.
—¡Está muy helado!
Changmin solo rió, reanudando el paso hacía el malecón y lo mucho que les faltaba por recorrer, Minho no estaba muy acostumbrado a las bermudas pero, de alguna forma le agradó la que Changmin escogió para él.
—Joven, venga para acá… Podemos escribir su nombre en un grano de arroz.
Minho miró asustado como aquel hombre lo agarraba del brazo y lo jalaba hacía uno de los puestos, pero Changmin solo le sonrió. Caminando junto a ellos hasta aquel lugar, donde una muchacha castaña escribía con cuidado.
—¿Cuál es su nombre joven?
—Eh… Shim Minho.
Sonrió cuando vio la expresión de Changmin en ese instante, y bebió, esta vez un poco más cuidadosamente su bebida. Mientras la muchacha escribía en el grano de arroz.
—Tenga, ¿lindo verdad?
Y aunque la caligrafía no era excepcional, Minho observó asombrado como las letras se podía divisar perfectamente, sonrió agradecido, asintiendo mientras Changmin extendía un billete hacía ellos.
—¿No es grandioso? ¿Cómo pudo escribirlo así?
—¿En serio nunca habías visto esto?
—No, jamás… ¡Es genial!
Y la emoción con la que Minho miraba el pequeño grano de arroz hizo sonreír a Changmin, mientras lo veía levantar el granito y jugar con él en sus manos. Changmin se lo quitó de las manos para poder obsérvalo y sonrió.
—¡Hey! Es mío.
—Tiene mi nombre también, es de los dos.
Minho rodó los ojos, y cuando vio que Changmin se lo extendía se acercó rápidamente, pero Changmin se inclinó hasta él, y lo besó, muy cortamente pero aún así Minho se sorprendió al no poder adivinarlo. Sonrió levemente y guardó el pequeño grano en su billetera, con cuidado de que no cayera.
—¿Vamos a la playa?
—Yo quiero almorzar.
—Changmin… quiero ir al mar.
Minho empezó a empujarlo para que caminar hacía la arena, a pesar de que Changmin seguía quejándose de que antes quería comer algo, pero por el momento Minho solo reía, por que quería tocar el mar, por que lo había tocado muchas veces desde la playa privada de su padre, pero nunca junto a Changmin.
Y lo que más le agradó, es que al ser un día de clases, casi no había gente. Así que si le daba la gana, sin importar lo que le dijeran. Minho le robaría entre las olas todos los besos que quisiera a Changmin.
Por que este día, tenía planeado, no olvidarlo.
Por que se estaba convirtiendo en el primero, en el que era el mismo y se divertía en verdad.
…
…
Jaejoong observó la fotografía en sus manos y sonrió.
Algo divertido, algo irónicamente.
La imagen de Yunho, de unos veinte años le devolvía una gran sonrisa. Con sus dedos señalándolo de manera divertida. En esos entonces, Jaejoong pensó que verdaderamente nada había cambiado desde todo el incidente con la familia de Yunho.
Sacó un cigarrillo del bolsillo y lo encendió velozmente. Con el humo saliendo de sus labios, contemplando aún la imagen de aquel que decía ser aún su amigo. Jaejoong entrecerró los ojos cuando notó que desde ese entonces, Jaejoong nunca se tomó la molestia de preguntar de donde conocía en verdad Yunho a Yoona.
La había conocido a través de Yunho, en una salida casual y si bien había quedado prendado de su belleza. Muchas cosas habían cambiado en el camino, pero en realidad extrañamente nunca se peguntó, de dónde la podía conocer.
Y la duda, especialmente ahora lo acechaba.
‘Te quiero’
Y esas dos malditas palabras seguían acosando su mente.
Sacudió la cabeza, no dejaría a Yunho entrar una vez más en su mente. Bajó la foto y la guardó dentro de su billetera con cuidado, dándole una última calada a su cigarrillo antes de apagarlo y echarlo a la basura.
—Amor… ¿Ya estás listo?
Escuchó la puerta del camerino empezar a abrirse y no necesitó girar para saber que quien acababa de entrar era Yoona, suspiró quedamente y se levantó. Con una sonrisa poco convincente en los labios.
—Claro, ¿nos vamos?
—Por supuesto, tengo mi auto afuera.
Besó los labios de ella con mucha frialdad. Pero su máscara funcionó a la perfección, por que Yoona le sonrió y lo miró con adoración, aferrándose a su mano con fuerza camino hasta su auto.
Y Jaejoong tuvo que admitir, que nunca pudo asegurar, ni dudar, cuando escuchó un ‘Te quiero’ de los labios de ella. Pero ella era peligrosa, y aún así sus palabras jamás lo habían enclaustrado de esa manera.
…
…
Joonghyun bajó las escaleras con una sonrisa en el rostro, repleto de adrenalina y emoción, la misma que haber ganado el campeonato el provocaba, aún era venerado por sus compañeros a pesar de que habían pasado algunos días desde aquello.
Y cuando su madre le avisó que lo buscaban, pensó intensamente que se trataba de Minho. Que hace mucho que no lo veía, y no había tenido la oportunidad de celebrar su victoria junto a él y que por supuesto lo extrañaba.
Lo primero que vio fue a su invitado, correctamente sentado, con sus piernas cruzadas elegantemente, mirando despreocupadamente todo lo que había decorando la modesta sala de estar.
Y Joonghyun arrugó el entrecejo con fastidio.
—¿Qué haces aquí?
Kibum entonces levantó la mirada hacía el lugar de dónde provenía esa voz. Con esa sonrisita burlona en el rostro. Que tanto parecía enojar al muchacho ese. Se levantó con tranquilidad y con el sobre manila en sus manos.
—Hola, pobretón. ¿Sabes? Creo que tú y yo debemos hablar.
—Para empezar, estás en mi casa. Respeta eso al menos y deja de llamarme pobretón.
Key rodó los ojos, decidiendo no debatir aquello, por lo que levantó el sobre manila en sus manos y se lo lanzó al muchacho frente a él con cuidado.
—Mira eso y luego decides si me quieres echar tan pronto o no.
—¿Qué es esto?
Joonghyun observó desconfiadamente el sobre en sus manos, mirándolo especulativamente tan solo por encima. En especial por que la sonrisita de aquel niño mimado no le daba ni un poco de confianza.
Pero decidió cuando lo vio sonreír ególatramente, que no tenía por que temerle a ese muchacho con ínfulas de niño rico y todo poderoso, así que, con la idea de que el muchacho se marchara cuanto antes. Joonghyun decidió abrir el sobre manila en sus manos.
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